CINE: Babylon
Por: Mónica Heinrich V.
En la Biblia, Apocalipsis 18, se habla de la destrucción de Babilonia. Según las sagradas escrituras, Babilonia era una ciudad que tenía que ser eliminada de este bello mundo porque era nido de…cito: Cosas asquerosas y detestables, obscenas y desagradables. Y uno reflexiona (mientras cae la lluvia y tratamos de escapar del dengue) que por eso el cineasta Damien Chazelle eligió ese obvio título para narrarnos una no menos obviedad que ha sido interpretada como una carta de amor al cine o.…un disparate.
En esta babilónica versión hollywoodense, Chazelle nos regala Babylon, pero tengo noticias para ustedes amables lectores, en Babylon co-existen promiscuamente dos películas.
Hablemos de la primera película: Carretera. Aproximación. Presentación de personaje. Manny (Diego Calva). Mexicano. Elefante. Camioneta apta para un caballo. Gordo chófer. Colina empinada. Manny, elefante, camioneta, gordo subiendo colina. Hay una fiesta a la que el elefante (no Manny, ni el gordo) tiene que llegar sí o sí para entretener a un montón de ricachones drogadictos cuyos oficios están relacionados al séptimo arte. Elefante y Manny consiguen llegar a fiesta y sigue una secuencia de situaciones “pecaminosas” destinadas a escandalizar ñoños. Presentación de otro personaje: Jack Conrad (Brad Pitt) actor. Estrella del cine mudo. Galancito que se casa y se divorcia, se divorcia y se casa. Sensación del momento. Por donde pasa disfruta de su poder y su lugar en el mundo, en Hollywood. Es el machirulo buena gente.
Presentación de otro personaje: Nelly (Margot Robbie) estrella que no es estrella pero que será estrella porque estrella se nace no se hace. Drogadicta. Borracha. Excéntrica. Inestable. Manny y Nelly hablarán sobre una mesa llena de cocaína acerca de por qué añoran estar en un set de película. En esa primera película, incluso con la conversación condescendiente entre Manny y Nelly y con las frases hechas que dice Jack Conrad acerca de cómo un set de grabación es el lugar más mágico del mundo, en esa primera película esnifada: hay velocidad, ritmo, fiereza, y uno sonríe en la oscuridad de la platea cuando ve a esos equipos de rodaje de los años 20 correr para alcanzar la golden hour y luchar por filmar una escena cuando todo indica que no lo conseguirán.
Y de ahí, el cochino paso del tiempo.
La transición de cine mudo a cine hablado. Los que se quedaron en medio. Los que surgieron en medio. En esa primera película el protagonista es el cine y Manny, Nelly y Jack son como pequeñas y pintorescas mascotas del tema mayor. Sí, sí, hay mucha pose y cacofonía muy Chazelle. Estamos hablando del mismo director de Whiplash (2014) y de La La Land (2016, reseñada ACÁ) y ya sabemos que tiende al exceso y a la auto indulgencia y a la cosa ñoña y a la celebración de lo más falaz del cine, pero a veces su producto final consigue sobreponerse a sus vicios o disfrazarlos.
Si Babylon terminara con esa primera película, tendríamos más ganas de vivir. Desgraciadamente, una vez Jack Conrad sale de la oficina de Elinor (Jean Smart), la segunda película comienza. Una llena de golpes bajos, bochornos ajenos y, sí, disparates. SPOILER Por ejemplo, la cliché entrada de Jack Conrad en el baño para matarse, media hora antes ya le estaba gritando a Brad Pitt: No si te ocurra matarte, pendejo. La llegada de Nelly a la casa de Manny con su caótica historia y más dura que rulo de estatua. La presentación de otro personaje al pedo: James Mckay. El comentario social vomitado en cada secuencia. Babylon que no termina o que no sabe cuándo ni cómo terminar. Vos en la butaca llen@ de rencor pensando: Acabá de una maldita vez. Dios, mandá el fuego. El derrape final en ese collage de imágenes que no necesitamos ver porque ya Elinor le explicó a Jack y nos explicó a nosotros que la vida sigue. Vos en la butaca viendo esa chorizada de homenajes cursis sin sentido, como si Damien no tuviera amigos, familiares, colaboradores que lo agarraran a sopapos y le dijeran EDITATE. FIN DEL SPOILER
Si Babilonia sobrevive ese último tramo es por los resabios de la primera película. Las actuaciones de Brad Pitt y de Margot Robbie son muy buenas, aunque a Margot ya estoy cansada de verla con el mismo registro, ese personaje de excéntrica inestable gritona crazy bitch harleyqueenesco, ya puse una vela a la virgen del Socavón para que le lancen otras manzanitas al pasto. Tobey McGuire (uno de los productores del filme) aparece y uno grita: ¡El Hombre Araña! para luego gritar también ¡Ay, no, qué horror! su interpretación es buena, pero el pobre habita lo peor de la película, la secuencia más tirada de los pelos, la más inoficiosa, la más estúpida. El mexicano Diego Calva cumple con la enorme tarea de dar vida a Manny hasta la segunda parte cuando el mexicano aspiracional se convierte en el mexicano camote de la gringuita, en los momentos que habla español y le dice a Nelly que la ama me provocó la misma reacción que obtuvo Jack Conrad en la película que marcó el fin de su carrera: carcajadas, pena, y ese feo sentimiento con el que se critica al prójimo porque SE PUEDE.
Lo que sí disfruté y mucho fue la banda sonora. Justin Hurwitz compone un ambiente musical donde priman los tambores, la batería, las trompetas. Hay un bombardeo de jazz sexy, hedonista que impregna cada frame de Babylon y que si lo vivís en el cine te va a dejar con ganas de escuchar algunas composiciones de nuevo. A ratos era mejor cerrar los ojos y dejarse llevar. Dejarse caer, dejarse arrebatar súbitamente por la inmensa cachuela del espacio.
Imágenes épicas, grandilocuentes, decadentes a cargo de Linus Sandren desfilan ante el público que parece subido a un frenético carrusel de emociones, sobre todo en las escenas de la fiesta, la secuencia donde faltaba la cámara y la de la víbora. Hay una grandiosidad visual innegable lo que hace más perceptible su vacuidad en cuanto a la narrativa. La luz que baña el cigarrillo de Lady Fay o cómo filmaron las intervenciones musicales de Sydney, son detalles que nos hacen querer a Linus por encima de todas las cosas.
Las referencias llueven: Brad Pitt tiene un aire a Marlon Brando en algunas tomas. Spike Jonze (director de Her y Quiero ser John Malkovich) interpreta al fatigado Otto Van Strassberger, Singing in the rain está por todos lados como si fuera la película más importante del mundo mundial, y los personajes principales se basan en personas que existieron en la vida real. Mi mente susurraba Clara Bow. Clara Bow. Chazelle se queja de las lentejuelas y oropeles de Hollywood, donde todo el brilli brilli es falso con mucho, mucho brilli brilli.
Y así, a pesar de su derroche de grandiosidad y de estrellas que nacieron para ser estrellas, Babylon fue un fracaso en taquilla y solo consiguió tres nominaciones a los cosos dorados (Oscar 2023). Dura demasiado. Tres horas de las cuales la mitad sobran, es mucho. Y a pesar de ese mucho, ese exceso, debajo de todos su colgandijos hay algo que llega. La decadencia de la decadente Babylon engancha, aunque sabés que Chazelle la cagó.
Tu mente vuelve a susurrar Clara Bow. Clara fue la it girl en los años 20. Era dorada del cine mudo. Clara pasó de mendigar en Brooklyn a ser la actriz mejor pagada de Hollywood. Y luego le vino el ocaso, el quiebre mental, la tragedia. Es el año 2023 y aún podemos acordarnos de ella, pensar en ella y reconocer las obvias referencias del obvio homenaje de Chazelle. Elinor, con su boca llena de verdades, le dijo a Jack algo sobre el cine y las estrellas encendidas y apagadas, algo que como espectadora también siento cada vez que veo una película y a todas las Claras Bows y que también me deja Babylon: no importa nada, ni taquilla ni cosos dorados…igual pasarán la eternidad al lado de ángeles y fantasmas.
Lo mejor: Una buena y trepidante primera parte La escena: excesiva, repetitiva, con un casi terrible segundo acto Lo más falsete: el segundo acto, la estupidez de la deuda, la estupidez de la huida, el regreso, el «envejecimiento» del personaje de Manny que no envejeció un carajo El mensaje manifiesto: Mandá el fuego El mensaje latente: No es Hollywood, es la gente que va a Hollywood lo que lo arruina: Mandá el fuego El consejo: Mandá el fue…ah, perdón El personaje entrañable: el elefante, sano y glorioso entre tanto drogadicto El personaje emputante: Manny en su versión de mexicano camote de gringuita. Nelly en su versión de gringuita pasada de coca El agradecimiento: por una excelente banda sonora y algunos grandes momentos de montaje y fotografía.