Por: Mónica Heinrich V.
CÓNCLAVE o evaporar la vergüenza
Hay algo sorprendente en Cónclave una de las grandes nominadas al coso dorado 2025 (8 nominaciones), ese algo es que consigue engañarnos. Consigue que no nos veamos venir el tren descarrilado con el que nos atropella al final. Ni Shyamalan se atrevió a tanto.
Amo las historias sobre cómo se elige al Papa. Ese mundillo oscuro y retorcido donde se tejen más movidas políticas que en la ONU o en la OEA.
Como en lo posible no leo sinopsis o reseñas antes de ver una película, mientras Cónclave estaba en pantalla me entusiasmé, pensé que iba a ver una adaptación del libro En nombre de Dios (se los dejó ACA porque está bueno) de David Yallop. Porque todo era ligeramente familiar. Pero no. No. Esto se basa en la novela homónima de Robert Harris que también pueden descargar ACA.
Un Papa muere de manera sospechosa. El cardenal Lawrence (Ralph Fiennes) tiene que dirigir el Cónclave que elegirá al nuevo Papa. De todas partes del mundo llegan cardenales a votar. Los ñoños podrían pensar que esto es lo más inocente y tierno que puede existir. Hombres de fe de distintas nacionalidades con la responsabilidad de elegir a uno de los hombres más poderosos del mundo. Al líder espiritual de muchos. Pero, gente, esto es lo menos inocente y tierno que pueda existir.
Las cosas comienzan a torcerse más cuando uno de los curas le dice al cardenal Lawrence que el Papa murió después de intentar despedir al cardenal Tremblay (John Lithgow, por siempre en nuestros corazones Trinity) aunque no sabe el motivo. Tremblay es uno de los fuertes candidatos a ser Papa. Y pensás que si han llevado a Trinity para interpretar a Tremblay, el asunto que no sabemos debe ser algo muy turbio. Gritás: Pedófilo.
El director Edward Berger repite sus manierismos de Sin novedad en el frente, con una música que rompe los climas o los contamina. Berger tiene una puesta elegantísima digna de mejores causas. Un casting perfecto en el que destacan Stanley Tucci como Bellini, Sergio Castellito como Tedesco, e Isabella Rosellini como la hermana Agnes. El guionista Peter Straughan (Our Brand is crisis, Frank, Tinker Taylor Soldier Spy) hace lo que puede con una historia que viene fallada de origen, de la novela.
Porque Cónclave, detalles más, detalles menos, es muy muy fiel a la novela.
La elección del Papa se maneja con misterio. Este es un thriller que engancha. O, bueno, a mí me tenía enganchada. Cada vez que surgía el rumor de un secreto, gritaba: Pedófilo. Seh. Así nomás es.
La fotografía de Stéphane Fontaine (Elle, A Prophet) es una de las grandes virtudes de esta película. Captura la esencia del aislamiento para la votación. Hay una deliberada geometría visual que deleita la pupila. Las escenas de conspiración para conseguir votos. Los claroscuros. La toma de los paraguas. La composición, la luz, hermoso.
Todo transcurre entre traiciones, rencores y crisis de fe. Meten de refilón amenazas terroristas. Y Ralph Fiennes está fantástico. Fantástico. Es un atormentado y conflictuado Lawrence.
Hasta ahí, íbamos bien.
SPOILER Se hace evidente desde el segundo cero que la presencia del misterioso cardenal Benítez (Carlos Diehz) hará que lo conviertan en Papa. O que por lo menos pelee la plaza. Y ahí es cuando la película misteriosa, el thriller que engancha se convierte en OTRA película. La película, de la nada, larga dos discursos. Uno en la boca de Tedesco, el cardenal que representa el oscurantismo y otro en la boca de Benítez, el cardenal ñoño y progresista. Caés de rodillas y le rogás a Toth que nos ayude a encontrar el rumbo. Pensás: Si eligen a Tedesco sería bello porque la Iglesia en realidad es así. Oscurantista. Y no importaría las huevadas que esos dos hablaron. Nos dejaríamos de caretadas. Salvarían la película y nuestras horas en el cine y nuestra fe en la humanidad. Necesitaba que la votación sea ganada por Tedesco. Que todos escriban en su papelito: Te Des Co. La desgracia mayor no es cuando eligen al latino mexicano como nuevo Papa. Sino que luego resulta que Benítez tiene un secreto. Volví a gritar: Pedófilo. Sí. Soy el meme de Leonardo Dicaprio cuando apunta una pantalla de televisión. Entonces vino el abismo. La explicación inaudita. Si creen que no puede ser igual en la novela. Es igual. Exacto. Solo que, en la novela, el amigo tiene hasta clítoris. Ajá. FIN DEL SPOILER
Es la explicación más impensada. Más inesperada de los últimos tiempos. Lo curioso es que termina siendo una lavada de cara de la Iglesia y asoma, así como serpiente venenosa en la mayor parte de las películas de los últimos tiempos, un discursito forzado que pretende reivindicar lo femenino o lo diferente en cuanto a género e identidad, pero si se piensa bien es un mensaje contradictorio nomás (SPOILER “No quise operarme porque esta es la obra de Dios”, o sea quien se hace algo al cuerpo, lo que sea, ¿está yendo contra la obra de Dios? FIN DEL SPOILER)
Mención aparte a Isabella Rossellini que, como toda monja en el Vaticano, aparece casi de adorno, pero sus breves apariciones son luz. Y verla nos recuerda a nuestro David Lynch. Vivo en cada frame de cualquier película.
Lo mejor: Elegante, bien filmada, magníficamente actuada Lo peor: sin dudas, la sorpresa del final La escena: cuando largan la verdad de Benítez Lo más falsete: los discursos de Tedesco y Benítez y la risible sorpresa final El mensaje manifiesto: la Iglesia está compuesta por hombres que elegirán a otro hombre que hará el bien El mensaje latente: no conocemos realmente a ningún curita El consejo: para verla por la foto y las actuaciones El personaje entrañable: la gente que siempre espera el humo blanco de su nuevo Papa El personaje emputante: la Iglesia que siempre hace creer a la gente que los Papas trabajan para el vulgo y no para el Vaticano El agradecimiento: por su fotografía, por Ralph y por Isabella.
SIN NOVEDAD EN EL FRENTE o evaporar la ternura
Hay algo maravilloso de Sin novedad en el frente (All Quiet on the Western Front) una de las grandes ganadoras de los Oscar 2023, ese algo es el libro en el que se basa. Así es, nuestro siempre extrañado Robert Arlt, comentó: “Ustedes sabrán que el libro Sin novedad en el frente es la obra más revolucionaria, humanamente revolucionaria, que haya podido escribirse después de El fuego de Barbusse y El hombre es bueno de Leonard Franck”. César Vallejo también tuvo cálidas palabras para esta obra: “Remarque trascribe la tragedia del soldado, con una fidelidad y un sentido de reportero incomparable”.
El alemán Erich Maria Remarque, veterano de la primera guerra mundial y detractor del nazismo desde sus inicios, publicó Sin novedad en el frente en 1929 (lo pueden leer ACÁ). El relato se basaba en sus propias vivencias como soldado. La obra ha tenido dos adaptaciones al cine: una americana en 1930 bajo la dirección de Lewis Millestone que ganó el Oscar a Mejor Película y Mejor Director, y otra televisiva en 1979 que ganó el Globo de Oro a Mejor Película y un Emmy a Mejor Montaje.
La producción netflixera sería la primera versión alemana. Acá la palabra clave es: netflixera. El libro piropeado por Arlt y Vallejo termina convirtiéndose en esa típica película sobre la guerra de factura hollywoodense que ya hemos visto tantas veces.
La dirección es responsabilidad de Edward Berger que se inclina por trasladar a la pantalla gigante las partes más movidas de la trama escrita por Remarque y se inventa otras. Deja de lado por completo eso que hacía especial la obra literaria, y se atrinchera más bien en un territorio seguro y vacío: La guerra es mala.
Berger, Lesley Paterson e Ian Stokell se dan el trabajo de adaptar el guion y de agregarle algunos colgandijos a la trama como por ejemplo las posturas opuestas entre los alemanes que deseaban el armisticio y los generales que querían seguir en el tole tole, también anula a algunos personajes y cambia la muerte de dos de ellos de manera sustancial. Obviamente que una adaptación es y debe ser susceptible a cambios. Berger es el director y su visión estará por encima de la obra literaria, pero imaginando que el libro no existe es donde la película pierde más. No tanto porque sea una “mala” película, que en la forma no lo es, sino que dada la trascendencia que alcanzó en festivales o premios, uno al verla busca algo diferencial que la haya elevado sobre otras películas del año o del género. Sin embargo, la propuesta de Berger está bien ejecutada, sí, con una hermosa fotografía y un espectacular diseño de producción, también y subida a los hombros de su actor principal Felix Kammemer que hace un debut actoral impresionante interpretando a Paul Baümer, pero sin algo que la saque de su zona de confort.
Como el contexto brilla por su ausencia, así, al pasar, “sin darse cuenta”, de “refilón” diríamos vulgarmente, villaniza más a los franceses al punto que en la firma del tratado son ellos los altisonantes, los hijos de puta, los que se resisten a la paz, y son unos granjeros franceses, para más desgracia, un niño con expresión de asesino serial, los que terminan por eliminar a un hambriento soldado alemán. En la película, los franceses son humanizados cuando los alemanes los humanizan. Mientras tanto, en el lado alemán, a excepción de las altisonancias y disonancias de generales y políticos, todo transcurre entre humana fatiga y sobrevivencia. Remarque debe estar pateando el cajón, el trabajo que puso en echar una luz menos amable a su propio regimiento queda eliminado.
Aunque muchos espectadores se han sentido encantados y/o impactados por la música que le dio el Oscar a Mejor Banda Sonora a Volker Bertelmann, a mí me pareció horrible, no el arreglo musical o la música en sí, sino su uso, esa atmósfera excesivamente incidental sobre todo con los sintetizadores punzantes. Los tipos en la trinchera con el pánico a morir y esa melodía sonando para dejar en claro que lo que estábamos viendo era malo o que iban a pasar cosas malas. Me imaginaba la misma escena, solo balas, ruido de botas y silencio…tal como ellos vivían esos momentos y pienso que sería mucho más efectiva.
De todas maneras, Sin novedad en el frente tiene momentos poderosos. La pérdida de la ternura, de la inocencia, es puesta en metáforas como la escena inicial del zorro y sus cachorros o la del escarabajo y la cajita de fósforos. Paul es uno al inicio y es otro al final. Como sucede siempre en la guerra real o ficticia. Remarque, que tenía el don de la palabra, lo describe mejor: “No puedo creer que se haya evaporado completamente aquella ternura que llenaba de inquietud nuestra sangre, aquella incertidumbre… No es posible que todo se haya hundido definitivamente en los bombardeos, en la desesperación”.
Lo mejor: Impresionante fotografía y se basa en un impresionante libro Lo peor: villaniza al pedo a los franceses y victimiza en demasía a los alemanes La escena: la cajita de fósforos Lo más falsete: lo que pasa con los franceses El mensaje manifiesto: la guerra todo lo destruye El mensaje latente: después de la guerra hay que construir lo destruido El consejo: leer la novela El personaje entrañable: todo los casi niños que van a la guerra El personaje emputante: los políticos que deciden las guerras y que envían niños a pelearlas El agradecimiento: por la novela.