CINE: Dune
Por: Mónica Heinrich V.
¡Qué hermosa que es Dune!
O sea, en mi claustro pandémico, con la resignación de que la cuarta ola nos iba a cubrir igualito al tsunami de Lo imposible, estaba viendo la última película de Denis Villeneuve en TV. Sí, es una herejía. Porque era Dune, claro, y más que nada porque era Villeneuve. No importa lo pedorro que sea el guion, no podés ver una película de Denis Villeneuve en TV.
Entonces, ahí, sentada frente a la pantalla, entre polvillos y vestidos que se arrastraban en slow motion, entre slow motions y más polvillos, me dije: Esto es tan hermoso que tengo que verlo en pantalla gigante.
Así, me fui al cine, antes de que el paro parara el cine y las ganas de vivir, después de que mi retorno al cine post-in-pandemia fuera una deslucida y paupérrima película nacional que me hizo sentir que no hacía falta ir al cine (el riesgo es que no te quieras quedar).
Y al regresar por segunda vez al cine, por Dune, por Villeneuve, confirmé: ¡Qué hermosa que es Dune!
¿Ya dije que es hermosa? Aunque estarán pensando que hermoso es un adjetivo que supone algo más superficial, y tienen toda la razón avispados lectores.
Puedo decir, un poco orgullosa y sobradora y boluda, que he visto toda la filmografía de Villeneuve (al final del día, it´s all about Villeneuve) y que mi película favorita de este gran sujeto es Incendies (reseñada ACÁ) y aunque siempre supe que Arrival era hermosa (reseñada ACÁ) no fui muy fan, pero después de seguir la carrera de Villeneuve en gringolandia y lo que consiguió con guiones chafines como Sicario (reseñada ACÁ) y Prisoners (reseñada ACÁ) una de las cosas que me quedó clara en la vida es que el tipo sabe dirigir. Échenle cualquier huevada y saldrá airoso, y parecerá mejor de lo que en realidad es y uno dirá: Qué hermosa película es.
Acá el desafío era enorme. Estamos hablando de otro intento por llevar a la pantalla la novela de Frank Herbert escrita en 1965. La novela de ciencia ficción más vendida hasta la fecha. La novela que fue parte de una trilogía (Dune, El mesías de Dune, Los hijos de Dune) a la que por su éxito se terminó agregando otra trilogía más (Dios, emperador de Dune, Herejes de Dune y Casa Capitular Dune). Y a la que el hijo de Herbert le sumó otras historias.
O sea, #miedito.
En algún momento de mi existencia juvenil y despreocupada leí la novela (en pdf: Dune – Frank Herbert) que empieza exactamente cuando la Reverenda Madre Gaius va a hacerle la prueba del dolor a Paul.
La versión literaria es larga y enrevesada, llena de personajes y detalles que, obvio, una película jamás podrá condensar. En otro momento de mi existencia juvenil y más preocupada, vi la versión cinematográfica de David Lynch. Siempre me llamó la atención que se hablaba de la Dune lynchiana como incomprensible, siendo que Lynch se apegó bastante al texto e incluso lo hizo de manera didáctica. Además de mantener a la princesa Irulan (futura esposa de Paul) como narradora, los mismos personajes terminaban explicando cosas que sucedían o iban a suceder. Sí, se veía chabacana y caótica (lo era), Lynch mismo la odió y la recuerda con hondo rencor. El corte que vimos en pantalla no era lo que él tenía en mente. Intentó abarcar el libro completo (y alguito de más allá) y la densidad de la historia se esfumó para terminar las secuencias un poco apuradas y esperpénticas. Oh, por Dios, el don supurando que volaba, y Sting ahí mamerteando, son cosas que no deberían habitar nuestra memoria. Tal vez por eso es que no conseguía enganchar emocionalmente con una trama que en papel es una montaña rusa de emociones.
En la versión literaria, Herbert se basó en el conflicto de Oriente Medio por el petróleo para ilustrar la lucha de las Casas Nobles en su universo. Una lucha guiada por la necesidad de poseer la especia, un elemento que todos codiciaban y que eran el combustible para los viajes interestelares y algunos poderes especiales. En la novela se hacía énfasis en esa batalla feudal. Así es, eran un montón de ricachones tratando de dominar el universo y mostrar quién la tenía más grande. Lynch mantuvo ese enfoque, mientras Villeneuve lo rompe o más bien dicho lo adapta al poner la voz de Chani (Zendaya) como guía al inicio de la película hablando de los Fremen y de la opresión. Ese es un vuelco interesante, porque transforma la película en algo más humano que en una visión crítica de las clases aburguesadas.
Hay que entender que Villeneuve (rechazó No time to die para hacer Dune) es mega-fan de la novela, que su sueño desde niño era poder filmarla y se mostró en contra de la adaptación de nuestro amigo David Lynch, una de sus frases más punzantes ha sido “no sé si Lynch estaba realmente interesado en Dune”. Amigo, entre bueyes no debería haber cornadas.
Entonces, Villeneuve filmó Dune bajo la consigna de que el libro era la Biblia a seguir.
La historia base es que el emperador le pide a la Casa Atreides que se mude a Arrakis para ayudarlo con el tema de la melange (especie). El emperador, en realidad, quiere deshacerse de los Atreides porque resiente el poder y el crecimiento de su casa. La ida es para cagarlos. El joven heredero es Paul Atreides, que manifiesta poderes especiales y es, en apariencia, el mesías que podría darle un vuelco a todo.
De la Dune de Villeneuve hay mucho que rescatar. La fotografía de Greig Fraser (Foxcatcher, Rogue, Zero Dark Thirty, Vice) es lo más notable. Greig nos transporta con su cámara a la arenosa Arrakis. Todo deleita la pupila. Los grandes encuadres. Los primerísimos planos. Los ya mencionados polvillos (arena, especie, you name it) en slow motion. El vestuario y la dirección de arte colaboran para que a nivel visual sea todo impecable y digno de admirar. La música de Hanz Zimmer (que rechazó trabajar con Nolan en la boluda Tennet para hacer este trabajo) con un toque tribal construye aún más esa atmósfera del mundo de Dune, en el que se agitan conspiraciones y luchas de poder.
Creo que Timothe Chalamet como Paul no fue un error. Aunque siempre se lo ve casi igual en todas sus películas, el chico actúa y responde perfectamente a la descripción física que Herbert hace de Paul en su novela. Oscar Isaac (Balada de un hombre común, Star Wars, ExMachina) interpreta a Leto Atreides, Isaac es un actor que no disfruto mucho, su energía siempre es hacia afuera y pertenece a esa larga lista de actores que actúan con la frente. De todas formas, tanto él como Rebecca Ferguson (Mission Impossible, Dr. Sueño) que interpreta a Jessica Atreides, crean el poderoso vínculo familiar de Paul.
Pero…de qué le sirve a las flores haber nacido en el campo.
El resto de personajes aparecen vagamente de manera más torpe que construida, ejemplo Duncan (Jason Momoa) Stilgar (Javier Bardem) o hasta la misma Chani (Zendaya) que habita los sueños o visiones de Paul de manera excesiva. En la novela creo que sueña con ella una o dos veces antes de conocerla, en la versión de Villeneuve aparece tanto que más parece un enganche facilón para jóvenes audiencias. Ese tiempo perdido en Zendaya se pudo usar para darle un poco más de densidad a la vida interna de Paul, ya que Villeneuve decide contar Dune desde Paul.
Aunque el estilo, la elegancia, el saber estar de Villeneuve (te queremos, Denis) nuevamente elevan la película, el guion de Eric Roth (Forest Gump, El curioso caso de Benjamin Button), de John Spaits (Prometheus, Passengers) y del mismo Villeneuve, lava la historia y la hace más “familiar”. Ahí donde el Barón Vladimir era un pervertido sexual, maquiavélico, asqueroso, repugnante, sin límites morales de ningún tipo, en la versión 2021 es interpretado por Stellan Skarsgard como un gordo desagradable y ya, se remoja por aquí, se saunea por allá. Su villanía es desabrida. Lo mismo sucede con el complejo destino de Mesías de Paul. En la novela existen escenas en las que se hablan de estrategias políticas, o de cómo manejar el poder o hay más tela para cortar que la del joven afligido. En la Dune de Villeneuve se ve a Paul algo más perdido, y su tormento está casi vacío de explicación. Sufre, sí, pero no se construye psicológicamente ese sufrimiento con profundidad. Lady Jessica, por su parte, está más empoderada en la película que en el libro, en el libro es la tipa discriminada por ser la concubina e incluso en ella recae la sospecha de ser la traidora a la Casa Atreides cuando las cosas comienzan a ir mal. Villeneuve no se quiere complicar la existencia, o los guionistas o el estudio, y decide dejar todo apto para las castas audiencias americanas. En un arranque de fervor coyuntural, decide hacer más modificaciones y pone al Dr. Keynes como mujer, y construye una escena más cinematográfica/pipoquera para su muerte.
La verdad que, tanto en la versión de Lynch como en esta, se han resaltado casi las mismas escenas. Un libro tan largo y ambos cineastas deciden contar casi lo mismo con algunas diferencias en cuanto a personajes y pequeños detalles de la trama como el destino de Leto, y el manejo de las visiones de Paul, entre otras cosas. Me aburro.
Uno de los momentos que ni Lynch ni Villeneuve pudieron solucionar es la secuencia en la que Paul y Jessica se encuentra con los Fremen en el desierto. ¿No parece todo muy boludo y torpe? Sí, la secuencia es descrita más o menos así en el libro, pero no sé…como que no se pudo resolver.
Después de que se nos pasa la impresión por la fotografía, por la música, por los personajes, por todo lo que sucede a nivel visual, la película se desinfla y comienza a sonar a una peli más de mesías cuyo destino es salvar al mundo, una película ajena a cualquier personalidad fuera de su estilismo.
Así, llega el final y la promesa de una secuela. Aunque los que leímos la novela o los que vimos la versión Lynch, sabemos en qué degenerará, no quedé con esas ganas locas de quedarme aplastada en mi butaca hasta que llegue la segunda parte de esta historia. Habrá que ver si Villeneuve consigue levantar esa segunda parte y no convertirla en una sosa historia de amor entre Paul y Chani. Ojalá abandonemos un poco la ondita family friendly que tanto vende, pero que tanto daño le hace a este tipo de productos.
Lo mejor: Denis Villeneuve Lo peor: lo que nos ha quitado Hollywood por apropiarse de Denis Villeneuve Lo más falsete: Cuando un veinteañero Chalamet corre a los brazos del personaje de Momoa, como si tuviera 4 años. MIS OJOS El mensaje manifiesto: los despelotes de gente que quiere el poder continuarán en el futuro El mensaje latente: siempre habrá una clase oprimida La escena: todas donde había slow motions, vestidos arrastrándose o polvillos volando El personaje entrañable: los gusanos El personaje emputante: el doctor traidor. Me emputan los traidores El agradecimiento: por la belleza, siempre por la belleza.