CINE: Kon-Tiki
Los océanos no son barreras
Bandidas.
He dicho Bandidas. ¿Se acuerdan de esa horrible película protagonizada por Penélope Cruz y Salma Hayek donde salían de vaqueras y queríamos dispararles al caer el sol? Si digo Bandidas ya nos imaginamos muchas cosas, todas ellas malas y tristes.
Pues los mismitos directores de ese, llamémosle con altura, shitty filme, están ahora nominados al Oscar como Mejor Película Extranjera con su trabajo Kon-Tiki.
Que no los engañe el nombre folclórico, exótico, excéntrico y cualquier otro ico, Kon-Tiki no es mala, no, pero su factura plástica y sin alma, hace que la historia pase sin pena ni gloria y que nos preguntemos en qué cuarto oscuro se fabrican las quinielas de nominaciones.
(me lo imagino lleno de máquinas, con robots, olor a desinfectante y bichos tecnológicos a medio hacer, todos marca manzanita)
La dupla noruega Joachim Ronning y Espen Sandberg, después de cuatro años sin filmar, regresa. No es el regreso en el que sacamos la botella de champagne, botamos la serpentina y nos emborrachamos hasta escupir mientras nos sacude la alegría. Es el regreso de: “Oh, volviste”, miradas incómodas, algo de perplejidad y nada más.
El filme narra las peripecias de Thor Heyerdahl, investigador noruego obsesionado con la idea de que los peruanos poblaron la Polinesia en tiempos pre-colombinos. Según don Thor, los tikis construyeron balsas capaces de sortear el océano siguiendo los vientos y la corriente. El tipo dedicó 10 años a desarrollar esa hipótesis y cuando finalmente la quiso publicar, nadie le creyó un carajo. Entonces hizo lo único que podía hacer: probar que era posible cruzar el océano en una balsa idéntica a las usadas por las tribus de los tikis. A la balsa la llamó Kon-Tiki, al igual que a la expedición. Esto en honor al dios inca Wiracocha, que tuvo ese nombre antiguamente.
Decide lanzarse a los brazos escuálidos de la aventura científica y junto a un equipo de 5 personas, que incluía un amigo de la infancia, un vendedor de refrigeradores en busca de aventuras, un sociólogo, un experto en navegación y un experto en radio construye la bendita balsa y se hace a la mar.
Si esta fuera una película gringa, la protagonizaría Tom Hanks en el papel de Thor y Philippe Seymour Hoffman como el vendedor de refrigeradores, entre otros; en la travesía pasaría alguna cosa muy jodida mientras se escucha música dulzona y todo se hubiera filmado en estudio.
Los noruegos tuvieron un presupuesto de 16 millones de dólares y se fueron a filmar a las Maldivas, Bulgaria, Malta, Noruega, Suecia, Tailandia y Nueva York. Podemos decir que visualmente es lindísima, rozando la perfección. Una fotografía notable a cargo del también noruego Geir Hartly Andreassen, cuya extensa carrera se verá coronada este año con su debut en el mercado americano como director de foto de Cazadores de Sombras.
Por ratos, algo te remite a La vida de Pi: la fascinación con que surgen los encuentros entre la embarcación y los animales marinos, los fenómenos climáticos, las tensiones entre los ocupantes. Pero a diferencia de la cinta de Ang Lee, donde lo falso de la propuesta tiene su justificación al final, en Kon Tiki la sensación de haber masticado una bolsa negra te acompaña siempre.
Las tensiones son bastante superficiales, las emociones someras, y así…la vida pasa frente a tus ojos en rutilante technicolor, te acordás de Salma y Penélope, y al llegar al final, lo que te hace saltar del asiento son los datos reales.
Es decir, cuando el Kon-Tiki parte se lleva consigo una cámara que registra el viaje, esas imágenes se convirtieron en un documental que ganó el Oscar a Mejor Documental en los años 50s. El periplo fue un logro científico importantísimo y llevó a Thor a publicar un libro que se tradujo a un montón de idiomas y vendió millones de copias.
Así que si algo hay que decir a favor de la apuesta noruega a los Oscar es que por lo menos dan ganas de meterte a youtube y buscar las imágenes del documental, de averiguar por qué y cómo uno de los gringos murió en el lago Titicaca y ver fotos del museo donde está la balsa real.
Fuera de eso, estamos ante una película algo insípida. Un historia sobre un logro histórico que tiene todos los elementos para sorprender y, sin embargo, no lo hace.
Kon-Tiki es la película más cara que se ha filmado en Noruega, narra una aventura épica que marcó a una generación y que ahora en su versión cinematográfica nos dice que el plástico es caro, caro y vacío.
Lo mejor: conocer algo de esa aventura mítica e increíble Lo peor: no toca La escena: la del tiburón Lo más falsete: en la narrativa no te transmite para nada la magnificencia de la aventura El mensaje manifiesto: ser un mito tiene su precio El mensaje latente: lograr tus sueños no El consejo: para una tarde en que no haya nada más que ver El personaje entrañable: Lorita El personaje emputante: Thor, lo siento, esa megalomanía propia de grandes hombres que consiguen grandes logros a veces genera rechazo El agradecimiento: la intención y que te deja con ganas de saber más del tema.
Mónica Heinrich V.