Nunca un poster fue tan sincero: La realidad supera a la ficción.
Así es, muchachos, El Clan de Pablo Trapero se queda corta en sus aspiraciones a trasladarnos al perturbador mundo de la familia Puccio.
Muy corta.
En 1982, el joven Ricardo Manoukian es secuestrado. A pesar de que la familia pagó el rescate, el cuerpo del infortunado aparece con tres balazos. Así comienza una de las historias criminales más sórdidas de Argentina.
Sórdida porque ya en 1985 y después de tres secuestros más, se detiene a Arquímedes Puccio un milico de la dictadura en retiro y con nexos en las altas esferas políticas y militares.
Puccio hizo lo que hizo ayudado por otros dos “colegas” y con la complicidad (aparente) de toda su familia: la esposa (llamada curiosamente Epifanía), tres hijos varones y las dos hijas mujeres. El mayor de los chicos no pasaba los 22 años y la menor aún estaba en colegio.
El tráiler de El Clan sí capturó ese hedentina que nos envolvía cual pesado poncho cuando pensábamos en dicho despelote. El plano secuencia de la cotidianidad de esta familia inmersa en sus actividades, que sigue a papá Puccio por la casa en la que todos conviven y que termina con el secuestrado enmanillado en el baño del segundo piso, estaba demasiado bueno.
Si la película hubiera seguido esa tónica tendríamos un peliculón de aquellos, pero Trapero decide hacerle homenajes a Scorsese, a Mann y estiliza tanto la historia como los personajes en una vacua búsqueda de alcanzar las fórmulas americanas.
Quiero decirle algo a Trapero: los gringos hacen eso que intentó hacer y lo hacen mejor.
El guión, también de su autoría, crea un anclaje emocional en la figura del atormentado Alejandro Puccio (Peter Lanzani) y nos lo presenta como un chico con futuro en el rugby que queda atrapado por las telarañas de su padre, Arquímedes (Guillermo Francella).
Juega con el glamour que rodea al joven Puma, y lo contrasta con una vida familiar clasemediera en problemas por el cambio de gestión del país.
Con algo de ingenuidad y como muletilla, Trapero recurre en demasía a las imágenes de archivo para remarcar constantemente que la dictadura terminó pero que la nueva etapa democrática levanta incertidumbre y que gente como Puccio quedó sin opciones laborales. Sí, a pesar de que la dictadura concluyó algunos resabios flotan en al aire, escondidos pero presentes.
Agradezco el contexto, pero me estorba el subrayado.
Más aún si este subrayado es un mero ornamento que evade el tema más contundente del caso Puccio. Arquímedes Puccio fue parte del SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado) y también se dice que de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina: grupo paramilitar de extrema derecha que durante la dictadura “limpió” a la oposición), los entretelones del caso en el que es evidente estaba inmersa mucha más gente son apenas acariciados.
No hay profundidad, solo el morbo de agarrar a Puccio como psicópata narcisista y no contarnos más nada.
Algo que me aterraba del verdadero Puccio era su capacidad de camuflarse con el ciudadano promedio, cuando uno lo escucha en las entrevistas descubre un estilo coloquial, casi casi como cualquier panadero, jardinero, hombre mayor que te topás en alguna calle de Buenos Aires, eso es lo que provoca mayores escalofríos: La normalidad escondiendo un monstruo.
Y jode porque indirectamente te dice: tu mundo no es seguro. El tipo parecía un señor mayor normalito y mirá lo que resultó.
El Arquímedes Puccio de Francella, por el contrario, es un casi robotizado ser que además tiene look vampírico y afectado, ya con el chip de “soy malo, muy malo, no te imaginás lo malo que soy”.
Al Puccio de Francella te lo topás por ahí y te va a dar cosita de entrada.
Ok. Son las licencias narrativas al trasladar la realidad a la ficción, pero creo que ganaba más si no recurría a un estereotipo de villano.
La banda sonora también me significó un problema, una seguidilla (en su mayoría) de canciones gringas, estilizando aún más esta historia de una oscura familia venida a menos. Y ya quitándole el pero del algo burgués uso de temas en inglés, está excesivamente musicalizada. Perdí la cuenta de las canciones que puso en los momentos menos adecuados dándole aire videoclipero.
Sí, sí, sí, a El Clan la historia le queda grande, aunque haga méritos suficientes para que los 110 minutos que dura sean “entretenidos” (muy al estilo Hollywood) .
Trapero se ha convertido en un director bastante impersonal, que funciona correctamente y entrega productos correctos, pero que no trasciende ni creativamente ni narrativamente.
El Clan, cuya historia en la que se basa parecía destinada a que salgamos del cine desconfiando del amigo, del vecino que barre la calle, de los uniformados policías y de esa invisible mano que mece la cuna a nivel político, nos devuelve la imagen de un director que sueña con las alfombras rojas hollywoodenses y que en su afán de trasladar una trama argentina al fuero universal, entrega una película desangelada y sin intensidad.
Arquímedes Puccio, luego de un proceso judicial que solo puede caratularse como extraño, alcanzó su libertad en el 2008 y se convirtió en abogado. Un periodista lo fue a buscar a la Facultad de Derecho, el líder del infame clan, que seguramente carga más muertitos de los que se supo, lo recibió amablemente. Ahí, el periodista recorrió los pasillos universitarios con el viejo a su lado. Amén de que los jóvenes estudiantes no tenían idea quién era ni escuchando el nombre completo, Puccio empieza a decir canchero: «Mirá cómo camino, quién me para a mí. ¿A quién le tengo miedo yo?» El periodista interviene: » Bueno, en alguna oportunidad se le tenía mucho miedo a usted» y Puccio desestima esa afirmación exclamando muy fresco: ¡Pero ¿por qué? Todo por la prensa, querido!»
Ese es el Puccio jefe de un clan, líder de una mafia. Ese es el Puccio al que puedo imaginar secuestrando, torturando y asesinando personas sin siquiera pensar en ellos al día siguiente. Ese es el Puccio que queríamos. Y detrás de ese macabro Puccio, el clan, y detrás del clan la sombra del poder que lo protegió.
Mónica Heinrich V.
Lo mejor: se deja ver con interés
Lo peor: el montaje, los flahsbacks, la música gringa, y que a grandes rasgos se siente hueca en comparación a las impensables ramificaciones que tiene el caso Puccio.
La escena: el salto de Alejandro, y el montaje (too much) paralelo entre la escena sexual y la tortura.
Lo más falsete: el personaje de Puccio, cero matices. Un villano de manual de película americana.
El mensaje manifiesto: Solo vemos lo que queremos ver
El mensaje latente: Lo que no vemos puede que sea demasiado para nuestros ojos
El consejo: Vela, y antes o después nutrite de la extensa información que hay sobre el caso en las redes.
El personaje entrañable: las víctimas
El personaje emputante: la forzada representación de Puccio
El agradecimiento: porque dentro de todo es entretenida y su factura técnica aprueba.
LINKs de interés
https://www.youtube.com/watch?v=ohcxOS-d4YM&spfreload=10
Gracias por el comentario Monica.
No se si llegaré a ver a película pero el tema es bastante importante y tiene muchísimo impacto en Alemania
Lo que dices: una persona completamente normal( buen padre y hasta mejor abuelo) tiene una vida tranquila y vive como si no tuviera nada que pocultar de su pasado. Ocurre que esa persona decadas antes habia sido un monstruo tiránico torturador e implacable.
Cuanto Pucios andan sueltos e impunes por el mundo? («camuflados como ciudadano promedio» ? (sic)
No si si el objetivo del director es el de hacer una pelicula de enretenimiento o instructiva. Pero La redención de las victimas exige que mediante este tipo de peliculas muchas cosas salgan a la luz pública (vease la Memoria Historica en España) o la Vergangenheitsbewältigung en Alemania. Los desaparecidos latinoamericanos y del mundo entero tienen derecho a que se les oiga y a que no se olvide a sus verdugos.
Ojalá consigás verla, y creo que está teniendo buena distribución. Según tengo entendido el objetivo del director era hacer una película lo más cercana posible a la realidad y de hecho entrevistó a muchos de los involucrados. Lamentablemente, le quedó flojita…igual hay gente que la ha visto y le ha gustado! cuestión de percepciones, como siempre. Un abrazo
el cine es arte, no se puede pretender reflejar la realidad puntillosamente sino sería un documental, no una película, por algo obtuvo premios y reconocimiento internacional, por un poquito hubiese podido estar nominada al oscar, me pregunto si en algún momento se podrá leer en esta web un articulo con una crítica cien por cien constructiva o al menos un noventa por ciento, buscare si pusieron critica a «relatos salvajes», pienso que allí habrán sido mas indulgentes porque fue un peliculón
El cine es arte, exacto. Nadie dice que refleje la realidad 100% sino que el caso del clan Puccio estaba tan bueno que la peli no le hace justicia. A ratos hasta parecía un episodio de una serie de TV.
En todo caso, son percepciones. En esta web no se pretende dar críticas constructivas ni destructivas, sino compartir lo que la película dejó a quien la vio.
Sobre Relatos Salvajes, no escribí porque no tuve tiempo, pero esa sí me parece una película infladísima, el puesto en la nominación de los Oscar se lo merecía más Force Majeure, que tenía un planteo mucho más interesante y menos efectista, pero como digo son percepciones.
Saludos.