Ya se acerca el día! la entrega de los Oscar! y aunque digamos que nos vale huevo, que no es importante, que da lo mismo, que esa pinche ceremonia solo es una muestra del poder del lobby de la industria hollywoodense y demás pajas hipsters, pues igual: la esperamos como un niño espera sus juguetes de navidad y claro, el objetivo es ver todo lo oscariento para reafirmar lo que dijimos en las primeras líneas.
Con esa meta loable en la vida, empecé con las nominadas a Mejor Película extranjera, así que daré inicio a las reseñas pre-oscars con A Royal Affair.
Traducido al español de manera chota como Una reina infiel o Un asunto real, el filme nos cuenta los puteríos en la corte danesa del siglo XVIII. En esa época, Europa se hallaba en el proceso de la Ilustración y Dinamarca aún se manejaba en el más crudo oscurantismo. Montesquieu, Rousseau y Voltaire eran los tipazos del momento, pero los daneses los veían como crispines. El Siglo de las Luces estaba en marcha y Dinamarca disfrutaba de su monarquía absoluta, censura, torturas, etc…
El rey, Christian VII, era un problemático adolescente que respondía enteramente a las órdenes del Consejo del Estado, conformado por mentecatos de la nobleza y la iglesia .
Christian VII tenía un comportamiento volátil e impredecible, ahora se sabe que quizás padecía de esquizofrenia y como parte de su reinado es obligado a casarse con otra adolescente: Carolina Matilde, princesa de Gales. A Christian le gustaba jugar como si fuera un niño pequeño, tenía predilección por las prostitutas y aunque podía recitar versos enteros de obras conocidas de la época, la sociedad danesa apenas lo toleraba. Carolina, por otra parte, era aficionada a la lectura, el teatro, al arte en general, un dechado de virtudes y buen comportamiento, justo lo que la corte danesa necesitaba para contrarrestar las locuras del rey y para darle descendencia al trono.
La muchacha es la que nos cuenta la historia. Una voz en off narra los hechos, cómo surge el enlace y cómo todo se fue a la mierda.
Al conocer a su futuro esposo Carolina queda atónita, estaba obligada a pasar su vida con una persona que despreciaba. Ella esperaba un compañero y se encontró con un fulano con el que ni siquiera se podía mantener una conversación. Lo peor es que no podía hacer nada al respecto: su futuro no le pertenecía, tenía que casarse con Christian y punto.
Debido a la actitud cada vez más errática del joven rey, la corte contrata a un médico alemán, Johan Federico Strueseen, quien rápidamente se gana la confianza del atormentado paciente.
Strueseen era un tipo culto, seguidor de la ilustración. Mientras estrecha lazos con el rey se da cuenta de la influencia que tiene sobre él, y comienza a manipularlo para sacar leyes que favorezcan al pueblo. Todo esto con ayuda de la tal Carolina, con quien comparte tertulias sobre escritores, le presta libros y se desata una pasión surgida de la mutua admiración. Se convierten en amantes y se dedican a hacer piruetas en los vericuetos del palacio.
La historia es súper interesante, a pesar de que dura poco más de dos horas seguís con atención la trama. Una parte tuya está de acuerdo con todas las leyes que promulgan el médico y su reina amante, pero otra parte te susurra que no está bien que se aprovechen así de una persona con una enfermedad mental, que además quiere a ambos de manera sincera.
Obviamente que el desenlace es dramático, y en tu mente queda la imagen de estos adolescentes dirigiendo reinos y cambiando el curso de la historia, de las conspiraciones a su alrededor, del oscurantismo, de la ilustración, de la miseria, de la opulencia, de la cultura, de la ignorancia, de la masa necesitada, de la masa estúpida. Termina, y querés saber más, querés saber qué fue verdad y qué fue mentira. Querés saber qué falta y qué sobra.
El director Nikolaj Arcel dirige y escribe su cuarto largometraje con un estilo conservador y correcto. No se trata de un iluminado a la hora de filmar, pero sí de alguien que sabe muy bien cómo hacerlo.
A ello contribuye una gran fotografía de Rasmys Videbaek, a quien recordamos por las imágenes que nos dejó su talento en el peliculón Noi, el albino.
La actriz sueca Alicia Vikander interpreta a la adúltera Carolina de manera convincente. Inocencia, amargura, desesperación, son algunas de las emociones que logra transmitir. Posee un aire a Natalie Portman, mismo tipo de rostro y contextura. Ya ha participado en una película americana que también suena en los Oscar: Ana Kareninna. Esta chica dará que hablar.
Madds Mikelsen es Strueseen, el diligente médico que quizás en otros pies pudo verse más arribista de lo que Madds transmite. Madds también es conocido por participar en películas como Furia de Titanes, Quantum of solace y actualmente en el seriado dedicado a Hannibal Lecter. Le dicen el Robert De Niro nórdico por una brillante carrera que incluye la ópera prima del director de Drive: Pusher.
Finalmente Mikel Boe Folsgaard debuta en la pantalla gigante interpretando al rey loco, hace querible a un estridente y muy complejo personaje, cada vez que aparece en pantalla se gana la empatía del espectador. Su interpretación lo hizo acreedor del Oso de Plata a Mejor Actor en el Festival de Berlín.
Basada en la novela Prinsesse af blodet, de Bodil Steensen-Leth, A Royal Affair es una película que tiene momentos muy sobresalientes, pero que dado el estiramiento de la trama y algunos pasajes excesivamente melodramáticos, llega a su final de forma predecible.
Con una producción exquisita, una dirección de arte muy cuidada, elegante y ceñida a los detalles de la época,A royal affair es digna de verse.
No será ese tipo de películas que cambian la vida o dejan huella profunda como llanta de tractor, pero se disfruta.
Dinamarca postula a los Oscar con este filme. ¿Lo merece? Hasta ahora, la insulsa Kon-Tiki es la que más ruido me hace entre las nominadas. Sin embargo, creo que el trabajo de Haneke no tiene competencia posible. Solo la durísima Rebelle, de la que también hablaré más adelante, se acerca con su lirismo a pelearle el premio.
Quizás el atractivo de A Royal Affair está en ese relato frío de la Dinamarca oscurantista, en la que se abusaba de los campesinos, se los castigaba y torturaba, días en los que las clases privilegiadas despilfarraban la plata del pueblo en fiestas sin sentido mientras los pobres peleaban el pan de cada día, épocas en los que Iglesia tenía un papel relevante como regidora de la moral y las buenas costumbres, momentos en los que no importaba la cultura, los avances científicos, ni nada que conlleve progreso ah…perdón, estamos hablando del siglo XVIII y pareciera que describo algunos aspectos de la Bolivia 2013.
Una de las mejores escenas es cuando el médico le dice a un cura que forma parte del Consejo del Estado:
¿Quién es más loco, el rey o alguien que piensa que el mundo se creó en 7 días?
Lo mejor: un periodo histórico por demás de interesante Lo peor: parsimoniosa y conservadora a nivel estético La escena: el final, la caminata, la cabeza Lo más falsete: la reseña final, cotejando la historia real no es tan cierta El mensaje manifiesto: la luz puede encenderse El mensaje latente: en algunos lugares solo puede encenderse si dejan encenderla El consejo: para ver sin esperar LA película del año El personaje entrañable: el rey loco El personaje emputante: a ratos, el médico El agradecimiento: la fotografía.
Mónica Heinrich V.