LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

CINE: I, TONYA

Por: Mónica Heinrich V.

Era el 6 de enero de 1994. Nancy Kerrigan vestía de núbil blanco, como lo hizo en casi todas sus apariciones. La muchacha de 24 años practicaba sus rutinas sobre hielo en el Cobo Arena en Detroit. Faltaban siete semanas para los Juegos Olímpicos. Mientras tanto, un hombre la esperaba en uno de los pasillos del lugar. Sostenía un bastón telescópico que luego usó para asestarle un solo golpe en la rodilla derecha. ¿Su intención? Fracturarle la pierna. El incidente se conoció como “The whack heard around the world” (el golpe que se escuchó alrededor del mundo).

Las imágenes de Nancy llorando y agarrando su pierna lastimada, rodeada de su equipo y padre, fueron shockeantes. Descubrir que detrás del ataque estuvo el ex-esposo de Tonya Harding, la rival de Kerrigan por un puesto dentro del equipo americano para los Olímpicos, rompió con la imagen que se tenía del patinaje sobre hielo: un deporte mágico, limpio, puro, quizás uno de los que visualmente se ve más artístico.

Rápidamente se abrió un abanico de información que fue desde los más íntimos detalles de las rivales hasta la llegada de ambas a los ansiados Juegos Olímpicos: Tonya por puntaje y Nancy como cortesía de las participantes ya que aunque no se fracturó la pierna no pudo participar en varios eventos por la lesión.

El director de cine Craig Gillespie nos lo cuenta y consigue que su película I, Tonya sea tan inspirada como irónica. Y acá, como espectador, se pueden tomar dos caminos.

Si se la ve como película a secas, sin pensar en los personajes reales o lo que se sabe del incidente, el filme de Gillespie es ágil en su narrativa, repleto de humor negro y hace un muy buen uso del rompimiento de la cuarta pared, haciéndonos sentir empatía por esta chica cuyas condiciones de vida eran tristes. Tonya creció en un ambiente familiar lleno de carencias, inmerso en la violencia. Cuando salió del hogar materno pasó a una vida matrimonial con las mismas características. Y luego cayó en desgracia del todo por lo sucedido con Kerrigan.

El guion de Steven Rogers (Stepmon, Kate & Leopold, Hope floats) humaniza a Tonya, y la muestra como una luchadora y, sobre todo, como una sobreviviente a una vida difícil que en apariencias le jugó en contra a pesar de sus habilidades y talento.

Margot Robbie, interpretando a Tonya, hace más creíble esta visión de la chica esforzada que llegó donde su origen no le permitía llegar, y que con mucho tesón se convirtió en la primera mujer en la historia del patinaje artístico en hacer un triple Axel (salto triple que muy pocas personas en el mundo hacen).

Hasta ahí, tenemos una película con una historia interesante, endiabladamente divertida, muy bien actuada con secundarios tan geniales como Allison Janney interpretando a la cruel Lavona (mamá de Tonya) y un soundtrack disfrutable con temas como Devil Woman (Cliff Richards), Gloria (Laura Branigan), Sleeping Bag (ZZTop) y Goodbye Stranger (SuperTramp).

La otra mirada que se puede tener como espectador, y ya basándonos en los hechos reales, es que hay cierta banalización del incidente, porque esta es la visión de Tonya. Es Tonya siempre poniéndose como víctima, cosa que hizo durante toda su carrera tanto como patinadora, como de boxeadora. Hasta la fecha, son incontables las veces que Tonya ha dicho que la maltrataron, la amenazaron de muerte, la secuestraron, o personas externas obstruyeron su desempeño, en distintos años y momentos de su vida (más detalles ACÁ)

Los medios compraron la idea de que Nancy Kerrigan era la niña bonita del patinaje, acaudalada, el lado nice, mientras Tonya era la “white trash” que no podía triunfar en el mundo del patinaje por su origen humilde. En realidad, Nancy venía de una modesta familia americana. Su padre era soldador, su madre ama de casa. Hace unos años su hermano fue condenado a prisión por causarle la muerte a su padre, Nancy tuvo que testificar en su favor alegando defensa propia. (mas detalles ACÁ)

Ella también fue una luchadora y una sobreviviente. Al igual que Tonya, tuvo que pelearla desde abajo. Y a diferencia de Tonya, jamás pudo completar un Triple Axel, cosa que a cualquier otra patinadora pudo llevarla a la gloria.

Siendo fan del patinaje artístico vi patinar a ambas, y no, lo que pasaba con Tonya no era un tema de origen humilde y oportunidades negadas, técnicamente era muy buena pero su estampa era un poco tosca, como chicha sin dulce. Nancy era elegante pero fría. Por eso, cuando Oksana Baiul ganó con solo 18 años los Juegos Olímpicos del 94, no me sorprendí en absoluto, esa ucraniana era fuego sobre la pista. Combinaba talento, personalidad y gracia. Y ojo que Oksana tiene una historia de vida durísima también y alcanzó el ansiado oro.

La película, sin embargo, aunque intenta seguir el viejo juego de “no tomo parte de ningun bando, solo relato los hechos”, es condescendiente con el personaje y con el espectador. Afianza una visión erróneamente construida en el mundo de: infancia desastrosa, falta de recursos económicos, familia jodida = fracaso o puertas cerradas. Bajo esa óptica, estoy segura que si escarbamos el pasado de Lavona Golden o de Jeff Gillooly que son los “monstruos” responsables máximos de las desgracias de Tonya en el filme, también encontraremos infancias y falta de oportunidades que nos harán pensar: “Pobres, qué mal la pasaron”. Recordemos que Lavona trabajó toda su vida para solventar la carrera de Tonya.

Con su humor negro y su sátira a los involucrados, I, Tonya relativiza el hecho de que Tonya fue parte de un delito. Ella hasta el día de hoy sostiene que solo es culpable de no haber contado lo que sabía luego que se enteró que detrás del ataque estaba su ex-marido. Dijo que su ex-marido la violó y junto a dos hombres  amenazó con matarla si decía algo. Incluso el tono de la película contradice la idea de que Tonya se quede callada ante el ex si eso hubiera pasado y, más aún, las pruebas encontradas durante la investigación no son a su favor. Tonya nunca pidió una disculpa a la víctima, de hecho sus apariciones/entrevistas durante los Juegos Olímpicos cuando solo habían sospechas sobre su participación en el ataque, y supuestamente ella ya sabía que fue su ex, son peculiares (Entrevista ACÁ) No parece la mujer amenazada de muerte que tiene que callarse un crimen después de una violación.

Encima se la homenajea en los Globo de Oro agradeciéndole por contar “su historia”, y seguro que también se la pondrá como ejemplo de mujer fuerte en los Oscar si alguna de las nominadas a Mejor Actriz (Margot Robbie) o Mejor Actriz de Reparto (Allison Janney) ganan el coso dorado.

Hace unas semanas, y como parte de una serie de entrevistas que Tonya está dando gracias a la película, el presentador inglés Piers Morgan se lo dijo de frente: “La víctima real de esta historia es Nancy Kerrigan”. La cara de Tonya fue un poema y amenazó con abandonar la entrevista (Ver ACÁ)

Ese quizás sea el mayor logro de I, Tonya, reconciliar con el público a un personaje con el que de lo contrario sería muy difícil hacer las paces y convertir dicha reconciliación en un espectáculo.

Y es que así somos, cinco meses después del palazo a la pierna de Kerrigan, O.J. Simpson presuntamente asesinaba a Nicole Brown y a Ronald Goldman. Los medios perdían el interés en el drama de las princesas del hielo y se centraban en el ascenso y descenso de O.J. el famoso y querido «The Juice».

Años después tenemos a Tonya ganando cientos de miles de dólares por contar “su historia”, siendo parte de los Golden Globe, que con la misma hipocresía se vistió de negro en rechazo al abuso sexual en Hollywood y que tenía a James Franco (y a otros más) nominado y con su pin en el pecho como parte de la ceremonia. O.J., mientras tanto, juega golf y pasa mucho tiempo en Las Vegas, quizás esperando su respectiva redención.

Lo mejor: su ritmo, actuaciones y su humor negro Lo peor: pone a Tonya como a una víctima cuando la víctima es SU VÍCTIMA La escena: las de Lavona Lo más falsete: «pobrecita Tonya» El mensaje manifiesto: tu pasado puede justificar tus mierdas actuales El mensaje latente: la gente tiene problemas de memoria, con la maquinaria adecuada lavás la cara de cualquier crispín El consejo: igual hay que verla, el caso es fascinante por todo lo que implicaba, y aunque sea una visión sesgada tiene elementos artísticos que compensan  El personaje entrañable: Oksana El personaje emputante: el victimismo El agradecimiento: el humor negro.

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