Desde el 2011 que Siria está asolada por una guerra civil que ya se ha convertido en una masacre. Los rebeldes y el régimen de Bashar Al Assad, son las dos fuerzas que se enfrentan en una lucha donde las palabras sunnita y chiíta no significan nada para los que solo entienden de balas y bombas.
La pasividad de los organismos internacionales y de la opinión pública hacen que sea necesario recordar que cada día mueren cientos de sirios, los desplazados ya llegan a millones y las principales ciudades del país se encuentran prácticamente destruidas. El otro día leía el texto de una periodista italiana que escribía la dura crónica: Sólo estamos aquí por los premios y algunas otras verdades del periodismo de guerra, donde afirmaba:
«Porque Siria ya no es Siria. Es un manicomio. Está el italiano desempleado que se unió a Al Qaeda y cuya madre lo está buscando alrededor de Alepo para darle una paliza; está el turista japonés que vino al frente porque dice que necesita dos semanas de “emociones”; está el graduado de Leyes sueco que vino a recolectar evidencia de crímenes de guerra; están los músicos norteamericanos con barbas al estilo Bin Laden que insisten en que los ayuda a pasar desapercibidos, aunque son rubios y de dos metros (trajeron drogas contra la malaria, aunque aquí no hay malaria, y quieren entregarlas mientras tocan el violín). Están los varios funcionarios de varias agencias de Naciones Unidas que, cuando uno les dice que sabe de un chico con leishmaniasis (una enfermedad difundida por la mordida de una mosca de la arena) y les pregunta si pueden ayudar a sus padres a llevarlo a Turquía para que lo traten, dicen que no pueden porque no es más que un niño, y ellos sólo tratan a la “niñez” como un todo»
Y en ese manicomio donde los de afuera pretenden encontrar una razón de vida o de lauros profesionales, los de adentro, los sirios, se matan unos a otros.
La batalla por el control de Alepo se ha vuelto más cruel y sanguinaria con cada día que pasa, ayer el mundo despertaba con la noticia de un supuesto ataque, que de ser cierto sería el peor ataque químico durante los últimos 25 años. Perpetrado en Damasco, los muertos suman cientos o miles (no se sabe la cifra oficial) como resultado de tanta barbarie. El origen de dicho ataque es tan confuso como lo que se sabe de la guerra en Siria hasta el momento. Se acusa al régimen de Al Asad cuando su bando andaba ganando en las ofensivas y no necesitaría para nada un ataque de esas características con una inspección de la ONU en curso. Si fuera una operación bandera falsa como todo hace suponer, también se ha ido demasiado lejos.
Mientras Libia y Egipto obtuvieron atención mediática/política por motivos obvios (Siria no tiene el petróleo de Libia), su fuerte armamento militar y la situación geopolítica son las excusas para no intervenir en una situación que ya se fue de las manos.
La mal llamada Primavera árabe que se ha llevado la vida de cientos de miles de personas, está condimentada con injerencias variopintas y la presencia de mercenarios de guerra de todas las latitudes. Parece ser que eso le espera a una Siria vapuleada por la violencia.
Como rostro visible de una guerra inhumana y humana, tenemos la foto de Aída, tomada en Alepo por el fotógrafo argentino Rodrigo Abd, corresponsal de La Nación y ganador del Pulitzer 2013 por su trabajo en Siria:
Lo terrible es que esta guerra no solo destruye a adultos, sino que toca a los niños. Aquí la foto que ganó el 2012 el premio UNICEF. Alessio Romenzi congela la imagen de esta niña. El piso manchado de sangre, y ella, la pequeña protagonista, rodeada de hombres armados.
En esta foto, también tomada por Romenzi, vemos a un grupo de civiles refugiados de las bombas y disparos.
Aquí, el español Manu Bravo tomó la instantánea de un anciano en un hospital psiquiátrico en el cual conviven alrededor de 60 pacientes. Debido a la guerra han sido abandonados, viven en las condiciones más precarias y solo los cuidan 3 personas.
Y ya para finalizar este post dedicado a Siria, aquí las ruinas de Homs, la que fuera la tercera ciudad más importante de Siria y que ha sucumbido a los bombardeos y ataques de ambos bandos.
en la guerra, la primera víctima es la verdad,
y aunque se puedan debatir los orígenes, causas, soluciones sobre el conflicto sirio la única verdad que sobrevive es la de cientos de miles de víctimas que aumentan a cada instante.
Siria duele, Egipto duele, Gaza duele, esperemos que encuentren pronto la luz.