Como preámbulo me parece importante decir que, viniendo yo del teatro, recomendar algo de artes escénicas creo que sería hacer una maldad al lector. Al menos en Bolivia. Es que, lamentablemente, acá la mayor parte de los grandes de las artes vivas no llegan. Pero si algún lector de Aullidos planea un viaje y en medio se da tiempo para ir a un teatro, obviamente puedo decirle que si coincide con alguna presentación de obras de teatro de Robert Lepage, Wajdi Mouawad, Ostermeyer, Mariano Pensotti, Gill Champagne, Rodrigo García, Lola Arias, o de danza de Alain Platel, Sidi Larbi Cherkaoui o Pepping Tom, pues consiga entradas aunque sea de un revendedor.
Literatura/Teatro: Nunca dejo de proponer Hamlet Machine de Heiner Muller, me parece una genial obra literaria, así como un poderoso relato dramático (teatral), que espeja tanto al humano tratando y no logrando definirse en el borde de dos mundos casi contrarios (cosa que hereda del Hamlet de Shakespeare), así como la crisis humana de la época de la post segunda guerra mundial, que es donde la humanidad perdió la inocencia, que además determina la crisis del individuo y los ideales de revolución, y en el caso de Muller, del artista y e ideal de la revolución artística -la innovación. Creo que el buen lector puede anclarse fácilmente un par de años, o reincidir periódicamente en un texto como éste y seguir sacándole el jugo. Claro que recomendar esa obra me deja con los grandes pendientes del Pedro Páramo de Rulfo, genial, o el Ulises de Joyce, Pessoa, Cortázar, Roberto Bolaño… ¡tantos!
Artes Visuales: Creo que otro nombre que me pasea los labios a menudo es David Nebreda, artista visual español. Caso clínico sin duda, pero gran representante de lo que es el arte actual. El artista es la obra y la obra es el artista. Ya no hay separación, ya no puede haberla. El contenido de la obra es el propio artista y lo único que puede expresar un artista es a sí mismo (incluso si pinta al mundo, lo pinta desde sí, desde su visión particular, y no pretende que sea universal, mucho menos objetiva ni verdadera, de hecho hace lo contrario, subraya la particularidad que implica que es su visión personal). Y, como es comprensible para el arte vigente, no recomendaré uno de sus títulos, porque su obra es el todo de su producción artística. Un par de recomendaciones para quien se aproxime a él y su obra sin previos paseos por el denominado «arte contemporáneo«: primero, vea las pinturas de El Greco, luego a Nebreda; y, segundo, trate de enfrentarse al discurso detrás del todo más que a cada imagen y su primer impacto.
Cine: Acá sí que me encuentro en problemas. Mi primer impulso sería recomendar a la santísima trinidad: Lynch, Gaspar Noé y Tsai Ming Liang, pero, ¿qué hago con Harmony Korine, Reygadas y Fassbinder? ¿Y Kim Ki Duk o Wong Kar Wai? Pero, al final de cuentas, creo que si tuviera que quedarme con una sola película y que sea lo único que puedo ver, las veces que sea, por el resto de mis días, creo que sería Mulholland Drive. Noé es tan existencial hasta en sus planos (fotografía), que te sacude a patadas; los asiáticos son geniales, pero creo que si me quedara con alguno de ellos, por simple coherencia debiera irme a meter mucho más en el campo acá o en la propia Asia. Reygadas me fascina, pero quizás me es mucho más cercano y amigable, Fassbinder sería su polo opuesto. Películas documentales como Gummo, de Korine son bestiales, pero hay escenas a las que no consigo sostenerles la mirada sin que me causen escalofríos. Lynch en cambio me hipnotiza, por sus planteamientos, fotografía, tiempo y musicalidad.
*Diego Aramburo es director y fundador de Kíkinteatro. También se desempeña como actor y dramaturgo. Ha dirigido producciones en Estados Unidos, Brasil, Canadá, Argentina y en Francia. Su texto Feroz ha sido montado también en Venezuela. Su trabajo ha ganado reconocimientos dentro y fuera del país.