Por: Eva Sofía Sánchez
Cuando el trabajador crece en la sociedad y tiene la oportunidad de ser protagonista de la historia, practica el método del opresor porque fue el único método que aprendió.
Entonces, él sólo sabe operar como el opresor
(Paulo Freire – Arrastao)
Un hombre entra a un bar y se encuentra con dos amigos.
- “¿De qué hablan?”, pregunta el hombre.
- “Estamos confundidos”, responde uno de sus amigos.
- “Sí. No entendemos la diferencia entre la izquierda y la derecha”, dice el otro.
- “¿Y qué importa?… mientras paguen”.
Reconozcamos verdades y contradicciones. El gobierno de Evo Morales es el de mayor bonanza económica de nuestra historia democrática. Se avanzó en los derechos sociales y laborales del ciudadano. Por supuesto; a la vez es el proceso político que más ha contribuido a la división de clases y enfrentamiento social a través de su retórica dialéctica y grupos de choque.
También hemos vivido grandes momentos de participación pura en sendos procesos electorales y un poderoso resquebrajamiento de las instituciones democráticas. Hemos visto el fortalecimiento del Estado ‘Gran Hermano’ y el empoderamiento de facciones regionales opositoras. Hemos presenciado sus luchas contradictorias y su posterior alianza de intereses. Hemos reivindicado milenarias naciones indígenas y hemos reprimido otras tantas. Hemos escuchado a nuestro presidente lanzar furibundos discursos anti-capitalistas en foros internacionales y lo hemos visto luego cerrar negocios multimillonarios con socios de dudosa reputación.
Bolivia ha reivindicado el amor por la tierra ancestral en su Constitución y hemos aprobado construcciones devastadoras para el medio ambiente. Aprobamos esa Constitución con sangre y marcha y luego hicimos un referéndum para modificarla. Decomisamos droga todos los días y también la consumimos en cantidades alarmantes. A algunos les asfixian las obligaciones con el Estado y otros gozan de impunidad dentro de la ilegalidad e informalidad. Nunca hubo tanta huelga de hambre y jamás tuvimos tanta comida sobre la mesa.
¿Realmente algo ha cambiado? ¿Es esto la izquierda o la derecha?
El problema no es que no podamos distinguirlas. El problema es que este gobierno nos tiene profundamente confundidos. ¿En qué momento un proceso político se estanca y queda preso del propio contexto social que busca transformar?
El profesor Stuart Umpleby dictó una ponencia en la universidad de Washington en 1983. El tema central de su charla fue “El ambiente social” y presentó conceptos básicos de la cibernética. Esta es una ciencia que estudia los sistemas regulados, cuyos postulados se pueden aplicar a procesos sociales y políticos.
En su charla, Umpleby explica a grandes rasgos el concepto de la auto-organización. “Pensemos en El Estado como una máquina que aprende y se organiza”, dice el científico, “esta máquina y su entorno (social, cultural, histórico) forman el sistema auto-organizado, que viene a ser un nicho de confort en el orden social existente”. Si se quiere; un estado natural de las cosas o ‘Statu Quo’.
“Los sistemas dinámicos desarrollarán organismos adaptados a su entorno. La tendencia es: el sistema viaja hacia un estado de equilibrio”, aclara Umpleby. Así funcionan los sistemas cibernéticos en las arenas de las ciencias exactas, pero cuando incluimos el ‘factor humano’ descubrimos que podemos ‘amoldarlo’. “Si deseas manipular un organismo, lo presentas frente a un contexto favorable a tus intereses”, concluye. En este momento es cuando entra en juego la ‘manipulación’ de las instituciones, leyes, reglas del juego. Ése fue el juego que empezó a jugar nuestro gobierno del ‘cambio’: la manipulación del entorno. De ahí nace nuestra confusión.
¿Quién ha sido el gran manipulador? Pues la incógnita queda en el aire.
Tal vez la mejor manera de diferenciar las izquierdas de las derechas sea reconocer sus patologías. En una entrevista concedida este año, el expresidente de Uruguay José Mujica definió a la izquierda como “el cambio por la justicia y la igualdad” y a la derecha como “luchadora por la estabilidad”. Luego describió las ‘enfermedades’ de cada una: “La patología de lo conservador es caer en actitudes fascistas. La patología de la izquierda es caer en el infantilismo; confundir los deseos con la realidad”, concluyó.
¿Y cuál es la patología del poder desmedido? Mujica no lo sabrá, pues él decidió cumplir sus mandatos y dejar que la nación siga su curso. En cambio Morales y Maduro intentaron modificar el contexto para mantener su proceso de auto-organización. ¿Padecen ellos del famoso ‘Mal de hubris’? Esta es una condición que se describe desde la antigua Grecia. Así se llamaba a la falta trágica en la que incurría un héroe, a pesar de la advertencia de los dioses. En nuestros tiempos, se usa el término para identificar a quienes distorsionan la realidad y sufren de delirios de grandeza. ¿Cómo se cura esta condición? Solamente con un baño de realidad.
La tragedia del resquebrajamiento de este proceso es que las esperanzas eran muchas y no estaban enclaustradas en los límites de Bolivia. Toda Sudamérica vive una ‘gran desilusión’ con sus gobiernos de izquierda y cambio. Queda la sensación de que nos vendieron humo. ¿Cuánto realmente ha cambiado? ¿Qué transformaciones estructurales y profundas hemos vivido? ¿O es que todo esto ha sido retórica y folclore?
Siempre es sano encontrar consuelo en las artes. El cantautor bahiano Tom Zé describe esta desilusión de manera lúcida y honesta en su canción ‘Generación Y’. Al inicio de la canción, Zé nos canta, con doloroso dramatismo y dicción:
Ay y nuestros ideales, ¿quién diría?, en el mismo camión de policía que la burguesía. Un bollo de parientes por atender en los ritos y delitos del poder. Puta, qué tragedia cayó sobre nosotros cuando la ilusión tuvo voz.
Eva Sofía Sánchez
Excelente articulo. Muy puntual y profundo. Pie para iniciar discusiones y análisis mas especializados. Gracias
Muchas gracias por leer y comentar. Un saludo!
Muy buen artículo. Un análisis sereno y transparente, sin intereses ni intenciones sesgadas. Induce a continuar con estudios más profundos, para responder a las interrogantes que plantea.
Muchas gracias. Un gran saludo!