Por: Mónica Heinrich V.
Facebook. Cara-Libro. Pues cuando me planteé quién podría ser el master-yoda de semejante engendro virtual, tuve claro desde el principio que el perfil psicológico de dicho sujeto no sería precisamente el de un pinche humano normal. Una persona cuyo desenvolvimiento social sea relativamente óptimo, que esté inmerso en esa hoguera de vanidades que supone el tunchi tunchi tunchi de las discotecas, reuniones sociales, y amigos reales, jamás se pondría a pensar en lo bello que sería encerrar sensaciones similares en una granja virtual de realities.
Porque seamos honestos, lo interesante del Facebook radica en su poder como arma letal de espionaje. Ese placer morboso de espiar a todos. De saber qué hace o en qué anda el prójimo, sin tener que mezclarte realmente con él. De ese presente incorruptible, imperturbable, per-pe-tuo donde conviven personas del pasado, personas que queremos sean parte de nuestro futuro y todos esos «amigos» reales y ficticios que son parte del ahora. Está, también, la vacía vanagloria de decirle al mundo que seguís vivo, que existís, que vas al baño, que estás leyendo alguna pelotudez, que te emputa el Nobel, que amaneciste triste como un perrito con diarrea, que tenés una «relación complicada», sí, sólo alguien bien jodido y enfermo podría imaginarse los alcances de trasladar todo eso a una pantallita luminosa, y encima poner opciones que recreen una validación del rebaño (Me gusta, Comentar, linkear, etiquetar) Ese alguien es nuestro «amigo» Mark Zuckerberg, creador, fundador, promotor y gran cerebro detrás del Facebook.
Y Red Social es la película NO autorizada de dicho Rasputín de la tecnología. Sobre esta semibiopic tengo dos buenas noticias: 1) Es la mejor película americana, de alcance masivo, que he visto este 2010 y 2) la dirige un gran gran director: David Fincher, conocido y amado por películas como Seven, El curioso caso de Benjamin Butto y (esperen, voy a llorar al baño) El Club de la Pelea.
Pero esto no nace con Fincher, no. El filme se basa en el libro de Ben Mezrich: Los billonarios accidentales, la fundación del Facebook una historia de sexo, dinero, genialidad y traición. Con semejante título, habrá quienes se pregunten (atinadamente) sobre la veracidad de lo narrado. Pues el escritor, Mezrich, es un graduado de Harvard, y se hizo conocido por escribir los libros acerca del grupo de estudiantes que se hicieron millonarios al estandarizar un sistema de conteo de cartas en los casinos. Libros que después fueron llevados a la pantalla gigante en aquella MALA película llamada 21 Black Jack. Algunos periodistas se dieron el afán de investigar fuentes y posibilidades de lo escrito por Mezrich, las investigaciones arrojaron que se trataba de inventos, de una ficción disfrazada de «Basado en hechos reales».
Con esta referencia sobre la dudosa confianza que podemos depositar en este personaje, muchos habrán esbozado una sonrisa escéptica, PERO en el caso del libro del Facebook, Mezrich usó como primera fuente a Eduardo Saverin, el otrora mejor amigo, hoy enemigo, ex demandante de Mark Zuckerberg.
El libro narra lo mismo que la película: Año 2003, un genial pero pendejo Zuckerberg empieza a crear la red social que cambiaría para siempre la manera de comunicarnos. En este camino a la posteridad, dicho personaje es apoyado por Eduardo Saverin, mejor (único) amigo de Harvard, que además es el que pone el capital inicial para echar a andar la «vecindad». Como en todo negocio que tiene éxito, las rencillas comienzan a aparecer, al igual que los arrimados. Lo que era un dúo dinámico: Zuckerberg-Saverin, se contamina con la llegada de otro crispín, Sean Parker, el creador del NAPSTER, que sumido en las drogas y con sus 15 minutos de fama perdidos, se sube alegremente al barco del Facebook. Nos pintan a un Zuckerberg plano afectivamente, nulo socialmente, obsesionado con pertenecer a ciertos grupillos de poder (un equivalente serían las pinches decadentes logias de este pueblo) y con una necesidad de reconocimiento rayando lo patológico. A eso sumésmole su desprecio por todos aquellos seres que no comparten su IQ y su inexistente remordimiento ante acciones rastreras.
Es así que Zuckerberg termina demandado por dos flancos, uno su ex mejor amigo, socio, compinche, inversor: Saverin y otro, por los hermanos Winklevoss quienes alegaron que Mark les robó la idea… corrijo, la millonaria idea.
Qué hace el director David Fincher con esto que parece una telenovela? Hace una gran película. Sí. Con un manejo del ritmo envidiable, y una narrativa sobria, nos cuenta todo lo ya dicho intercalando tiempos, demandas, y situaciones, como si de un rompecabezas se tratara. Una propuesta que tiene como eje central a un personaje rico (no sólo en billetes) como Mark Zuckerberg y provoca que salgamos del cine debatiendo cuyo hijo es el Facebook y si ese pequeño cabroncito de Zuckerberg merece entrar al cielo.
Uno de los grandes aciertos están en el guión escrito por Aaron Sorkin conocido en el ambiente por ser el guionista de la serie para TV The West Wing, confieso que nunca pude ver un solo capítulo, pero los diálogos creados para la boquita de Zuckerberg son precisos y contundentes. Como también lo es la música de Atticos Ross y de Trent Reznor, líder de esa mítica banda llamada Nine Inch Nails.
Evidentemente que existe una visión parcializada a favor de Saverin, que en resumidas es el que vendió su alma al diablo (Mezrich) dando testimonios sobre la fundación del Facebook. No creo que Saverin fuera tan ingenuo o pelotudo como se lo pinta, una tierna gacela campestre que fue abusada por depredadores salvajes, y quizás nuestro amigo Zuckerberg tampoco fue tan hijo de Pooh. La verdad, como dice el reguetón Nadie lo sabrá…shhhh shhhh
Jeff Cronenweth es el encargado de la dirección de foto, y son los mismos ojitos que se encargaron de esa labor en El Club de la pelea. Este tipo es hijo de otro gran director de fotografía, el señor Jordan Cronenweth que fue el encargado de Blade Runner. O sea, estamos ante una película que tiene en todos sus campos a nombres de peso y talento.
No menos talentoso es el casting. Un casting donde destaca Jesse Eisenberg dando vida al poco amigable Zuckerberg, quien en la escena que da comienzo al filme «lo borda», como dicen los españoles. También tenemos a ,Andrew Garfield como Saverin y Justin Timberlake como Sean Parker.
Concederé que quizás la trama se alarga demasiado, y que 2 horas para estar con el ojo pelado viendo cómo se pudren las amistades, y las relaciones personales gracias a los avatares tecnológicos y sobre todo, a los figuretismos y ansias de dólar, es como too much. Pero lo vale. Así como valen la pena los 50 millones de dólares que se invirtieron en esta película modesta, bien filmada, que nos hace recuperar las ganas de ir al cine a ver BUEN cine.
Red Social, sin duda es una de las grandes películas del año. Encima trae a colación un tema espinoso como el desarrollo de nuevas formas de comunicación, una comunicación que hoy por hoy se hace en un cuarto, a solas, y que involucra las más bajas motivaciones: el exhibicionismo, el narcisismo, el vouyerismo, y una pequeña burbuja llena de espejos y micrófonos.
La escena final, la escena que luego de 121 minutos de proyección se te queda grabada en la retina, es la propia. SPOILER Un tipo de 26 años, billonario, esperando que una tipa que no lo puede ver ni en pintura le acepte su solicitud de amistad…
No me des más esperanzas: sé que todo son mentiras; sacos llenos de agujeros para guardar alegrías.
CURIOSIDADES
– Se hicieorn 99 tomas para la primera escena del filme, la de la charla entre Zuckerberg y su novia.
– Las escenas dentro de Harvard se filmaron en el Wheelock College, ya que Harvard negó el permiso para filmar en su campus, cosa que hace desde que Love Story (1970) dejó daños de consideración cuando les dieron permiso en esa época.
– Fue filmada con la Red One a 4k de resoluciones.
– David Fincher ha sido director de videos musicales como Vogue (Madonna), Who is it (Michael Jackson), Love is strong (Rolling Stone) y Born this way (Lady Gaga) entre otros.
– Red Social lleva recaudado más de 180 millones de dólares.
– En la vida real, Zuckerberg es un filántropo que ha donado hasta el momento más de 100 millones de dólares de su fortuna personal. Sus críticos creen que es una forma de limpiar su imagen, tomando en cuenta el estreno de la película que no lo deja bien parado.
-Ante la imposiblidad de encontrar gemelos idénticos que den la talla para lo que Fincher buscaba, los hermanos Winklevoss fueron caracterizados por dos actores no relacionados Armie Hammer y Josh Pence, que el director pensó eran suficientemente similares, en las tomas donde se ve el rostro de ambos, la cara de Josh Pence fue reconstruida digitalmente con una imagen de Hammer.
– Sólo Justin Timberlake conoció a su personaje Sean Parker antes de filmar la película.
– El primo de Jason Einsenberg (Mark Zuckerberg en el filme) trabaja en la vida real para Facebook, muy cerca al Zuckerberg real.
– Hay un cameo de Aaron Sorkin, el guionista, que aparece como uno de los ejecutivos con los que Zuckerberg y Saverin se reunen. – La actriz que se menciona durante la película, cuando existe el diálgo sobre lo que ha dado Harvard al mundo: «19 Nobels, 15 Pulitzers, 2 atletas olímpicos y una actriz de cine» es Natalie Portman, que fue parte de Harvard entre 1999 al 2003, y que brindó información confidencial al guionista sobre lo que sucedió en el campus cuando el facebook estaba gestándose
– Toda la ropa que usa el personaje de Zuckeberg, es ropa que el Zuckerberg real usó.
– David Fincher es el encargado (GRACIAS DIOS, GRACIAS) de filmar la versión americana de la saga de Stieg Larsson. Actualmente se encuentra filmando el primer libro: El hombre que no amaba a las mujeres, que será llevado a la pantalla gigante con el nombre de: La chica con el tatuaje de dragón.
– Una vez se resolvió el tema legal entre Zucerberg y Saverin, Saverin rompió contacto con el escritor Mezrich.
-Zuckerberg afirmaba que nunca vería el filme, finalmente terminó viéndola y uno de los comentarios que hizo fue que a pesar de algunas fallas, por lo menos acertaron en la ropa.
Lo mejor: excelente filme
Lo peor: algo largo, y claro, viene con las tintas cargadas
La escena: la escena del principio y la del final
Lo más falsete: hmmmm
El mensaje manifiesto: hay gente que no necesita amigos
El mensaje latente: cualquier gran amistad puede ser rota por un par de dólaresEl consejo: Vela, está buena
La pregunta: ¿cuántos amigos reales tendrá Zuckerberg?
QUE MAL AÑO
En la otra esquina tenemos a El Pocholo y su marida.
Han leído todas las cosas lindas que sentí al ver Red Social? Pues por el mismo precio, exactamente la misma cantidad de dinero, podés ver El Pocholo y su marida. ¿No les parece lo más absurdo del mundo? Es como que te cobren lo mismo por ver a Plácido Domingo que por escuchar a un cantante desafinado con la guitarra rota y un coro de gallos de fondo.
Fui a la premier esperando que al tratarse de una comedia, por lo menos me parta de risa como ha sucedido con Sirwiñakuy, Cruces, Provocación, etc.. pero contrario a todas mis expectativas, la «película» me resultó muy aburrida y por momentos, bastante desgradable.
Me es muy muy difícil conectarme con la premisa, que quizás en un café concert en cuyo contexto el sketch de Pocholo puede durar un total de entre 5 a 10 minutos, arranque una que otra sonrisa (de mi parte), pero en un filme donde estirás dicho sketch hasta la hora y cuarenta, es una tortura de proporciones épicas.
Y OJO que nadie discute las capacidades actorales de Guery Sandóval o de alguno de los involucrados como Pedro Grossman o la Erica Andia o Guillermo Sicodowska, quienes han demostrado muchas veces que talento hay. El problema es las pocas aspiraciones a trasladar ese talento en algo que no sea sólo la excusa para decir con orgullo «volcamos taquilla» o «al público le encanta». Yo también soy público y no, no me encanta.
El otro día, un amigo me comentaba su experiencia como parte de una reciente película nacional. En dicha película nacional se vieron con la disyuntiva de que no tenían presupuesto y que todo lo que consiguieron fue 400 dólares, nada más. La disyuntiva, obviamente, era hacer o no hacer la dichosa película. Además de los 400 $us, no iban a tener director de foto y obviamente cualquier cosa que se logre iba a ser con la ley de lo mínimo. Escapa a mi entendimiento, cómo decidís hacer una película si no tenés las condiciones. Pero esta gente decidió hacerla.
Ese es sólo un ejemplo de cómo se maneja el tema del “gran” andamiaje cinematográfico nacional: El hacer x hacer. Hecho confirmado en las películas bolivianas estrenadas este año. En Pocholo y su marida, trabajó gente que conozco, y algunos que conozco de hace años, otros que recién tuve el gusto de conocer, y que así como trabajaron en este filme, igual trabajaron en Y también la lluvia…por dar un ejemplo. Eso nos dice que no es el equipo lo que no funciona, sino el proyecto.
Pocholo y su marida cierra un año lamentable y olvidable. No tengo ni ganas de escribir sobre el argumento, pero ustedes merecen saberlo. La cosa se resume en que Patíbula, la esposa de Pocholo es secuestrada, y Pocholo debe acudir a rescatarla. No es más.
Me senté en la última fila, en ese espacio que da justo a las gradas que te guían a la libertad, y el pudor hizo que no me moviera hasta que salieran los créditos. Una vez salieron los créditos, salimos escupidos del lugar.
EXTRAS
– Aprovecho para avisarles que en enero vuelve PSCINE, estoy haciendo una selección exhaustiva de películas para exhibir y compartir con cualquiera que tenga ganas. Los criterios de selección son: que sean buenas, jodidas, jugadas, raras, y difíciles de conseguir. Más información en las siguientes semanas.