Por: Mónica Heinrich V.
Mi querido y pandémico visitante, si querés abrazar esas horas divinas que estás ocupando en tratar de hacer pan, en fingir que vas a hacer ejercicio para no enchancharte, en quedarte con los ojos cuadrados de ver TV o simplemente en angustiarte por la idea del no-futuro, tenés que dejar de boludear y leer La vegetariana.
El hype que precede a esta novela es absolutamente justificado. Leí el libro hace ya dos años, cuando la vida todavía tenía esos momentos de «Ay, no me da el tiempo para escribir sobre La Vegetariana» «Ay, no me da el tiempo para hablar sobre La vegetariana», pero estamos en claustro (#QuédenseEnCasaPerros) y hoy es el postrero día que sí, que sí me da el tiempo, que sí puedo escribir y hablar sobre La Vegetariana.
Empezaré diciéndole a Hank Kang que la amo. No es nomás Amar, Amar es Amar. Amo su estilo sencillo, su prosa visceral, su capacidad de abrirte mil imágenes en una frase, los colores que evoca, las preguntas que deja aleteando en tu cabeza y en tu corazón.
En La Vegetariana, Han Kang construye una obra terrible de tres actos, contada desde tres lugares o miradas, pero siempre teniendo como protagonista de ese «afuera» a Yeong-hye.
Ah, nuestra querida Yeong-Hye, nuestra atormentada Yeong Hye.
En la primera parte, el inútil del marido de Yeong Hye nos narra el inicio de lo que todos tildarán como una locura. Yeong Hye empezó a tener sueños extraños y dejó de comer carne. Sin mayor explicaciones, sin mayores dramas. Este hombre insignificante que se casó con ella porque pensó que ella también era lo bastante insignificante para que juntos tengan una vida insignificante y sin sobresaltos, descubre que su mujer ya no es la tranquila, sumisa ama de casa que fue hasta ese momento. Yeong Hye ha dejado de pensar en él, y vive aferrada a esos sueños y a otros impulsos que hacen que los que la rodean se horroricen. El marido, entonces, en lugar de preocuparse por ella se ocupa de contarnos cómo lo afecta a él la situación. Ah ¡cómo te odié insignificante marido de Yeong Hye! remedo del patriarcado más feroz que sufre Corea del Sur, sujeto incapaz del menor acto de empatía, de amor ¡Cómo te odié marido insignificante y pusilánime! Cuando la leche se derrama y Yeong Hye sube un escalón más en cuanto a comportamiento perturbador, Han Kang cierra el relato mezquino del marido con una escena fuerte en la calle. Así sabremos que lo que sea que está pasando es mucho, mucho más grave de lo que nos imaginamos, y que este cuento de una vegetariana convertida va más allá del acto de comer carne.
La segunda parte titulada La Mancha Mongólica está narrada por el cuñado. Otro pelotudo. Un seudo-artista que se obsesiona con Yeong Hye y su obsesión será una obsesión en toda regla, abrasiva, insana, dañina. Quiere que sea su modelo para una de sus «obras de arte», aunque en realidad subyace un deseo sexual enmascarado detrás de la propuesta. Nuevamente, cero empatía, solo pensar en su propio placer, en sus propias necesidades. Un abanico de emociones te golpean ante el utilitarismo del sujeto. Sufrís por la desgraciada posición de su esposa, la hermana de Yeong Hye. Y asistís con pánico a la caída en picada de nuestra vegetariana. Las cosas se irán descontrolando y llegaremos a una de las imágenes más poderosas del libro. Una que hace que te digás: Ah, con razón la gente dice lo que dice de esta novela. Y, claro, odiás al pelotudo del cuñado ¡Cómo te odié cuñado pusilánime e infiel! mientras tanto, tu simpatía por lo que atraviesa Yeong Hye sigue creciendo párrafo a párrafo.
Cuando ya tenés claro que esta no es una novela feliz, y que lo que estás leyendo es parte de la pandemia más asesina que azota al ser humano, una pandemia que no es un virus, la hermana de Yeong Hye narra la última parte. Los árboles en llamas. Una sufrida parte en la que ella peregrina tratando de «curar» a su hermana.
Estaba a punto de entrar en la tierra… derretida por la lluvia… completamente derretida. Es la única manera que existe… para nacer de nuevo al revés.
Dice Yeong Hye. Y vos también querés convertirte en árbol y escapar de esa violencia en la que vivimos día a día, y de ese falso sentido de sociedad, de sororidad, de solidaridad, de pertenencia. Nosotros somos más como el pusilánime insignificante del marido, como el pusilánime infiel del cuñado. Somos ese tipo de gente que no deja entrar a otra gente a los hospitales, o que hace que un féretro peregrine por todos lados. Eso somos.
La Vegetariana de Han Kang es un libro inolvidable. La auto-destrucción como base de un renacimiento, las estructuras convencionales cuestionadas, la resistencia más allá de un acto de rebeldía, sueños que dicen más que la realidad, todo se entremezcla con una escritura que rebosa talento.
Hay frases que te persiguen por la noche, hay imágenes que te persiguen por la noche y que te impelen a levantarte y pararte frente a la heladera sin decir nada. La supuesta locura de Yeong Hye te hace pensar que quizás no estamos tan lejos de ella como pensamos, quizás todo esto no sea más que una sueño…
Quizás cuando algún día despertemos…
LINK para descargar La Vegetariana ONLINE: LA VEGETARIANA
CURIOSIDADES
La obra se inspira en el cuento The Fruit of My Woman escrito por la propia Han Kang.
En 2009, La Vegetariana fue adaptada al cine con el mismo título por el director, Lim Woo-Seong con la actriz Chae Min-seo en el papel de Young-hye.
Es el primer libro de Han Kang traducido al inglés y al español.
Han Kang nació en la ciudad de Gwangju en 1970. A los once años se mudó a Seúl con su familia. Durante su adolescencia pasó por etapas difíciles y se identificó con escritores que se hacían las mismas preguntas que ella.
Han Kang Estudió Letras en la Universidad Yonsei y después de graduarse trabajó durante tres años como periodista para las revistas Publishing Journal y Samtoh, entre otras. Debutó con el relato «El ancla escarlata». Enseña Creación Literaria a la vez que escribe cuentos y novelas.