LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

La vida detrás del burka

Por: Mónica Heinrich V.

Kandahar suena muy lejos, incluso fantasioso, como si perteneciera a una realidad totalmente ajena a la nuestra. Pero Kandahar existe, y también existen su extrañísima forma de vida, sus prohibiciones, sus talibanes, sus mujeres relegadas a una vida casi surrealista.

Y es que surrealista es el mejor adjetivo que cabe para la vida de esa gente, personas sumidas totalmente en la miseria. Kandahar sitúa su historia antes del conflicto con USA, antes de que los gringos fueran a llenar de terror esas tierras en una misión que califican de salvadora o en el mejor de los casos de liberadora, pero lo cierto es que ahora además de las bombas o minas talibanas los afganos tienen que temer las armas americanas…

El «burka» es esa especie de manta que cubre la cara de las mujeres y que sólo deja ver los ojos, con unos pequeños huequitos para que respiren en la parte que cubre la boca y la nariz. Fue impuesto por el régimen talibán.

Nafas es la protagonista de esta historia, historia basada en un hecho real. Nafas emigró a Canadá donde estudió periodismo, sin embargo ha recibido una carta de su hermana que le dice que ya no aguanta más, que para ella la vida es un calvario y que se suicidará cuando se geste el último eclipse del siglo.

Nafas, desesperada, intenta por todos los medios entrar a Afganistán y concretamente llegar a Kandahar. La historia parte de ese hecho, de la búsqueda de Nafas, del retorno a sus tierras, de los obstáculos, de la impotencia de pasearse por un país minado por la violencia y el extremismo más recalcitrante.

Nafas, al ser mujer, tiene una serie de restricciones que debe cumplir si quiere seguir viaje, debe cubrir su rostro todo el tiempo ya que está prohibido que la mujer muestre su belleza a menos que tenga permiso del marido, debe fingir que está casada porque es mucho más peligroso que lo haga sola, si se enferma el médico no la podrá tocar, las mujeres afganas no pueden mostrar su cara o cuerpo a nadie que no sea el esposo por mucho que estén al borde de la muerte…

La vida de una mujer afgana está tan registringida que ni siquiera tiene derecho a ser vistas. Nafas recorre los caminos para llegar a su hermana, caminos donde hay que tener cuidado porque como dejan minas botadas por todas partes corres el peligro de que pises mal y te quedes sin piernas…o mueras.

Las virtudes de la película se centran en su simpleza, en las imágenes, en el sentido de semi-documental que el director teje alrededor de la historia de Nafas. Sin embargo creo, que al igual que cualquier película Hollywoodense lacrimógena, Kandahar intenta forzar al espectador con escenas gratuitas a que realmente «sienta» o «sufra» lo que es la vida en Afganistán.

Kandahar se vuelve repetitiva en escenas y en recursos con el sólo afán de buscar la lágrima, la compasión o el entendimiento de la tragedia de ese pueblo. Kandahar abusa de recursos del guión para transmitir algo que no necesita ser forzado, porque consigue en escenas mucho más espontáneas lo que busca en escenas «hechas para conmover»… Es ahí donde Kandahar pierde su hilo, y pierde algo de la magia que pudo tener completamente de no ser tan reiterativa.

El director Makhmalbaf ha hecho películas que siempre tocan una fibra sensible del espectador, la otra que he visto suya es «El Silencio» donde casi sin diálogo y sí bellas imágenes, consigue recrear una historia muy bonita, simbólica y que no cae en abusos narrativos.

En este caso, el filme no cuenta con actores excelentes, pero recordemos, los protagonistas viven esa realidad día a día, así que sus dotes actorales se ven superados por la absoluta comprensión de los papeles que han representado. El guión está bien construido, aunque como ya dije, abusa de las reiteraciones y transcurre como la mayoría de las películas iraníes de manera lenta…y pausada.

Kandahar es una película que cuenta la vida debajo del burca, la asfixia de esas miles de mujeres que viven en las sombras de una cultura que se quedó varada hace siglos…Kandahar es la historia de la miseria, la pobreza, la desesperación afgana… Y es la historia de los ojos, como aquellos de la niña del National Geographic, ojos que a los 11 o 13 años ya han visto más de lo que nos imaginamos, ojos que piden ayuda y que expresan dolor, ojos que pasados los años, a los 20 o 25, serán los ojos de ancianos, porque en Afganistán…se envejece rápido.

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