La máscara de la muerte roja
Por: Alejandro Paniagua
Seductor profesor de literatura obsesionado con el periodo romántico, con énfasis en el romanticismo oscuro y por ende en su precursor: el genial Edgar Allan Poe. Un libro que fue despedazado por la crítica, un cerebro que hace cortocircuito y voilá asesino serial.
Retirado agente del FBI con problemas de alcoholismo y un bypass. La muerte se lleva a toda persona que conoce/ama o necesita. Un seductor profesor de literatura cuyo cerebro hace cortocircuito. Un asesino serial que lo elige como némesis.
Ex esposa del seductor profesor de literatura devenido en asesino serial y ex amante del retirado agente del FBI devenido en cazador del asesino serial.
Debajo de todos ellos los followers, el culto, la secta.
A principios del 2013 se estrenó por todo lo alto la primera temporada de The Following en FOX para los americanos y en Warner Channel para los latinos. El piloto hizo sonar las alarmas entusiastas de los serie-adictos y situó su debut (prematuramente) como lo mejor del año. La serie se fue desarrollando y los mismos que alzaron las voces aduladoras ahora pedían la cabeza de los guionistas.
El equipo encargado de esta producción incluía a Kevin Williamson, guionista que alcanzó éxito y fama por esa telenovela adolescente llamada Dawson´s Creek y hoy, orgulloso autor de The Vampire Diaries, a su lado, y siguiendo muy de cerca la serie se encuentra Marcos Siega, nombre conocido por dirigir muchos, muchos episodios de Dexter, True Blood y Cold Case.
¿Por qué verla?
Devuelve el merecido estrellato a ese actorazo que es Kevin Bacon, interpretando al atormentado ex agente del FBI Ryan Hardy. Bacon no suele ser muy alto perfil a pesar de los grandes trabajos que hizo en el pasado. No es la primera vez que aparece en una serie de televisión, ya lo habíamos visto como invitado ocasional en Will&Grace, divertido cameo en el que Jack era su groupie gracias a Footlose y lo acosaba constantemente. En esta serie es el gran protagonista, y su presencia le da un aire cinematográfico, haciéndonos sentir que estamos más ante una película contada por capítulos que ante una serie de televisión.
Además, hay un componente atractivo en la premisa del profesor de literatura que desde la cárcel crea (durante años) una secta de asesinos dispuestos a inmolarse para cumplir sus planes. Si encima, eso lo condimentás con las mejores obras de Poe, tenés una trama oscura que puede enganchar.
Joe Carrol (James Purefoy) como villano es un acierto. Sobre todo al principio, cuando el personaje se muestra por encima del bien y del mal, toma decisiones macabras y manifiesta nula emocionalidad al respecto de todo lo que sucede a su alrededor. Mientras la serie avanza, el villano pierde brillo y ese gran perfil se disuelve para mostrarnos a un asesino serial torpe, histérico, y hasta poco inteligente.
Otro de los atractivos es la núbil imagen de Emma (Valerie Curry), personaje que es uno de los más coherentes de la serie. La chica contrasta enormemente con los personajes masculinos que la rodean, y es una parte importantísima de la trama.
¿Y el triángulo?
Hay dos triángulos. Uno el conformado por Joe-Ryan y Claire. Claire (Natalie Zea) fue la esposa de Joe y luego se enamoró del agente del FBI que finalmente lo captura. Debido a su pasado y a sus problemas existenciales, Ryan se aleja de ella y vuelven a verse cuando Joe comienza a poner en marcha a su culto particular.
El otro triángulo es el que se conforma brevemente por Emma-Jacob y Paul. Los personajes masculinos son uno de los puntos flojos de la serie. Jacob (Nico Tortorella) y Paul (Adam Canto) dan pie (junto a Emma) a que todo lo planeado por Joe Carroll comience.
Aunque los primeros tres capítulos son impactantes gracias al papel que ellos hacen, los personajes están representados con lo justo. No destacan en actuación, al contrario, lo cinematográfico aportado por Bacon y Purefoy se diluye y estos chicos nos devuelven a la realidad: es una serie de televisión.
Lo que falla
El efecto novedad y sorpresa se pierde en los primeros capítulos y luego es la repetición del mismo truco una y otra vez. Una vez conocido el mecanismo es fácil adelantarse a los hechos y saber qué va a suceder. Los giros abruptos o las “sorpresas” suelen ser tan fuera de contexto que más que sorpresa sentís que los escritores/directores/productores de la serie han perdido el norte.
Hay resoluciones muy tontas como todas las veces que están a punto de agarrar a alguien y en lugar de hacer lo lógico, hacen lo opuesto, y el equipo del FBI parece un grupo de vigilancia de barrio con señores panzones y amas de casa que nunca han visto un criminal.
Otro elemento son las visitas de Ryan a Joe. El tipo (Joe) funciona gracias a la reciprocidad de atención que le da Ryan, el desarrollo de los hechos es directamente proporcional a su intercambio de palabras. El no tener a un psicólogo o un especialista o él mismo (Ryan) que no asuman la necesidad de cortar comunicación para no seguir dándole cuerda, escapa a todo entendimiento.
El futuro de The Following
Hay que coincidir en algo: The Following es una gran serie en sus tres primeros capítulos y, por algún motivo el resto de los episodios fueron una caída en picada que se coronó con un final de temporada tiradísimo de los pelos. La serie comenzó sorprendiendo, pero llegó al final con menos espectadores y con el desafío de reinventarse en la próxima temporada. Es un pecado que una serie que solo lleva una temporada se las haya ingeniado para transmitir esa sensación de desgaste que queda en su cierre de este año.
La segunda arranca recién en el 2014, los elevados costos de producción y la forma en que la filman, hacen que se tengan que tomar un tiempito para sacar otra tanda de episodios. Veremos qué sucede con Ryan y Claire, a quienes dejamos en una escena que no admitiría retorno posible.