Por: Flávia Villela (colaboradora)
“La tristeza no tiene fin, la felicidad sí…”, “las feas que me disculpen, pero la belleza es fundamental”, “El güisqui es un perro embotellado”: esas son algunas de las muchas frases inusitadas y geniales de un poeta, cantante, compositor, diplomático y sobre todo amante de la vida y de las mujeres, que sorprendió y sigue sorprendiendo por su legado intrigante y conmovedor. El brasileño Vinicius de Moraes no murió de amores, pero vivió en la eterna búsqueda de la pasión que, como él mismo dice en uno de sus poemas, no fueran eternos, sino infinitos mientras duraron. Vinicius se casó nueve veces, como si el hecho de enamorarse fuera más importante que la mujer amada.
Los entusiastas de Vinicius o aquellos interesados en conocer un poco más de su obra y peripecias, aventuras y desventuras no se deben perder la película “Vinicius”. Una mezcla de ficción y documental, el filme tiene relatos primorosos de personalidades como Chico Buarque, Caetano Veloso, entre otros amigos y familiares de Vinicius. Principalmente, enfatiza la complejidad y la contradicción tan necesarias para la genialidad de un poeta. El documental también trae raras y deliciosas cenas del poeta en su hogar, gesticulando y relatando hechos graciosos a través de sus memorias.
El conocido “sublime poeta de lo cotidiano” ha escrito 400 poesías y 400 letras de músicas. Vinicius ha sido considerado erróneamente un poeta menor por haber optado por una creación poética popular, jocosa, que no sigue los moldes de la poesía clásica aunque el poeta tuviese amplio dominio de la poesía tradicional, rebuscada. Él jamás se preocupó de la jerarquía de los géneros y tal vez por eso sea considerado uno de los poetas más originales, creativos y eclécticos de su época. Quizás hasta revolucionario. No faltarán referencias que apunten a Vinícius como uno de los grandes representantes de la saudosa Bossa Nova de los años 50.
Vinicius se convertiría en el gran poeta de Río de Janeiro, lugar de las primeras manifestaciones de este estilo musical. Con una identidad tan “carioca”, la Bossa Nova representó una verdadera metamorfosis en la música brasileña. Brasil vivía entonces la euforia de un momento histórico de transición de una sociedad agrícola a una industrializada, lo que se reflejaba claramente en sus artes: la arquitectura de Brasilia, el Cinema Nuevo. Fue un período de intensa creatividad.
“La chica de Ipanema”, a lo mejor su canción más conocida, es un buen ejemplo de la relación de enamoramiento con su ciudad natal, Río de Janeiro, que aparece en muchas de sus obras, con poemas y canciones de exaltación a la “ciudad maravillosa”.
Pero la Bossa-Nova traspasó las fronteras de la (entonces) capital de Brasil y contagió a todo el país y enseguida a otros países que no serían indiferentes hacia Vinicius. No sería raro, aún hoy en día, entrar en una tienda en Nueva York o en un restaurante en Japón y escuchar la música de Vinicius de fondo.
No obstante, a través de algunos testimonios en la película, uno se entera que a pesar de toda la fama y del dinero que trajo la popularidad, Vinicius nunca se preocupó de la administración de los derechos de sus obras y siempre se mostró muy generoso e indiferente a los asuntos financieros.
Todo en Vinicius es ambiguo, desde sus versos volcados hasta su personalidad excéntrica y humor envidiable. Vinicius vivió la abundancia de la paradoja, siempre en busca de la felicidad en sus devaneos amorosos. Hay muchas imágenes posibles para Vinicius, sea por su literatura esencialmente metafísica, por sus letras embebidas de lirismo o por su bohemia inveterada.
En su incesante intento de aprehender la belleza, la sinuosidad, la pasión, la música; de profundizarse en la poesía, en las amistades, la creación de lo sublime sin perder la simplicidad, fue un hombre que siempre innovó en el arte de componer, de amar, de beber, de soñar. Vinicius saludaba a la vida y aún después de más de 20 años sin su presencia física, su poesía nos invita a todos a vivir intensamente como si no hubiese el día siguiente, a tirarnos sin miedo al hecho de amar, sin miedo a ser feliz.
Entre todo, a mi amor estaré atento
LA ROSA DE HIROSHIMA
Piense en las Criaturas Mudas Telepáticas
Piensen en las niñas ciegas inexactas
Piensen en las mujeres rotas alteradas
Piensen en las heridas como rosas cálidas
Pero oh no se olviden
De la rosa de la rosa
De la rosa de Hiroshima
De la rosa hereditaria
La rosa radioactiva
Estúpida e inválida
La rosa con cirrosis
Sin color sin perfume
Sin rosa sin nada.