LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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CINE: I´m thinking of ending things

Por: Mónica Heinrich V.

Hace añadas (todo tiempo pasado parece muy lejano ahora) cuando vi Anomalisa, recuerdo haber leído una reseña que se titulaba “¿Necesitamos otra película de Charlie Kaufman sobre un hombre triste y la mujer que le recuerda cómo sonreír? En ese momento casi casi le grite a la laptop, temblando y regando saliva: ¡Sí, pelotudo, sí! Pensé en todas las películas que había visto (escritas o dirigidas o ambas) por Charlie y en cómo le había instalado una habitación en mi corazón. Una habitación decorada a full, llena de títeres, aparatos que borran la mente, espos@s/parejas/seres queridos que se convierten en extraños, gente que habla con el mismo tono de voz, una maqueta de Nueva York, una máquina de escribir y muchas, muchas orquídeas.

Esto quiere decir que mi relación con Charlie va más allá del resultado de sus películas. 

Ya está, a veces es así.

Netflix lanzó este mes I´m Thinking of ending things, basada en el libro homónimo del canadiense Iain Reid.  La vi. Quedé WTF. Y luego hice (para variar) lo único que podía hacer: comprar y leer el libro. En el libro la portada es más reveladora que el poster de la película: Las letras tachonadas con violencia mientras la frase se repite al estilo de «All work and no play makes Jack a dull boy» en The Shining, nos indican que algo muy malo pasa. Que algo no está bien.

Creo que no existe una traducción en español que le haga justicia a esa frase en inglés: I´m Thinking of ending things: ¿Estoy pensando en acabar con todo? ¿Pienso en dejarlo todo? ¿Estoy pensando en el final de las cosas? ¿Pienso en terminar cosas? ¿Pienso en darle final a las cosas? Nop. No la hay. En inglés suena demasiado avasallador. Es la anticipación a un final deseado, necesitado. “La idea es nueva, pero se siente vieja al mismo tiempo” dice al inicio el personaje “the girlfriend” (lo leí en inglés) de la que nunca sabemos el nombre.

¿De qué va todo? Una chica se junta con su eventual novio, Jake, para hacer un viaje por tierra. Visitarán a los padres de Jake, será un primer encuentro para la chica. Las cosas se ponen extrañas mientras más avanza la historia.

Atención. Lo que viene será un tsunami de spoilers tanto cinematográficos como literarios, así que el/la que llegó hasta acá y no ha visto la película o leído la novela es mejor aquí corrió que aquí murió.

Prosígome.

El libro es también críptico al principio, pero está dividido entre la voz de la chica y capítulos que están escritos en cursiva que son referentes a la muerte de un personaje. En esos capítulos hay dos «voces» que charlan sobre el descubrimiento de un cuerpo y van revelando poco a poco que es el conserje de la escuela.

Mientras leés el libro la realidad se va fragmentando y llega un punto que está claro que estás ante un problema mental jodido agravado por la perversidad de la soledad, aunque siempre desde una visión muy «asentada» a tierra.

La soledad de estar vivo

El personaje femenino, los padres, la granja, son catalizadores de la vida de Jake y de lo que pudo ser esa vida. En algún momento Jake fue ese muchacho brillante, con un coeficiente intelectual superior, con un doctorado, con un gran futuro que conoció a una linda chica en un bar y no se animó nunca a hablarle. En el presente, Jake ya es mayor y sus padres murieron hace mucho tiempo atrás, a pesar de su elevada formación terminó limpiando pisos en su vieja escuela, se ha quedado solo e incluso ha dejado de tener el más mínimo contacto social en el trabajo. No habla y actúa como si estuviese en su propio mundo. Las «voces» en cursiva charlan de lo raro que se había vuelto y de lo horrible que ha sido su suicidio. Al mismo tiempo, no parece importarles demasiado. Ajá, Jake, el conserje, se suicidó porque…llevaba mucho tiempo thinking of ending things.

En la película, Charlie “Kaufmaniza” la historia, la vuelve más enrevesada. Juega con los nombres de Lucy, Luisa, Loise y se los adjudica también a las llamadas que recibe la chica, que en el libro se identifican simplemente como The Caller. Juega con el vestuario, con el cabello de los personajes mientras cambian de escena a escena. Un rato, la chica está con aretes de perla, otros está con aretes en forma de corazón, otros con colgantes redondos. En algunas ocasiones está con el pelo recogido, en otras no. El juego que Kaufman hace con la fractura mental del personaje tiene su asidero metafórico, sí, pero para un espectador no familiarizado con la historia literaria, o que no pueda sumergirse del todo en lo que Kaufman propone puede resultar agotador.

Podríamos hablar horas y pajearnos sobre la paja de las diferencias del lenguaje cinematográfico y el lenguaje literario, pero en la práctica lo único que importa es que la cosa fluya, ya sea en pantalla o en papel.

¿Qué carajos está pasando?

Los delirios de Jake son estirados por Kaufman hasta el límite. En el libro, cuando ambos personajes llegan a la escuela, el relato es terrorífico porque la chica no sabe lo que está pasando, y las cosas que le ocurren son perturbadoras pero no rompe con lo que se puede asumir es la realidad. He ahí lo que da más cosita, ella huye por los pasillos o las aulas y es algo muy lúgubre y «real». Hay un afiche de un baile que se menciona, esto Kaufman lo convierte en un baile literal, en un teatro, en el musical Oklahoma, para escenificar grandilocuente el final de la vida de Jake.

En el libro, el personaje se repite que hay que tomar la decisión humana, la decisión correcta y luego hay seis páginas con la frase “What are you waiting for” escrita una y otra vez. Eso me pareció abrumador desde el lado emocional. Esas seis páginas con esa frase repetida tantas veces me dolieron más que otras reflexiones más específicas. En ese momento, la chica descubre que ella es Jake, que todos son Jake, que todos están en la cabeza de Jake y que Jake va a darles fin. Y cambia el pronombre personal “Yo” por el “Nosotros”. Jake sabía que íbamos a ponerle fin. De alguna manera lo sabía. Nunca se lo dijimos. Pero lo pensábamos”. La chica nunca se reencuentra con Jake porque para Ian Reid no hay necesidad. 

Kaufman quiere darle a Jake, al personaje, eso que soñó: el baile, el reconocimiento, el amor, la aceptación. Para eso, usa todos los recursos que tiene como cineasta. Ahí, uno como espectador puede asistir embelesado a ese despliegue, pongámosle, «creativo» o empezar a refunfuñar pensando que nuestro Charlie se ha pasau de rosca y nos ha soltado la mano al pedo.

Pará, Charlie, pará…o no, no parés.

Para mí fue difícil seguir a Charlie después de la primera mitad de la película. Sí veía con cierta fascinación el uso y abuso de elementos narrativos, pero aún amando todo lo que hace hubo un momento en que me desconecté. El artificio le fue ganando a eso que en realidad era muy turbio y me dije: ¡Qué pajita frente al espejo!

Hay escenas hermosas en la película, toda la parte del road trip como road trip me gustó un montón, el poema, las referencias (algo forzadas) a Foster Wallace, otro suicida, algunas situaciones con sus padres que en el libro no son tan determinantes, la escena de la heladería, la animación del chancho derramando gusanos, sí, hay cosas muy lindas e inolvidables en la película de Kaufman.

¿Hablemos de Foster Walllace, el tipo que se suicidó y que escribió sobre cosas divertidas que nunca más volvería a hacer?

Y  luego está el tufillo intelectualoide-filosófico-existencial. Las charlas «profundas» puestas con calzador, referencias de Kaufman más que de los personajes. Hay humor negro, pero es ese humor «elaborado», esos diálogos alejados por completo del cine convencional, pero que entran de cajón en los diálogos convencionales del cine indie-newyorkino-hipster. ¿Gusta o no gusta? ¿Funciona o no funciona? Ya dependerá del espectador.

La novela, por su parte, me pareció intensa y densa, aunque a diferencia de la película resulta más apurada. Los capítulos en los que las «voces» hablan sobre el suicidio del conserje, no sé hasta qué punto sean realmente necesarios. Los vi como un recurso explicativo, Ian Reid parece sentirse en la obligación de decirnos que el mundo es un lugar hostil para aquellos que no consiguen vencer las ganas de morir. En ese afán didáctico, la novela también pierde algo de originalidad. 

Lo que sí no niego es que aunque la película me pareció triste y oscura, cuando leí el libro quedé más afectada. Fue ese manazo con efecto retardado muy Kaufman también. Lo narrado por Charlie adquirió otra dimensión, las imágenes empezaron a circular en mi mente otra vez, a acosarme. No desde la apreciación artística, sino desde la conmoción. 

Punto aparte y notable, las actuaciones tanto de Jessie Buckley (Lucy, Loise, Loisa) como de Jesse Plemons (Jake) ¿soy yo o Jesse tiene cierto aire, vibra al siempre extrañado Philippe Seymour Hoffman? Toni Colette y David Thewlis interpretando a los raros padres de Jake, también están más que admirables. Y claro, una película de Kaufman no es una película de Kaufman si no tiene una arriesgada propuesta de arte, vestuario, colorimetría, música, etc. ¿Es suficiente? ¡Sí! la mayor parte del tiempo, sí.

Pensando en la cinematografía de Charlie y en las temáticas que envuelven sus guiones (recuerden lo del hombre triste repetitivo kaufmaniano) Im thinking of ending things le viene como anillo al dedo, y creo que más allá de las impostaciones o pretensiones artísticas de su adaptación, este agradable sujeto ha puesto en pantalla una historia terrible y dolorosa con cierta piedad. 

¿Queremos sacudirlo y sopapearlo al grito de: ¡Pará, PARÁ!? Sí. O, tal vez, no. Pero es Charlie (lo dice la que lo hospeda en uno de sus mejores cuartos interiores) y siempre, siempre será lindo ver una película suya…para mí, fue imposible no pensar en el final de Synedoche-New York cuya última palabra es die. Pum. Niebla. Fin.

 ¿Qué es la significancia de la vida? se preguntan en el libro. Exacto, qué es. 

Lo mejor:  Hermosa en lo visual, en lo actoral. Es una película de Charlie Kaufman en todo su esplendor Lo peor: abandona al espectador y viaja sola por la libre para convertirse en algún momento en una paja frente al espejo. Lo más falsete: la fractura mental del personaje es puesta en escena para que veamos lo «creativo» que es Kaufman El mensaje manifiesto: los vacíos humanos y las mentiras que nos decimos todos los días para seguir adelante pueden cobrar factura a la larga El mensaje latente: El tema de salud mental  es algo que ninguna sociedad ha manejado con responsabilidad y eficiencia La escena: el poema, cuando le cuenta lo de los chanchos, la heladería, la cena con los padres, hmmm hay varias El personaje entrañable: Jake El personaje emputante: ver demasiado al director por encima de la película  El agradecimiento: por la belleza, por la sensibilidad.

CINE: Swallow

Por: Mónica Heinrich V.

En Swallow, Hunter (Haley Bennet) comienza a tragar cosas. Una pequeña canica de cristal es lo primero que engulle. La toma es casi poética. La canica redonda, delicada. La cara de Hunter a quien hemos visto sola, vacía, perdida en los primeros minutos de la película se ilumina cuando el objeto entra en su boca y se desliza por su garganta. Algo cercano a la felicidad o a la satisfacción traspasa la pantalla.

El filme, escrito y dirigido por el newyorquino Carlo Mirabella-David, empezó a ser concebido como proyecto cinematográfico en el 2016 y se filmó en el 2018. Mirabella-David ha contado que se inspiró en Edith, su abuela, que como resultado de las palizas que le daba su esposo desarrolló un trastorno obsesivo compulsivo por el cual fue internada en un centro psiquiátrico. Ahí, obviamente, el TOC que era consecuencia de una vida sometida a la violencia doméstica, fue tratado con electrochoques. Es evidente que el hecho perturbó al Carlo que luego decidió hacer cine, y que ese Carlo quiso contar una historia en la que Edith encontrara algo de justicia.

Swallow agarra intensidad en el retrato de la vida de Hunter, reducida a mujer florero. “Finge hasta que lo consigas” le dice su suegra cuando conversan sobre lo “afortunada” que es al haber encontrado un marido como su hijo. Hunter es de una clase social y económica diferente a la de Richie (Austin Stowell). Esas diferencias hacen que ella sienta que es su obligación hacer feliz al sujeto, en una especie de compensación por su origen humilde.

La vida de la pareja es opulenta. Richie es un hijo privilegiado al que su padre le ayudó a conseguir una lujosa casa encima de una colina. Ahí, Hunter pasa los días completamente sola, decorando la casa y cocinando para que cuando Richie llegue, se siente a cenar absorto en su celular.

¡No finjás, hunter! son todos unos pelotudos

Cuando Hunter comienza a tragar cosas, entendés su compulsión. Sabés que el problema no es el síndrome Pica (un desorden alimenticio reconocido por el DSM-V). Sabés que el TOC de Edith tampoco era el problema.

El guion del nieto de Edith, alcanza su clímax cuando Hunter queda embarazada y ahora su costumbre de tragar cosas amenaza no solo su vida, sino la de un futuro heredero de la familia ricachona.

Creo que Swallow es difícil de tragar como película. Es incómoda. Indigesta. Por lo menos en lo que podríamos llamar su primer acto es comprensible que tenga fama de perturbar a sus castas audiencias, de hacer que la gente llegue al vómito, incapaz de soportar el autoflagelo de nuestra protagonista.

¡No, Hunter! No finjás, no tragués, son todos unos pelotudos

Sin embargo, en su afán justiciero, el nieto de Edith decide forzar el naipe. Sus dedos de guionista se interponen en una historia que en la vida real no fue benigna ni tuvo final feliz. Porque las Hunters y las Ediths del mundo consiguen salir adelante sin poder saldar deudas y sin recibir las ayudas extras de nadie. O no consiguen salir adelante. Hablo por ejemplo de las decisiones que toma Luay (Laith Nakli), el guardaespaldas sirio que tiene que vigilar a Hunter las 24 horas del día y que luego resulta más sensible que Snoopy en Navidad. O el encuentro con Erwin (Denis O´Hare) que sentí innecesario. Son detalles que se quedan atravesados en la garganta por inverosímiles y facilistas. Para una película que se autopromociona como feminista, que tu protagonista SPOILER se libere literal y metafóricamente gracias a intervenciones masculinas SPOILER FINAL no da.

A pesar del atragantamiento del segundo acto, Swallow es una opera prima respetable, que cuenta con una bellísima fotografía propiedad de Katelin Arizmendi, otra joven newyorkina, que logra que entremos totalmente al mundo de Hunter y que no nos olvidemos de los tonos rojizos del cuarto del bebé, o cuando Hunter está cortando flores en el jardín, o cuando Hunter abraza a su psicóloga, o cuando Hunter se mete debajo de la cama, o cuando Hunter…

Hunter se acaba de dar cuenta que son todos unos pelotudos

Quizás sea también logro de Haley Bennet, cuya representación de Hunter es conmovedora. Su fragilidad, su perturbación, su dolor. Ese momento epifánico del actor que se olvida que está actuando.

Los últimos minutos de Swallow son fuertes. Hay una escena de innecesaria exhibición (inodoro). Me parece que cuando se hace un cine que pretende sentar tan desesperadamente un precedente, la sutileza será siempre la mejor arma.

El nieto de Edith, quizás por ser el nieto de Edith, no quiso ser sutil. El nieto de Edith quiso que Hunter no sea Edith, quizás como el mejor homenaje que encontró para ella, para Edith.

Lo mejor:  Haley en una entregada interpretación. La película es hermosa visualmente e incomoda, lo que nunca está de más en el arte Lo peor: hay intervenciones narrativas poco afortunadas Lo más falsete: lo que hace el sirio y la unidimensionalidad de los otros personajes El mensaje manifiesto: hay experiencias difíciles de tragar El mensaje latente: la vida consiste en aprender a digerir lo malo La escena: cuando abraza a su psicóloga, me dejó in tears El personaje entrañable: Haley El personaje emputante: La familia pelotuda y la HDP de la psicóloga  El agradecimiento: porque es una película interesante y elegante, aunque se caiga.

CINE: After midnight y The Battery

Por: Mónica Heinrich V.

AFTER MIDNIGHT

Que el nombre de esta película no los despiste, esta no es una continuación desconocida de las peripecias amorosas entre Celine (Julie Delphy) y Jesse (Ethan Hawke). Acá la cosa será más turbia que el sigue y el detente de esa parejita viajera y burguesa.

Tenemos a Hank (Jeremy Gardner) que ¡oh, sorpresa! es abandonado por Abby (Brea Gant) después de 10 años de relación. La tipa un día se vio cual Yuri gringa: “Detrás de mi ventana, se me va la vida…contigo pero sola” y a diferencia de muchas que deciden seguirle cantando a la ventana, agarró sus chécheres y se mandó jalar. No se llevó ni al gato y no le dio ninguna explicación ni preaviso al menso de Hank. Hank entró en ¿depresión? ¿victimismo?¿hijueputez? usted decida. El caso es que el fulano empieza a beberse hasta el agua de los floreros, a tener insomnio, y a recordar los bellos momentos vividos al lado de su Yuri gringa. La de la ventana, la que estaba con él pero sola.

Debo reconocer que me puse a ver esta película por la promesa de los bichos (“aterradora película de monstruos”) y los minutos pasaban y Hank recordaba cuando se mudaron, cuando celebraban los cumpleaños, cuando charlaban sobre el ser y la nada, cuando cogían. Ah, qué ganas de agarrar un ladrillo y sopapearlo.

El asunto es que Hank en medio de su coma etílico y su incapacidad de conciliar el sueño sin su amada calentándole las nalgas, empieza a recibir la visita de un ¿ente? ¿ser? Que todas las noches intenta entrar a su casa. El bicho araña su puerta, le deja la madera más marcada que Messi en partido de la Champions. ¿El misterio más misterioso aún? cuando él sale a enfrentarlo el bicho no está.

Bicho, dónde estás, bicho.

SPOILER Ahí uno empieza a pensar que Hank no tiene los patitos en fila, sí. Y que esta película de bichos es, en realidad, una película que nos mostrará el resquebrajamiento mental de un pelotudo. Pero mientras esto avanza lento e in-seguro, mientras nos preguntamos si hay bicho o no. Si veremos al bicho o no. Si nos han estafado al bicho o no (¡YO VINE POR EL BICHO!) sucede algo que hace que todo valga la pena y que me sobresaltó de una gloriosa manera. Incluso sabiendo que iba a pasar, intuyéndolo, pucha cómo lo disfruté. Y así el bicho tuvo sentido, y el bicho, nuestro bicho, fue el bicho y también algo más que el bicho.  FIN DEL SPOILER.

El director y guionista de After Midnight es el protagonista, Jeremy Gardner, y tengo muchas cosas que decir a favor de Jeremy. Una de ellas: este cojudo es divertido y la pasa chancho filmando. Lo que no es poco entre tanta impostura cinematográfica que solemos ver tanto internacional como criollamente. Otra más: tiene un estilo indie que generalmente acompaña con buenos soundtracks y con escenas prolijamente construidas. Pocos actores, pocas locaciones, silencios oportunos. Y lo mejor, sabe manejar los tiempos, incluso cuando pensés “mostrame el puto bicho” “entendé: ¡Yo vine por el bicho!”, el buen Jeremy logrará llevarte hasta el final.

En su twitter subió un comentario que le hicieron a esta película: “El verdadero monstruo es quien eligió filmar en una locación diseñada para que su protagonista masculino sude como chancho en cada escena”. Él respondió etiquetando: “Amé esta reseña, y creo que la culpa debe ser dividida en partes iguales entre mi persona, Cristian Stella (Director de foto) y David Lawson (Productor)”.

Ah, el buen Jeremy.

Lo mejor:  una película, en conjunto, bien concebida, bien conseguida, que tiene su propia personalidad  Lo peor: no soy muy fan de su foto (Cristian Stella) y a ratos, para el público que espera el bicho, puede tornarse muy pajera Lo más falsete: agarra un momento de comentario social sobre el lugar de la mujer en una pareja que se pone muy discursivo El mensaje manifiesto: la pareja debe tener espacios y tiempos para que cada uno concrete sueños El mensaje latente: hay bichos en toda relación La escena: la del canto cumpleañero El personaje entrañable: el gato y el bicho El personaje emputante: el buen Hank, por pelotudo  El agradecimiento: porque consigue ser interesante y especial.

THE BATTERY

Y como no hay un roto sin un descosido, hice retroceso histórico-histérico-fílmico de Jeremy y busqué su primera película.

Le costó 6000 dólares y la filmó con una Canon D5. Se la propuso en un bar, así de la nada, a su amigo Christian Stella (Director de foto): ¿Oye, tu camarita podría filmar una peli? El susodicho estaba en la ciudad tomando fotografías porque es fotógrafo de comida, tenía una Canon D5 y era el 2011, y le metieron. Sin planear mucho el rodaje, a punta de instinto, en 14 días se filmaron una película de zombies con la ayuda de amigos cercanos a los que Jeremy les sacó de a 100 $us porque “es una cantidad pequeña como para no perder la amistad si la cagamos”. Ajá. Y uno podría pensar que será súper chafa y amateur, y sí. Sí lo es. Sobre todo la fotografía no me gustó. No es fácil que un muy buen fotógrafo de cámara fija haga una transición exitosa a cámara en movimiento, y nuestro amigo Cristian Stella batalla un montón. A ratos, la película parece como esos proyectos de universidad que tuvo un poquito de mejor suerte. Eso no impide que la disfrutemos, a pesar de que suframos su fotografía, los saltos en la corrección de color, algunos baches de guion, las actuaciones y su paupérrimo maquillaje.

¡Mickey, los audífonos van a hacer que te coman los zombies!

Ben (Jeremy Gardner) y Mickey (Adam Cronheim) son dos jugadores de beisból, y han sobrevivido a una pandemia. Algo desató una especie de enfermedad que hace que la gente se convierta en zombies. Obviamente, el contagio es por mordida. El guion nos muestra esta lucha por sobrevivir vista con la tranquilidad de quien lleva meses inmerso en una pandemia, ya no hay fatiga, sino una especie de resignación o de costumbre. En algunos pasajes descubriremos cómo se juntaron, y se irán revelando detalles de la personalidad de cada uno. Hay drama, humor negro y tensión.

Nuevamente, tengo muchas cosas buenas que decir de Jeremy. Es un guion sencillo llevado a cabo con mucha solvencia: dos amigos intentando sobrevivir al Apocalipsis zombie. Debido a sus limitaciones de presupuesto, la mayor parte del tiempo las cosas suceden al aire libre y con ellos dos como protagonistas. La música tiene un papel muy importante ya que Mickey se aísla de enfrentar a los zombies o de siquiera poder decir en voz alta que son zombies y mucho menos de matarlos en caso de necesidad, así que usa sus audífonos y la música como escape. Su CD player aporta la banda sonora de la película y muchos, muchos momentos musicales.

¡Oh, pasta dental!

The Battery no es la típica película de zombies y es la típica película de zombies. Cuando no es la típica película de zombies, gana. En algún momento, esta película chiquita y con fallas, mostrará la escena más impensada dentro de una película zombie. Una que no podrás olvidar porque dirás, ah caramba, eso sí que no lo había visto aún. También tiene una secuencia hermosa con una canción hermosa de Rock Plaza Central: Anthem for the Already Defeated. Cuando The Battery es la típica película de zombies es cuando empezás a notar que el maquillaje es una tragedia, y que parece proyecto escolar-universitario.

Sus 30 minutos finales son otro detalle a recordar. Si necesitabas recortar aún más tu locación y permitirte un ataque zombie con lo que te sobra de esos 6000 dólares que le sacaste a tus amigos, voilá: los treinta minutos finales de The Battery.

Y así, no sé si será la pandemia, no sé si será lo que queda de esta triste y terrorífica situación, no sé si serán las ganas de bailar como Ben agarrada a una botella y cantar a grito pelado “No podrán vencernos” en una mezcla de risa y llanto, pero el buen Jeremy me hizo disfrutar este intento bajopresupuestero de película zombie.

Lo mejor:  es divertida y fresca, los escépticos dirán: Zombies para hispters pero: vení que te abrazo, Jeremy hipster  Lo peor: tiene problemitas técnicos Lo más falsete: algunas escenas de Mickey El mensaje manifiesto: en la tragedia hay que ser prácticos El mensaje latente: menos es más La escena: la de la zombie pegada al auto y la reacción de Mickey, y la secuencia del baile de Ben El personaje entrañable: Ben y Mickey El personaje emputante: la pelotuda de Annie  El agradecimiento: porque estos zombies indies y chafas lo logran.

 

CINE COLOMBIANO: Pájaros de verano

Por: Mónica Heinrich V. 

El cine tiene sus propios planes y su propio sentido de la oportunidad. Pájaros de verano se estrenó en el 2018 y recién pude verla en estos días de “nueva normalidad”, de barbijos, alcohol en gel y conteos diarios de contagios y decesos.

La película colombiana dirigida por Cristina Gallego y Ciro Guerra fue pensada durante casi diez años. Es un proyecto ambicioso que en la sinopsis afirma ser la historia del origen del narcotráfico en Colombia. Oh, esas son palabras mayores. Así que me quedé mirando fijamente la pantalla, esperando historia, merca y puteríos.

“Si hay familia, hay prestigio”, recita una joven Zaida (Natalia Reyes) mientras está siendo preparada para ser presentada ante su comunidad wayúu después de un año de encierro. Estamos viviendo el primero de cinco cantos en los que está dividida la película, sucede en 1968 y los guionistas (Maria Camila Arias y Jacques Toulemonde Vidal) lo titulan “Hierba Salvaje”. 

Zaida participa de un ritual propio de su gente, un ritual en el que es cortejada.  Hay fuerza en esas escenas en las que se combinan vestuario, música, baile. En las que ella vestida de furioso rojo persigue al pretendiente tratando de hacerlo tropezar. ¡Tumbalo! le gritaba a la pantalla ¡Tumbalo, mamita! Esos momentos relacionados a la cultura wayúu serán los más ricos, los más interesantes, los que hacen que estos Pájaros de verano aleteen fuerte y vuelen alto.

Atrevete, a ver…atrevete, mijo

Rampayet (José Acosta) quiere ser la pareja de Zaida, pero entre los wayúu no estaría a la altura del clan al que ella pertenece. La madre de Zaida, Úrsula (Carmiña Martínez) es una matriarca exigente, respetuosa al extremo de sus costumbres y con alto sentido de la importancia del linaje y la familia. Le exige a Rampayet una dote y condiciones que cree no podrá cumplir. Rampayet no se desanima, donde pone el ojo pone la bala. Es así como se asocia a su amigo Moisés (John Narváez) un alijuna (no es parte de la comunidad) que le hace ver el gran negocio que pueden hacer con la marihuana.

Ha pasado alrededor de media hora y ya se notan cosas importantes. Hablemos primero de las desiguales actuaciones que tiene la película. En un principio estorba porque te hace sentir que los personajes son eso, personajes, aunque se entiende que al tratarse de actores naturales (en los secundarios) hay atenuantes. A veces, el físico o la energía que despide un actor natural cubre sus falencias interpretativas. Podemos pasarlo por alto, pero otros personajes como los gringos o alguno de los principales, son una muestra clara que en el cine latinoamericano la dirección de actores es un apartado delicado. Hablemos también de que a pesar de que sentís esa incomodidad de algunas actuaciones robóticas, la historia tiene algo que te jala hacia adentro. Es una fuerza magnética o hipnótica producida más que nada por los wayúu, por Peregrino, por la tradición del palabrero, por todo ese universo desconocido desplegado con cierta poesía ante tus ojos.  Hablemos de que cuando empieza el segundo Canto, Las tumbas, y la historia ya hizo su elipsis temporal a 1971, Pájaros de verano que comenzó siendo una original muestra de la cultura wayúu pasa a ser una convencional película sobre el tráfico de drogas con la convencional moraleja incluida. «La droga corrompe, el crimen no paga, la venganza no es buena, mata el alma y la envenena, el karma llegará a atropellarte como camión de basura». Para eso se sirve de personajes bastante usados ya en el cine como Moisés, el traficante irresponsable, farsante, dicharachero o la bomba de tiempo que significa Leónidas (¡alguien sacrifíquese por la patria y baje a Leónidas!), capaz incluso de olvidarse de la delicada situación en la que se encuentra su familia y propiciar el desastre.

somos los propios

Si dejamos de lado esa presión del “nacimiento del narcotráfico en Colombia”, se disfruta más. Podemos verla simplemente como la corrupción del hombre por el hombre, con droga o sin droga, en cultura indígena o en cultura occidental.

Gallego y Guerra tienen el olfato suficiente para que las dos horas de película y sus cinco cantos se vivan, saben cómo aprovechar la niebla de las colinas guajiras, saben cómo sacarle partido a la música, saben cómo hacernos entender que a veces se puede perder todo.

“Ya no nos queda nada en este mundo”, dice Úrsula. La otrora soberbia y autoritaria líder. Es el último canto, El Limbo, Colombia ya está sumergida en una guerra de carteles que en la película alcanza hasta a tribus cuyos preceptos de vida estaban alejados de las mezquindades de los alijunas.

Está todo corrompido. Roto. Sucio. Un último canto se escucha al atardecer, los muertos, muertos están y los sueños, los sueños se quedaron sin nadie que los escuche.

Lo mejor:  lo poco que vemos de la cultura wayúu, y también que es visualmente atractiva,  Lo peor: su mirada resulta muy conocida y sus personajes (villanos) son caricaturas de otros personajes manoseados en el cine Lo más falsete: la situación con Leónidas El mensaje manifiesto: el dinero no hace la felicidad El mensaje latente: hay que saber cuando es mejor aquí corrió que aquí murió La escena: la secuencia del cortejo El personaje entrañable: la niña que no aprendió a pastorear El personaje emputante: Moisés, Leónidas, Úrsula  El agradecimiento: porque sus pájaros se quedan aleteando en vos.

TELEVISIÓN: El Colapso (L´Effondrement)

Por: Mónica Heinrich V.

¿Qué pasaría si un día dejaran de funcionar todas las instituciones que hacen que la sociedad sea “civilizada”? ¿Qué pasaría si el dinero no tuviera ningún valor? ¿Qué pasaría si la policía no tuviera ninguna autoridad? Los franceses Guillaume Desjardins, Jérémy Bernard y Bastien Ughetto son parte de un colectivo llamado Les Parasites y exploran la posibilidad del colapso de la sociedad en su serie L´Effondrement.

Sí, ya sé, no es el momento más feliz para sumergirte en el colapso total del mundo moderno. Más que nada porque nuestra coyuntura actual, sufriendo el colapso del sistema de salud y con un inminente colapso económico, hacen que esta ficción francesa sea difícil de ver. Da miedito, y fatiga, y ganas de esconderte debajo de la cama en posición fetal y no salir nunca más.

Pero hay que armarse de valor y verla, porque los directores y escritores (Desjardins, Bernard y Ughetto) forman una trinidad que sabe lo que hace. Estos chicos (son muy jóvenes) antiguos alumnos de a Escuela Internacional de Creación y Dirección Audiovisual, hacían cortos en youtube. La mayor parte de sus trabajos eran financiados bajo la modalidad de Tipee una plataforma similar al GoFoundMe, en la que se recaba presupuesto con las donaciones de internautas. Luego, y bajo el paraguas de Canal +, tuvieron la oportunidad de lanzarse a un público más amplio con este trabajo.

En cada corto preparan al espectador para vivenciar el caos y la deshumanización de una sociedad sin reglas. Sin explicar exactamente qué pasó, ni cómo se fue todo a la mierda, la serie narra distintos días de este colapso ficcional.

El supermercado, La Gasolinera, El Aeródromo, La Aldea, La Isla, La Residencia, La Central y La Emisión, son las ocho historias que se filmaron con un presupuesto de dos millones de euros.

Una de las particularidades de esta propuesta es que los cortos son en plano secuencia, lo que requiere un armado casi coreográfico de cada escena. Si bien cada historia es independiente, hay una relación en cuanto a personajes y momentos claves del argumento global. Mientras que los siete primeros cortos nos cuentan situaciones “después” del colapso y hacen alusión en su título a un lugar específico, el corto final, La Emisión, es el único que nos arroja algo de luz sobre lo que pasó ya que narra cinco días “antes” del colapso.

La parte técnica de L´Effondrement es indiscutible. El plano secuencia tan usado y manoseado por los aspirantes a cineastas o por directores que quieren apoyarse en el artificio del efecto, en este caso está acompañando la historia y no siendo el protagonista. Por momentos, la historia engancha tanto que te olvidás del plano secuencia y de tu búsqueda del momento del corte de edición.

Thibaut de Montalembert (Call my agent) Lubna Abazal (The Honourable Woman) o la gran Audrey Fleurot (Engrenages, Un Village Français) son algunos de los actores conocidos del cine francés que participan en la serie.

No hay nada que desentone en este retrato del colapso del mundo. La música, la fotografía, el argumento, las actuaciones, todo se fusiona con delicadeza y habilidad.

La serie, filmada previamente a la debacle del coronavirus, se basa en la teoría de la colapsología, una teoría nacida en Francia que viene proclamando desde hace mucho tiempo el hundimiento generalizado de la civilización industrial, debido al agotamiento de un modelo de desarrollo expansivo. Este colapso estaría ligado al cambio climático y al abuso que hacemos del medio ambiente.

Esto no es casualidad, los directores y también guionistas desde siempre han tenido trabajos con una clara postura política. Su colectivo Les Parasites es un colectivo audiovisual activista, por lo que no es de extrañar que el episodio La Emisión, resulte el más claramente político de todos, y el más admonitorio también.

No falta el buen ciudadano que cuestiona el tinte fatalista, pesimista y poco humanista de los ocho cortos. ¿No hay alternativas? ¿No podrían presentar al ser humano como un triunfador legítimo ante las adversidades? Nop. En la vida real, mis queridos corazones de algodón de azúcar, somos nomás esa pintura fatalista, pesimista y poco humanista. 

Si algo hay para objetar a L´Enffondrement, sería esa vocación casi hollywoodense del vértigo que se intenta crear en cada corto con la cercanía de la muerte. Los tópicos tratados en esta serie son, casi todos, temas ya vistos en distopías relacionadas con zombies, o con el fin del mundo.

El arte de estos franceses “parásitos” es que a pesar de un argumento harto conocido, asistís aterrorizado al desarrollo de esta lucha por la sobrevivencia. ¿Porque qué es un colapso sin el ser humano tratando cojudamente de sobrevivir?

PARA VERLA ONLINE: https://cuevana.nu/serie/el-colapso/temporada-1-280/

Lo mejor: Técnicamente muy buena con un manejo del plano secuencia preciso Lo peor: a nivel de argumento no es nada que no hayamos visto antes, y no estemos viendo ahora Lo más falsete: El mensaje manifiesto: si el colapso llega, la gente muestra su peor cara El mensaje latente: sobrevivir, he ahí la cuestión La escena: la secuencia de la gasolinera me gustó bastante en cuanto a manejo de la trama y del apartado técnico El personaje entrañable: las niñas El personaje emputante: los que robaron al asilo  El agradecimiento: porque se vive y se sufre.

CINE COSTARRICENSE: El despertar de las hormigas

Por: Mónica Heinrich V.

Hormigas. Una de las cosas que siempre me fascinó de las hormigas fue descubrir que podían levantar cincuenta veces su propio peso. Intenté imaginar al ser humano logrando esa hazaña, pero el común de los mortales ya batalla para levantar el diez por ciento de su peso. Así es, las hormigas son las putas amas.

Antonella Sudasassi Furniss de apenas 34 años, debutó en el audiovisual con el corto El Despertar de las hormigas, lanzado el 2016. Ese corto es parte de un proyecto que buscaba explorar la sexualidad femenina. En el 2019, y continuando con ese proyecto, lanza su largo que también se llama El despertar de las hormigas.

Ah, las hormigas. Y esas hormigas son ligadas a la mujer, o al rol de la mujer en la sociedad. Y el despertar también es ligado a la mujer, o al rol de la mujer en la sociedad.

La directora escribe el guion. En su guion, la protagonista Isa (Daniela Valenciano) lleva una vida tranquila, casada con Alcides (Leynar Gomez), con dos hermosas hijas pequeñas, Vanessa y Valery. Esta convencional familia vive en un pueblo de Costa Rica. Pasa sus días en una casa humilde, en la que las hormigas (las putas amas) están haciendo de las suyas, trepándose por los mesones, caminando por las paredes, mientras Isa vive enfrascada en sus actividades de ama de casa.

Hay mucha sensibilidad en la mirada que propone Antonella a esa vida discreta y modesta. La cámara sigue a Isa cuando peina a sus hijas, cuando se baña, cuando el sexo marital no es satisfactorio, cuando en sus tiempos libres costura y deja el dinero ganado en una pequeña latita de la cual Alcides, el marido, dispone a su antojo. Los primeros planos se vuelven los compañeros ideales de nuestro personaje principal, porque gracias a ellos y con una economía de diálogos, es que podemos ser testigos de la vida interior de Isa. Es en sus gestos que intuimos esa rebelión que luego se desarrolla.

Antonella sabe dónde poner el acento de esta historia. No busca la pornomiseria de la vida de ama de casa, ni tampoco demoniza al marido. De hecho, Alcides, dentro de su rol heteronormativo se podría decir que no es un mal tipo. Es, al igual que Isa, buen padre, buen marido, buen trabajador.

El tema es que en esa dinámica que el mundo contemporáneo ha establecido de vida de pareja, Isa tiene deseos de bailar, deseos de crecer, deseos de orgasmos, deseos de independencia, deseos fuera de los suyos.  Ella, a pesar de amar profundamente a su familia, necesita algo más.

Los instantes que estamos con Isa y vemos su anhelo de otra vida, de otras satisfacciones, son construidos con mucha belleza. Admirás a esa Isa valiente que llega a romper con la tradición de total entrega maternal o la tradición de la postergación de sueños femeninos.

Una de sus primeras escenas, en las que ella decora una torta estresada, presionada por los familiares para terminarla, y sucede algo contrario a lo que cualquiera de nosotros esperaría en una situación así, establece el tono de la película.

Esa torta, el foco que hay que cambiar, el vestido celeste, el cabello largo o corto, las moscas, el calor, las hormigas, son solo las extensiones de ese mundo del que Isa se siente de alguna manera prisionera, ese mundo que intentará controlar.

Antonella hace un gran trabajo en la escritura de esta fábula delicada sobre una mujer que despierta, y que despierta con hambre de más. También hace un gran trabajo detrás de cámara guiando el despertar de Isa con imágenes como las de la playa de noche, o el retorno con sus hijas.

Donde se produce cierta decepción es en el trabajo actoral de Leynar Gomez, que es corresponsable de dos de las escenas cumbre de la película. SPOILER Una cuando Isa regresa a su casa y otra, cuando Isa dice fuerte y claro lo que quiere y lo que no quiere de su vida. Al ser escenas tan importantes, el desempeño de Leynar no alcanzó para dar la trascendencia que las escenas pedían a gritos. Era una actuación robótica, sin sustancia. Sobre todo en el final, en ese cierre en el que confluye toda la tensión desarrollada durante la película, es como un efecto de globo pinchado. De coitus interruptus. FIN DEL SPOILER De todas formas, el pequeño mundo creado por Antonella con Isa como bandera y las niñas leales y devotas a su madre, tiene la suficiente fuerza para ir más allá de Leynar.

“Los patrones están para cortarlos” reza el poster de El despertar de las hormigas, en un juego de palabras sobre el micromachismo de cualquier familia latina con la actividad de costurera de Isa. E Isa despierta, corta y es capaz de levantar el peso de miles, de muchas más como ella.

Lo mejor: bonita, pequeña e interesante película Lo peor: la actuación de Leynar y un par de situaciones sin sentido Lo más falsete: cuando ella regresa a su casa, la reacción del marido. La escena quedó muy descafeinada El mensaje manifiesto: los patrones están para cortarlosEl mensaje latente: se despierta tarde o temprano La escena: Isa con sus niñas, cuando se hace el vestido celeste y baila feliz El personaje entrañable: Isa, las niñas…el despertar El personaje emputante: la vida dormida  El agradecimiento: por hermosos y sensibles momentos.

 

TELEVISIÓN: Succession (HBO)

Por: Mónica Heinrich V.

Gente con plata y rota. O gente rota y con plata. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Acá lo que importa es que estamos con el ojo pelado durante las dos temporadas que existen de esta serie.  Son 20 episodios truculentos y oscuros, en los que deseás que pasen cosas muy malas y cuando esas cosas malas pasan, deseás no haber deseado que pasen.

Succession es una serie de HBO creada por Jesse Armstrong, un escritor inglés. Jesse es conocido por series menos conocidas (ajá, ajá) como Babylon, Peep Show, Fresh Meat, entre otras. Es también el guionista de las dos temporadas y cuenta con coguionistas como Alice Birch (Normal People) y Tony Roche (Miranda), por nombrar algunos.

Narra la vida de un imperio. El imperio de los Roy. Una familia que ostenta poder económico, político, social. Los Roy son equiparables en la vida real a los Murdoch. Sí, sí, Jesse jura y perjura que nada que ver con los Murdoch, pero Logan (Brian Cox) y Rupert tienen demasiadas cosas en común, demasiadas. Incluida su expansión napoleónica en los medios de comunicación, sus puteríos familiares y sus supuestos tentáculos en el gobierno americano y gobiernos de otros países.

Murdoch vs Roy

Logan Roy es un patriarca, fundador y CEO de Waystar Royco. Un emigrante escocés que se hizo a sí mismo desde abajo, un tiburón despiadado que se codea con ministros, presidentes y celebridades. Un tipo que maneja los medios de comunicación a su antojo y puede destruir a cualquiera con solo levantar un dedo.  En el ocaso de su vida se rehúsa a retirarse. Ahí, medio que lo entendía al viejo, porque con esa descendencia…cría cuervos y te sacarán los ojos, dice una sabia frase.

La descendencia: está Kendall (Jeremy Strong) el hijo pródigo que supone que el “trono” le pertenece por derecho, está Roman (Kieran Culkin) la oveja descarriada que finge que nada le importa pero es uno de los que más desean la atención y afecto de Roy, está Connor (Alan Ruck) el hippie chic de la familia, que parece no tener ninguna ambición pero que también tiene guardadas sus ínfulas de poder y está Shiv (Sarah Snook) la ambiciosa, pendeja Shiv.

Chismeemos un poco sobre esas criaturitas del señor: SPOILER me tenían con los ovarios llenos. El pobre viejo (digamos que Logan está más con un pie allá que acá) encima de todos los problemas que tenía, debía ocuparse de lidiar con ese montón de inútiles y el resto de llunkus familiares. Si el señor no quería retirarse, era pues su puto asunto, él construyó esa emporio de la nada, chúpense esa mandarina en alguna esquina hasta que muera, incluso si se lleva hasta el último quinto a la tumba. Gracias. Fin del SPOILER

¿y si dejan a Logan retirarse de SU empresa cuando le de la gana y hacer con SUS quintos lo que le de la gana?

Lo que más valoro de su guion es la capacidad de mezclar los entretelones del vórtice corporativo con lo que sucede a nivel emotivo y familiar en la vida de los personajes. Construye un mundo asfixiante y sórdido dentro de un mundo considerado frívolo. Va de lo general (el imperio de esta familia) a lo particular (adicciones, matrimonios complejos, desviaciones sexuales).

Porque todo reinado tiene su fin, y el de Logan Roy no es la excepción, la serie se centra como lo dice su título en el proceso de Sucesión y lo que eso implica para la familia.

Esta es una serie que desde su intro te deja claro el trabajo y la prolijidad de su propuesta. Es magnífico ese pequeño clip donde ves a los niños jailones viviendo una vida jailona, montando elefantes, comiendo en suntuosas mesas, jugando al tenis, mientras una maravillosa partitura en la que prima el piano intercala imágenes de edificios lujosos y la omnipresente figura de Logan Roy, ya sea posando para una foto o dando la espalda le imprime mayor solemnidad a la opulencia. Cada vez que veía la intro me enojaba más con la inutilidad de los hijos de Logan. Tantos privilegios y ellos ahí de arrimados y, encima, conspiradores. 

Oye, Shiv. ¿Y si tumbamos a Papá?

Estamos hablando de monstruos de cuello blanco. ¿Monstruos? Y sí. Teniendo la solvencia asegurada para muchas generaciones, esta gente se sumerge en una guerra dándose puñaladas traperas por la espalda, todo por mantener el poder. Y cuando no están haciéndose mierda internamente, sus empresas esconden terribles conflictos éticos y morales.

Brian Cox está impresionante como Logan Roy. Es el regalo perfecto para un actor al que el cine nunca le hizo justicia. Un papel ruin, mezquino, con atisbos de humanidad que Cox maneja al dedillo. Jeremy Strong, como el atribulado Kendall, hizo un gran trabajo para darle todos los matices a un personaje tan complejo. Hasta Culkin como el volátil Ronan es un acierto. En los secundarios, es imposible no admirar a Matthew Macfadyen interpretando al opa pícaro de Tom, o ese personaje lambiscón y acomodaticio que es Greg, interpretado por Nicholas Braun. De hecho, esta serie tiene uno de los mejores castings de la actualidad.

Mejor nos tapamos las caras porque somos dos pelotudos.

Succession también conmueve. Conmueve el vacío, la soledad, y la infelicidad de gente rica. O tal vez, de gente a secas. Conmueve el infierno en el que viven. 

Como retrato poco halagador de una clase social privilegiada termina rompiendo (una vez más) el estigma de dinero=felicidad y, sí, también fuerza al espectador a tenerles simpatía a sus personajes. No sé si simpatía sea la palabra adecuada, lo que sí es cierto es que a pesar de eso no los exime de su responsabilidad como agentes sociales. En la segunda temporada se descubre que han sido copartícipes de un hecho criminal, que más que criminal como delito, conlleva una inmoralidad y una falta de ética impresionante. Así que la culpa de la simpatía es de uno nomás.

La serie está filmada bellamente, con elegancia, a nivel visual es también una lección, y con el lente siempre puesto al servicio de la historia. La música es su mejor aliada, la misma partitura del inicio que corresponde al compositor Nichollas Brittel se usa para enmarcar diferentes situaciones y la escuchás relantizada con violines y chelos cuando Kendall está intentando dar su primer “golpe de estado”. Confieso que no puedo dejar de escuchar la intro.

Daddy Issues

“You are not a Killer” le dice Logan Roy a Kendall. Kendall, al que rompieron en la primera temporada y dejaron hecho un guiñapo, Kendall que intentó quitarle el poder a su padre dos veces, Kendall el chivo expiatorio de la corporación.

Es el final de la temporada, estamos viendo un episodio llamado Esto no es por lágrimas, ya te han mostrado lo que esa gente está dispuesta a hacer para seguir en la cresta de la ola, ya simpatizás (asumamos la palabra simpatía) con ellos aún sabiendo que son unos hijos de puta y en sus escenas finales te remarca, aunque la vida después te lo enseña también, que los tiburones son eso nomás: tiburones que ante el olor de sangre estarán dispuestos a arrasar con todo.

Lo mejor: adictiva  Lo peor: es bastante oscurita Lo más falsete: la enfermedad inicial de Roy que queda casi en nada al final El mensaje manifiesto: el poder es una charca pestilente El mensaje latente: cómo le gusta a la gente revolcarse ahí La escena: el final de la primera temporada, cuando Kendall tiene que aceptar lo que pasó con el accidente, toda esa secuencia, y el final de la segunda temporada, la conferencia de prensa.  El personaje entrañable:El personaje emputante: Tom, detesto a Tom, bueno, la posición de Tom en el mundo y en su matrimonio  El agradecimiento: por la elegancia, por la actuación, por la narrativa.

PARA VERLA ONLINE: http://cinevip.tv/series/succession

CINE: Da 5 Bloods

Por: Mónica Heinrich V.

Lo de Spike Lee y su nueva película, Da 5 bloods, me tiene pasmada. Quizás la cuarentena ha afectado mis neuronas, quizás hay algo ahí arriba que ya no está haciendo sinapsis (R.I.P.) y me ha impedido disfrutar con entusiasmo eso que es descrito como: una particular relectura del género bélico en un desenfadado, voraz y anárquico ejercicio de lo mejor de sí mismo”… o, también, como: “una crítica al pasado, una llamada al cambio, una obra exhuberante que hay que ver una y otra vez”.

Miren bien el poster, será lo mejor que verán de la película

Creo que para nada es una particular “relectura” del género bélico, au contraire… diría Jean Reno. Es un pastiche de Apocalipsis Now mezclado con una buddy movie, mezclado con algo de documental pro derechos afroamericanos, mezclado con una alta dosis de testosterona y de “Hola, soy Spike Lee”. Y no dudo que esas mezclas sean posibles, porque para mezclas nuestra realidad nacional multigénero basta y sobra de evidencia, pero de ahí a que la mezcla funcione hay un largo trecho.

Acá, la vocación didáctica de Lee se impone una vez más. Bueno, decimos se impone cuando bien podríamos decir “mancha” o «ensucia» su último trabajo cinematográfico.

Si algo hay que destacar de Da 5 bloods es su sentido de la oportunidad (oportunismo) o su “suerte”. Teniendo en cuenta las turbulentas protestas que se viven en gringolandia, la película ha encontrado aún más relevancia en aquellos que quieren hacer de cualquier hueco una trinchera. Cae como anillo al dedo después de la terrible muerte de George Floyd.

Aquí yace el sentido del ridículo. Oremos.

El guion, sin embargo, no tiene el más mínimo y básico sentido. De una película hollywoodense o netflixera de medio pelo vaya y pase, pero Spike Lee siempre se sube a un taburete para gritarle al mundo que está diciendo cosas importantes. Es ese mismo Spike Lee que posa de antisistémico, que muere por ganarse un Oscar y que cuando no lo consigue, enfurece.

En Da 5 bloods, un grupo de amigos veteranos de la guerra de Vietnam deciden volver a Vietnam por dos motivos: 1) Recuperar los restos de Norm, el compañero más admirado del grupo que quedó enterrado en algún lugar de la selva vietnamita y 2) Recuperar unos lingotes de oro que encontraron cuando eran soldados en un avión de la CIA derribado durante la guerra y que enterraron con la idea de recogerlos algun día.

Se puede aceptar la premisa del regreso a un lugar traumático donde ellos, los afroamericanos, eran la carne de cañón del ejército americano. Se pueden abrir arcos narrativos interesantes con relación a cómo la guerra devuelve a una persona a la sociedad, a ese regreso y a esa nueva mirada a Vietnam, al pasado, al futuro, a una reconciliación o una imposibilidad de reconciliación con todo eso, yes, we can. Pero no, lo que sucede en pantalla es como una orquesta en la que varios instrumentos suenan desafinados.

Cuando SPOILER Otis se encuentra con Tién (la ex prostituta vietnamita que fue su amante en sus épocas de juventud) y sale la chica negra y le dice “mamá” a Tién, y porque es negra vos sabés y Otis sabe que es su hija, y al tiro se lo pregunta a Tién y Tién le dice que sí…Gente, solo la Marimar de Thalía se atrevió a tanto…FIN DEL SPOILER en ese momento mirás suspicaz hacia los costados, buscando testigos y sabiendo que estás a punto de presenciar un desastre.

Aquí yace cualquier secuela de Pantera Negra. Oremos.

El guion es escrito a 8 manos por Danny Bilson (con unas cuantas películas desconocidas clase b como currículum), Paul De Meo (más conocido como guionista de videojuegos), Kevin Willmott (cuyo mayor logro fue ser guionista de una de las James Bond) y el mismísimo Spike Lee. Permítanme decirles que el 90% de las veces solo viendo a los involucrados en una película, podés saber si la van a cagar o no, y acá olía a cagada épica.

Rocío un poco de desodorante ambiental y prosigo.

Una de las cosas que más me molestó de las incongruencias del guion es que SPOILER: Se supone que estos sujetos hacen un trato con Desroche (Jean Reno). Ellos recogerán los lingotes de oro, se los entregarán a Desroche, Desroche convertirá ese oro en efectivo y les depositará los quintos en una offshore. Un servicio a todo trapo por un porcentaje de las ganancias. ¿Alguien me puede explicar por qué Desroche intentaría quitarles los lingotes siendo que los bloods se los iban a entregar de buena gana y después esperarían que el francés cumpla? O sea, si los quería estafar bastaba con recibir el oro y despachar a los boludos y desaparecer con el tesoro cual vivaz Copperfield. Ese detalle me hizo ruido toda la película, sabiendo (porque era claro como el sol de la mañana) que quien estaba detrás del “volteo” era Desroche. 

Otra cosa que me tuvo a punto de lanzar objetos contra el televisor fue cuando deciden quedarse con el oro: “Nos quedamos con este oro por cada negro que no regresó a casa”. No, Spike Lee. Así razonan muchos ladrones y narcotraficantes que dicen ser lo que son porque el sistema y la sociedad les han fallado. No caigamos tan bajo. Y el tal Norman interpretado por Chadwick Boseman que se hizo famoso por interpretar a Pantera Negra (¿guiñito a propósito de Spike?) era un boludo de manual…y cada que aparecía en esos flasbacks donde le ponían una música súper cursi con trompetas y fanfarrias de guerra y heroísmo, Pantera Negra se ponía más Pantera Negra que nunca mientras la pantalla cambiaba de formato para que nos quede claro que era el pasado y que él, Pantera Negra, era uno más de los negros que no regresaron a casa. Oh, por Dios. Se sonrojó hasta mi subconciente. FIN DEL SPOILER

No contentos con el tole tole de los tipos buscando su oro y los fumados flashbacks, arman un conflicto entre Paul (Delroy Lindo) y su hijo David (Jonathan Majors), conflictos padre e hijo más falsos que la llegada de respiradores al pueblo ¿Era necesario, Spike? ¿Era, realmente, necesario?

El montaje, caprichoso, donde insertaban a gusto y disgusto imágenes de referentes afroamericanos (la de Aretha, tan al pedo) fue otra experiencia cinematográfica que espero no volver a vivir. No nos hagamos tanto daño, Spike. Por favor.

Aquí yace el activismo-panfletario. Oremos.

Ahí donde podríamos agarrarnos de la fotografía, de las actuaciones, de la música, de la belleza de Vietnam, digo no a todo. Fotografía genérica, actuaciones desiguales (el que pisa la mina es el peor), música demasiado incidental con tufillo anticuado, la belleza de Vietnam no fue ni contemplada como regalo para la fatigada platea.

Sí, ya sé, este es el cine que hace Spike Lee, un cine «activista», un cine que toma posición, un cine de lucha que algunos describen como panfletario, y todo eso no está mal, puedo ver y disfrutar una película activista y panfletaria, he disfrutado una que otra película de Spike Lee. De hecho, dentro de Da 5 Bloods hay momentos particulares en los que podemos valorar lo que intenta hacer el director: el monólogo en la selva de Paul cuando rompe la cuarta pared o que uno de los bloods sea pro Trump o que sean racistas con los «amarillos»,  El tema es que el resto, la chapucera mezcla de géneros, de tópicos, literalmente se padecen, e incluso aunque simpaticés con los vanos intentos de Spike de pegar con moco su poco creíble guion, sus actuaciones desiguales, sus escenas ridículas a la lucha por los derechos afroamericanos…aunque digás puño en alto Black Lives Matter, no podés dejar pasar tanto despropósito. 

Da 5 bloods dura casi dos horas y media, dos horas y media que no vas a recuperar, la escena que mejor la resume es SPOILER cuando Eddie empieza a dar discursos de moral en el monte y retrocede tontamente con un lingote en la mano y PUM. Ese Eddie sin brazos, sin piernas, que grita solo mientras mana sangre cual fuente de agua lo dice todo: Efectismo activista con moralismo barato. Mala combinación.

Lo mejor: el poster  Lo peor: que la película no sea tan buena como el poster Lo más falsete: todo eso que no consigue transmitir con la fuerza que el poster sí tiene El mensaje manifiesto: activismo para el Oscar, no, mi ciela El mensaje latente: el contexto puede hacer relevantes algunas cosas que no lo son La escena: el monólogo de Paul en la selva y la de la mina, por estúpida El personaje entrañable: el poster El personaje emputante: el personaje tan sin chiste que le dieron a un gran actor como Paul Walter Hauser.  El agradecimiento: por el poster.

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