LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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Zurich
*extraído de las Crónicas WTF!
Bitácora de vuelo: Día 1. Días que faltan para que termine el viaje: 32. Estado actual: Ilegal
No hay cosa más triste y desgraciada que hacerte un viaje de 38 horas, saltando de avión en avión, siendo revisada, cuestionada de tus motivos de viaje, durmiendo en sentada en un lugar donde la promiscuidad reina, y una vez llegás a tu destino: feliz, extasiada, con la alegría de aquel que cumplió una meta, siendo la viva imagen del payaso McDonald (estridente y con la sonrisa de oreja a oreja) descubrís que olvidaste tu pasaporte en el baño de un pinche aeropuerto.
Sí, estoy hablando de mí. De la indocumentada Moniq H, de la que ahora pasó a ser parte de la canción de Manu Chao: Clandestino.
Hasta el momento las aventuras o anécdotas habían sido pocas pero coloridas:
– Un menonita extrañamente hipermegaextrovertido al que le faltaban 4 dedos y que le buscaba charla a cualquiera que hiciera contacto visual con él. Al notar su modus operandi, decidí fijar mi mirada en el piso, así no se ponía confianzudo conmigo, pero Fred es otro cantar. Así fue que escuché un par de chistes raros de difícil descripción.
– Las casi colonoscopías que le hacían a Fred al pasar los puestos de revisión, el hombre hacía temblar los detectores de metales y los europeos no se andan con vueltas. Ahí nomás lo metieron a un cubículo donde dice que le manotearon las joyas de la familia. Yo me cagaba de risa viendo el show, seguro que pensaban que era dealer, mercenario de guerra o ladrón de órganos.
Descubierto el hallazgo de la pérdida, cuando ya nos encontrábamos en el hotel, dispuestos a hacer un esfuerzo para terminar el día y reponer fuerzas…volvimos al aeropuerto a PREGUNTAR.
Entonces empezamos a notar cosas puntuales sobre Zurich y los suizos:
– El orden existe. No es una palabra rara de la Real Academia de la Desidia Boliviana, que muchos no conocemos. Existe. En serio que el orden existe y qué freak puede ser! Hacer un reclamo de pasaporte perdido sólo se puede realizar en el área donde se perdió. En este caso, Terminal 1. Tratábamos de explicarle al suizo de Lostandfound (oficina encargada de este tipo de INVESTIGACIONES) que el hecho sucedió «antesingo de salir de donde llegamos. Cuando subimos una escalera eléctrica. un baño a la derecha». Nos miraba como diciendo «Què par de pelotudos», pero haciendo gala de una infinita paciencia trataba de descubrir de qué carajos hablábamos…llegamos a la conclusión que ya hay ciertas cosas que es en vano hablarlas, que es al pedo tratarlas al vivo, así que nos dio la dirección de una página web, donde encontraría un formulario y podría ver las cosas que se encuentren en TODOS los aeropuertos de Suiza.
– Con el änimo destruido, y la imposibilidad de enfrentarme a cualquiera que me pida: SO DOCUMENTO, notè que estos amorosos suizos ceden el paso al peatön. No es bocinearte y mandarte a la mierda cuando cruzäs un paso de cebra, es frenar el auto, hacerte la indicaciön para que crucës y darte paso.
– Suiza puede estar muy adelantada pero carajo que cobran TODO. No por nada estos desgraciados acumulan dölares en los bancos y son conocidos por sus aseguradoras, aquï NADA es gratis, ni cortesïa, ni nada de nada. WIFI? Pagäs querido. PAGAS. 10 dölares x 3 horas. Los ketchup esos que hasta la mäs miserable hamburgueserïa de Santa Cruz te da a manos llenas, PAGAS querido, PAGAS. Todo tiene impreso el sïmbolo del franco suizo. Si el senor Burns no fuera de Springfield, capaz que serïa oriundo de Suiza.
– Moralidad versus inmoralidad: Tienen uno de los mejore sistemas de transporte püblico que he visto. Excepcional. PUNTUALISIMO, cuando el tren dice que va a partir a la 3:33 parte a las 3:33. Llega a las 3:31 baja y sube gente hasta las 3:33 y finalmente parte a la hora EXACTA. Muy freak. Encima en los viaje locales NO revisan casi nunca si tenës el ticket, es asï que sacando mi bolivianidad a flote le dije a Fred: Ahorrëmonos 100 francos suizos en trenes (100 dölares) si nunca revisan. Fred me mirö muy consternado preguntändose con quë clase de monstruito se habïa ido de viaje. ES INMORAL, me dijo. Hmmm pude esgrimir argumentos morales que desbaraten la inmoralidad de robarle al servicio püblico suizo, pero lo de mi pasaporte me tenïa de capa caïda y no quise agregarle mäs mal karma a mi maltrecha situaciön.
– Zurich es mäs chico que Santa Cruz. Zurich tiene menos habitantes que Santa Cruz. Pero Zurich es mucho mäs moderna y organizada que Santa Cruz. Zurich es mäs frïa y cara que Santa Cruz. Santa Cruz es caötica, jodida y caliente como las bolas de un toro. Extrano Santa Cruz.
Bueno, despuës de llegar hechos bolsa a este bendito païs, decidimos buscar dönde comer algo tïpico, tradicional suizo. Hechos los turistas dizque! A 8 minutos de buscar uno de los restaurantes mäs tradicionales de Zurich, el hambre, el cansancio, el campesinismo y la ordinariez mal disimulada, hizo que ante la primera M amarilla en fondo rojo que vimos, nos entremos a comer como cerdos.
Y ese fue el primer dïa. Boliviana con pasaporte alemän perdido en el bano del aeropuerto de Zurich, sin posibilidad de ir a embajada boliviana, ya que viajö con pasaporte alemän y sin posibilidad de ir a embajada alemana, ya que estaba cerrada por 3 dïas.
No importa. Siempre me sentï extranjera. Cuando tenga ganas, si es que todavïa las fuerzas del orden no me agarran y si pago el pinche WIFI… continüo.
Pondrïa fotos, pero por perder u olvidar, hasta olvidë en mi casa el cable que descarga las fotos de la cämara fotogräfica.
Ajä. Mi vida es un corto kitsch, aburrido pero con situaciones pelotudas.
Cambio y juera.

We are the world (Parte 2)

Lo prometido es deuda, he aquí la segunda parte de fotos espectaculares que expresan momentos históricos y grandes emociones.
1)Vietnam Napalm Girl (Nick Ut)
Esta foto es una de las más famosas. Fue tomada el 8 de junio de 1972, cuando USA atacó con Napalm una villa en el Sur de Vietnam, durante la Guerra. En ella vemos a Phan Thị Kim Phúc de 9 años, desnuda, llorando y con casi todo el cuerpo quemado. En entrevistas posteriores, la protagonista contaría que gritaba: «Demasiado caliente! Demasiado Caliente!»
Fue el mismo fotógrafo quien llevó a la niña al hospital. Ahí permaneció 14 meses y recibió 17 operaciones que intentaron salvarle la vida. El HDP de Nixon, incluso llegó a dudar de la autenticidad de la foto, insinuando que fue trucada para darle una mala imagen internacional. Existen otras fotos, momentos antes que ésta fuera tomada, donde se puede apreciar a la misma niña con el cuerpo despellejado por las quemaduras…
En un principio la foto de Ut fue vetada por mostrar un desnudo frontal, ajá, no por el horror de la guerra, la tragedia de una nación sumida en una masacre, no…sólo porque había una niña desnuda. Finalmente, prevaleció el poder de la noticia y la foto se convirtió en ícono de una guerra absurda.
La niña, hoy mujer, vive actualmente en Canadá. Aún conserva cicatrices de quemaduras en la mayor parte del cuerpo y mantiene contacto con el fotógrafo que la inmortalizó, a quien cariñosamente llama «Tío».
2) Soldado Exhausto (Tim Hetherington)
Esta foto fue tomada el 16 de septiembre del 2007. El fotógrafo británico se encontraba en Afganistán haciendo un reportaje para Vanity Fair. Su misión era tratar de mostrar el lado humano y los conflictos que viven los jóvenes soldados americanos en lugares tan inhóspitos.
Se trataba de un día de muchísimo calor. La rutina consistía en avanzar tratando de no morir por las minas o por ataques suicidas. El Korengal Valley fue el escenario, donde la guerra continuaba siendo el pan de cada día. Tras intensos combates, un soldado agotado se dirigió al búnker Restrepo, nombrado así en honor a un médico del grupo que había muerto.
Exhausto, se apoyó contra la arena, se sacó el casco, se llevó la mano a la cabeza y CLICK. El momento quedó grabado para siempre. En ella se siente el cansancio de un soldado joven, que ve morir a compañeros todos los días y el cansancio de una nación. Nación que hasta el día de hoy ve regresar a sus soldados en cajones.
3) Beirut (Spencer Platt)

La foto corresponde a un periodista americano que trabaja para el sitio Getty Images. En el 2006 fueron numeros los fotógrafos que intentaron capturar la magnitud de violencia generada por el conflicto en el Líbano. Fue tomada el 16 de agosto de ese año, después de un ataque a un suburbio en Beirut.

En ella observamos a un grupo de jóvenes en un auto descapotable pasando por el caos y la destrucción dejados por el ataque. La imagen trajo consigo un agrio debate sobre los dos lados que tiene el Líbano, uno de glamour alejado de los conflictos que vive la gente «real» y otro donde los ataques con bombas, y la violencia son cosa de todos los días.

El fotógrafo evadió hacer juicios de valor, ya que los jóvenes que aparecen en la foto simbolizando la frivolidad, explicaron después que en ese momento se encontraban horrorizados y tristes con lo que veían. Casi todos eran desplazados por la guerra, el auto era prestado al conductor por su novia, para que busquen sus casas y vean en qué estado habían quedado.

La foto a primera vista hace pensar que estos son chicos con poder adquisitivo, que fueron a echar un vistazo. Una chica saca fotos con su celular, otra se tapa la nariz, las ruinas de fondo. La verdad, sólo la saben ellos. El hecho real es que Líbano es un país de contrastes, y Beirut está devastado por rencillas religiosas, étnicas y lucha de clases.

4) El Prisionero (Jean Marc Boujou)

Esta foto es heartbreaking. El fotógrafo francés Boujou la tomó el 31 de marzo del 2003 en la base americana de An Najaf, al sur de Irak, en plena invasión. Se trataba de un improvisado campo de prisioneros irakíes.
La escena se dio entre este padre con la cabeza cubierta, y su hijo de 4 años. El prisionero en un primer instante estaba atado, e intentaba calmar a su hijo que lloraba, hablándole. Eso no funcionaba. Un soldado americano se apiadó del hombre, lo desató y le permitió al niño acercarse. El padre consoló al hijo, la cámara hizo CLICK y nos dejó la imagen congelada.
El fotógrafo la tomó a escondidas, sólo tuvo tiempo de hacer dos disparos de cámara antes de guardar el aparato para que no se lo confisquen. Nunca supo qué pasó con el prisionero y el niño. Ambos personajes se inmortalizan en este abrazo a rostro cubierto del adulto, y la calma-angustia en el rostro del niño.
Para el fotógrafo, es un retrato de la guerra. No es necesario mostrar tanques, muertos, soldados, batallas, al final sólo importan este tipo de imágenes. Una imagen donde se ve el amor y la compasión, e incluso se puede hablar de la compasión del soldado americano que se atrevió a permitir el abrazo.
5) Miedo en Grandes Lagos (José Cendón)

Hay regiones del mundo que llevan una vida diaria tan surrealista, que es difícil hablar de ellas. Es el caso de la zona africana compuesta por Ruanda, Burundí y Uganda. Países devastados por guerras civiles étnicas y religiosas. Zonas en que grupos violentos de limpieza, han causado tal ruina psicológica y social, que los daños son casi incalculables.

José Cendón es un fotógrafo español que viajó a esa zona en el 2006 y consiguió tomar 41 fotografías impactantes en asilos psiquiátricos. La que ilustra esta nota le valió el premio WordPress en ese año. Cendón comentaba que gran parte de estos pacientes son ex soldados, o gente que ha sido traumatizada por la guerra de una manera tan profunda, que su nexo con la realidad se ha roto.

Las condiciones en las que viven en estos psiquiátricos son austeras. Las instantáneas muestran así el olor del miedo. «Es el tufo de los cinco millones de muertos que ha dejado la guerra de El Congo durante los últimos 11 años, la más mortífera tras la II Guerra Mundial; el efluvio que desprenden los 800.000 tutsis asesinados, en su mayoría a machetazos, durante el genocidio ruandés en 1994, en unos meses de auténtica locura en los que se mataba a un ritmo de 333 personas por hora, lo que supone una media mayor incluso que la del holocausto judío; y el hedor de las más de 300.000 personas asesinadas en Burundi desde que estalló la guerra civil en 1993», declaró el fotógrafo.

Too much. Eriza la piel.

6) Atomicus (Philippe Halsman)

Y para cerrar esta segunda parte (habrán más), una foto positiva y espectacular. El gran Dalí inmortalizado por Philippe Halsman, que sin el artificio del photoshop, consiguió esta foto después de 28 intentos. A la orden del fotógrafo Dalí saltaba, botaban el agua y los gatos, creando esa ilusión de suspensión.

Fue tomada en 1948, y el título de la foto hace referencia a una pintura del mismo Dalí llamada Leda Atómica, que en la foto está presente detrás de los gatos. La idea central gira en torno a la ’suspensión’, estado de los átomos (la foto fue tomada en los comienzos de la ‘era atómica’).

Una imagen genial de un genio tomada por otro genio.

Lovecraft

Para que nos dejemos de huevadas, y dedicado a todos los fans de Stephanie Meyer que me envían cariñosos mensajes al mail deseándome una muerte lenta y dolorosa, aquí les dejo a H. P. Lovecraft…señor de señores. Oscuro escritor americano, conocido por ser un maestro de la ficción terror.
Quienes estén pensando que este muchachón es un vulgar Stephen King…ERROR.
A este sujeto le debo grandes grandes momentos al calor de la noche eterna, cuando veía salir el sol (como cantaba Yuri: Detrás de mi ventana) sin poder cerrar los ojos.
De él les dejo, este magnífico cuento corto llamado EL INTRUSO, también llamado EL EXTRAÑO, siguiendo la línea «vampírica» experimentada en otros relatos suyos, este es sin duda, uno de los mejorcitos que he leído, encima escrito en 1921, en primera persona…Un lujo.
EL INTRUSO

Infeliz es aquel a quien sus recuerdos infantiles sólo traen miedo y tristeza. Desgraciado aquel que vuelve la mirada hacia horas solitarias en bastos y lúgubres recintos de cortinados marrones y alucinantes hileras de antiguos volúmenes, o hacia pavorosas vigilias a la sombra de árboles descomunales y grotescos, cargados de enredaderas, que agitan silenciosamente en las alturas sus ramas retorcidas. Tal es lo que los dioses me destinaron… a mí, el aturdido, el frustrado, el estéril, el arruinado y sin embargo, me siento extrañamente satisfecho y me aferro con desesperación a esos recuerdos marchitos cada vez que mi mente amenza con ir más allá, hacia el otro.

No sé dónde nací, salvo que el castillo era infinitamente horrible, lleno de pasadizos oscuros y con altos cielos rasos donde la mirada sólo hallaba telarañas y sombras. Las piedras de los agrietados corredores estaban siempre odiosamente húmedas y por doquier se percibía un olor maldito, como de pilas de cadáveres de generaciones muertas. Jamás había luz, por lo que solía encender velas y quedarme mirándolas fijamente en busca de alivio; tampoco afuera brillaba el sol, ya que esas terribles arboledas se elevaban por encima de la torre más alta. Una sola, una torre negra, sobrepasaba el ramaje y salía al cielo abierto y desconocido, pero estaba casi en ruinas y sólo se podía ascender a ella por un escarpado muro poco menos que imposible de escalar.

Debo haber vivido años en ese lugar, pero no puedo medir el tiempo. Seres vivos debieron haber atendido a mis necesidades, y sin embargo no puedo rememorar a persona alguna excepto yo mismo, ni ninguna cosa viviente salvo ratas, muerciélagos y arañas, silenciosos todos. Supongo que, quienquiera me haya cuidado, debió haber sido asombrosamente viejo, puesto que mi primera representación mental de una persona viva fue la de algo semejante a mí, pero retorcido, marchito y deteriorado como el castillo. Para mí no tenían nada de grotescos los huesos y los esqueletos esparcidos por las criptas de piedra cavadas en las profundidades de los cimientos. En mi fantasía asociaba estas cosas con los hechos cotidianos y los hallaba más reales que las figuras en colores de seres vivos que veía en muchos libros mohosos.

En esos libros aprendí todo lo que sé. Maestro alguno me urgió o me guió, y no recuerdo haber escuchado en todos esos años voces humanas…, ni siquiera la mía; ya que, si bien había leído acerca de la palabra hablada nunca se me ocurrió hablar en voz alta. Mi aspecto era asimismo una cuestión ajena a mi mente, ya que no había espejos en el castillo y me limitaba, por instinto, a verme como un semejante de las figuras juveniles que veía dibujadas o pintadas en los libros. Tenía conciencia de la juventud a causa de lo poco que recordaba.

Afuera, tendido en el pútrido foso, bajo los árboles tenebrosos y mudos, solía pasarme horas enteras soñando lo que había leído en los libros; añoraba verme entre gentes alegres, en el mundo soleado allende de la floresta interminable. Una vez traté de escapar del bosque, pero a medida que me alejaba del castillo las sombras se hacían más densas y el aire más impregnado de crecientes temores, de modo que eché a correr frenéticamente por el camino andado, no fuera a extraviarme en un laberinto de lúgubre silencio.

Y así, a través de crepúsculos sin fin, soñaba y esperaba, aún cuando no supiera qué. Hasta que en mi negra soledad, el deseo de luz se hizo tan frenético que ya no pude permanecer inactivo y mis manos suplicantes se elevaron hacia esa única torre en ruinas que por encima de la arboleda se hundía en el cielo exterior e ignoto. Y por fin resolví escalar la torre, aunque me cayera; ya que mejor era vislumbrar un instante el cielo y perecer, que vivir sin haber contemplado jamás el día.

A la húmeda luz crepuscular subí los vetustos peldaños de piedra hasta llegar al nivel donde se interrumpían, y de allí en adelante, trepando por pequeñas entrantes donde apenas cabía un pie, seguí mi peligrosa ascensión. Horrendo y pavoroso era aquel cilindro rocoso, inerte y sin peldaños; negro, ruinoso y solitario, siniestro con su mudo aleteo de espantados murciélagos. Pero más horrenda aún era la lentitud de mi avance, ya que por más que trepase, las tinieblas que me envolvían no se disipaban y un frío nuevo, como de moho venerable y embrujado, me invadió. Tiritando de frío me preguntaba por qué no llegaba a la claridad, y, de haberme atrevido, habría mirado hacia abajo. Antojóseme que la noche había caído de pronto sobre mí y en vano tanteé con la mano libre en busca del antepecho de alguna ventana por la cual espiar hacia afuera y arriba y calcular a qué altura me encontraba.

De pronto, al cabo de una interminable y espantosa ascensión a ciegas por aquel precipicio cóncavo y desesperado, sentí que la cabeza tocaba algo sólido; supe entonces que debia haber ganado la terraza o, cuando menos, algúna clase de piso. Alcé la mano libre y, en la oscuridad, palpé un obstáculo, descubriendo que era de piedra e inamovible. Luego vino un mortal rodeo a la torre, aferrándome de cualquier soporte que su viscosa pared pudiera ofrecer; hasta que finalmente mi mano, tanteando siempre, halló un punto donde la valla cedía y reanudé la marcha hacia arriba, empujando la losa o puerta con la cabeza, ya que utilizaba ambas manos en mi cauteloso avance. Arriba no apareció luz alguna y, a medida que mis manos iban más y más alto, supe que por el momento mi ascensión había terminado, ya que la puerta daba a una abertura que conducía a una superficie plana de piedra, de mayor circunferencia que la torre inferior, sin duda el piso de alguna elevada y espaciosa cámara de observación. Me deslicé sigilosamente por el recinto tratando que la pesada losa no volviera a su lugar, pero fracasé en mi intento. Mientras yacía exhausto sobre el piso de piedra, oí el alucinante eco de su caída, pero con todo tuve la esperanza de volver a levantarla cuando fuese necesario.

Creyéndome ya a una altura prodigiosa, muy por encima de las odiadas ramas del bosque, me incorporé fatigosamente y tanteé la pared en busca de alguna ventana que me permitiese mirar por vez primera el cielo y esa luna y esas estrellas sobre las que había leído. Pero ambas manos me decepcionaron, ya que todo cuanto hallé fueron amplias estanterías de mármol cubiertas de aborrecibles cajas oblongas de inquietante dimensión. Más reflexionaba y más me preguntaba qué extraños secretos podía albergar aquel alto recinto construido a tan inmensa distancia del castillo subyacente. De pronto mis manos tropezaron inesperadamente con el marco de una puerta, del cual colgaba una plancha de piedra de superficie rugosa a causa de las extrañas incisiones que la cubrían.

La puerta estaba cerrada, pero haciendo un supremo esfuerzo superé todos los obstáculos y la abrí hacia adentro. Hecho esto, invadióme el éxtasis más puro jamás conocido; a través de una ornamentada verja de hierro, y en el extremo de una corta escalinata de piedra que ascendía desde la puerta recién descubierta, brillando plácidamente en todo su esplendor estaba la luna llena, a la que nunca había visto antes, salvo en sueños y en vagas visiones que no me atrevía a llamar recuerdos.

Seguro ahora de que había alcanzado la cima del castillo, subí rápidamente los pocos peldaños que me separaban de la verja; pero en eso una nube tapó la luna haciéndome tropezar, y en la oscuridad tuve que avanzar con mayor lentitud. Estaba todavía muy oscuro cuando llegué a la verja, que hallé abierta tras un cuidadoso examen pero que no quise trasponer por temor de precipitarme desde la increíble altura que había alcanzado. Luego volvió a salir la luna.

De todos los impactos imaginables, ninguno tan demoníaco como el de lo insondable y grotescamente inconcebible. Nada de lo soportado antes podía compararse al terror de lo que ahora estaba viendo; de las extraordinarias maravillas que el espectáculo implicaba. El panorama en sí era tan simple como asombroso, ya que consistía meramente en esto: en lugar de una impresionante perspectiva de copas de árboles vistas desde una altura imponente, extendíase a mi alrededor, al mismo nivel de la verja, nada menos que la tierra firme, separada en compartimentos diversos por medio de lajas de mármol y columnas, y sombreada por una antigua iglesia de piedra cuyo devastado capitel brillaba fantasmagóricamente a la luz de la luna.

Medio inconsciente, abrí la verja y avancé bamboleándome por la senda de grava blanca que se extendía en dos direcciones. Por aturdida y caótica que estuviera mi mente, persistía en ella ese frenético anhelo de luz, ni siquiera el pasomoso descubrimiento de momentos antes podía detenerme. No sabía, ni me importaba, si mi experiencia era locura, enajenación o magia, pero estaba resuelto a ir en pos de luminosidad y alegría a toda costa. No sabía quién o qué era yo, ni cuáles podían ser mi ámbito y mis circunstancias; sin embargo, a medida que proseguía mi tambaleante marcha, se insinuaba en mí una especie de tímido recuerdo latente que hacía mi avance no del todo fortuito, sin rumbo fijo por campo abierto; unas veces sin perder de vista el camino, otras abandonándolo para internarme, lleno de curiosodad, por praderas en las que sólo alguna ruina ocasional revelaba la presencia, en tiempos remotos, de una senda olvidada. En un momento dado tuve que cruzar a nado un rápido río cuyos restos de mampostería agrietada y mohosa hablaban de un puente mucho tiempo atrás desaparecido.

Habían transcurrido más de dos horas cuando llegué a lo que aparentemente era mi meta: un venerable castillo cubierto de hiedras, enclavado en un gran parque de espesa arboleda, de alucinante familiaridad para mí, y sin embargo lleno de intrigantes novedades. Vi que el foso había sido rellenado y que varias de las torres que yo bien conocía estaban demolidas, al mismo tiempo que se erguían nuevas alas que confundían al espectador. Pero lo que observé con el máximo interés y deleite fueron las ventanas abiertas, inundadas de esplendorosa claridad y que enviaban al exterior ecos de la más alegre de las francachelas. Adelantándome hacia una de ellas, miré el interior y vi un grupo de personas extrañamente vestidas, que departían entre sí con gran jarana. Como jamás había oído la voz humana, apenas sí podía adivinar vagamente lo que decían. Algunas caras tenían expresiones que despertaban en mí remotísimos recuerdos; otras me eran absoluntamente ajenas.

Salté por la ventana y me introduje en la habitación, brillantemente ilumindada, a la vez que mi mente saltaba del único instante de esperanza al más negro de los desalientos. La pesadilla no tardó en venir, ya que, no bien entré, se produjo una de las más aterradoras reacciones que hubiera podido concebir. No había terminado de cruzar el umbral cuando cundió entre todos los presentes un inesperado y súbito pavor, de horrible intensidad, que distorsionaba los rostros y arrancaba de todas las gargantas los chillidos más espantosos. El desbande fue general, y en medio del griterío y del pánico varios sufrieron desmayos, siendo arrastrados por los que huían enloquecidos. Muchos se taparon los ojos con las manos y corrían a ciegas llevándose todo por delante, derribando los muebles y dándose cotra las paredes en su desesperado intento de ganar alguna de las numersas puertas.

Solo y aturdido en el brillante recinto, escuchando los ecos cada vez más apagados de aquellos espeluznates gritos, comencé a temblar pensando qué podía ser aquello que me acechaba sin que yo lo viera. A primera vista el lugar parecía vacío, pero cuando me dirirgí a una de las alcobas creí detectar una presencia… un amago de movimiento del otro lado del arco dorado que conducía a otra habitación, similar a la primera. A medida que me aproximaba a la arcada comencé a percibir la presencia con más nitidez; y luego, con el primero y último sonido que jamás emití –un aullido horrendo que me repugnó casi tanto como su morbosa causa–, comtemplé en toda su horrible intensidad el iconcebible, indescriptible, inenarrable mostruo que, por obra de su mera aprarición, había convertido una algre reunión en una horda de deliriantes fugitivos.

No puedo siquiera decir aproximadamente a qué se parecía, pues era un compuesto de todo lo que es impuro, pavoroso, indeseado, anormal y detestable. Era una fantasmagórica sombra de podredumbre, decrepitud y desolación; la pútrida y viscosa imagen de lo dañino; la atroz desnudez de algo que la tierra misericordiosa debería ocultar por siempre jamás. Dios sabe que no era de este mundo –o al menos había dejado de serlo–, y sin embargo, con enorme horror de mi parte, pude ver en sus rasgos carcomidos, con huesos que se entreveían, una repulsiva y lejana reminisencia de formas humanas; y en sus enmohecidas y destrozadas ropas, una indecible cualidad que me estremecía más aún.

Estaba casi paralizado, poro no tanto como para no hacer un débil esfuerzo hacia la salvación: un tropezón hacia atrás que no pudo romper el hechizo en que me tenía apresado el monstruo sin voz y sin nombre. Mis ojos, embrujados por aquellos asqueantes ojos vítreos que los miraba fijamente, se negaba a cerrarse, si bien el terrible objeto, tras el primer impacto, se veía ahora más confuso. Traté de levantar la mano y disipar la visión, pero estaba tan anonadado que el brazo no respondió por entero a mi voluntad. Sin embargo, el intento fue suficiente como para alterar mi equilibrio y, bamboléandome, di unos pasos hacia adelante para no caer. Al hacerlo adquirí de pronto la angustiosa noción de la proximidad de la cosa, cuya inmunda respiración tenía casi la impresión de oír. Poco menos que enloquecido, pude no obstante adelantar una mano para detener a la fétida imagen, que se acercaba más y más, cuando de pronto, mis dedos tocaron la extremidad putrefacta que el monstruo extendía por debajo del arco dorado.

No chillé, pero todos los satánicos vampiros que cabalgan en el viento de la noche lo hicieron por mí, a la vez que dejaron caer en mi mente una avalancha de anonadantes recuerdos.

Supe en ese mismo instante todo lo ocurrido; recordé hasta más allá del terrorífico castillo y sus árboles; reconocí el edificio en el cual me hallaba; reconocí, lo más terrible, la impía abominación que se erguía ante mí, mirándome de soslayo mientras apartaba de los suyos mis dedos manchados.

Pero en el cosmos existe el bálsamo además de la amargura, y ese bálsamo es el olvido. En el supremo horror de ese instante olvidé lo que me había espantado y el estallido del recuerdo se desvaneció en un caos de reiteradas imágenes. Como entre sueños, salí de aquel edificio fantasmal y execrado y eché a correr rauda y silenciosamente a la luz de la luna. Cuando retorné al mausoleo de mármol y descendí los peldaños, encontré que no podía mover la trampa de piedra; pero no lo lamenté, ya que había llegado a odiar el viejo castillo y sus árboles.

Ahora cabalgo junto a los fantasmas, burlones y cordiales, al viento de la noche, y durante el día juego entre las catacumbas de Nefre–Ka, en el recóndito y desconocido valle de Hadoth, a orillas del Nilo. Sé que la luz no es para mí, salvo la luz de la luna sobre las tumbas de roca de Neb, como tampoco es para mí la alegría, salvo las innominadas fiestas de Nitokris bajo la Gran Pirámide; y sin embargo en mi nueva y salvaje libertad, agradezco casi la amargura de la alienación.

Pues aunque el olvido me ha dado la calma, no por eso ignoro que soy un extranjero; un extraño a este siglo y a todos los que aún son hombres. Esto es lo que supe desde que extendí mis dedos hacia esa cosa abominable surgida en aquel gran marco dorado; desde que extendí mis dedos y toqué una fría e inexorable superficie de pulido cristal.

Baby, you can turn me on
Por: Mónica Heinrich V.

Señores, este post tiene el único objetivo de informarles que el Rey ha vuelto. Sí, si esto fuera un libro se llamaría El Retorno del Rey (suck it Tolkien). 
Quizás en tierras tan tropicales, lugar macondiano que desde que acabó el carnaval del 2009 están inflando las vejigas del carnaval 2010, a nadie le interese un sorete que los Juegos Olímpicos Vancouver de invierno ya empezaron. Empezaron el viernes pasado, entre la gloria y el drama. 
Gloria porque se trata de 2632 atletas compitiendo por distintas medallas, y drama porque desde 1992 que no fallecía un atleta en dicha competición. Si bien es cierto que Nodar Kumaritashvili murió en un accidente de luge (mientras entrenaba) horas antes de la inauguración, el fallecimiento empañó unos juegos que estaban destinados a ser sólo celebración.
No obstante, the show must go on. Y es así que mañana 16 y el jueves 18, se llevarán a cabo las presentaciones que corresponden a Patinaje Artístico. 
Este deporte lo tiene todo para ser un deporte que se pueda amar: requiere entrenamiento físico, talento, transmitir, una buena coreografía, buen vestuario, buena música, o sea…no cualquier boludo/a puede ser patinador artístico. 
Se sacrifican muchas cosas, amén de una vida dedicada al entrenamiento, y el poner en segundo lugar familia, amigos y diversión, el patinador artístico sufre problemas físicos. La gran mayoría acaba con las rodillas destrozadas antes de los 30 años, o con necesidad de hacerse implantes o prótesis para seguir patinando. 
En ese limbo de dioses del patinaje artístico se encuentran dos rusos: Alexei Yagudin y Evgeni Plushenko. A pesar de ser rusos y compañeros de equipo, uno era el rival del otro, y era entre ambos que quedaba la lucha por el oro. 
Por un lado Alexei Yagudin pertenece a un raro estilo de patinador. Más masculino que el promedio, sus performances siempre tenían detalles grandiosos y destinados a impactar al espectador. 

Apasionado y entregado, la pista ardía cuando Yagudin se encontraba encima de ella. Es el único patinador artístico de la historia que ostenta marcas perfectas en todas sus presentaciones cuando ganó el oro en los Juegos Olímpicos 2002. Aquí Overcome, el largo que le dio el oro en dichos juegos. Una presentación PERFECTA. Para los que quieran ver cómo se ve el paso de la luna de Michael Jackson sobre hielo, esta es su oportunidad.
Yagudin acabaría con las rodillas destrozadas por los saltos ejecutados en sus complejas coreografías, se haría un transplante en el 2007, pero su retiro de las competiciones oficiales se anunció un año después de ganar los Juegos Olímpicos.
Por otro lado está Evgeni Plushenko. El Rey. 
Mucho más clásico que Yagudin, más distante, más ¨estudiado¨, Plushenko fue transformándose para enganchar al público. De ser un frío y estirado patinador, se volvió un show man. Bien lo puede atestiguar esta presentación en que usa de soundtrack el famoso tema Sex Bomb de Tom Jones. Mientras algunos lo hemos utilizado para hacer streapteases caseros, Plushenko lo usó para una memorable presentación sobre el hielo. 
Este mismo Plushenko se retiraría del patinaje hace años debido a lesiones constantes con sus rodillas. Se lo recordaría por ser uno de los pocos hombres capaces de hacer el Biellmann Spin (figura en que se levanta la pierna hacia atrás formando un arco) y por ser capaz de múltiples combinaciones de saltos (4-3-2, 4-3-3, 4-2-2-).
Con operaciones de por medio, el gran Plushenko vuelve a las pistas. Ya ganó la Eurocopa este 2010 y es la presentación más esperada de los juegos olímpicos en Vancouver. Las apuestas que este ruso se llevará el oro son casi unánimes. Aquí una de las presentaciones que le dio el Oro en la Eurocopa 2010.
Así que mañana, los que tienen Cotas Cable pueden disfrutarlo a través del canal 6 o el canal 47. Hay que estar atentos…si tenemos suerte podremos disfrutar de uno de sus grandes saltos, y si está inspirado capaz y haga historia. Sus máximos rivales son el francés Brian Joubert, el suizo Stephane Lambiel y el checo Tomas Verner. 
El francés es un ENCANTO, y puede dar la sorpresa ya que posee un frondoso currículum. El suizo todavía es muy joven, aunque se caracteriza por presentaciones enérgicas, además de tener muchas medallas encimas y el checo Tomas Verner actualmente es el número 1 del mundo, y campeón europeo 2008. 
En el apartado damas, el oro parece estar entre la coreana Yu-Na Kim y la italiana Carolina Kostner.
La cosa va a estar color de hormiga. Crucemos los dedos por Plushenko. El Rey ha vuelto. Viva el Rey.

Amor

Por: Mónica Heinrich V
En este día lluvioso, el Amor se prostituye al consumismo, y si te encontrás solo, sin nadie a quien amar, y viceversa, serás abofeteado por el exhibicionismo de cupido en los OTROS. Tarjetas, osos de peluches, flores y demases, querrán validar el amor.Anticipándome a San Valentín, ayer terminé de leer El libro de los amores ridículos (en inglés la traducción literal sería Amores risibles) de Milan Kundera, y me parece LINDO compartir la experiencia.

Kundera es un escritor checo, conocido por su obra cumbre La insoportable levedad del ser. Estudió literatura y cine, actualmente radica en Francia. Milan Kundera tiene un estilo en el que prima (podríamos decir) cierto cinismo para ver la vida, sin que esto excluya un sentido del humor negro.

Este libro contiene 7 relatos que muestran la visión que el autor tiene sobre el Amor (así, con mayúscula carajo!), una visión que es retratada en relaciones de todo tipo y naturaleza. En resumen, para el autor el Amor es un concepto huidizo y caprichoso, que más tiene que ver con el ser que con el compartir.

A ver, para explicarnos mejor, he aquí un breve resumen de estas amorosas pero ridículas historias.

1) Nadie se va a reír: El protagonista es un profesor, una especie de erudito en arte, a quien le endilgan la tarea de rechazar a un pobre hombre que ha escrito un artículo durante 3 años. Este hombrecillo ha trabajado al pedo, porque el famoso escrito no vale nada, sin embargo cuando nuestro profesor recibe la tarea de rechazar el artículo, le encuentra de buen humor y en lugar de dar un tajante: «No sirve ni para usarlo de papel higiénico», le escribe una carta amable, en que evade ejercer juicios sobre el trabajo del hombrecillo e incluso hay la promesa tácita de escribir el informe que permitiría la publicación de dicho trabajo.

Ese fue el error del profesor, será el comienzo del fin. Mientras su carrera se tambalea, la frágil relación construida con Klara (aspirante a actriz) se va al tacho también. Todo gracias al absurdo. A pesar del título, rrancará una que otra sonrisa ante el papel.

2) La dorada manzana del eterno deseo: Apuesto una teta que habrá muchachones que se van a identificar con esta historia. Y para las féminas, esta historia confirmará lo patética que puede resultar la psiquis masculina. Nuestros protagonistas son hombres rozando los 40s, amigos de toda la vida, uno de ellos felizmente casado y el otro soltero, pero sin tiempo, ganas o pegue para conquistar mujeres. Ambos extrañan las épocas de despreocupada soltería/juventud donde el único objetivo que tenían en la vida era coger. Lo pongo así, porque para qué vendernos simulacros.

El caso es que a pesar de lo ya dicho sobre la situación marital del uno y la situación emocional del otro, ambos juegan a abordar mujeres por el placer que esto les produce. Supuestamente llegarán a las últimas consecuencias, pero todo se reduce al placer anticipado de algo que ya no es parte de sus vidas. Divertido, reflexivo y ameno relato sobre la amistad masculina.

3) El falso autoestop: Esta me jodió. Me parece una de las más oscuras sobre la relación hombre-mujer. Una pareja joven están yendo de vacaciones por dos semanas. El relato empieza cuando ambos se encuentran en la carretera intentando llegar a su destino. El chico piensa que su chica es diferente a cualquier otra que haya conocido. Le gusta su inocencia, su pureza, la forma recatada en que se maneja. El no ver vestigios de vulgaridad en ella. O sea, la ama y la tiene en un altar por esas cualidades.

La chica es todo eso que piensa el chico, pero se siente insegura ante la experiencia que el chico le ha contado tiene. Sufre de celos al pensar en todas esas mujeres experimentadas y coquetas que seguramente (piensa) deben ser más femeninas, sensuales y apasionadas que ella. Entonces, de la nada, sin querer, empieza un juego. En una de las paradas que hacen para llenar el tanque de gasolina, ella finge hacer autospot y comienzan un diálogo como si supuestamente ambos fueran desconocidos. La chica, envalentonada por el ¨papel¨ actúa de una manera totalmente opuesta a lo que el chico conoce de ella, pareciéndose a las mujeres de las que ella tiene celos, y a las que él ha llegado a despreciar. Los resultados de dicho juego se tornan imprevisibles y muy jodidos.

Tiene su parte de humor negro, como todos estos relatos, pero el final es como para un corto en el que te dejan con esa sensación rara en el estómago. Bien por Kundera.

4) Symposium: Quizás la más divertida y desenfadada historia del libro. En ella un grupo de 5 doctores se encuentran conversando sobre la vida, el amor, las mujeres y el sexo, mientras beben unas copas. Los personajes son variopintos, entre ellos una enfermera con una cara fea (dicen) que gracias al alcohol comienza a ofrecérsele descaradamente al Doctor Havel. El doctor Havel es conocido por su reputación promiscua, y cuando la enfermera ofrecida no se encuentra presente es cuestionado del porqué él que «arrampla» con todo, rechaza invariablemente a la pobre enfermera. Las explicaciones y teorías al respecto son súper divertidas.

Además, le hacen creer a un joven doctor que todas las demostraciones de amor y provocación de la enfermera, son en realidad para él. La cosa parece que terminará en tragedia, pero es simplemente un recurso que muestra el absurdo en el que cae el ser humano y cómo todo lo que brilla no es oro. Ojo al charque.

5) Que los muertos viejos, dejen sitio a los muertos jóvenes: Volvemos a lo oscurito,esta vez con honda patética. Un hombre y una mujer tuvieron una relación apasionada de una noche hace como 20 años. En ese entonces él era estudiante universitario, y ella era ya una mujer cuarentona, casada, que inexplicablemente le fue infiel a su marido toda la vida. Se reencuentran cuando ella ya tiene 60 años y a él se le está empezando a caer el pelo.

Ella ya es viuda y por un olvido de su parte, la tumba de su marido ha sido removida ya que no renovó el alquiler del sitio. Él anda apesadumbrado por el paso del tiempo, es pobre, casi calvo, se siente miserable. El reencuentro se produce en estas condiciones. Lo que sucede después da penita, y una vez más el amor tiene poco o nada que ver, mientras que las soledades y vacíos personales son los que guían a ambos personajes. Oscurita.

6) El Doctor Havel al cabo de 20 años: Retomamos a uno de los personajes principales del relato Symposium, el Doctor Havel cuya reputación de Don Juan al correr los años ha ido menguando. Y ahora casado con una famosa pero insegura actriz, se encuentra con que la única forma de conquistar mujeres es a través de su esposa. Otra muestra más de cómo funciona la psicología humana.

Por un lado, el Doctor Havel está demasiado mayor como para resultar atractivo a las mujeres que él desea gustar, encima anda con problemas de vesícula, y vive adolorido. Por otro lado, un joven reportero se siente incapaz de tener una opinión sobre su pareja y recurre a este individuo para que ¨cate¨ a la chica con la que sale.

Encima la llegada de la famosa actriz, esposa del doctor, causa que las mujeres que antes vieron al Havel con cara de ¨pobre viejo verde patético¨ ahora lo vean como «el esposo de» y les parezca interesante conectarse con la actriz a través de un coito con su marido. El horror, aún así Kundera lo relata con humor y con una simplicidad exquisita.

7) Eduard y Dios: Este uno de los mejores, y de los más completos en profundidad de trama. Eduard es un joven profesor al que contratan en la universidad de Praga. La directora es una seguidora de Stalin, una tipa que muchos años atrás, cuando Stalin murió hizo expulsar al hermano del protagonista porque éste al verla llorar se cagó de risa, sin saber que ella lloraba por la muerte de Stalin. Acusaron al hermano de ataque a la ideología y faltas al estado.

Ahora Eduard enseña en esa universidad y al mismo tiempo sale con una muchacha llamada Alice, a la que por encima de todo, quiere llevar a la cama (aquí no pongo coger, para dejarlo más fino). La cosa no parece tan complicada hasta que Alice le pregunta a Eduard si cree en Dios y éste por quedar bien con ella dice que sí. La mentira llega a crecer a pasos agigantados en pos que Alice ceda y rompa uno de los mandamientos (No fornicarás).

Este despliegue de fe, será cuestionado por la directora y su trabajo estará en peligro. Lo que hace Eduard para lidiar con Alice y con la directora es para partirse de risa. Sin embargo, la historia tiene un trasfondo más interesante, en el que existe una mirada cínica al comunismo (recordemos que Kundera fue expulsado del partido comunista en dos ocasiones), al cristianismo, a la fe, al oportunismo y a lo voluble que es el ser humano en creencias y sentimientos. Una interesante manera de cerrar el libro.

Esito sería, para los que quieran leerlo, les dejo el enlace aquí. Una lectura ideal para un día lluvioso como hoy, donde el carnaval (supuestamente la palabra significa que la carne se deje llevar) y San Valentín, se unen descaradamente.

FOTOGRAFÍA: We are the world… (Parte 1)

Fotografía etimológicamente significa escribir/diseñar con la luz, a lo largo de la historia del hombre, las fotos han servido para inmortalizar momentos, capturar épocas, personajes, estados.
Me pareció buena idea colocar algunas de las fotos más impactantes que he visto, y que además sean acompañadas por la historia que hay detrás. Cada cierto tiempo subiremos imágenes que inviten a la reflexión y que tengan algún elemento que nos despierte la sensibilidad.
1) Asesinato en Saigón (Eddie Adams)
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“El coronel asesinó al preso; yo asesiné al coronel con mi cámara”. Esa fue la frase que dijo el fotógrafo Eddie Adams luego de tomar esta imagen.

Imagen brutal, donde vemos al jefe de la policía de Saigón ejecutar a un guerrillero del Vietcong en 1968. Se trataba del segundo día de la Ofensiva del Tet, operación lanzada por el Ejército de Vietnam del Norte y el Vietcong contra la ofensiva americana.

El policía era Nguyen Ngọc Loan, general en jefe de la policía de Vietnam del Sur. El prisionero ejecutado fue Nguyen Van Lem,conocido rebelde del Vietcong cuyo alias era Capitan Lop.
El guerrillero comandaba un escuadrón que buscaba venganza contra la policía de Vietnam del Sur. Su escuadrón consiguió asesinar a policías, esposas e hijos de policías en los días previos. Se sospechaba que el polícia Nguyen había perdido a un colega, a su esposa e hijos a manos del guerrillero.

Tras la caída de Saigón, en 1975 Nguyen Ngọc Loa se mudó a Virginia, EE.UU., donde abrió una pizzería. Sin embargo en 1991 fue reconocido en la foto de Eddie Adams y alguien le dejo una nota en la puerta de su pizzería donde le decían: “Sabemos quien eres”. Después de esto Nguyen tuvo que cerrar su pizzería. Moriría de cáncer en 1998 cerca de Washington.

Por su parte, Eddie Adams (fotógrafo de guerra de Associated Press) ganó el premio Pulitzer por esta fotografía en 1969. La foto fue símbolo de un conflicto brutal, agravado por la intervención americana. Adams, sin embargo, nunca emitió un juicio de valor por lo que hay detrás de la foto. Demasiados años de guerra y dolor ya borraron la línea de quiénes eran los buenos y quiénes los malos.

Años después, Adams visitó a Loan y el ex general le dijo: «Usted estaba haciendo su trabajo y yo, el mío».

Adams murió en el 2004 a los 71 años, luego de una carrera en la que ganó más de 500 galardones.

Susan Sontag describió su impresión en su libro Ante el dolor de los demás: La foto de Adams muestra el instante en que se ha disparado la bala; el muerto, con una mueca, no ha empezado a caer. Para el espectador, para esta espectadora, incluso muchos años después de realizada la foto…,vaya, se pueden mirar estos rostros mucho tiempo y no llegar a agotar el misterio, y la indecencia, de semejante mirada compartida.
2) Rebelde desconocido en Tiananmen (Charlie Cole y varios más, pero la que está aquí es la de Charlie)
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El 4 de junio de 1989, sucedía la masacre de la Plaza de Tiananmen en Pekín, China. Lo que comenzón como una manifestación contra el gobierno comunista, se transformó en una brutal represión que acabó con la vida de un número aún indeterminado de civiles.

La CIA habla de entre 400 y 800, mientras que fuentes de la Cruz Roja China, arrojó como resultado 2600 muertes.

Las manifestaciones eran lideradas por jóvenes estudiandes y trabajadores cansados del régimen. El Ejército Popular de Liberación fue el encargado de la represión, en la noche del 3 de junio envió tanques e infantería al lugar para disolver la protesta.

En uno de esos momentos fue tomada esta foto, que más tarde ganaría el Word Press Photo de 1989. En ella se observa cómo un joven (hasta ahora desconocido) se coloca delante de una hilera de cuatro tanques.

La fotografía y filmación del hombre en pie, solo delante de la línea de tanques, se transmitió esa misma noche. Fue titular en cientos de periódicos y revistas, y el principal titular en muchos noticiarios alrededor del mundo.

El hombre se mantuvo solo y en pie mientras los tanques se le aproximaban. En respuesta, el tanque situado en cabeza de la columna intentó sortearlo; pero el hombre se interpuso repetidamente en su camino. Tras esto los tanques se detuvieron y el individuo subió encima del primer tanque, y sostuvo una conversación con el conductor.

Hay especulaciones sobre lo que dijo, adjudicándosele frases como «¿Por qué están aquí? Mi ciudad es un caos por su culpa»; «Retrocedan, den la vuelta y dejen de matar a mi gente»; o «Váyanse». Luego, la grabación muestra cómo tres civiles empujaron al hombre entre la multitud, mientras los tanques seguían su camino. Muchos sospechan que eran, en realidad, fuerzas de la ley sin uniforme.

Nunca se supo la identidad del chino más buscado por la prensa. Se cree que murió fusilado o como parte de la masacre ese día o en los posteriores. El caso es que se convirtió en un símbolo e incluso fue nombrado por el la revista Time como una de las 100 personas más influyentes del siglo.

«Él creó la imagen, yo sólo tomé la foto», explica Cole, quien enfatiza que la actitud de ese joven conmovió al mundo: «Me sentí honrado por estar allí».

3) La niña y el buitre (Kevin Carter)

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La primera impresión que se tiene es que el infante postrado está tan desnutrido que morirá y el buitre lo sabe, lo huele. Una imagen durísima sobre la hambruna.

Fue tomada en 1993 por el fotógrafo freelance sudanés Kevin Carter. La situación se dio cerca de un campo de refugiados de la ONU en Sudán.

Lo más triste de esta foto, es que a pesar de haberle dado a su autor un Premio Pulizter en 1994, tiene una historia detrás que minó la vida de su autor y que más tarde, con tan solo 34 años lo conduciría al suicidio.

La foto trajo consigo halagos, por lo que transmite, pero muchas críticas contra el fotógrafo por aprovecharse de una situación tan cruel y no haberle prestado ayuda a la niña.

El St. Petersburg Times en Florida dijo esto sobre Carter: «El hombre ajustando su lente para tomar el frame correcto de su sufrimiento, quizás también sea un predador, otro buitre de la escena».

Kevin Carter, nació y creció en la más cruda etapa del apartheid. Él y tres amigos más, eran conocidos como el Bang Bang Club, por ser fotógrafos que tomaban fotos espeluznantes y macabras, olvidados y anestesiados de la violencia y el horror que veían a su paso. Dormían poco, consumían montón de drogas, quizás la única manera que encontraron para no lidiar con lo que veían.

Uno de sus amigos relataría cómo se dieron los hechos que llevaron a la famosa foto de Carter. Ellos acompañaron a gente de la ONU a repartir comida, mientras esa actividad se llevaba a cabo, Silva (que cuenta la anécdota) fue a buscar guerrilleros para fotografiar, mientras Carter sacaba fotos a la gente que recibía alimentos. En ese momento encuentra a la niña agachada, y justo se posa un buitre cerca de ella. Carter, ajeno a lo doloroso de la imagen, dice que ojalá el buitre bata sus alas para que la foto sea más impactante. Eso no sucede, sin embargo, Carter consigue capturar una imagen que vale más que mil palabras.

Las consideraciones morales, hicieron que dijera después:
“Es la foto más importante de mi carrera pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla. La odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado a la niña”.

Lo que siguió a la fama, al premio, fue una debacle de emociones contenidas. Donde la pregunta obligada era: Qué pasó con la niña después? Por qué no la ayudaste?

Ante la fama, no pudo escapar del juicio de los demás, y esta vez tampoco de su conciencia. A los días de recibir el Pulitzer, uno de sus amigos más cercanos (Ken Oosterbroek, fotógrafo del Bang Bang Club) moriría asesinado por un disparo en un enfrentamiento durante las primeras elecciones que acabaron con el appartheid.

3 meses después, el joven fotógrafo se quitaría la vida cerca de un río donde jugaba cuando era niño.

En su nota de suicidio de 8 páginas dijo:

“Estoy deprimido, sin teléfono, sin dinero… atrapado por imágenes de asesinatos y cadáveres, furia y dolor, niños heridos o muriéndose de hambre, hombres que apretan el gatillo con alegría, policías y ejecutores… Voy a reunirme con Ken, si tengo suerte”.

4) Omayra Sánchez (Frank Fournier)

En 1985 el volcán del Nevado del Ruíz, en Armero Colombia, hizo erupción y sepultó a más de 25.000 personas. Lo terrible, aparte de la incapacidad de preveer un acontecimiento del que era evidente iba a ocurrir por los avisos que se dieron en los años anteriores, fue la lentitud, la terrible lentitud con la que el gobierno colombiano reaccionó ante el desastre.

El caso que lo ejemplificó y dio la vuelta al mundo fue el de la niña de la foto, Omayra Sánchez, que agonizó entre los escombros durante 60 horas ante la mirada de todos. Una muerte que se produjo delante de impotentes espectadores que esperaron sin éxito la llegada de una motobomba, una simple motobomba. El fotógrafo Frank Fournier tomó esta foto al llegar al lugar.

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Aquí me declaró incapaz de reseñar el hecho. No puedo. Too hard.

Así que dejo lo escrito por el periodista Germán Santa María del periódico El Tiempo en su reportaje: Por favor, hay que salvar a Oymara!

Desde los escombros de Armero

La niña Omayra Sánchez, de doce años, agoniza en estos momentos con medio cuerpo por fuera del lodazal, pero está aprisionada de la cintura para abajo por rocas y ladrillo y dice que pisa el cadáver de su tía y tal vez el de su padre.

¡Hay que sacar a Omayra, por favor! La pequeña lleva ya dos días allí y mira asombrada a los socorristas y a los curiosos que la observan y dice. “Voy a perder el año, porque ayer y hoy fallé a la escuela”.

Al pie de Omayra, el caso del niño de México, llamado “Monchito” es algo menor, ya que uno puede hablar con esta pequeña tolimense, se le puede tocar, se le puede acariciar, ella le cuenta a uno su historia, y sin embargo hasta ayer a las cinco de la tarde no hablan podido sacarla.

Aunque parezca increíble, Omayra está fuera del agua del pecho hacia arriba pero de la cintura hacia abajo se encuentra atascada entre los escombros de lo que fuera la plancha del techo de su casa y dice que debajo de sus pies siente cadáveres y que son los de su tía María Adela Garzón y que posiblemente también allí está el cuerpo de su padre, Álvaro Enrique Sánchez, un conductor de combinada cogedora de arroz.

Durante dos horas conversamos con Omayra Sánchez. Le dimos la mano. Le acariciamos la cabeza, hasta por un momento sonrió y a las cinco de la tarde de ayer nos dijo: “Váyanse a descansar un ratico y después vengan y me sacan de aquí».

Todos le dimos la mano y le dimos la espalda para que no nos viera llorar. Y nos fuimos llorando un puñado de periodistas, entre ellos varios norteamericanos que habían conocido la muerte en los arrozales de Vietnam. (Continuar leyendo aquí)

“Cine nacional, vení que te abrazo…”
Por: Mónica Heinrich V.

Ha sucedido lo impensable. El jueves de la semana pasada asistí a la premier de Zona Sur. Debo ser sincera y cruel: No estaba entusiasmada. Hasta el momento la producción de Valdivia me parecía buena en su factura, pero no muy atractiva en su contenido.
Jonás y la ballena rosada y American Visa, no me dejaron con ganas de verlas dos veces. Con esos prejuicios llegué al cine. Para variar, criticando el tráiler, el póster y qué sé yo, cosas que miro en retrospectiva y me abochornan, sí, me cubre el manto de la vergüenza. Ahora reflexiono sobre mi actitud frente al producto nacional y digo: “Es Cuestión de Fe”.
Señores, después de tanto nadar contra la corriente, de hacerme fama de cojuda , y encima ganarme gente que en un futuro se va a sentar a ver cualquier cosa que se me ocurra hacer con cara de fuchi, llegó el día D, algo que marcará un antes y un después en mi relación con el cine boliviano. Hoy puedo decir casi con lágrimas, que la película nacional Zona Sur, dirigida por el boliviano Juan Carlos Valdivia…fanfarrias, por favor…ME HA GUSTADO.
Han leído bien. Disfruté Zona Sur. No me lo esperaba, pero la disfruté y lo agradezco. Con un tono intimista y una propuesta estética llamativa, Valdivia consigue enganchar al espectador. Lo hace de manera inteligente, contándonos una historia que en apariencia muestra la cotidianeidad y los contrastes en la vida de una familia “highlona”. De ahí el título, en alusión a la zona paceña, donde están las residencias de la “gente bien”.
Una madre con tres hijos, el mayor que todo el tiempo vive de joda (típico muchacho de clase alta), la segunda que se da sus aires de bohemia y alternativa, y el niño pequeño, que muchas veces tiene a su cargo los diálogos que más invitan a la reflexión.
Aparte de los personajes mencionados, está Wilson, un empleado de la casa, cuya relación con la señora, los hijos de esta y su trabajo, pintan en gran medida conflictos sociológicos actuales.
Esta vez no quiero decir mucho de la trama, porque me interesa que la vean y como en general se trata de situaciones bastante cotidianas, que a excepción de unas dos o tres cositas, no conllevan grandes puntos de giro, mejor guardar silencio y dejar que ustedes tengan la última palabra.

Quiero destacar que se llevó a cabo un buen trabajo de actores, escenas de desnudos (lo menciono para que por lo menos los morbosos vayan a ver carne) textos muy naturales, dichos de manera natural (cosa rara en el 70% de las producciones nacionales) y una construcción de personajes muy lograda, le dan un plus extra a Zona Sur.

Mención aparte la música y la fotografía, Valdivia se da el gusto de tener escenas muy poéticas, hay una particular que me recordó a una escena de película asiática, y yo amo el cine asiático porque son malditos para la fotografía.

Le sacaron partido a la RED ONE (cámara que he llegado a odiar por motivos personales) con una historia sencilla, intimista, para los abnegados “nacionalistas” muy “nuestra”, que seguramente va a dar que hablar, gracias a sus constantes planos circulares y ese algo que denota honestidad y entrega en ese trabajo…

Detalles menores como algunos toques medio de telenovela, o “discursos” un poco obvios buscando la “reflexión”, no me gustaron mucho, pero en general salí del cine viendo a Valdivia con nuevos y amorosos ojos.

Zona Sur, una película boliviana, nuestra y bla bla bla bla, que si no estuviera BIEN, no recomendaba, pero sí…Zona Sur, una buena película que vale la pena ver…Exhorto a todos nuestros compatriotas a consumir el pan criollo, esta vez con alegría y sin temor a indigestiones.

CURIOSIDADES
– Dura casi 2 horas
– Consta tan sólo de aproximadamente 57 planos
– El guión también pertenece a Juan Carlos Valdivia
– Sólo 3 de los actores son profesionales, el resto debuta
– La música corrió a cargo del reconocido Cergio Prudencio
– Valdivia estudió cine en el Columbia College de Chicago

Lo mejor: Una propuesta interesante y atípica dentro de las huevadas que suelen presentar los cineastas nacionales.

Lo peor: algunos textitos medio discursivos, pero en general todo bien.

La escena: La de las manos en las ventanas. Nice.

Lo más falsete: hmmmm

El mensaje manifiesto: Lo de los 500 años no es paja.

El mensaje latente: En el fondo, somos iguales…

El consejo: Andá vela…fundite en un apretado abrazo con el cine nacional.

La pregunta: ¿Será que Rojo Amarillo y Verde también nos dará esa alegría?

EXTRAS
GI JOE:
“Por favor, no adapten He-Man”…Así como el cine a veces es fuente de sorpresas, alegrías, embelesos, y fantasías sobre un mundo mejor, o por lo menos se convierte en una puertita por la cual huir de esta cochina realidad, hay veces que definitivamente se puede convertir en tortura. Es el caso de G.I. Joe the rise of Cobra, que viene a engrosar esa ya triste lista de filmes pipoqueros que pretenden simplemente “entretener” de la manera más liviana posible al público promedio.Mientras pasaban los créditos, después de estar sentada casi dos horas en absoluta depresión, fantaseando con que el techo del cine se abriera y una mano gigante me sacará de ahí para transportarme a…bueno…a cualquier lugar lejos de esa pantalla, vi que el encargado, el responsable, el DIRECTOR y GUIONISTA, al que hay que dirigir el odio y la futura indiferencia ante sus películas, es el señor Stephen Sommers.

Y es misterioso el asunto, muy misterioso. Porque he visto La momia 1, la momia 2, Van Helsing, Deep Rising, dirigidas y ESCRITAS por ese crispín, además de haber sufrido como una cicatriz El rey escorpión, escrita también por el mismo fulano, como para a estas alturas venir a caer redonda en la premier de G.I. Joe.Nunca vi la serie animada, por tanto no sabía qué podía esperarme… los referentes de esa niñez ida, no existen. La idea de ver a un equipo élite de soldaditos americanos luchar por el bien, tampoco me entusiasmaba mucho, pero la promesa de que los efectos especiales atenúen la falta de trama, característica de este tipo de filmes, jaló más y ahí estuve con mi abnegada falange, que al igual que yo, tenía esas ñoñas ilusiones. Una historia…CORRIJO…un compendio de imágenes sin ton ni son, que no te dicen absolutamente nada, que ni siquiera me despertaron (a mí, porque parece que todavía no se entiende que esta columna es escrita a título personal) ninguna emoción. Cero en conducta para Sommers.

LA HUERFANA: Hmmm está llena de los clichés típicos del género donde los protagonistas son los niños “malos”. En este caso esta criatur
a resulta ser muy de cuidado, a destacar una muy buena fotografía y en general, a pesar de una trama, como digo, ya vista en demasía, consigue entretener con más de lo mismo, con una factura elegante y una dirección donde, al igual que en su ópera prima “La casa de cera”, Jaume Collet-Serra nos dice que no es cualquier crispín. La protagonista del filme, la niña Isabelle Fuhrman, punto aparte. Le provocó pesadillas a un amigo, que dijo haberse despertado pensando que ese pequeño demonio le hizo dañineras…

LOS FANTASMAS DE MI EX: Pobre comedia romántica, que busca hacer creer a todas esas adolescentes en formación y a esas mujeres aporreadas por el amor, que un hombre mujeriego puede cambiar y que en el fondo de su corazón de condominio, existe amor para una sola. Protagoniza por Jennifer Garner, quien luce muy desmejorada físicamente y Matthew McConaughey, le roba descaradamente a Charles Dickens, su Cuento de Navidad. Eso ya lo hemos visto en cine, tv, dibujos animados, y lo hemos leído mil veces. Hmmm muy, muy regular…tirando para mala.

RING RING: Sí, hemos hecho un corto con Fred Núñez, a estrenarse el martes 25 en Casateatro…Milagrosamente ganamos el Premio Petrobras a Cortometraje el 2008, y ahora toca presentar el trabajo. De más está decir que espero que vaya el que quiera y le haga la crítica más honesta posible…Lo mío no había sido sólo con lo ajeno, así que peor crítica que la propia no voy a escuchar. Agradecer a Petrobras, Pollos Chris, Convergencia, Trac21, Marco Antonio Cortez, Cinegroup, y todos aquellos que le metieron cariño y sangre a este trabajo.

COMO UN PAJARO MUERTO
Por: Mónica Heinrich V. “La teta asustada”…¡Mucho nombre! La primera vez que escuché hablar de esta película fue cuando fuimos a comer pizza con unos amigos, y una amiga la mencionó. El nombre me encantó, o sea: “La teta asustada” ya te cuenta muchas cosas sólo con esas 3 palabras.
Además, el título invoca cierta magia, no es pues lo mismo que alguien te diga emocionado: “Vi Dr. Dolittle” o “En el cine están dando No es otra estúpida película americana”.
La teta asustada es otra cosa (¿notaron cómo me gusta decir el nombre?) Ya nomás grité “CALLATE” a quien empezó con entusiasmo a hablar sobre este filme, porque odio saber la sinopsis. Lo Odio. Mejor llegar a la butaca inocente como un pubis de ángel.
Y es así que por esas casualidades de la vida, pude ver la segunda película de Claudia Llosa. Ajá.
Pero este tipo de filmes que no involucran magos adolescentes pelotudos, ni autos que se transforman en robots, necesitan un contexto. La teta asustada es una película peruana. Como buena parte de la cinematografía de este país, el terrorismo ha servido de inspiración.
En la década de los 80s, Sendero Luminoso (llamado así por la frase de Mariátegui: “El marxismo-leninismo abrirá el sendero luminoso hacia la revolución”) alcanzó su clímax como movimiento terrorista. Conocidos por sus crueles y sanguinarios métodos, los senderistas dejaron a su paso heridas que hasta el día de hoy no cicatrizan en la sociedad peruana.
La teta asustada es la traducción que hizo la antropóloga Kimberly Theidon en su libro Entre Prójimos de un fenómeno observado por las víctimas del terrorismo, en realidad en quechua la traducción literal de cómo ellos llaman a dicho fenómeno es “Leche del miedo” o “leche de rabia”, se supone que es una enfermedad nacida del miedo. Mujeres salvajemente violadas o torturadas durante esos difíciles años, sufrían del síndrome de la teta asustada, y pasaban el miedo a sus hijas a través de la leche materna.
Fausta (interpretada por Magaly Solier) representa a todas esas mujeres, que ahora son un número estadístico y prueba viviente de las huellas psicológicas que deja el terror.
La película abre soberbiamente. Me pican los dedos por contarlo, pero no…adolezco de spoilers y esta vez, prefiero que se sorprendan tan gratamente como yo. Sólo espero que cuando vean ese inicio, se acuerden de mí con cariño.
La mamá de Fausta fue violada (no dicen si fueron los terroristas, los policías, los paramilitares), estando embarazada de ella. En el mismo hecho, su marido fue asesinado. Y producto de tan terribles experiencias, hizo algunas cosas (chocantes) para librar a su hija de la misma suerte.
La señora fallece, y Fausta (ahora de unos 20 años) con su siempre presente miedo a lo que la rodea, y sobre todo, al contacto masculino, quiere llevar el cadáver a otra ciudad. Como no tiene dinero, y su prima está por casarse, por lo que su familia política no puede ayudarla, Fausta comenzará a trabajar como empleada doméstica en una casa de ricachones.
El filme sigue un ritmo lento, pero hay algo en la historia que hace que la sigás sin que ese ritmo te aletargue. Escenas muy bien logradas, hermosas, acompañadas por cantos indígenas, metáforas tristes y duras, combinados con algo de humor…ese humor que nace de la vida cotidiana, de las costumbres de una familia de escasos recursos, y del absurdo mismo; te transportan al Perú que nos pinta Llosa.
Hubo escenas que me gustaron muchísimo, otras no tanto. Quizás su mayor defecto es no haberle dedicado el mismo cuidado que a la fotografía, a la música y a otros detalles, a la dirección de actores.

Si bien Fausta (la protagonista) es más que convincente, y quizás uno de los factores que hacen que el filme concluya con éxito para nuestros ojos, hay otros secundarios que dejan mucho que desear.

La polémica no estuvo ausente. En Perú tuvo buena acogida por algunos medios, otros le sacaron la mierda, acusando al largometraje de racista, engañoso y manipulador. Adjetivos dados a Llosa dado su parentesco (sobrina) con el escritor Mario Vargas Llosa (de conocidas tendencias liberales) y su calidad de peruana radicada permanentemente en España.

Varios puntos: El racismo se le atribuye por considerar la posición de Fausta (mujer quechua, india, atemorizada, inculta, ignorante, que trabaja de empleada doméstica) como un mal ejemplo. Además, se abrió un gran debate en torno a la utilización de la papa (alimento básico e intrínseco de la cultura andina) como el objeto del cual tenía que deshacerse Fausta para alcanzar la “libertad”.

Otro detalle del que se acusa a la directora es de “inventarse” tradiciones y situaciones que no condicen con el estrato social o el grupo cultural que está tratando de presentar ante el público. Habría que ser peruano para saber a ciencia cierta qué tan creíbles son estos reclamos, o si se trata de una crítica infundada.

Quizás puedo concordar en un par de argumentos: Existe una tendencia a estereotipar o caricaturizar personajes o situaciones, por lo que algunas cosas se sienten “falsas”, sin embargo…imagino que debe ser difícil no caer en el cliché cuando se trata de exhibir una cultura distinta. Ya sé que algunos puristas elevan los gritos al cielo alegando que hay directores que se dedican a este tipo de cine, porque “vende” en festivales y atrae a públicos como el europeo que ve con ojos “enternecidos” cosas tan “autóctonas”. Pero tampoco se puede negar un producto cuya factura es bastante lograda.

Más allá de la polémica, se trata de un filme donde destaca una buena producción, excelentes locaciones, una historia base interesante, muy buena fotografía, linda música y una protagonista convincente.

Me atreveré a recomendarla? Sí, La teta asustada (con todas sus falencias) es un filme que vale la pena ver. Película latinoamericana, que nos echa luz sobre el nuevo cine peruano, que trae una historia jodida contada de una manera muy aceptable, y que nos recuerda que el terror esclaviza.

Lo mejor: la historia base es interesante

Lo peor: actores secundarios y un evidente esfuerzo por darle “color” a los personajes.

La escena: El principio y el final.

Lo más falsete: algunos estereotipos y cosas que quedan sueltas

El mensaje manifiesto: Los traumas te estancan

El mensaje latente: Nunca es tarde para liberarte

El consejo: Mirala…

La pregunta: ¿A Vargas Llosa le habrá gustado la peli?

CURIOSIDADES- Llosa se basó en el libro «Entre projimos» de la antropologa Kimberly Theidon.
– Ganó el Oso de Oro a la mejor película del Festival Internacional de Cine de Berlín
– Es una película peruana de producción española (40% José María Morales WANDA, 40% Antonio Chavarrías OBERON y 20% Claudia Llosa VELA). De nacionalidad española (80%) y peruana (20%)
– Magaly Solier (Fausta) nació en Ayacucho, provincia que sufrió la violencia del terrorismo, lo que marcó su infancia. Desde niña compitió a nivel local en atletismo, pero el canto es su verdadera vocación. En el 2003 y 2004 ganó el X y el XI Festival de la Canción Ayacuchana buscando nuevos valores, en su ciudad natal.

– Actualmente acaba de lanzar su primer disco como cantante, titulado «Warmi» con temas en quechua compuestos por ella misma.

– Claudia Llosa descubrió a Magaly, a quien ya había contratado previamente para su ópera prima MadeInUsa.
– Muchos de los que participaron en La Teta asustada son actores naturales, que no han actuado previamente.

EXTRAS
– HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRINCIPE.-
Una tortura. Un asco de película que hizo que entrara a internet a buscar la fórmula del ántrax, con intenciones de mandarle un sobre a David Yates, un fulano absolutamente desconocido en el mundo del celuloide, a quien le encargaron la dirección de la saga de Harry Potter desde la Orden del Fénix y a quien han confirmado para el cierre de dicha historia. Y cuando digo ABSOLUTAMENTE DESCONOCIDO, no estoy exagerando. Un señor a quien no se le conoce ninguna película, aparte de su ópera prima. Y cuyo trabajo en televisión, no tiene NADA interesante. A ese crispín le dieron la dirección de la historia literaria más importante de los últimos años.
O sea, Tim Burton, morite…Cuarón, que hizo lo más decente, morite. Nolan, morite también. No. Traigamos a alguien que no tenga la más peregrina idea de nada, un cero a la izquierda en cuanto a creatividad, alguien que puede transformar un libro escrito para entretener en una película aburrida.
Diré que me devoré los 7 tomos de Harry Potter. No es que considere que sea lo mejor que han dado las letras, pero sí reconozco su carácter adictivo al estilo Coca-Cola, aunque sin desmerecer algunos buenos momentos que la Rowling nos ha dado. El caso es que los últimos libros de la saga (en específico los 3 finales) resultan mucho más oscuros e interesantes que sus antecesores, y el tal Yates viene y los jode desde que empieza hasta que acaba.
La búsqueda de los horrocruxes tan tétrica en el papel, así como el tema del príncipe mestizo, narrado con un suspenso que Yates mandó al carajo en la pantalla, hubieran sido grandes momentos bajo la batuta de un director mucho más inspirado. Pero no. Nada. Vemos a Harry Potter, con aire cada vez más parecido a Frodo (El señor de los anillos), Ron que conforme pasan las películas lo presentan más tonto, y una histérica Hermione, nos llevan a la aventura que supone descubrir quién es el príncipe mestizo.
Actuada de manera precaria, donde el actor que interpreta a Malfoy bien merecería la cárcel por su performance, NADA sorprende en esta entrega fílmica. Nada. Ni siquiera cuando los malos, malos, encabezados por una excelente Helena Boham Carter (una de las pocas cosas rescatables) se meten al rancho (la escuela de magos) y arman el despelote que en el libro termina con heridos varios, aparte del muertito y que en el filme pasa como si los malos malos hubieran aparecido para recoger gardenias de los balcones. No. Muy mal Yates, tanta plata gastada al pedo. Pudo haber sido mil veces mejor, y todo se va al carajo por no saber elegir director.

– DIVA ADOLESCENTE: Sí. Vi esta película Y QUE. Típica comedia de enredos adolescente, donde una muchacha remilgada, muy onda Paris Hilton (modelo a seguir por la estúpida americana promedio) entra a un nuevo colegio. Esta señorita se caracteriza por ser caprichosa, rebelde y no cumplir con las normas establecidas, entonces el internado parece la mejor opción. Como es de esperar, la chica se convertirá en la más cool, la popular y poco a poco entrará en cintura, al valorar otras cosas de su vida. ZzzZZZZzzzzZzzzzZ ñoños. Lo único bueno, debo decirlo aunque me duela, es Emma Roberts, sobrina de Julia Roberts…que desde ya, se muestra como una digna sucesora en carisma para ese tipo de historias.

– LA NIEBLA: Basado en un libro de Stephen King, que no he leído, el filme cuenta la historia de un grupo de personas que se refugian en un supermercado ante un extraño fenómeno que trae muerte y terror, representado por la niebla. Básicamente el argumento desnuda la naturaleza mezquina del ser humano, que en situaciones desesperadas pasará de la civilización a la barbarie. El final tiene tintes místicos…Entretenida. Nada del otro mundo, pero entretenida.LA PROPUESTA: Protagonizada por Sandra Bullock y Ryan Reynolds, se trata de una comedia romántica bastante digerible. Dirigida por la misma crispina de 27 bodas, La Propuesta cuenta la historia de Margaret (Sandra) una editora cuya personalidad fría, déspota y altanera, le ha ganado una reputación en su compañía. Andrew (Ryan) es su abnegado asistente, el tipo de asistente que va y le compra Tampax a la medianoche. Todo seguirá su curso natural, hasta que Margaret (que es canadiense) al haber descuidado sus trámites de residencia, es amenazada con ser deportada. Se le ocurre que la mejor manera de zafar es casarse con el asistente…Si bien es una comedia con muchos clichés, que pierde ritmo como a la mitad del mismo, está disfrutable. Sandra Bullock le hace al género comedia-romance, y Ryan no se queda atrás, hay química, una historia simpática. Sí. No salí emputada del cine y eso se agradece.

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