El Amor.
¿Qué es el amor?
Era una calurosa noche de principios de año, estábamos en una fiesta y un conocido, al calor del trago, contaba entretenidas anécdotas sobre estrellas de cine. De pronto, las estrellas de Hollywood pasaron a segundo plano y así, de la nada, empezó a divagar sobre el amor. Hay pocas cosas más incómodas que escuchar a alguien catarrear sobre el amor mientras de fondo se escuchan canciones de Agapornis.
Con mirada turbia y ademanes misteriosos, en plan “te voy a contar un secreto que nadie sabe”, le soltó a la noche y a nosotros: “el amor es un concepto. Algo aprendido. O sea, el amor no existe como tal en su idea romántica, sino como una excusa para aferrarse a alguien”.
Luego, confesó que él no estaba con su esposa por Amor, sino por lo que la unión le daba: estabilidad, sentido de hogar, sentido de familia. Fueron como 30 eternos minutos de introspección cobijada por el vino, cerveza, whisky, y vaya a saberse qué más.
Hago mención a esto porque Love parece el divagar etílico de Gaspar Noé.
El director de Solo contra todos, Irreversible y Enter de Void, vuelve este 2015 con su incesante y poco disimulado afán de escandalizar.
Esta vez, quizás es su historia más fallida y la que genere más furiosos detractores porque cuando el borracho se sube a la mesa y empieza a bailar, deja de ser chistoso y se convierte en un invitado pesado.
Uno de los personajes, estudiante americano de cine en Paris, dice en una parte del filme:
Las películas deberían ser sobre sexo, amor y lágrimas!
y claro, Noé parece usar a Murphy como un catalizador de lo que él mismo piensa del cine.
En Love hay sexo, hay amor y hay lágrimas. Desgraciadamente, todo se ve bajo un prisma deformado. Las escenas explícitas, pornográficas, con planos frontales del acto sexual, o del miembro masculino eyaculando en 3D, son repetitivas y exageradas. El Amor es representado de una manera patética, que no digo que no sea real, sino que en la película está mezclado con muchas cosas y de ese trago cóctel hay poco o nada que rescatar, finalmente las lágrimas son más un adorno, un artificio como cuando te echás colirio a los ojos o cortás cebolla. Es un llanto a la fuerza.
Fiel a su estilo que saca al espectador de su zona de confort, Noé abre su película con un plano fijo frontal de Murphy (Karl Glusman) y Electra (Aomi Muyock), ambos desnudos en plena masturbación. La escena dura sus buenos minutos, y cierta parte de la platea comienza a revolverse incómoda en sus butacas.
Luego, vemos a Murphy que se encuentra un poco más gordo, con bigote, haciendo vida familiar con OH, sorpresa! Otra chica que no es Electra sino la rubia Omi (Klara Kristin). Aparentemente, tiene un hijo con Omi, y su voz en off nos cuenta lo infeliz que es y lo mucho que lo emputa la mujer que ahora es la madre de su hijo.
Noé, entonces, fragmenta su historia, sus tiempos y sus espacios y va eficazmente de un lugar a otro sin que el relato se diluya o se vuelva confuso para el espectador.
Así sabremos cómo Murphy se quedó con Omi y que Electra, la que él considera el amor de su vida, ha desaparecido.
En dos horas y 15 minutos, Love va hacia los inicios de la relación entre Murphy y Electra y narra su caída.
Hermoso plano secuencia de ellos paseando por el parque, hablando sobre las cosas que extrañan el uno del otro, y sobre cómo el estar juntos los ha dejado más viejos, más tristes, menos productivos, menos capaces de perseguir sueños y hacerlos realidad. Hermoso plano secuencia cuando se conocen, cuando se ven jóvenes, felices, tranquilos, productivos, capaces de perseguir sueños y hacerlos realidad.
Hay buenos momentos en Love, esos en los que curiosamente no se dice mucho, cuando la emputante voz en off de Murphy deja de taladrarnos los oídos, cuando hay escenas que realmente nos trasladan a la melancolía de una pareja que se quiere o que no se quiere más.
Noé parece no conformarse con una historia chiquita y trata de darnos algo más rimbombante repitiendo las escenas sexuales una y otra vez sin que haya un motivo real para mostrarlas, en tu butaca vos pensás con algo de hastío: “Otra más?”.
Los personajes se vuelven antipáticos, el tal Murphy es un patán en toda regla, Electra le dice que él no sabe amar, pero ella lanza frases cursis e infantiles sobre el amor. Hay instantes en que uno se pregunta si Noé lo hace a propósito, si ese divagar etílico es su forma perversa de decirnos que el Amor no existe o que siempre estará manchado.
No importa, nada importa. El final es un excelente final, pero para llegar a ese excelente final te comés dos horas y quince minutos en los que el enfant terrible del Festival de Cannes no se pone límites.
Murphy (personaje principal), es el apellido de su mamá, Nora (nombre de la mamá de Electra) es el nombre de su mamá, llama Noé a la Galería de Arte del ex novio de Electra, le pone Gaspar al hijo de Murphy y Omi. Love es una autoreferencia constante, e incluso repite escenas de sus anteriores películas (escena ginecológica similar a la de Enter the Void, túnel similar al de Irreversible, Orgía similar a la del bar Rectum), tampoco puede resistirse al cameo y como en sus anteriores películas aparece en una escena como el dueño de la galería de Arte Noé y de paso su pene es el que eyacula en 3D.
El evidente narcisismo de Noé puede tomarse con humor o sembrar más dudas respecto a la valía de este su último trabajo.
Un trabajo que en su pretendida irreverencia, solo es una triste película de personajes chatos que nunca termina de dar el prometido shock o transmitir, siquiera, emociones duraderas.
Hasta el 3D parece elegido por capricho más que para brindar una experiencia sensorial fuera de lo común dejándonos con un porno cursi a secas.
Más efectivos han sido sus anteriores filmes, aunque ya desde Irreversible acusábamos el abuso del cine de Noé, porque mostrar un pingüino boca abajo sobre una pelota de tenis una vez puede ser novedoso e interesante, pero si lo mostrás 100 veces perdés la capacidad de sorprender.
Algunos críticos han comparado a Love con 50 sombras de Grey, lo que me parece excesivo. Puede que en el armado inconsistente de su argumento sea prescindible, pero cinematográficamente nadie puede negar el talento de Gaspar Noé para filmar. Un talento que pone a su película lejos de 50 sombras de grey, muy lejos.
Love con todas sus carencias y fallas tiene un sólido envoltorio con hermosas escenas, y una aproximación estética a la pornografía.
Lástima que no alcance, y que parezca que Noé anda tambaleante en una fiesta, desinhibido y narcisista como solo un borracho puede serlo hablando del Amor, mientras de fondo se escucha algo similar a Agapornis.
Mónica Heinrich V.
Lo mejor: estéticamente es muy linda (a pesar de su exceso de penes y tetas)
Lo peor: la actriz que interpreta a Electra, la autoreferencia constante, el exceso.
La escena: los planos secuencia del parque y el callejón.
Lo más falsete: el exceso de escenas sexuales, la del café con el policía, la mayor parte de las voces en off y alguna de las discusiones entre Murphy y Electra.
El mensaje manifiesto: Gaspar Noé se ama a sí mismo
El mensaje latente: Ese amor no siempre será compartido con el público
El consejo: igual es una película que no dejará indiferente a quien la vea, así que si la pillás por ahí adelante…
El personaje entrañable: Gaspar, el hijo de Murphy…porque uno dice, qué vidita le espera a ese niño
El personaje emputante: Murphy, Electra, Omi, el director de la galería, la mamá de Electra, Julio, el paco, sí…
El agradecimiento: porque a pesar de todo tiene sus buenos momentos.
CURIOSIDADES
La película planeaba filmarse antes de Irreversible y la idea era que Belucci y Cassiel sean los personajes principales, sin embargo al leer el guión ambos actores lo encontraron demasiado y se declararon en contra de exhibir su vida sexual de esa manera, así que declinaron el proyecto. Noé, entonces, decidió filmar primero Irreversible.
Las primeras escenas en filmarse fueron las sexuales. La primera escena de todo el rodaje fue el primer plano del pene Murphy y el actor que lo interpreta se sintió súper incómodo con ganas de agarrar un avión y volver a Estados Unidos, sin embargo, conforme la filmación fue avanzando las siguientes escenas se hicieron más fáciles de rodar.
Fue filmada con la Red Epic Dragon y tuvo un presupuesto aproximado de 3.000.000 $us.
Karl Glusman ya era actor, pero a Aomi Muyock y Klara Kristin el director las conoció en salidas nocturnas a antros y fiestas, y las invitó a participar de la película.
Noé dijo que el guión solo tenía siete páginas.
Se filmó desde octubre del 2014 a febrero del 2015. La postproducción se hizo en 3 meses para poder llegar al Festival de Cannes.
Se presentó fuera de la competencia oficial, porque no llegaron a tiempo para eso, pero Noé quería que la película esté dentro del festival y que se presente como sea.
El Hotel Love que se ve en Enter the Void, se muestra en diferentes escenas de Love.