Por: Mónica Heinrich V.
En estos días de llovizna, en los que nuestras emociones andan desbordadas debido a los partidos de la Champions (son importantes, gente), a las amenazas amenazantes y amenazadoras de este mundo hostil y al dólar que sube y baja, es menester hablar de esta serie, de Baby Reindeer, de Bebé Reno, de la serie del standupero y la gorda (para los que quieran resúmenes prejuiciosos).
Podría sentarme en el jardín, mirar hacia el infinito, ergo las nubes grises cruceñas, y decirles que no lo vi venir. Porque no lo vi venir. Que estaba aferrada a ese resumen feliz de: el standupero y la gorda. Para simplificar las cosas porque #LaSimplicidadEsLaBellezaDefinitiva. Que sonreía y reía, porque acababa de terminar el documental Quiet on set (HBO Max) y necesitaba algo ligero, divertido, donde las cosas sean simples y tontamente bellas. Esperaba chistes ingleses burros. Esperaba el derramamiento de fórmulas comerciales netflixeras. Eso esperaba.
Nada me preparó para el episodio cuatro. Nada.
Y recuerden que ya venía de Quiet on set. Entonces, es normal que me quede en estado de trance viendo las nubes grises cruceñas. Es normal y pertinente.
Les cuento: Donny (Richard Gaad) es un comediante que trabaja en un bar mientras su sueño de ser famoso y provocar risas está postergado. En el momento que conocemos a Donny solo vemos eso: el sueño roto de muchos. Dentro de todo, parece llevarlo bien. El tono es cómplice, tan cómplice que cuando entra Martha (Jessica Gunning) a escena y él explica que sintió pena por ella ni bien la vio llegar y que por eso tuvo el gesto de amabilidad que tuvo, es muy entendible. Yo haría lo mismito. Hasta le servía un masaco de yapa.
Así pasás los primeros episodios. Con la pena por Donny que no encuentra salida a esa necesidad de estar sobre el escenario sin el éxito que desea, y con una curiosidad morbosa por Martha que se convierte en la acosadora de Donny.
Ponés play a los capítulos con entusiasmo y disfrute, casi en automático, tal como las plataformas de streaming desean que hagás. Afuera caen bombas, y vos dándole play al coso como un zombie.
Hasta que llegás al episodio cuatro.
¿Ya dije que no lo vi venir?
Les cuento: (SPOILER)
Tenemos a Donny, un tipo bajoneado por no cumplir sus sueños y el acoso salvaje de una gordita pintoresca y reincidente. De pronto ¡PUM! en medio de ese tole tole, aparece la violación a un hombre de casi treinta años. Están leyendo bien. No lo vieron venir ¿no? Y esa violación llega con abuso de sustancias, depresión, confusión sexual, y las cosas tristes y duras que trae una violación.
La acosadora, por su parte, deja de ser la gordita pintoresca y reincidente y es también un personaje golpeado por una existencia de mierda, que vive su propio calvario: el de su mente trastornada.
El tono sigue siendo juguetón, con humor ya no negro, sino negrísimo, pero no importa el tono. Ya entraste a ese cuarto oscuro que la serie abre en el episodio 4. Y ya no saldrás de ahí.
El guion está escrito por el mismo actor que protagoniza la serie, basado en sus memorias. Gaad no escatima recursos casi literarios para trasladarnos el horror de vivir una experiencia así. Creo que nadie que vea (sí, señores) el episodio cuatro, quedará con la duda de ¿por qué se dejó? ¿por qué no denunció? ¿por qué no hizo algo? El guion está tan bien construido que es imposible que no entendás la situación de Donny y los porqués. Gaad no se guarda nada, y hasta el pensamiento más turbio y shoqueante es exhibido en pantalla FIN DEL SPOILER
Baby Reindeer es dinámica. Su montaje tiene un ritmo frenético, los cortes son bruscos, hay planos incómodos para reflejar la incomodidad, primeros planos para mostrar turbación, e intercala las acciones, la voz en off de Donny y los mensajes que Martha le envía por mail con sus errores y horrores ortográficos. Sent from my iphone se convierte en una de las frases más patéticas que leeremos en mucho tiempo.
Las actuaciones son de lo mejor que veremos este año en series y lo digo en abril, así de segura estoy. Richard como Donny o Donny como Richard, es un personaje entrañable y destruido que simplemente querrás abrazar. Nuestra Jessica (ya es nuestra) interpretando a Martha, logra que un personaje como ese se vea vulnerable y genere empatía, a pesar de todo. También tendremos amor para Nava Mau que interpreta a Teri. O admiraremos a Tom Goodman-Hill como el pérfido Darrien.
Weronika Tofilska y Josephine Bornebusch son las directoras y las encargadas de llevarte por esa montaña rusa de emociones que significan sus ocho episodios.
Hay algo moderno en el relato, y en la forma de contarlo, es una serie muy bien planteada como propuesta. Quizás a ratos da la sensación de “golpe bajo”, de explotación del dolor, de regodeo en la miseria, sobre todo en la charla que tiene Donny con su padre y se descubre lo que se descubre. Eso también ocurre con el final. Si bien no viste venir lo que sucede en el episodio 4, sí se ve venir el cierre de la serie. Sí percibís que la frase trillada de: “Y si miras largamente a un abismo, el abismo también te mirará a ti” se hará realidad de alguna torcida manera. Son golpes bajos, sí, pero dentro del planteo general tienen sentido.
Imagino que para algunos espectadores esta historia será demasiado y que su giro doloroso será machacón o auto-indulgente. Imagino que los que cayeron con el poster, con la etiqueta de «comedia», tendrán la sensación de que se les prometió un viaje a las Bahamas y terminaron en el lugar menos pensado, ese donde el trauma vive y se alimenta día a día del alma de las personas.
Imagino sentirán que es una serie lenta y sobre todo «fea» o «sórdida». Quién sabe. Ya dependerá del espectador conectar o no con la historia de Gaad. Solo puedo decir que en mi caso, sí crucé el puente de Gaad y quedé horrorizada. Esa es la palabra que mejor le acomoda: horror. Un horror donde las risas solo hacen más horroroso todo.
Baby Reindeer fue primero una obra de teatro, y antes de una obra de teatro fue la vivencia de su creador, de Richard Gaad. Podés oler la verdad en frases o escenas. En la performance resultona del Donnie fracasado. En su devastador deseo de atención, de validación. Podés oler el dolor del Donny que no denuncia a su violador. Podés oler el trauma. Y no es ni simple, ni tontamente bello. Ajá. Cuando terminaste la serie y afuera llueve y las amenazas amenazantes y amenazadoras del mundo hostil continúan, el episodio cuatro (debo remarcarlo) no te va a abandonar nunca.
Solo queda mirar las nubes grises.
Lo mejor: lo confesional y vuelta de tuerca del episodio 4 Lo peor: la horrible sensación que te queda después del episodio 4 Lo más falsete: lo que comparte su papá, como que forzadito La escena: todo el episodio 4 El mensaje manifiesto: hay que ver la manera de sanar el trauma, antes que el trauma nos devore El mensaje latente: el silencio no es consentimiento El personaje entrañable: Donny, y también Martha El personaje emputante: Darrien El agradecimiento: porque el episodio 4 es necesario para que muchas personas entiendan de qué va algo así.