Un momento basta para cambiar la existencia. Un instante. En cuestión de parpadeos podés cagarla pateando penales como Messi, Ronaldo, Ramos y Kaká. En otros, llegás a la gloria.
En el lugar equivocado a la hora equivocada pasan cosas malas, en el lugar correcto a la hora correcta pasan cosas buenas.
Segundos decisivos.
Una mosca percibe el movimiento humano en slow motion, y su visión de 360 grados hace que le sea posible anticipar el peligro y darse el lujo de terminar su comida antes de escapar.
Sehhhh…somos como esa canción chota onda poesía que se escuchaba por las madrugadas en una FM de Santa Cruz de la Sierra: Tú eres parte del universo, tienes derecho a existir…y bla bla bla bla…
Eran las 9 de la noche en suelo porteño y ese era el mensaje, el concepto en el que descansaba el más reciente show de Mayumaná. Lo de la viveza o virtud de la mosca aparecía en una pantalla únicamente para mostrarnos que la tecnología es parte inherente de nuestra vida diaria.
Mientras, un integrante del famoso grupo israelí calentaba al público y yo, por primera vez, me encontraba sentada en el Gran Rex de Buenos Aires.
En mi mente se agolpaban pensamientos: Frío. Bjork perdida. Spot. Thai Food. ¿Nos cobraron el programa? Tigo funciona. Confessions. Ley del Menor. Joaquín Cortés petacudo. Bob Dylan WTF. Mosca pendeja.
Nunca había pensado en la mosca con admiración. A excepción quizás de las negras/genocidas imágenes que Mafalda puso en mi mente cuando mataba moscas con el veneno en spray y que hizo que consecuentemente dejara de matar moscas.
Ahora resulta que la mosca es interesante, y que encima su cerebro tiene un movimiento neuronal similar al de una computadora.
Fascinante, diría Sheldon Cooper.
Pero aquí el tema no es la mosca perse, sino lo que Mayumaná intentaba decir a través de ese tierna introducción.
Alguien dirá, con justa razón, “Esperá, ¿qué mierda es Mayumaná?” Pues desde hace años uno de mis anhelos era ver a este grupo de baile. Porque ver bailar siempre es lindo, y porque ver bailar muy bien es mágico.
Creados en Israel en 1997, se trata de un elenco formado por jóvenes bailarines de varios países.
Mayumaná viene de la palabra hebrea Mayumanut’, מיומנות , ‘, que significa habilidad, destreza. Y eso es lo que ofrece: el baile contemporáneo converge con la percusión, el teatro, humor, la tecnología y las coreografías donde además de instrumentos habituales se sirven de elementos urbanos para crear sonidos y danza (escobas, turriles, cajas, etc…)
Un espectáculo así solo puede ser un éxito y actualmente hay tres shows de Mayumaná que se presentan simultáneamente en algún lugar del mundo.
A mí me tocó ver Momentum 2.0. y de esa manera quemé una quimera más de esas que atesorás, y que luego vas destruyendo como “pompas de jabón”…
Digamos que si ya viste shows como los del Circo del Sol o los Blue Man Group, ver a Mayumaná te sabe como a una cuarto de libra con queso comprada en la McDonald.
Ajá, ya me puse cojuda con mi incendiada quimera. Y fue un bonito show, no digo que no…pero a diferencia de los otros mencionados, Momentum 2.0. tiene el concepto pegado con moco, como para decirnos que todo ese despliegue de baile, y despelote tiene un sentido, y encima es un sentido que apela hacia la usada idea de: VIVIR EL MOMENTO…
Un bailarín interactúa con el público y la página de Facebook oficial del grupo. Los presentes empiezan a enviar mensajes en tiempo real que son vistos y contestados en la pantalla gigante que tiene el escenario. Relojes, y frases célebres alusivas al tiempo se intercalan con los números.
En una de sus rutinas más logradas, los bailarines muestran cómo el corazón de cada uno late con ritmos diferentes: Batucada, beatboxing, danza clásica, baile contemporáneo, ilustran estas diferencias.
Algunas rutinas apuestan por un montaje audiovisual que se combina con la presencia del artista en vivo. Una de las bailarinas aparece en escena tocando una guitarra de palo. Cuando abandona el escenario su imagen con idéntico vestuario y actitud continúa tocando la guitarra en la pantalla, la misma chica regresa con otro instrumento o con una coreografía que luego es incorporada a la guitarra. Y así sucesivamente en un increscendo.
La idea base no es mala. Su mayor problema es que de los 10 bailarines que habían en escena, dos eran realmente sobresalientes y el resto eran bailarines estándar, incluso había uno que estaba fuera de forma, y para ver bailarines fuera de forma mejor me quedo en mi casa.
Otro detalle, si vendés un show donde la precisión es tu marca, espero ver a todos los crispines moviendo el brazo a la misma altura al mismo tiempo, porque uno que se salga de tiempo jode la cuestión y la mística.
Más. No sé quién se copió de quién, o si es algo de “moda” ajuera, pero muchos de los elementos argumentales de Momentum 2.0. eran idénticos a los usados por The Blue Man Group. A saber: incursionar con las cámaras entre el público y hacerlo participar. Crear una situación en que alguien del elenco corteje a una dama del público. Llevar a dicha dama al escenario, filmar todo y al final hacer un collage de imágenes de lo filmado.
La diferencia está en que los azules alienígenas de The Blue Man Group desde el concepto de ellos mismos como sorprendidos seres ante un mundo moderno incomprensible, hasta su show en el que todo está hilado y justificado, resultan más honestos.
Mayumaná, sin embargo, tiene cosas a destacar: una interacción con el público muy conseguida desde el inicio, un par de rutinas en las que el virtuosismo de los bailarines mencionados brilló como un faro en la oscuridad, y una sensación “feel good” generalizada al caer el telón.
¿Basta? No. Para lo esperado esa fría noche de abril, “feel good” es solo eso.
Un día después, Farruquito, el príncipe del flamenco, en el mismo lugar, a la misma hora, dejaría su impronta convirtiendo ese “feel good” en la magia esperada.
Esa magia que agita los corazones y nubla la mente, días, meses, años después de vivida.