Bocca-tango
Anoche fui a ver a Julio Bocca. La verdad que estaba emocionadísima, finalmente concretaba mi sueño de ver al vivo a la santísima trinidad de bailarines a los que adoro (Farruquito, Joaquín Cortés y…Julio Bocca).
A Bocca lo esperaba con ansias locas. Más aún cuando supe que el espectáculo incluía ese temazo que me deja con el estómago en el piso de la consternación: «Balada para un loco». Me quería abrir las venas y era capaz de vender mi alma al diablo por ese pedazo de cielo en este infierno paradisiaco.
Llegué a las 20:15. La entrada fue tranquila, rápida y organizada, pasamos por unos toldos blancos que eran la antesala a sectores Oro, Plata y Azul. En estas carpas se exhibían productos de los auspiciadores y luego eras recibido por acomodadores/azafatos vestidos de una manera alusiva al evento. Se agradece la EXCELENTE producción de GF Group, que dan la pauta de cómo se deben organizar eventos de este tipo. Realmente muy destacable.
Nos acomodamos, tranquilos. Sonilum se llenaba, y yo me comía hasta las uñas de los pies de los nervios porque comience. Mientras tanto, el cuerpo de baile de Julio Bocca calentaba en el escenario, siendo la entrada visual para los espectadores. La pobre gente que pagó la entrada más cara (Oro:700 Bs) fue la que debe estar arrepentida, porque las sillas casi besaban el escenario, por lo que seguramente sólo vieron de las rodillas para arriba.
A las 21:00 el show comenzó, se apagaron las luces y apareció ÉL. En una coreografía acompañada por una mesa, Julio demostró porque es lo que es. Me hizo sentir que estos años que planeaba viajes que coincidan con alguna presentación suya, siempre infructuosamente… valieron la pena. Y cada movimiento suyo, cargado de estilo, magia y destreza…me pusieron en un trance hipnótico.
Luego vino otra coreografía que provocó casi un orgasmo entre el público. Bocca vistiendo boxers, acompañado de una bailarina semidesnuda, a torso descubierto, se unieron llenos de erotismo, sensualidad, con las luces cayendo sobre cada músculo en una prefección casi profana. Una perfección donde Julio Bocca era Dios.
Y el multiorgasmo se alcanzó, para mí, cuando llegó Balada para un loco, tema interpretado por la voz de Sandra Mihanovich, y con Bocca en un unipersonal conmovedor, que me envió escalofríos de emoción, mientras los ojos se me humedecían, al sentirme incapaz de soportar tanta belleza. Bocca se transformó en un loco, en un mimo, en un mago del arte de la danza. Su sudor regaba el suelo del escenario, y yo sólo podía pensar: «qué hermoso».
Y ya para cerrar con broche de oro esta experiencia casi divina, vino Años de Soledad. Otro unipersonal donde Bocca con una gigantesca escalera, mostraba lo que años de técnica, disciplina y amor al arte, pueden conseguir. Lo hacía parecer todo tan sencillo, su cuerpo estaba casi flotando, doblándose con gracia, con clase, con ese algo que sólo tienen los bendecidos por el don de la genialidad.
En total hubieron 25 números, entre sus bailarines, cantantes, y ÉL. El resto estuvo muy bien, los músicos, los cantantes, los chicos que lo acompañaban. Pero definitivamente, Julio Bocca está más allá del bien y del mal. El espectáculo terminó, el hombre de 40 años, con un físico que hasta un quinceañero envidiaría, se despidió de Santa Cruz ovacionado, con una platea rendida ante su magia. Luego tuvimos que salir de la burbuja, regresar a la cotidianidad, pero con la certeza de que el mundo, después de todo, es un lugar fascinante.
Me comentó gente que estuvo con él en los ensayos, que era un atorrante, un pedante, un histérico y un tipo realmente desagradable. Honestamente, ESO ES LO DE MENOS. Si baila así, yo le perdono todo. Lo único que no le perdonaría es que deje de existir. GRACIAS por eso Julio.