Por: Mónica Heinrich V.
Si algo destaca de la Saga Millennium es Lisbeth Salander. Con ella, el escritor sueco Stieg Larsson, anota un gol de media cancha al crear uno de los mejores personajes femeninos de la novela negra moderna.
No voy a mentir, estaba trepando las paredes por tener entre mis manos la famosa trilogía de Larsson. Me encantaban los títulos largos, y el hecho de que el autor haya muerto a los 50 años, sin ver su obra publicada, justo cuando acababa de entregar la tercera entrega, me resultaba simplemente atrayente.
Pero quién carajo es Stieg Larsson? Larsson era un periodista sueco, especializado en hacer investigaciones sobre la ultraderecha de su país. De joven había presenciado una violación, hecho que lo marcaría para siempre y que más tarde generaría un sincero interés por luchar contra la violencia de género.
Era parte de la plantilla de la revista Expo, que al igual que su similar literario Millenium, tenía tendencias algo idealistas sobre el periodismo profesional. Larsson vivía desde hacía más de 30 años con una arquitecta, nunca se casaron porque el periodista recibía constantemente amenazas de muerte y era más difícil encontrar su paradero si las cosas se hacían a nombre de ella, sin que figuren como marido y mujer.
Durante el día cumplía su rutina escribiendo artículos para Expo o haciendo reportajes personales, durante la noche escribía como un poseso una obra que él mismo sabía lo llevaría al éxito.
El 2004, el ascensor de su trabajo amaneció dañado…tuvo que subir por su propio pie los siete pisos que lo llevaban hasta su escritorio. Una vez ahí, comenzó a sentirse mal, colapsó, una ambulancia vino en su auxilio, pero desgraciadamente el hombre falleció sin siquiera ver publicado el primer tomo de su saga.
Este primer tomo se llama ¨Los hombres que no amaban a las mujeres” y en el argumento retoma el tema que siempre lo había desvelado: la violencia contra la mujer. Ni bien tuve ante mí ese librango de casi 700 páginas que me susurraba: vení, vení…me dediqué a leerlo con fruición.
Lo primero que noté es que no estaba ante un escritor cuyo estilo te haga decir: WOW…pero estaba ante un experto relator, que gracias a su oficio periodístico no se guardaba nada y describía hasta el detalle más insignificante.
De esta manera nos adentramos en el mundo de Mikael Blomkvist. Como un alter-ego del mismo Larsson, Blomkvist es un periodista de rígidos principios, cuyo talento está en su “olfato” para saber cuando un caso es importante o vale la pena, a eso se suma la obsesión con que se hunde en sus investigaciones y claro, su interés por destapar asuntos que otros periodistas prefieren ignorar para no meterse con los peces gordos.
Blomkvist, sin embargo, comete un error. Un error que lo lleva a acusar a un famoso empresario de diversos delitos, el empresario lo demanda por difamación y gana…dejando al periodista con la reputación por los pisos, una condena de 4 meses en la cárcel y una cuenta bancaria en números rojos. Pero Blomkvist y NOSOTROS, sabemos que ese crispín no es trigo limpio…y sabemos que el héroe en desgracia se ocupará de ese asuntito tarde o temprano.
Entonces aparece Henrik Vagner…que ya había aparecido en las primeras dos hojas del libro, pero que me había dejado con cara de “what the hell is going on”. Este viejo (ya ronda los 80 y pico) es un tipo con harta plata, pero con una tristeza en su corazón. Siendo el patriarca de una familia de ratas de alcantarilla y seres corrompidos por los vicios y la ambición, Vagner tuvo una sobrina (Harriet) a quien quiso entrañablemente.
Esta chica, desapareció en sus propias narices cuando era adolescente…un día que hubo fiesta familiar, y encima un aparatoso accidente, la chica simplemente se hizo gas. El viejo ya debería haberse repuesto, pero no. Resulta que Harriet le regalaba para cada cumpleaños una flor disecada y enmarcada en un cuadro, que Vagner colgaba en una pared…a pesar de que la tal Harriet se hizo gas, las benditas flores siguieron llegando…durante 36 años más.
He ahí el misterio, mi querido Watson! Qué pasó con la señorita Harriet y quién es el hijo de mala madre que sigue mandando las flores? El viejo, en el ocaso de su vida y obsesionado aún con el entuerto decide contratar a…adivinen quién? Sí, se ha ganado usted un ventilador de pared…contrata a Mikael Blomkvist…pero para ver si da la talla…tiene que investigarlo primero, y a QUIEN recurre entonces para que le de un informe sobre nuestro idealista periodista? Ha acertado usted de nuevo…y junto al ventilador de pared, se puede llevar una plancha…recurre a LISBETH SALANDER.
Mi querida Lisbeth resulta la antiheroína por excelencia, ese es su encanto. Lisbeth es una chica de 24 años que tiene la apariencia de una adolescente. Dueña de un grueso expediente psiquiátrico donde revelan rasgos psicóticos, posible retardo mental, nulas habilidades sociales, poca empatía, y otras linduras…a esta tipa le interesa muy poco el qué dirán.
A pesar de ser mayor de edad, el estado le ha designado un tutor por su carácter violento y por algunos arrestos donde se la confundió con prostituta. Sobre todo no le gusta relacionarse con nadie, es muy reservada, y la mayor parte de la gente piensa que es estúpida. Tiene un montón de tatuajes y piercings, su vida personal es un misterio y trabaja de investigadora privada por pura casualidad, casi en secreto.
Y así de casualidad le llega el trabajito que tiene que hacer sobre Blomkvist y más tarde, por casualidad, tendrá que trabajar con el periodista en el caso de Harriet. Detallito? Blomkvist es un Don Juan. Los ingredientes para una buena novela de entretenimiento están servidos: Excelentes personajes principales, un oscuro misterio para resolver, tensión sexual y pasajes perversos.
Debo reconocer que Los hombres que no amaban a las mujeres, fue predecible para mí, porque casi casi supe el resultado de todo el entuerto de forma muy temprana, igual sin soltar cohetes al aire, terminé la lectura ese mismo día y me embarqué con igual entusiasmo en “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina”…esta segunda parte me atrapó aún más porque se centra en Lisbeth Salander, en su pasado, en cómo o por qué la tipa es lo que es.
Descubrimos más habilidades, particularidades de la chica…Luego de las aventuras vividas en el primer tomo, Lisbeth corta lazos definitivamente con Mikael, ante el asombro de este último. El libro entonces corre por dos caminos, que por el azar, vuelven a juntarse.
Un periodista Dag y su novia Mia, están inmersos en una gruesa investigación sobre la trata de blancas en Suecia. Su trabajo destapará una cloaca donde brillarán nombres de jueces, policías y políticos. Llevan esta bomba a la revista de Mikael, a Millennium…
Paralelamente Lisbeth se verá involucrada de manera tan grosera que acabará acusada de GRAVISIMOS delitos.
No es sino hasta la ultimísima página que nuestros protagonistas se topan de nuevo cara a cara. Cuando leí la línea que cerraba el libro casi me salí gritando a la calle: NOOOO! NOOOO!!!! lo peor es que la tercera parte La reina en el palacio de las corrientes de aire, sale en mayo o junio en este lado del mundo. Quiere decir que tengo como dos o tres meses de espera para ver QUE sucede después de esa línea…
Este segundo tomo lo disfruté más a pesar que el final (y algunas cositas) resulta demasiado rocambolesco, pero te lo perdono Stieg, te lo perdono.
Larsson nunca vio impresa su obra, pudo haber llevado una gran vida con el dinero que ha ganado por ventas y regalías, así como los derechos de cine, pero lo triste es que ni su pareja de casi toda la vida verá un peso de ese esfuerzo. En Suecia el concubinato no se reconoce legalmente para derechos de herencia, así que los millones de dólares que la saga ha arrojado irán a parar a la familia del escritor…un padre y un hermano que no veía mucho y de quienes no tenía muy buena opinión.
Sin embargo, queda su obra. Una saga que revitaliza la novela negra, trayendo hasta nosotros a la querida Lisbeth Salander, personaje inolvidable…espero con ansias la tercera parte.
En Europa el furor es tal que ya se ha filmado la primera parte de la saga, y hay una serie de televisión en proceso. No me molesta, porque la historia podría dar paso a una gran película, siempre y cuando no la agarre el baboso de Ron Howard, o el mamerto de Christopher Columbus, o el gordo que dirigió Max Payne…o alguno de esos directores pipoqueros sin talento.
Mientras tanto, uníos a la trilogía Millennium…y al descubrimiento de la literatura sueca.
EXTRAS
Comediantes y Mártires (Ensayo contra los mitos): Recomendadísimo por mi progenitor y obsequiado por un amigo (sí, vos M.A.) este libro escrito por Juan José Sebreli nos trae un interesante acercamiento crítico a cuatro mitos argentinos: Carlos Gardel, Evita Perón, Ernesto Che Guevara y Diego Maradona. Como si de un desmembramiento se tratara, Sebreli une a estos personajes bajo características comunes: megalomanía, deseos de trascendencia, y a excepción del Che, una vida opuesta al discurso de igualdad con el vulgo que tanto difundían.
En cada personaje, se toma la molestia de desmitificar al Dios y convertirlo en un ser humano, con taras y defectos propios de cualquier mortal. Es así que de Gardel advertirá que de no haber muerto, su carrera hubiera continuado el descenso que ya anunciaba en el momento del trágico accidente que le quitó la vida, su voz (que nunca fue de las más dotadas) iba a terminar apagándose y su figura como embajador de lo “argentino” hubiera sido sólo el recuerdo de una época donde otros cantantes de tango lo opacaban.
A su vez sabremos los orígenes del tango, la moda que se impuso no en los barrios sino en los salones high class…y claro, el pobre desempeño del zorzal como 1.- Actor 2.- Pareja y 3.- Negociante.
A Eva Perón le quitará el mote de mujer fatal, para mostrar a una mujer provinciana cuyo uso del sexo no era el placer, sino los beneficios personales. Caracterizada por ser supuestamente símbolo defensor de la mujer, Sebreli acotará que Evita era más bien una dama con ideas machistas, conservadoras y sin casi ningún interés político real. Paranoica y celosa de su brillo personal, supuestamente la mujer que ahora es personaje de películas y musicales, no era una luchadora por los derechos del obrero…
Al Che Guevara lo pintará como un aventurero, un hombre ingenuo y algo mentecato, cuya vocación política era nula y cuyas empresas personales eran la crónica de una muerte anunciada.
Y ya sobre Maradona hablará sobre su anemia de goles, lo poco que rindió como futbolista profesional, su protagonismo mediático por encima del deportivo, y sobre la importancia que los medios de comunicación tuvieron para crear al mito, al Dios que hoy es el DT de la selección argentina. Sebreli se despachará a gusto analizando los dichos de Maradona quien siempre se quejó de la dirigencia, tanto de su país como de la FIFA, y que sin embargo, son esas mismas autoridades ligadas al espectáculo del fútbol los que le permitieron cosas que a ningún otro deportista le habrían perdonado.
Sebreli consigue un interesantísimo libro que te podés leer de una sentada y que aportará datos interesantes sobre los personajes en cuestión. Polémico enfoque que ganó el Premio Debate Casamérica 2008.