Por: Mónica Heinrich V.
Esta reseña se escribió hace unas semanas, cuando íbamos por la mitad de la temporada. Visto el episodio final se han agregado algunas cosas más, como amerita.
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Corre el año 2003. Un joven y bronceado Luis Miguel promociona su disco 33. Adal Ramones, de Otro Rollo, es invitado en exclusiva para hacerle una entrevista. Acapulco enmarca el encuentro: es de noche, están a la orilla del mar, y todo sucede en la mítica casa del cantante. Ramones le pregunta a Luis Miguel qué sería eso que le pediría a Santa, “llamésmole Santa”, dice el conductor como refiriéndose a cualquier ente superior. Aclara que el deseo lo tendría que hacer en el pasado, sin saber que se convertirá en el Sol de México. Luis Miguel se mueve incómodo en la silla y sin pensarlo mucho lanza: “Volver a ver a mi madre”. Se hace un incómodo y triste silencio. Han pasado 17 años desde que Marcela Basteri desapareció sin dejar rastro.
Hoy, y ya con más de 30 años que el misterio persiste, Netflix revive a Marcela en Luis Miguel – La serie. Y, claro, el público ama un buen misterio. ¿Dónde estás Marcela? Queremos saber qué carajos hizo Luisito Rey con vos.
En medio de esa honesta inquietud hay mucho chisme farandulero que un ser cínico rotularía con tres palabras: Pobre niño rico. Bajo ese cariz, las angustias de alguien que parece tenerlo todo: fama, fortuna, galanura, talento y éxito parecen nimias cuando existen peores y más grandes preocupaciones en la existencia de un común mortal. Sí, sí, vos amable lector no vas a perder tu tiempo viendo las burreras que le pasaron a un tipo que se creía la bola izquierda del Papa. Pero no nos engañemos, que el cinismo no nuble la razón: Luis Miguel la ha tenido difícil, pobre niño rico o no.
Durante años, fue hermético sobre sus miserias. Siempre decía que de su vida privada no hablaba. Sin embargo, desde el 2015, el “Sol” había dejado de brillar. El tipo se dedicó a la mala vida y a la poca vergüenza, le debía una vela cada santo, estaba fodongo, seguía viviendo de sus temitas de hace quichicientos años, lo tumbó a Alejandro Fernández con un adelanto que pidió por una gira que luego no le dio la gana de hacer, se peleó con Sancho, Pedro y Martín y tuvo un problema médico que le impedía cantar. Muchos dijeron que “el ocaso” era definitivo y gente que en el pasado brotaba pecho por haber trabajado con él, por haber sido su amigo o su compañera de sábanas, salían a echarle barro en carretilla.
El ser humano, pues.
El 2016, Televisa se reunía con Claudia Icaza autora de la biografía no autorizada: El gran Solitario (PDF ACÁ: El Gran solitario). El libro, que apareció a principios de los 90s, provocó la indignación del cantante y una demanda que terminó ganando Icaza, hoy por hoy uno de los tantos némesis «del niño». Luis Miguel, marcando territorio y adelantándose al disgusto que supondría que Televisa se uniera a Icaza, aceptó la propuesta de su amigo de la infancia Miguel Alemán, un empresario mexicano que ha estado a su lado en sus peores momentos (único amigo cuyo personaje sale en la serie que sigue siendo su amigo) y que es parte de la productora Gato Grande. De ahí surgió el acuerdo con Netflix y Telemundo para Luis Miguel – La serie.
Los guiones se trabajaron primero tomando elementos conocidos o polémicos de la vida del cantante. Luego, los productores se reunían Micky (como le dicen los amigos, para nosotros el Sol) profundizaban sobre estos hechos y pasaban los apuntes a los guionistas. Ajá, siendo fiel a su estilo, Luismi jamás se reunió con los escritores, y solo contó lo que quiso contar a las personas autorizadas a escucharlo.
El casting fue muy delicado, más allá del parecido físico una de las exigencias era que los Luis Miguel (adulto, niño y adolescente) tenían que cantar ellos mismos los temas de la serie. Por un lado, tenemos a Diego Boneta como el Luis Miguel que guía la historia, Izán Llunas como el Luis Miguel niño y Luis de La Rosa como el Luis Miguel adolescente. Boneta logra imitar a Luis Miguel de una manera aceptable, quizás más ñoño e ingenuo de lo que se veía el verdadero en sus años mozos, pero sin provocar ganas de mandar quejas a Netflix. No ocurre lo mismo con Izán Llunas y Luis de La rosa. Izán es hijo del cantante Marcos Llunas y nieto de Dyango, vocalmente zafa, pero como actor es muy inexpresivo, nada que ver con el vendaval de carisma del Luis Miguel ochentero. Es un Luis Miguel dopado y es como si ese dopaje no fuera parte de la historia o de las argucias de Luisito Rey. Luis de la Rosa tampoco lo logra, a su favor está un poco más de trabajo en los gestos y movimientos cuando lo interpreta sobre el escenario, pero el chico es otro poste de luz. A esos chicos Luisito Rey los hubiera puesto a ensayar mañana, tarde y tunda.
Esa es otra de las cosas flojitas de la serie, entre los actores secundarios existe mucho desnivel que a ratos nos da la sensación de que la vida de Luis Miguel es nomás una telenovela y de las de bajo presupuesto.
En contraparte, el punto alto es el actor español Oscar Jaenada interpretando al hoy “personaje más odiado de México” Luisito Rey (Te odiamos, pinche Luisito Rey). Jaenada en el pasado hizo de Cantinflas y de Camarón, pero parece haber nacido para ser el abusivo papá de Luis Miguel. Su representación es un villano de manual. Malo, oportunista, mitómano, un infeliz. Si queremos ponernos puristas, el verdadero Luisito Rey guardaba su villanía bajo una capa de aparente inocencia y simpatía. La visión de Jaenada es menos amable. Es como un Luisito hardcore.
La actriz italiana Anna Favella interpreta a la extrañada Marcela Basteri. Cuando Marcela está por hacer el viaje a Madrid, le gritamos a la pantalla: «No vayás, Marcela. ¡Es una trampa! ¡UNA TRAMPA!». Ella, junto con el youtuber Juan Pablo Zurita como Alejandro Basteri (el hermano de Luis Miguel), completan el cuadro familiar. Poco o nada se dice hasta el momento de Sergio, el hermano menor cuyo ADN ha sido puesto en duda y que en la vida real lleva una vida apartada de Luis Miguel y Alejandro. El hermano que, para mí, lo ha tenido más jodido aún que Luismi.
La dirección de la serie es compartida. Por un lado: Humberto Hinojosa, un joven director mexicano que tiene una modesta filmografía compuesta por cuatro películas, dos de las cuales han sido exhibidas en importantes festivales del mundo. Y por otro, Natalia Beristain, que dirige tres episodios de la temporada, uno de ellos Culpable o no. Beristain tiene tan solo dos películas en su filmografía. Ambos directores son relativamente desconocidos, y no hacen un mal trabajo sacando adelante una serie en la que prima un buen manejo de la tensión alrededor de su personaje principal.
He tenido discusiones más acaloradas que sobre el penal de Francia en la final con Croacia, sobre si la serie tiene look de Al Fondo hay Sitio y no vale nuestro tiempo: señores, amigos lectores, muchachos, a pocos les interesa si la serie está medio chafita, se la mira por el morbo, por ese gran y misterioso personaje que es El Sol y porque la huevada tiene los ingredientes necesarios para que domingo a domingo le des recargar a Netflix hasta que aparezca que hay un nuevo episodio.
Obviamente es una versión autorizada, por lo que Luis Miguel es retratado de forma benevolente seguramente omitiendo elementos que harían que no le tengamos tanta simpatía. Testimonios de gente como el actor Roberto Palazuelos que fue compañero de aventuras de su juventud y sobre la serie dijo “A Micky no se le puede olvidar lo mal que se portaba” o lo que el compositor Armando Manzanero expresó de mala gana: “Es más fácil que un elefante logre entrar por el ojo de una aguja a que Luis Miguel haga algo por el prójimo”, pintan a otro Luis Miguel lejos del ñoño, buena gente, sufrido Boneta.
Ya a mitad de la temporada, y cuando ingresa el personaje de Erika (Camila Sodi) la cosa se va separando más de lo real. El trato que le dan a temas como el disco Romance o lo de la nacionalidad del tipo, llegan a momentos insospechados de autobombo. Creo que lo de Roberto Palazuelos (la tan comentada discusión en la discoteca) fue innecesario, así como lo fue la mención a la mamá de su hija (la solecita). Situaciones que fueron aprobadas por Luis Miguel y que aunque alimentan el morbo por la serie, debieron manejarse de otra manera por obvias razones.
Los episodios de la serie son lacrimógenos (lo de Luisito Rey y el jamón fue más triste que cuando perdió Bélgica). Pensar que «el bello y talentoso Sol» sufriera tanto y le tocara lo peor cuando apenas tenía 22 años conmueve el corazón del vulgo. El final está diseñado para que se espere la segunda temporada con soda y pipoca. Queremos saber de una vez dónde Luisito Rey escondió el cuerpo (Te odiamos, pinche Luisito Rey).
Teniendo en cuenta que la serie fue de más a menos, tengo curiosidad por cómo afrontarán la otra temporada sin los pilares más fuertes de esta: Jaenada y la desaparición de Marcela. Además, los discos se van acabando, al igual que los temas conocidos. Recordemos que Luismi se nos quedó anclado en los noventas y que la serie resucita sus hits, así que después de los boleros hay poco o nada que rescatar.
Luis Miguel – La serie, le pese a quien le pese, está por encima de la verdad y la mentira. El macabro papel del Negro Durazo, jefe del Departamento de la Policía mexicana que terminó sus días en prisión, el tío chanta, los managers, los artistas, los amores a los que siempre trató para el orto (Micky, pendejo) y conocidos personajes que rodearon y rodean al cantante, son los ingredientes extras de una vida compleja.
La semi-ficción rápidamente ha causado furor, incluso con sus falencias actorales, o su obvio culto a la figura de Luis Miguel. Cada episodio que termina deja una sensación de tristeza ante el ídolo sufriente y solitario. El público ama a los ídolos sufrientes y solitarios. Compramos eso con moñito y celofán. Después, hasta nos dan ganas de ir a un concierto suyo, a escucharlo, a verlo, a seguir teniéndole penita por la vida tan dura que le tocó vivir. Y si se puede abrazarlo fuerte, muy fuerte y decirle: «Sol de México, aún podés ser feliz».
Atrás quedan los rumores de que ni siquiera le funcionaba su tarjeta de crédito en restaurantes, o que le estaban confiscando sus bienes más preciados, o las burlas porque se estaba quedando “calvo y panzón”, o que jamás llenaría un concierto nuevamente.
Reaparecen esos que dicen son o fueron sus amigos, son o fueron sus amores, son o fueron sus colegas de trabajo, conocieron o no a Luisito o a Marcela.
El ser humano, pues.
Netflix pone a Micky en el mapa otra vez, revive sus éxitos de los 90s y se los presenta a una generación que nunca supo que ese hombre de casi cincuenta años fue/es una de las voces más privilegiadas del mundo.
El Sol ha vuelto a brillar, un poco rechinante, pero brilla.
CURIOSIDADES
Diego Boneta tuvo un breve romance con Michelle Salas, la hija de Luis Miguel.
Como dato curioso, el productor ejecutivo Pablo Cruz afirmó ser el ideólogo del proyecto que luego se presentó a Alemán y que Alemán trasladó a Luis Miguel. Cruz, junto a Arturo Sampson que también figura de productor de la serie, son socios de Canana Films productora de Sal & Fuego, película de Werner Herzog que se filmó en Bolivia hace un par de años. Tanto Cruz como Sampson estuvieron en Bolivia casi un mes. Entre todos los productores de la serie suman casi 15 nombres, que incluyen al mismo Luis Miguel, a Diego Boneta y a Oscar Jaenada.
El proyecto se pensó por todo lo alto. No se dan cifras exactas pero se dice que es la producción más cara de Netflix para Latinoamérica. La serie arranca en 1992, cuando Luis Miguel recibe la noticia de que su padre se está muriendo. Ahí se abren dos líneas temporales más: una que abarca su infancia y la otra que lo muestra en su temprana juventud.
En la escritura del guión participan seis guionistas, siendo el que más episodios co escribió Daniel Krauze, un escritor mexicano que firma siete de los 13 episodios que componen la primera temporada. Los episodios llevan el nombre de canciones míticas de Luis Miguel.
El artista elegido para personificar al Sol de México a partir de sus 16 años se sometió a un tratamiento odontológico para separar sus dientes frontales y así lograr un parecido aún mayor con su personaje.
Camila Sodi (Interpreta a Erika) es sobrina de Thalía y ex esposa de Diego Luna.
LuisMi tiene una aparición fugaz en el primer capítulo de la serie cuando presentan en un boliche el videoclip de Cuando calienta el sol y él parece sentado entre el público como un extra más.
“Me aclararon el cabello, me hicieron un trabajo dental para parecerme a él, trabajé con el coach de Penélope Cruz y Javier Bardem por un mes en España, y ensayé todas sus canciones en el mismo tono que él. No sabía si podía lograrlo, quisimos estar a la altura de la producción”, comunicó Boneta.
Los tiempos no coinciden o se le arrenjuntaron las novias «al niño» en la vida real: Mientras en la serie la pobre Erika le prestaba el avión al fulano para que vaya a ver a Luisito Rey morir…segun este testimonio Salmita Hayek fue a Chile a consolarlo.
Cual es tu canción favorita Moni?
ohhh y lo confieso. Me estuve haciendo la cool esperando que Netflix USA la suba y lero lero. Tendré que rendirme a los brazos ñoños de Telemundo y sus censuras jajaja.
Gracias por este post. A quien que no haya vivido en los 80s y 90s no le traen memoria las cancioncitas del Sol. Sólo espero que ahora no se les ocurra a hacer biografías de Menudo, Yuri, Lucerito, etc. jajaja
Un abrazo.
UH! tengo varias jejeje…pero Culpable o no, siempre me gustó. También Yo que no vivo sin ti o Tengo todo excepto a ti. Es súper ñoña su música, pero el tipo canta como los dioses.
AH! no te rindás a TELEMUNDO y sus censuras, esperáaa…
Y yo, yo aceptaría la serie de Lucerito muajajaja
Besos!
Ya vi la serie en Telemundo aún con sus censuras y tandas comerciales! No puedo esperarar para ver la segunda parte de este culebrón jajaja y Luisito Rey es mi ídolo! Aunque sea muy malo! Que actorazo! A él deberían hacerle una serie jajaja
Y noooo! No quiero ver una serie de lucerito. Prefiero una de Licia Mendez o Veronica castro jajaja
Carlota!! yo también espero con ansias la segunda…no creas que la serie de Lucerito sería sin chiste, la pendeja en sus inicios tuvo de representante a Sergio Andrade y hay muy negros rumores sobre la adolescente Lucero y Andrade. Y así, hay muchos trapillos al sol. Pero la de Verónica Castro o Lucía, tampoco estarían mal…con decirte que mi mamá se enganchó a la de José José y cuando yo iba a visitarla y estaba viendo los epis me enteré de algunas de sus miserias, qué vida desgraciada…peor que la de Luis Mi.
Bueno, esperaremos qué otras salen. Besos
Gran reseña! me encanta el toque irónico que le pones a tus comentarios, y que no te da pudor reconocer que ves esa serie. Yo aun no la veo pero me entraron las ganas por leerte. Slds
Mauricio muchísimas gracias!! cómo me va a dar pudor si está buenísima incluso con los peros que se le puedan poner jejeje Dios le de salud y vida al SOL :p
A ver si la ves y nos comentás! Un abrazo.
Coincido plenamente …. pero la verdad es que volví a escuchar sus temas y reconozco que gracias a el Boleros los siento también míos 🙂
sí, así pasa…se vuelve a escuchar los temas y cuando acordás estás en el Hipermaxi tarareando jejeje
Saludos!
No se me ocurriría nuncajamas ni oir un tema de este bardo ni mucho menos ver su biografia. PERO si leer y disfrutar tus excelentes y sabrosos comentarios que me han arrancado mas de una risa!!!.
Siempre me impresiona lo muy bien informada que estás sobre los detalles de las producciones que comentas.
Es la vida pues.
NO pues Pablo!! ES EL SOL!!! jejeje
hay amigos que no son para nada sus fans que acabaron enganchados a la serie…
Muchas gracias por comentar como siempre pues.
Besossss