Por: Mónica Heinrich V.
Este chiverío lo vamos a ordenar así: Las favoritas con las dos películas que más me han gustado y que si se llevan el Coso Dorado no botaré la chinela al televisor, las polémicas con las películas que por x, y o z pueden destruir amistades o percepciones del prójimo entre los espectadores y las relleno, esas que pusieron ahí nada más para que veamos que la industria tiene buenos sentimientos. Lo que sigue tiene spoilers a morir, así que sobre aviso no hay engaño.
LAS FAVORITAS
Hell or High Water / Comanchería / Sin nada que perder
Sí, sí, una de mis favoritas. Por supuesto.
Al principio la iba a dirigir Peter Berg, el de Deepwater Horizon (la del petróleo con Mark Walhberg), pero finalmente se la dieron a David Mckenzie, un director inglés al que ya le había visto otra muy buena película: Starred Up.
El guion fue escrito por Taylor Sheridan, que en realidad casi toda su vida ha sido actor de series de televisión, siempre ahí a la sombra de los protagónicos, y zas, de golpe y porrazo empezó a escribir guiones. Suyo es, también, el guion de Sicario.
A Hell or High Water le dieron el primer lugar en la Lista Negra del 2012 de guiones no producidos, porque sí, el proyecto tardó sus buenos añitos en hacerse realidad.
Pero como siempre digo en una suerte de visión optimista de la vida: todo sucede por algo. La película filmada por McKenzie y escrita por Sheridan es definitivamente una de las mejores del 2016.
La expresión en inglés de Hell or High Water tiene dos significados: la primera referida a la determinación de alguien para hacer algo cueste lo que cueste, o la ya típica: “contra viento y marea”, y la segunda a una claúsula en los contratos americanos, por lo general de arrendamiento, que establece que los pagos pendientes se deben efectuar sin importar los problemas u obstáculos que atraviese el deudor.
Toby (Chris Pine) y su hermano Tanner (Ben Foster) son dos ladrones de bancos. Roban un banco, de una manera muy estructurada, y se llevan el botín. Pronto descubrimos que seguirán robando más bancos porque necesitan llegar a cierto monto.
Ese el primer pantallazo: dos ladrones de bancos comunes y corrientes. Sin embargo, hay más, la historia de estos dos hermanos es muy triste porque están a punto de perder una propiedad hipotecada. El abuso del sistema bancario y la terrible crisis financiera que vive el americano rural, se plantean desde una óptica muy cuidada.
La vida familiar de Toby es un desastre. Su madre murió después de una larga enfermedad, acaba de pasar un amargo divorcio, tiene un hijo que mantener, y lo dicho, una situación financiera de mierda aunada al canibalismo bancario que lo orillaron a crear un desesperado plan de escape. Tanner, por su parte, es un expresidiario, sus motivaciones son el amor que le tiene a su hermano y, al igual que Toby, no quiere que el sobrino herede la pobreza que han sufrido generación tras generación.
No será tan fácil vencer al sistema, detrás de ellos tienen a un Ranger a punto del retiro: Marcus Hamilton (Jeff Bridges) y a su colega de origen indio Alberto Parker (Gil Birgminham).
En ese punto la película deja de ser un filme solo para entretenerse, los caminos de Texas con letreros que hablan del desastre económico de la zona, el tono narrativo en el que se percibe cierta nostalgia a la vez que una feroz rebelión a la situación, hacen de Hell or High Water una película deliciosa de ver.
Chris Pine deja de ser el chico bonito de Star Trek y finalmente tiene la oportunidad de lucirse en su mejor trabajo hasta le fecha, el canadiense Ben Foster nunca decepciona, nunca, qué gran actor que es Foster como el volátil Tanner y a eso agreguémosle la enorme presencia de Jeff Bridges. ¿Qué más se le puede pedir a la pantalla de cine? Si salen mariposas, ya sería mucho.
Quizás los personajes son algo estereotipados: Toby es el racional, mesurado, buen muchacho, Tanner es ignorante, descontrolado, impulsivo, Marcus es la voz de la experiencia, instintivo, terco y Alberto más ingenuo, dúctil, comprensivo. Sí. Hay un estereotipo galopante en los personajes, y todo funciona gracias a que se mueven dentro del perfil asignado.
No es un problema. Incluso en su excesivo énfasis texano, en su visión secundaria de la mujer, en los chistes fáciles entre Marcus y Alberto, en la facilidad con la que se enreda al final, la película me compró con moño y todo.
La cuidada fotografía de Giles Nuttgens (The fundamentals of caring), la banda sonora de Nick Cave y Warren Ellis, y la instantánea empatía que creás con los personajes, logran trasladarte a la América profunda, la que está muy lejos del american dream, y, así, vos en la orilla de la butaca te encontrás deseando que estos dos bandidos consigan hasta el último maldito centavo de dólar.
Lo mejor: Una bonita película que parece muy sencilla pero que tiene capas y capas por explorar Lo peor: algo estereotipada La escena: la charla al final entre Toby y Marcus Lo más falsete: hay algunas partes a nivel de investigación, sobre todo con relación probar que la plata pasada a través de los casinos es la misma que se robó en el banco, que son como pasos obvios a seguir para acusar a Toby y no se hacen El mensaje manifiesto: El toro hay que tomarlo por las astas El mensaje latente: la pobreza se hereda El consejo: verla, como sea, verla El personaje entrañable: Tanner y la gorda del restaurant El personaje emputante: el pendejo del banco El agradecimiento: por una película que mueve muchas cosas.
Manchester by the sea / Manchester frente al mar
Chicos y chicas, vayan al cine a ver esta película. Si ya la vieron en DVD, si se las contaron, si con esta reseña piensan que ya está, que no necesitan verla, vayan al cine a verla.
El director Kenneth Lonergan, guionista de películas tan diferentes como Gangs of New York y Analize this, lanza su Manchester by the sea como una bofetada.
Un pueblito costero se convierte en iconografía del dolor.
Lee Chandler (gran Casey Affleck) huyó años atrás de ese dolor, de la pérdida, de algo que ni la película puede verbalizar del todo. La muerte del buen Joe (Young Patrick), su hermano, lo obliga a regresar. En apariencia es un viaje hacia el pasado, hacia deudas no saldadas, que termina de una manera muy poética, tal cual el tono de la película amerita porque hay cosas que sencillamente no se pueden superar, que solo se aprende a vivir con ellas.
Después de esa gran película que fue Martha Marcy May Marlene (reseñada aquí), Jody Lee Limps crea otro trabajo fotográfico de climas. Su cámara tiene el encuadre preciso para transmitirnos lo que sucede en pantalla. Hay el aire, el silencio necesario.
El trabajo actoral es un factor muy importante a la hora de conectar con esta historia, Casey Affleck (The good Affleck, dicen en USA en alusión a lo mal actor que es Ben) impregna a Lee de ese aura de destrucción que nos conmueve, que nos hace llorar. La escena con Randy (Michelle Williams), el encuentro en la calle, es inconmesurable.
Me gustó mucho, hacía tiempo que una película diseñada para la lágrima no me conmovía tanto. En la escena donde casi se suicida, me rompí con el personaje, ahí es cuando captás la enormidad de la tragedia. Lo insoportable de la tragedia.
Kenneth Lonergan toma este drama, que es muy fácil llevar a la zona de confort de una película de este tipo, y lo hace crecer minuto tras minuto. Recuerdo a Kenneth como director de You Can Count on me, que tiene una temática también de encuentros y pasados no resueltos, aunque el resultado es mucho menos afortunado. Lonergan ha madurado en su manejo del drama, se toma su tiempo para construir los momentos claves de su película, esos momentos los alterna con una pequeña dosis de humor, porque no se olvida que en la vida no todo es solemne.
El juego temporal es algo que puede resultar molesto en otras producciones, pero acá el pasado se inserta en el presente con un gran sentido de la oportunidad, por ejemplo en la escena en la que a Lee le dicen que su hermano dejó todo preparado para que sea guardián de Patrick y empieza a sonar el Adagio de Albinoni y nos cuentan qué pasó con Lee, por qué está tan vacío, tan triste. Brutal.
Y ya al final, el filme se separa del final feliz, aquel donde el protagonista consigue sobreponerse a sus tormentos y darse una nueva oportunidad. Lee no puede. No puede y no podrá.
Gran película, gran Casey Affleck (sí, sí, maldito sea por sus acusaciones de acoso sexual) gran Michelle Williams. Gran montaje.
Manchester by the sea es de esas películas que pueden pasar meses, años y un día, así de la nada, evocarás una determinada escena y los ojos se te llenarán inexplicablemente de lágrimas.
Lo mejor: cuidada, elegante, jodida Lo peor: es probable que el estilo a veces de introspección, no llegue a cierta parte de la platea La escena: el intento de suicidio y la charla con Randy Lo más falsete: la escena en la que Patrick llora frente al refrigerador, no me la creí a nivel de actuación El mensaje manifiesto: hay cosas que no se superan El mensaje latente: pero se aprende a vivir con ellas El consejo: para ver en cine El personaje entrañable: el buen Joe El personaje emputante: la mamá de Patrick y el nuevo novio El agradecimiento: por la humanidad.
LA POLÉMICA
Champémonos en la piscina de la polémica. Considero que a estas cinco películas las rodea la polémica por distintas razones, aunque en el fondo son totalmente funcionales a Hollywood.
La La Land
Saquemos de nuestro sistema lo siguiente: Es cursi: Sí. Es onanista: Sí. Le rinde un tibio y artificial tributo a Hollywood, a Los Ángeles y a los ñoños del mundo mundial: Sí. Es parte entusiasta del sistema: Sí. Tiene una historia más común y esquemática que tarjeta de San Valentín: Sí. Tarda un montón para decir dos huevadas: Sí. Es la mejor película del año: No.
Ya. Dicho eso puedo afirmar sin rubores que La La Land me gustó.
Damien Chazelle nos entregó el 2014 la entreteninda Whiplash, que tampoco era una obra mayor, sino una muy aceptable película sobre la música, la disciplina, el fracaso y el ansia de triunfar. El guión y la dirección ya apuntaban a una manipulación del espectador que también está presente en La La Land.
Pero, al igual que en la película de la discordia (La La Land) terminaba el metraje y sentías que no habías perdido miserablemente tu tiempo, era como la sensación que te invade al ver buen cine hollywoodense, el choto que distrae y no provoca ganas de enviarle una carta pringada con puchi de vaca al director. Repito, no son obras mayores y están para lo que están. Porque mis estimados, La La Land no fue hecha para ser festejada como película de autor, indie, que rompe esquemas o cambia el curso de la historia del cine. La La Land es un pastiche, un collage de ingredientes que funcionan y que Chazelle sabe cómo batir para entregarnos un platito caliente, bastante comible.
Aceptemos que los números musicales de este musical no son lo máximo, que Emma Stone y Ryan Gosling bailan agraciadamente pero no alcanzan ni por si acaso el virtuosismo de los verdaderos musicales, de los músicales clásicos a los que se pretende homenajear. Ahí podría surgir la primera decepción. Ni Emma ni Ryan cantan o bailan de verdad, son unos chicos bonitos jugando a eso.
El musical, entonces, es una excusa para manierismos del director, esa impresionante producción del tráfico y los bailarines en la secuencia inicial, la bella secuencia de la fiesta (piscina), la otra secuencia donde se narra el amor que pudo ser. Ese manierismo es lo que hizo que la disfrute, para mí es imposible no valorarla desde el punto de vista técnico.
He escuchado decir que ensalza la parte más frívola de Hollywood: el perseguir tus sueños a costa de la felicidad o el amor. Oh, por Dios, dejémosle la ñoñez a Chazelle. Los personajes optan por lo que en ese momento necesitan, la ruptura se da antes que Mia sea famosa, la distancia entre ellos nace como nacen muchos finales. Mia no deja a Sebastian por el éxito, prueba de ello es que luego se casa, forma familia, aún siendo una actriz famosa. Es simplemente un amor que no estaba destinado a ser.
Como ya dije, el argumento es básico: chica conoce chico, chico conoce chica, están en la meca del cine, ambos con sueños de grandeza y, oh, sorpresa, el camino hacia la fama y el estrellato no está hecho de baldosas amarillas.
La La Land es soft hasta en la descripción de ese camino al estrellato, oh, sí, qué difícil las audiciones, qué triste que no vayan a ver tu obra de teatro, qué huevada estar ganando un montón de plata tocando música que detestás, qué terrible ver cómo los demás triunfan menos vos. Creo que Los Ángeles es mucho, muchísimo más despiadada que unos cuantos años de rechazos en audiciones, o que un músico talentoso tocando villancicos en un bar, la vida es más despiadada que una relación bonita que termina de manera cero traumática y con hermosos recuerdos.
El mérito de Chazelle está en lograr que toda esta purpurina, todo este algodón de azúcar, calce lo justo para que Emma Stone te robe el corazón o para que la música tanto de City of Stars o los temas de jazz interpretados a lo largo del filme, te hipnoticen.
Así es, La La Land no es el mejor musical, ni siquiera un gran ejemplo de musical, tampoco es la mejor película del 2016, pero es una aceptable película. Bien filmada, bien actuada, con una historia coherente dentro de su premisa, y con un bonito final. Un final que (mátenme) me recordó ahí en lo profundo de mi psiquis a este cuento de Horacio Quiroga: La muerte de Isolda.
¿Merece las nominaciones o los futuros premios que se puede llevar? Por supuesto que no, pero estamos hablando de los Oscar, estamos hablando de Hollywood, lo más probable es que el domingo la industria se vuelva a celebrar a sí misma, como lo lleva haciendo desde su creación. Chazelle lo tiene claro: City of Stars.
Lo mejor: un potaje bien cocinado Lo peor: nada maravilloso, ni trascendental que justifique la carretillada de premios a los que opta La escena: la coreografía del tráfico, el final Lo más falsete: conviviste con alguien, lo amaste, se separaron en buenos términos, son (de alguna manera) mutuamente influencia del éxito que alcanzaron y ¿no saben nada el uno del otro durante años? Hasta por menos uno stalkea a alguien que fue parte de su vida El mensaje manifiesto: lo que no es, no es El mensaje latente: Hollywood se canta y se celebra El consejo: hay que verla sin expectativas, verla con cualquier expectativa supondrá una decepción El personaje entrañable: pucha, pienso y no lo encuentro El personaje emputante: a veces Mia, a veces Sebastian El agradecimiento: poder verla en cine. Si quieren verla, véanla en cine, en DVD debe perder mucho. Este es un filme para ver en pantalla gigante.
Moonlight
Si La La Land representa la cara cursi, convencional, autoalabanciosa de Hollywood, Moonlight es el otro lado de la misma moneda, es la película que a Hollywood le gusta premiar porque los hace sentir bien consigo mismos (hay una o dos de esas cada año). La La Land finge el show, Moonlight puede fingir alma. Cualquiera de las dos puede ganar el domingo y ser funcional a Hollywood.
Sé que mucha gente encuentra casi perfecto este relato de la vida de un negro homosexual porque sí, en primer lugar el personaje es negro, en segunda es homosexual, en tercera vive con una madre drogadicta, y además es pobre.
Exploramos la realidad del sujeto en tres fases claramente marcadas: Little, cuando es niño, Chiron cuando es adolescente y Black cuando ya es adulto.
El director Barry Jenkins debutó el 2008 con una película llamada Medicine for Melancholy, en la que ya acusaba esta afectación, esta solemnidad, esta necesidad de acariciar moralmente al espectador con el tema racial o de minorías.
En Moonlight, por lo menos, se consiguió un director de fotografía (James Laxton) que a pesar de una carrera más bien discreta, disimula la cascada de clichés que rodean el guion del mismo Jenkins.
En su versión Little, el atribulado personaje es sometido a bullying constantemente porque sus pares intuyen que es “marica”. Huyendo de sus torturadores se topa con Juan (Marhesala Ali) un dealer que resulta ser buena gente, y que además tiene la cultura y la amplitud mental suficiente para aconsejarlo sobre cosas de la vida y casi casi adoptarlo junto con su esposa Teresa. Un dealer pacienzudo y con tiempo para ocuparse de sus esquinas y, al mismo tiempo, ayudar al pobre Little. El chico crece en un ambiente de mierda y se convierte en un adolescente frágil, tímido, al que continúan maltratando. Un hecho ¿romántico? confirmará su despertar sexual y disparará otro hecho traumático (sin signos de interrogación) que dará paso a Black, su versión adulta.
Lo de “romántico” lo pongo entre signos de interrogación porque parece ser el leitmotiv de la relación entre Black y Kevin, aunque para mí toda la historia tejida entre los personajes es tan ligera y forzada como la de Mia y Sebastian.
El conflicto del chico que se vuelca contra el amante/amigo bullyineado en un momento determinante por la presión social, lo he visto hasta en series de televisión. La redención de la madre drogadicta solo sirvió para el lucimiento de Naomi Harris como Paula. Y ya para finalizar, que al pobre Black no le hayan manoteado el muñeco nunca más o que no lo babeara otra boquita masculina hasta la llamada del cocinero, me sonó a la pruebita de amor del pasado, esa que nos decía que había que ser como los pinguinos emperador y quedarnos con un solo crispín para siempre. Sí, ya sé, el personaje es así, tímido, traumado, y bla bla bla.
En todo caso, Moonlight presenta un precioso papel estañado como envoltorio a nivel de fotografía, de colorimetría, incluso en montaje me parece una muy linda película, y hubo momentos que me conmovieron, ya como una fábula del crecer, la identidad, el amor, el ser y la nada, es solo aire envuelto por ese precioso papel estañado.
Lo mejor: bella fotografía, buen montaje Lo peor: obvia en sus intenciones, pajera en sus resultados La escena: el final, el niño de espalda azulado Lo más falsete: la castidad de Black, la relación de amor o crush El mensaje manifiesto: ya lo dijo Borges: Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es. El mensaje latente: se puede vender lo convencional como reinvención El consejo: si se la ve que sea también en el cine y subtitulada El personaje entrañable: Little El personaje emputante: la mamá drogadicta El agradecimiento: por una buena foto.
Arrival / La llegada
Tengo un problema con Arrival, los primeros minutos me conmovieron profundamente, los últimos minutos también, me olí el famoso «giro» desde poco antes de la mitad de la película, soy consciente que es hermosa (visualmente y a nivel de dirección) pero me emputa que no tenga el más mínimo sentido.
Claro, es una de las películas más polémicas de la categoría porque puede prestarse a encendidas discusiones, en las que he visto que los involucrados hasta terminan burreándose mutuamente y mencionando a las progenitoras (perdoname A.O.).
Ese despelote es gracias a Eric Heisserer, el guionista que se escuda en la vaguedad para tapar los huecos de su historia. Este sujeto ha escrito guiones tan malos como los de Destino Final 5, Horas (la del difunto Paul Walker), la violación a Carpenter que supuso la versión millennial de The Thing y la muy más o menos Lights out (reseñada acá). Así es, criaturitas de Dios, nos estamos rasgando las vestiduras por un guionista menor, malo con impulso, que tuvo la suerte de toparse con el gran Denis Villeneuve, quien hasta la fecha consigue batírselas muy bien con lo que le echen. Gracias a eso, y a pesar de ese prontuario como guionista, está nominado al Coso Dorado por Mejor Guión Adaptado.
La huevada se basa en una historia corta de Ted Chiang, La historia de tu vida, que es infinitamente superior a su versión fílmica y en la que no se recurre al golpe bajo de la hija con cáncer, ni a un inminente desastre bélico en el que China es, convenientemente, quien levanta el estandarte de la guerra. El cuento que es parte de un libro de historias cortas homónimo lo pueden leer aquí. Lindo, lindo cuento, léanlo y lo disfrutarán.
Volviendo a Villeneuve, el canadiense es un tipo inteligente, ya lo ha demostrado en sus anteriores películas: la gran Incendies (hasta ahora mi favorita y que reseñé acá), Prisoners (reseñada acá), Enemy (que estuvo muy buena), y Sicario (reseñada acá), por eso no es de extrañar que salga bien librado en términos generales.
En Arrival, Amy Adams es la atribulada Louis, o así nos lo hace creer el montajista. Louis es reclutada por el gobierno americano para que logre decodificar el lenguaje de unos aliens que llegaron en grupo y se asentaron en 12 zonas distintas del mundo. Los gringos están fatigados porque quieren saber a qué vinieron. El relato nos alterna el presente y el futuro de Louis. Al principio, parece que es el pasado y el presente, luego, conforme la película avanza se prepara el camino para el giro final.
La historia de Chiang, quien es graduado en Ciencias de la Computación, tiene bien estructurada la llegada de los Aliens y su papel como símbolo/metáfora de muchas cosas: el lenguaje, la comunicación, la vulnerabilidad, el tiempo, el espacio, la identidad, el libre albedrío, la inevitabilidad, etc..
La película intenta beber de esa cálida copa, es más, si nos inclinamos a ser permisivos o, por decirlo de otra manera, receptivos a su «profundo mensaje» con seguridad se le puede encontrar muchas lecturas filosófico-existenciales. Es gracias a su par literario que trasciende más allá de una película de ciencia ficción fallida.
Desgraciadamente, no soy del #teamarrival, disfruté mucho, mucho su primera hora, y una parte de mí se preguntaba cómo saldría el guionista de tanto embrollo, en el cuento el escritor no se complica y lo cierra de una manera bella, sin trucos, simplemente haciéndole honor a eso que su historia relata, en la película se ponen rocambolescos, y el giro es condimentado con amenazas belicistas, la asunción de un futuro que no se desea cambiar (nacimiento de una hija destinada a morir) con otro futuro que sí se desea cambiar (el estallido de la III Guerra Mundial) y donde ocurre lo que también ocurre en Interestelar, una incapacidad de explicar lógicamente temporalidades o intervenciones que afectan dicha temporalidad. Para ser más directos: la manota del guionista se ve gigante, casi casi la pude ver encima de la pantalla sosteniendo los hilos de sus personajes.
Debo confesar que aun sintiéndome engañada, llegué al final y otra vez me conmoví como al principio. Sentimiento que va más allá de la razón y que es mérito de Villeneuve provocarlo hasta en un público no tan afín al desarrollo de su trama.
Arrival concluye y te deja bellas imágenes más propias del cine de Terence Malick y mucha tela para cortar si uno se quiere meter en el berenjenal de las explicaciones sobre películas con premisas más bien simples, enredadas al pedo.
A su favor diré que además de la muy buena actuación de Amy Adams, dicen que la nueva Leonardo DiCaprio del Coso Dorado, Arrival es más sofisticada que Interestelar, película que detesté. Tanto la gran dirección de Villeneuve como su montaje y su origen literario (el lindo cuento de Chiang), la salvan de un fiasco mayor.
Lo mejor: si no se le busca cinco pies al gato se disfruta sin problemas Lo peor: es engañosa y se vale de su montaje y de la vaguedad para maquillar sus imperfecciones La escena: la secuencia del inicio y el final Lo más falsete: la intervención del futuro El mensaje manifiesto: China siempre será la que nos lleve al desastre El mensaje latente: los americanos estarán ahí presentes para frenar a China El consejo: para ver sin pensarla mucho, porque no resiste un análisis basado en la lógica El personaje entrañable: los aliens El personaje emputante: a ratos Louis, todo la película con aire trascendental El agradecimiento: por Villeneuve, que siempre logra hacer de sus películas una experiencia a tener en cuenta.
Hasta el último hombre / Hacksaw Ridge
Fanfarrias, por favor. Mel Gibson ha vuelto.
Recuerdo cuando dijo que el Espíritu Santo fue quien hizo La Pasión de Cristo y que él, Mel, sirvió de vehículo. Recuerdo cuando le preguntaron sobre los homosexuales y dijo que el culo solo era para hacer caca (textual). Recuerdo cuando gritó borracho que los judíos eran los culpables de todas las guerras del mundo.
Este muchachón está en los Oscar, tras el Coso Dorado y apoyado a través del Twitter por el mismísimo Trump. Su nominación viene con esta cápsula llena de buenos sentimientos llamada Hackswaw Ridge o Hasta el último hombre.
Lo confieso, no voy a negar que por un momento tuve ganas de agarrar el sagrado libro (Biblia) y volcar a lapos al soldado Doss. Tal estoicismo está un poco ajeno y lejano a mi modus vivendi, y a mi percepción del modus vivendi del prójimo.
Pero ya, el argumento es interesante, un chico se enlista en el ejército americano durante la II Guerra Mundial, piensa que es su deber apoyar a su país en esos momentos de crisis pero se niega terminantemente a usar un arma.
En la primera parte, el niño Doss asiste a cada evento de su vida con cara de asombro. Se mecen los árboles, cara de asombro. Su padre le pega a su madre, cara de asombro. Una cruz en la casa, cara de asombro. Mirada al cielo, cara de asombro. Gato orinando, mirada de asombro. En algún momento, algo dentro de esa cabecita hace click y chau. Perdimos a Doss.
De ahí Doss crece muy muy adventista. Esos minutos que nos presentan al personaje y su transición son vendidos de una manera casi celestial. Con ese halo divino conoce a una enfermera llamada Dorothy, ahí recupera la cara de asombro que le vimos al principio. Mira a la enfermera, cara de asombro. La enfermera lo toca, cara de asombro. Besa a la enfermera, cara de asombro.
Esa misma cara de asombro le dice a ella que ha decidido irse a la guerra. Y hacia allá se va. Obvio, que los soldados gringos no reciben con mucho entusiasmo al susodicho, pero él, que está acompañado por el de arriba, podrá vencer cualquier obstáculo.
Dentro de su mensaje antibelicista lo más chistoso/antológico fue (además de la sangre chorreada por todos lados) cuando Doss reza para que los americanos triunfen en su batalla, lo que bien podría traducirse como: Querido Dios, dejá que aniquilemos a todos los japucos.
El guion de Andrew Knight y Robert Schenkkan no ofrece nada nuevo bajo el sol. Ñoño conoce Ñoña, Noño va a la guerra y Ñoño se convierte en héroe.
Cinismo aparte, el personaje de Doss en la vida real es admirable, rescató a casi un centenar de compañeros y consiguió sobrevivir a una de las etapas más violentas de la guerra.
Mel, por su parte, no abandona el festín de sangre y gore entregados en La Pasión de Cristo, lo mezcla con altruismo, religión y amor, así como quien hace una Piña Colada.
Pues no, a pesar de que la parte de la guerra es como la guerra misma: un triste espectáculo, esta película belicista disfrazada de antibelicismo, y biopic redentor no me parece merecedora de lo mejor del año. Para en otra será, querido Mel.
Lo mejor: Mel se luce en las escenas de la guerra, adrenalina y sangre por doquier Lo peor: está como muy anclada en lo religioso La escena: el soldado Doss rescatando heridos Lo más falsete: muchas de las escenas del inicio, revestidas de demasiado misticismo El mensaje manifiesto: Hay que aferrarse a las convicciones El mensaje latente: en la guerra los héroes son realmente pocos El consejo: si no la ves, no pasa nada, si la ves asegurate que sea en versión original subtitulada El personaje entrañable: el amigo de Doss que es malo con él al principio El personaje emputante: Doss, Doss, Doss El agradecimiento: por la adrenalina. no es una película aburrida.
LAS RELLENO
Hidden Figures / Figuras Ocultas
Sí, solo ver el poster nos remite a una película para televisión de empoderamiento femenino negro. Y no, eso no está mal. Tiene su público y si está bien hecho, es bienvenido.
Es difícil hablar mal de Hidden Figures porque rebosa de buenas intenciones y no genera rechazo profundo. Quizás el problema que tiene es que su director Theodore Melfi se conforma con lo mínimo, con poner personajes protagónicos sin matices, contar una historia lineal sin sorpresas y remarcar lo que se puede remarcar para dejar clara la línea de la película: lo que el poster sugiere.
La película narra la historia de Katherine Jhonson, Dorothy Vaughn, Mary Jackson, como las tres excepcionales mujeres afroamericanas que trabajaban en la NASA y destacaron cada una en su área sobreponiéndose a la segregación y la discriminación tanto racial como de género.
En ese párrafo se resume todo. A diferencia de Moonlight o Fences, el tono de Hidden Figures es juguetón, casi demasiado ligero para el tema que toca. Más que el desarrollo de una trama bien montada, estamos ante un abanico de anécdotas laborales cuyo objetivo es darnos un vistazo a la vida de estas mujeres dentro de las paredes de la Nasa.
Fuera de ahí, son pocos los momentos en que las vemos interactuar con sus vidas cotidianas o con otras experiencias. El guion de Allison Schroeder y del mismo director, no se preocupa por salir del lugar común. Las grandes actrices que interpretan a las heroínas (Taraji Henson, Octavia Spencer, Janelle Monae) son las que hacen mirable esta película tranquila, que no te dejará ninguna escena especial aparte de ver a Jim Parson interpretando a un ingeniero que en la vida real nunca existió. Si Sheldon Cooper se viera estaría muy abochornado.
Su nominación a Mejor Película del año es llamativa, dado que no cumple con ninguna característica que la haga destacar en un año en el que hubo mejores películas que Hidden Figures que no llegaron a la ansiada nominación. Quizás sea la manera de Hollywood de pagar la cuota de negritud tan reclamada el año pasado.
Lo mejor: se deja ver sin rencores Lo peor: salvo las actuaciones, no destaca en nada La escena: cuando tiene que revisar los números para el despegue del astronauta y la de Mary en el juzgado cuando habla de ser la primera Lo más falsete: la relación amorosa El mensaje manifiesto: Hay que luchar por ser los primeros El mensaje latente: el talento o la capacidad puede imponerse a muchas cosas El consejo: para verla en el tercer día de carnaval, cuando ya estás cansado y con ganas de no hacer nada El personaje entrañable: las protagonistas El personaje emputante: el de Kristen Dunst y el de Jim Parson El agradecimiento: por rescatar del olvido y del desconocimiento a estas figuras escondidas.
Fences
Pongo a Fences de relleno porque sus posibilidades de alzar el Coso Dorado son muy pocas, aunque dado el nuevo sistema de votación podría ser, podría ser que salga beneficiada si en la primera y segunda vuelta de votos se encuentra entre las películas votadas al medio. Para entender cómo está funcionando el asuntito de la votación dejo este link.
Este trabajo dirigido y protagonizado por Denzel Washington es la adaptación a la pantalla gigante de una obra teatral homónima ganadora del Pulitzer escrita por August Wilson. Wilson, hijo de un inmigrante alemán y una afroamericana, puso como condición que su obra solo se podía adaptar al cine si el director era negro. Esa exigencia hizo que el proyecto se truncara en los 80s, dejando a un Eddie Murphy, que ansiaba hacer de Troy, vestido y alborotado.
La película, entonces, esperó sus años a que Hollywood se volviera lo suficientemente progre para cumplir esa prerrogativa. Denzel Washington llevó la obra teatral a Broadway, acompañado de Viola Davis y desde entonces se le metió entre ceja y ceja trasladarla al cine.
Este es el resultado. Un resultado extraño. Cuando lo empecé a ver me pareció una película con una chorizada de texto disparado y un manejo del espacio coreográfico, poco natural.
La visión de dirección de Denzel no fue muy de mi agrado, era como estar viendo una obra de teatro que quiere ser película. A pesar de ese rechazo instantáneo a lo artificial de su puesta y de su manejo del espacio, y a la mecánica entrada y salida de los personajes, los textos son sólidos, tan sólidos que te enganchás a la trama.
Te encontrás frente a la vida de este personaje, Troy (Denzel) y su esposa Rose (Viola Davis), en un pequeño barrio de Pittsburgh.
Troy se muestra hiper-carismático al inicio, y de golpe cuenta anécdotas signadas por la violencia, la incertidumbre y según sus propias palabras, la muerte que iba a buscarlo.
Conforme Fences avanza Troy se vuelve más antipático, en paralelo se lanzan frases que nos hablan del contexto social-político-racial de los 50s y de las privaciones a las que se ve sometida la familia para seguir adelante. Tanto Denzel como Viola muestran el calibre de actores que son recitando largas líneas, y metiéndose en la piel de estos personajes atrapados detrás de su cerca. Eso juega a favor y en contra, a favor porque son dos grandes actores, en contra porque son casi monólogos dramáticos creados para el lucimiento sobre las tablas y que en el traspaso al cine sufren cierta pérdida de brillo.
Cuando la película encuentra un arco argumental y Troy le confiesa a Viola que está esperando otro hijo, es pues una salida que en el teatro debe funcionar muy bien, pero en la pantalla gigante el diálogo que tienen sobre este hecho tan irreductible, resulta, nuevamente, una especie de intercambio de parlamento, impostado, extraño.
He repetido dos veces la palabra extraño, y es que para mí la experiencia al ver Fences fue eso: extraña. Me gusta el texto, pero no me parece que el medio elegido por Denzel para llevar ese texto al cine haya sido el más afortunado. Es, sin embargo, una apuesta riesgosa y respetable.
La carrera de Denzel como director ha sido más bien mediocre, encuentra finalmente relevancia en esta obra de Wilson que se vende sola. La película le puede proporcionar su tercer Coso Dorado como Mejor actor, su primero como director, Mejor Actriz para Viola Davis y un Coso dorado póstumo para Wilson por el guión adaptado.
Denzel es el rival más sólido para Casey Affleck y Viola Davis sin duda peleará su Coso Dorado. El domingo puede pasar cualquier cosa.
Lo mejor: tiene a dos portentosos actores como líderes del proyecto Lo peor: al sentirse muy teatral, le resta credibilidad a todo La escena: la discusión de Viola y Denzel, cuando este último confiesa su fechoría Lo más falsete: el giro final, la muerte de la tal Alberta El mensaje manifiesto: las cercas sirven para dejar a los demás afuera El mensaje latente: también pueden convertir tu casa en una prisión El consejo: verla con paciencia y apertura mental El personaje entrañable: el hermano de Troy El personaje emputante: Troy El agradecimiento: por el riesgo, no deja de ser un salto al vacío.
Lion / León / Un camino a casa
Dirigida por el australiano Garth Davis, Lion se basa en el libro no ficcional de Saroo Brierley llamado A long way home. Cuando se ve el trailer, ya tenés casi toda la historia contada. Niño se pierde un día en la atestada India, lo adoptan, no recuerda de dónde viene, quiere saber y empieza a buscar su origen. Pum. ya está.
Davis comienza su relato muy bien, y tiene un casting hermoso. El pequeño actor que interpreta a Saroo es realmente un hallazgo. Saroo, un niño de cinco años que vive con su hermano mayor y su mamá en un pequeño pueblo, termina viajando hasta Calcuta sin darse cuenta dónde está su casa y sin saber el nombre de su mamá.
El niño vive unas cuantas iniquidades propias de «niño perdido y solo en gran ciudad«, hasta que una familia australiana lo adopta. Toda esa parte está contada de manera sutil y bella. Seguimos al pequeño Saroo, lo acompañamos, nos preocupamos por él, por su destino. Cuando el niño crece y se transforma en Saroo adulto, la película sigue un camino convencional, lacrimógeno donde el clímax se pierde irremediablemente.
Nicole Kidman como la mamá adoptiva de Saroo está notable. Dev Patel como el joven Saroo también, pero la película no termina de funcionar. Sobre todo, teniendo en cuenta que el final, ese reencuentro con su identidad, con su pasado, debería tener un peso emocional que no consigue.
Este golpe puede que no lo logre en los niveles que una historia así requiere, pero en términos generales, y gracias a su muy lograda introducción, Lion se te queda como una película bonita con una historia de búsquedas e identidad que puede resultar atractiva a la platea.
El escritor Luke Davies adaptó el libro a la pantalla gigante y lo convirtió en un guion que está nominado al Coso Dorado como Mejor Guion adaptado, a esa nominación le siguen cinco más entre las que destacan Mejor Película, Mejor Actriz Secundaria para Nicole Kidman y Mejor Actor para Dev Patel.
Nicole la puede pelear, pero tanto Dev Patel como Mejor actor Secundario, como el Coso a Mejor Película y Mejor Guion Adaptado, no sucederán. No hay un solo motivo para que la Academia vea conveniente otorgarle esos premios, porque recordemos, el Coso Dorado no es una votación por el más bonito o el mejor, no, el Coso Dorado tiene también su agenda, y en esa agenda una película sobre un niño indio que recupera a su madre biológica no tiene mucha cabida.
Lo mejor: gran primera parte Lo peor: Guddu no llegó a sobrevivir y a reencontrarse con su hermano La escena: todas las que involucran al niño Lo más falsete: … El mensaje manifiesto: Las raíces son importantes El mensaje latente: el corazón siempre nos lleva hacia donde tenemos que ir El consejo: es una película que muy difícilmente levantará animadversión, se deja ver y provoca una sensación bonita así que hay que verla El personaje entrañable: Saroo niño, Guddu El personaje emputante: los roba niños, el viejo ese que quiso quedárselo, la tipa que fingió ayudarlo El agradecimiento: por una historia linda.