LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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EN CARTELERA: Pasante de moda y El Transportador: El Legado

PASANTE DE MODA/ THE INTERN / EL BECARIO

Siempre que veo el nombre de Nancy Meyers me acuerdo de esa lindísima película que es Alguien tiene que ceder. Para mí, su mejor película hasta la fecha.

Y es que la Meyers tiene tanto en su escritura como en su dirección cierta sensibilidad que llega, que toca.

The Intern o Pasante de Moda bebe de esa veta, aunque ahora le echa un poco más de azúcar, vainilla y crema chantilly.

maxresdefaultBen (Robert de Niro) es un tipo viudo, jubilado cuya rutina es muy solitaria. Las primeras secuencias están impregnadas de cierta tristeza aunque la película tenga un tono optimista.

Nuestro personaje decide que quiere sentirse útil y darle un sentido a su día a día, así que se postula a un trabajo como Interno en el que especifican que se está buscando a gente mayor.

Así llega a una tienda de ropa online dirigida por Jules (Anne Hathaway).

El cine de Meyers está siempre afincado en las relaciones y en situaciones de la vida comunes. No sucede nada extraordinario, solo se profundiza una relación en la que generalmente se descubren miedos, alegrías, tristezas, fracasos, éxitos.

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Jules es trabajólica y vive pendiente de todos los detalles de su empresa, eso ha acarreado que descuide un poco su familia (o eso piensa ella) y que su esposo se convierta en ama de casa.

Y ahí esta el bueno de Ben que empieza a involucrarse en la vida personal de Jules, al mismo tiempo que se desarrolla como interno.

Quizás la visión de Meyers es demasiado amable, en un puesto de trabajo que sería la envidia de muchos de sus jóvenes compañeros, Ben es adorado y admirado por todos. Nada de cochina competencia desleal, tan usual en cualquier empresa.

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Jules se muestra como una tipa autosuficiente, moderna, y pasa de ser la badass del boliche pasa a comportarse algo volátil, depender emocionalmente del interno,  y a considerarlo su mejor amigo.

Al final, cuando el puchichi explota y vemos a la protagonista entrar en un bache profundo, Meyers intenta que celebremos la decisión de Jules y que nos creamos que sí, que cosas tan dañadas se recomponen.

Más floreros rotos pegados con poxilina para el mundo.

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Dicho cuento de hadas es retratado con la fotografía estilosa y elegante de Stepehn Goldblatt (Closer, The Help, Julie y Julia).

Quitando el barniz rosa azucarado que Meyers intenta dejar, estamos ante una lindísima actuación de Robert de Niro, y una muy buena actuación, también, de Anne Hathaway que a sus 32 años se quejaba en una entrevista de que los buenos papeles le eran cada vez más escasos.

Pasante de moda se beneficia de estos dos grandes actores para contar una historia algo simplista. Meyers la filma muy correctamente, tan correctamente que al final, a pesar de la estafa emocional del que somos objeto, salís del cine medianamente satisfecho.

Punto para el azúcar.

Lo mejor: De Niro y Hathaway

Lo peor: demasiado amable

La escena: la de la computadora en la casa de la mamá de Jules (por absurda)

Lo más falsete: la bondad en tantos corazones empresariales

El mensaje manifiesto: hay que cumplir los sueños

El mensaje latente: Los sueños tienen su precio

El consejo: nunca es bueno involucrar a los empleados en la vida personal de uno. Diga lo que diga Nancy Meyers. Gracias.

El personaje entrañable: la hija de Jules

El personaje emputante: el marido de Jules

El agradecimiento: por Robert.

Si ya viste Pasante de moda, puntúala:

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EL TRANSPORTADOR: EL LEGADO / THE TRANSPORTER: REFUELED

Sí, todos disfrutamos El transportador del 2002, ese que nos presentó a Jason Statham (más mainstream que en Snatch) como una alternativa a héroe de acción. Jason, con su pelona, su aire sencillo, no muy fisicudo, no tan “bonito”, no tan “feo”, o sea, en un limbo de cierta corrientez que funcionaba.

Su buen vestir, sus reglas, eficiencia y su saber lidiar con situaciones difíciles, convirtieron a su personaje Frank en uno de los clásicos de acción y es en ese personaje que la franquicia descansó.

Ajá, a Frank yo le encargaría todos mis paquetes, tus paquetes y los del vecino más.

El Transportador ya tiene 3 entregas y este año se lanzaron con la cuarta.

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Como no se pudo renegociar con Statham (pedía muchos quintos), prescindieron de él.

Primer error. En una franquicia de este tipo, Statham es tu mejor carta.

Tomada la decisión de sacar a Statham, los estudios contratan a Ed Skrein.

¿Quién es este caballero?

Amantes de Juego de Tronos, retrocedan y recuerden cómo el gran Khal Drogo era el recio, musculoso y masculino esposo de la Khalessi y recuerden cómo tras su partida se esperaba que la aparición de Daario Naharis haría que Drogo palidezca no solo ante la Reina de los Dragones sino ante nosotros, porque sí, supuestamente Daario y la Khalessi estaban destinados a incendiar las pantallas. Entonces, traen a Ed Skrein, cuya actuación estaba muy por debajo del nivel de la serie. Hasta el día de hoy no se sabe qué paso con el Daario Naharis de Ed Skrein, unos dicen que debido a su mala performance y a la cero química con la Khalessi lo botaron como a una chinela rota, y otros alegan que como era un personaje que iba y venía nunca se le hizo un contrato, así que cuando a Skrein le ofrecieron El Transportador: El Legado, el muchachón se cortó las mechas y dejó a los Segundos Hijos con los crespos hechos.

Da lo mismo, Juego de Tronos está mejor sin él y El Transportador, bueno…

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El guión escrito por Adam Cooper (Exodus) , Bill Collage (Exodus) y el mismísimo Luc Besson (The Transporter, The Professional, Taken, The fifth Element) narra lo que sucede cuando un grupo de mafiosos se apropia de la prostitución de una concurrida zona de Mónaco. Sus prostitutas llevan un collar con un corazón negro para identificarlas, y ya se sabe que si te topás con alguna es un Corazón roto. Cuatro de estas chicas que son del Corazón Roto, deciden vengarse de sus jefes y elaboran un descabellado plan.

Así es que Anna (la líder del grupo) contacta y contrata a Frank.

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Esto de la rebelión de las prostitutas pudo funcionar muy bien si le hubieran puesto un poquito más de cariño al guión y no se notara a las claras que se pasaron por donde la espalda pierde su bello nombre cualquier intento de ir más allá.

Es como si hubieran hecho una maqueta con muñequitos y se hubieran dedicado a jugar sin ningún sentido. Visten a tres de las chicas iguales y las mandan a asaltar un banco. Ese plan no funcionaba ni en Porongo, con eso digo todo.

Luego se suceden escenas vistosas, una detrás de otra, pero donde la muerte segura sería el destino racional. No importa, a nadie le importa, ni siquiera a vos.

A esas alturas reconocés que estás ahí sabiendo que vas a ver la cuarta parte de una franquicia ya agotada, y disfrutás alguno que otro momento que te puede dar una película filmada con un presupuesto de casi 22 millones de dólares y unos cuantos chispazos de Luc Besson.

Screen-Shot-2015-03-20-at-10.12.00-AMCamille DelaMarre, cuya labor es más la edición pero que ha saltado a dirigir algunos proyectos, dirige una película sin sorpresas que se deja ver pero que no dejará huella de ningún tipo aparte de la rueda de un Audi impresa en el cadáver del Frank que interpretó Jason Statham.

Atropello que merece un severo castigo.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: dentro de todo, entretenida.

Lo peor: predecible, con escenas boludas.

La escena: la del auto y la manga del aeropuerto y la del gas y la del auto que avanza mientras Frank pelea.

Lo más falsete: todo lo del banco, todo lo del hospital, todo lo de la discoteca, todo lo del yate

El mensaje manifiesto: lo barato sale caro

El mensaje latente: hay protagonistas que son eso PROTAGONISTAS.

El consejo: no esperés mucho aunque tenga la firma de Luc Besson

El personaje entrañable: los Corazones Rotos que querían dejar de serlo

El personaje emputante: los maleantes que eran sus pimps

El agradecimiento: porque aunque estuviera Statham esto no levantaba, así que bien por Statham.

CINE CUBANO: Conducta (Ernesto Daranas)

Uno de los tantos carteles con mensajes de Fidel o del Che o de Martí que se pueden leer en las calles de La Habana dice:

El Futuro pertenece por entero al Socialismo

Y  no miente.

Para el turista, esa Habana es sinónimo de autos clásicos, habanos, souvenirs del Che, Tropicana, El Guajirito, Piñas coladas, Ropa Vieja y el Malecón.

Detrás hay un aparato gubernamental que funciona como reloj suizo desde que se pone un pie en Cuba y que garantiza esa visión romántica, y al mismo tiempo mantiene al cubano dentro de los márgenes de lo establecido.

La burocracia que tan bien retrató Tomás Gutiérrez Alea en La muerte de un burócrata está presente en los taxis, en los servicios de city tours, en los hoteles, en los Paladares, en cualquier cosa que el turista o el cubano miren y, claro, también vive en la educación.

Conducta, el filme escrito y dirigido por Ernesto Daranas, cuenta principalmente la historia de Chala, un niño de once años cuya madre es alcohólica y drogadicta. Su supuesto padre (nadie sabe si realmente es o no el padre del muchacho) gana dinero de las peleas de perros, actividad en la que Chala también está involucrado. Como es de esperar, el entorno disfuncional hace que Chala sea un chico problemático que solo tiene el voto de confianza de su profesora Carmela.

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Carmela es una de las profesoras más antiguas de la escuela y se niega a aceptar que se envíe a Chala a la Escuela de Conducta, instancia última a la que se recurre cuando los niños son inmanejables.

Entrar a una Escuela de Conducta en Cuba significa llevar un estigma para toda la vida. El sistema directamente margina a los menores y los medica, lo hace dentro de esa burocracia inepta que no personaliza el trato y que ha arrojado dudosos datos sobre su eficacia.

Carmela lo sabe, pero las reglas de la escuela de Chala, las comisiones de educación y la maestra suplente, conspiran para que el niño tenga ese destino.

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La película, también, toca por encima la situación de Yeny, niña compañera de clase de Chala. Yeny es hija única y con madre ausente, ella y su padre son “Palestinos”, porque migraron desde Holguín hacia la Habana. Nadie sabe muy bien cómo se empezó a designar Palestinos a los migrantes del interior a la Habana, el caso es que el término se usa peyorativamente ya no solo para rotular a la gente que migra, sino a los que son de ahí (zona oriental de Cuba) aunque estén legalmente establecidos en La Habana.

Tanto Chala como Yeny sufren por la burocracia y la estatización del sistema que no contempla excepciones ni una mirada humana a situaciones específicas. No importa que el papá de Yeny sea un hombre trabajador y que ella sea la mejor alumna de su clase, no están legales, son palestinos. La niña no se puede matricular y el padre no puede trabajar sin que la policía lo detenga cada cierto tiempo.

Sí, Conducta usa recursos conocidos: Profesora ejemplar que se enfrenta a las reglas, niño rebelde, mamá yonki, papá desconocido, abusos, pobreza, etc.. Sin embargo, la película no pretender ir más allá de lo que vemos: una historia sencilla y amable con las dosis justas de cuestionamientos a esa doble moral en la que se enseña al cubano sobre ser un hombre nuevo y al mismo tiempo se lo margina mezquinamente si no entra en el sistema.

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Conducta en su sencillez y repetidos recursos, emociona. No importa si, por ejemplo, la escena de Yeny entregándole a Chala el libro de Jack London: Colmillo Blanco, suene a facilismo. Ni importa tampoco que algunos discursos de la profesora Carmela parezcan algo de panfleto: los calles de La Habana, las paredes descascaradas, los años 50s prácticamente estacionados en los edificios que siempre están en refacción, las puertas de los taxis que hay que cerrar despacio, los niños que crecen bajo una estricta educación, el miedo a las comisiones, a los castigos, a las “consecuencias”, los humildes regalos del amigo secreto, las reflexiones sobre las frases de Martí, lo que significa Patria, humanismo, el preso político que es liberado, todo eso hace que la película te llegue y capaz, sin darte cuenta, hasta derramés alguna lágrima insospechada.

Hermosa fotografía de Alejandro Pérez, sobre todo las escenas de las palomas, de Chala en lo alto de los edificios con una Habana de fondo que con todas sus precariedades es absolutamente maravillosa, de Yeni y sus clases de flamenco, de los abrazos, de los silencios.

En el apartado actoral, el director prescindió de los niños actores que se forman en la escuela estatal La Colmenita y usó niños sin experiencia de las zonas que la película retrata. Los niños cumplieron con lo que sus roles exigían. Especial mención a Armando Valdés (Chala) que en esa infancia rota que tiene que lidiar con cosas que los niños no deberían lidiar, hace una representación memorable.

Con los adultos tengo un poco más de reparos, sobre todo con la actriz que interpreta a la mamá de Chala y con Ignacio, el supuesto padre.

Aún así, estamos ante un filme correcto y emotivo. Curiosamente apoyado oficialmente por el gobierno a través del Ministerio de Cultura y además exhibido en los cines Yara y Chaplin con un éxito sin precedentes.

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Cuando estuve en La Habana no pude resistirme a entrar al mítico cine Yara. Una encantadora niña de unos 6 años me tomó la mano en la oscuridad y me dijo: “Ven, te ayudo” y me llevó hasta mi butaca. La película era Vuelos Prohibidos, melosa historia entre un fotógrafo cubano que se topa en un aeropuerto con una francesa que está yendo a Cuba a conocer a su padre. Todo se resumía a charlas entre ambos sobre la Cuba de antes, la actual, la crítica de la francesa, la justificación del cubano ante algunas cosas y así, lo que me impresionó fue la reacción del público. Ellos se tomaban en serio lo que hablaban en la pantalla y detrás de mí un grupo de adolescentes discutían sobre si se irían de Cuba o no. Aunque la película era muy mala, un cerrado aplauso culminó su proyección.

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Mientras veía Conducta envidié la posibilidad de verla en el cine Yara, rodeada de cubanos. Me pregunté cuál sería su reacción, su sentir por la maestra Carmela, por Chala, por Yeny, por la inocente estampita que no puede estar ahí ante los ojos de la próxima Inspección, me pregunté si los créditos serían acompañados por aplausos o si sus mentes, al igual que la mía, se quedaron con la frase de la canción que los niños cantan un par de veces: ¡Que nunca jamás se manche de sangre la guayabera!

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: Linda y emociona

Lo peor: argumento ya visto, predecible y amable.

La escena: el final es un muy bonito final…

Lo más falsete: el cambio del tal Ignacio y tal vez, la relación con Yeny.

El mensaje manifiesto: la buena conducta es más que las normas establecidas.

El mensaje latente: La buena conducta tiene más que ver con una estatura moral y de nobleza.

El consejo: VELA EN EL FENAVID!!! este jueves 22 de octubre será exhibida en la AECID a las 20.30 (Arenales 583)

El personaje entrañable: Carmela y Chala

El personaje emputante: las temidas «consecuencias»

El agradecimiento: por la Habana, por Cuba.

EN CARTELERA: En la cuerda floja (The Walk) y Revancha (Southpaw)

The carrots are NOT cooked!

Hubo un tiempo en el que Robert Zemeckis fue un innovador. Santa Cruz no tenía tantas calles pavimentadas ni tantos edificios. Sus innovaciones generalmente se veían en el Cine Palace, en el René Moreno o en el cine El Arenal. No había 3D ni whatsapp, tampoco existía Justin Bieber y, claro, creíamos que el ser humano era puro y sincero. Hubo un tiempo.

Zemeckis nos lanzó existenciales preguntas como ¿Quién engañó a Roger Rabbit? o ¿Dónde carajos quedó Wilson?

Cuando la innovación cesó y dio paso a una actitud más conformista en su cine, este director que salió de los campamentos infantiles de Steven Spielberg, igual siguió dando películas que cumplen con aquello de «entretener”, como sea y con quien sea.

The Walk no es la excepción.

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Es difícil cagarla con un personaje como Philippe Petit a quien ya hemos espiado en ese grandioso documental que es Man on wire. Un tipo que a los 24 años consiguió la hazaña de tender un cable metálico entre las Torres Gemelas y caminar sobre él sin ningún tipo de protección, 8 veces! ida y vuelta.

Zemeckis opta por un relato edulcorado, carente de profundidad y algo plástico para narrar con un omnipresente Philippe (Joseph Gordon Levitt) cómo se gesta su amor por el funambulismo y se lleva a cabo el famoso scoop.

Veremos a sus cómplices, a una devota novia Annie (Charlotte Le Bon), a un didáctico Papa Rudy (Ben Kingsley) y a otros personajes cuya labor es magnificar o barnizar a los personajes reales. Porque sí, en la vida real ni Annie fue tan devota ni los cómplices tan condescendientes.

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El guión que corre a cargo del mismo director y de Christopher Brown (Beowulf) rápidamente muta de un homenaje a la hazaña de Philippe a un homenaje a las desaparecidas Torres Gemelas o a New York mismo. Ajá, los gringos hacen de cualquier hueco una trinchera.

Como diría Juan Gabriel: ¿Pero qué necesidaaad, para qué tanto problema…? ¿Qué necesidad hay de tener a Gordon Levitt trepado, obvios efectos de por medio, en la estatua de la libertad all the fucking time, y el relato yendo y viniendo a él, cuando hubiéramos agradecido más una prosaica y miserable voz en off?

Zemeckis se entretiene con el 3D y con truquitos tecnológicos en detrimento de la historia y su gran, gran crimen contra el arte, la vida, el dios Sol y nosotros es que transforma a Philippe en un odioso y altisonante payaso. Payaso que constantemente nos está explicando qué siente y de qué color es el uñero del pie.

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Da un poco de ternura ver el empeño que le puso Gordon Levitt para interpretar al famoso francés, y en ese apartado podemos decir que zafa, aunque por momentos el guión lleve a nuestro personaje a estridencias más altas que las Torres.

La fotografía de Dariusz Wolski ,que también tiene otro gran trabajo suyo en The Martian de Ridley Scott, deja claro porqué lo contratan Sancho, Pedro y Martín. El hombre es talentoso y hay unos cuantos momentos solucionados de una manera muy linda, incluido el momento clímax de la película.

Porque claro señora, señor, no se sorprenda si a pesar de todo lo dicho usté se descubre conteniendo el aliento ante la hazaña del cruce de torre a torre de Joseph Gordon y su peluquín. No se sorprenda. Todos sabemos que ni el fulano ni el peluquín caerán al vacío newyorquino, pero igual lo sufrimos.

Y quizás sea lo único que pague la entrada: la hazaña en sí misma.

El resto es brillo y lentejuela de un director que siempre fue pipoquero, y que a ojos vista está enamorado de las nuevas tecnologías y de New York. Ese amor desmedido hace que su película The Walk no logre dar un pasito más allá de la confortable azotea en la que se encuentra.

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Lo mejor: entretenida y la historia pelada es muy interesante Lo peor: artificial y magnificada en puntos pueriles La escena: el cruce de torre a torre Lo más falsete: lo de la gaviota: EL HORROR.  El mensaje manifiesto: Piensa en grande y se te concederá El mensaje latente: Un paso en falso y caés al vacío El consejo: mirate Man on Wire para emociones más duraderas El personaje entrañable: la cuerda El personaje emputante: el protagonismo de las Torres y la Estatua de la Libertad El agradecimiento: que si ves esto y no has visto Man on Wire, te llevarás una linda y emocionante sorpresa.

Si ya viste The Walk, puntúa la película!

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Jake, siempre Jake

He aquí una película simplona, convencional, bien filmada, sensiblera, que puede pasar sin pena ni gloria por la cartelera si no fuera por esa espectacular interpretación que hace Jake Gyllenhaal del boxeador caído en desgracia Billy Hope.southpaw-poster

Historias de boxeadores lamiendo el piso de la derrota las hemos visto muchas, desde la emblemática Rocky hasta El Luchador, de Aronofsky.

Revancha ya en su cursi título en español te dice de qué va la película y cómo termina.

Poca o ninguna sorpresa habrá en un filme que además, muy al estilo Hollywood, refuerza los lazos afectivos entre padres e hijos y que está dirigida por Antoine Fuqua, conocido por películas patrioteras, de simple acción, con personajes moralistas y finales relativamente felices.

Billy Hope es un boxeador con un pasado tumultuoso, criado en un orfanato donde conoció a su esposa, Maureen. Luego de algunos problemas con la ley se enfocó en el boxeo y se convirtió en campeón mundial de su categoría. Cuando al película arranca, Billy está mostrando menos resistencia en las peleas por lo que Maureen (Rachel McAdams) le pide que se retire y se dedique a la familia.

Desgraciadamente, su rivalidad con otro boxeador hará que pierda a la mujer de su vida en un confuso incidente, lo que será un detonador para que todo se venga abajo.

Hope, haciéndole honor al apellido, luchará por recuperarse con la ayuda de un nuevo entrenador interpretado por Forest Whitaker.

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Como ven, nada nuevo bajo el sol aparte del forzado giro de la esposa muerta.

Kurt Sutter se quedó con la autoría del guión, aunque dicha autoría fue peleada por Richard Wenk y finalmente la corte falló a favor de Sutter, cuya experiencia se limita a episodios de series como Hijos de la Anarquía, o The Shield. El guión le pone a Billy obstáculos que parecen insalvables para luego levantarlo de la cenizas como un ave fénix.

Lindo. Y ya visto ene veces.

Eso no es impedimento para que la historia de pobre chico huérfano sin formación, explotado por su entorno, abandonado en época de desgracia, sin muchos elementos con los que retomar su vida sea accesible o genere empatías.

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Jake Gyllenhaal reluce cual gema de 1 kilo en medio del desierto. Él es por lo que te enganchás a la película, por lo que sufrís con la muerte chota de la esposa, y por lo que te alegrás cuando el momento de la revancha llega. Entrañable actuación de Jake, que película a película nos muestra que es uno de los mejores actores de su generación.

La dirección de Fuqua, a pesar de un guión bastante austero, se luce en los momentos de pelea gracias también a la expertise de su director de fotografía: Mauro Fiore (Avatar, Training Day, La Isla).

La banda sonora fue creada por James Horner, que la hizo gratis ya que Fuqua dizque no contaba con presupuesto para pagarle y se trató del último trabajo que hizo porque moriría tiempito después en un accidente de avión. Música acorde a una película de este tipo. Incidental, limpia, funcional.

Esta película planeaba ser la secuela de 8 miles protagonizada por Eminem, y el mismo Eminem iba a actuarla. El rapero decidió dedicarse a su disco y la historia fue cambiando hasta ser independiente a 8 miles y tener a Jake Gyllenhaal como Billy.

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El resultado es una película lacrimosa, de fácil estructura y sin sorpresas, pero muy mirable. Un filme que si no fuera por Jake Gyllenhaal  podría pasar directo al DVD y  se vería en una tarde lluviosa de gripe y sueño.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: la actuación de Jake Gyllenhaal y que, gracias a eso, se deja ver Lo peor: nada nuevo bajo el sol La escena: la escena inicial y la pelea final Lo más falsete: la muerte de Maureen El mensaje manifiesto: Llora y llorarás solo El mensaje latente: Ríe y el mundo reirá contigo El consejo: vela por Jake Gyllenhaal El personaje entrañable: Billy El personaje emputante: el agente de Billy  El agradecimiento: por esa lindísima interpretación de Jake.

EN CARTELERA: Sicario (Denis Villeneuve)

Un tipo como Denis Villeneuve que tiene en su currículum la feroz Incendios y la enigmática Enemy, un día se despierta y voilá: hace Sicario.

Main-Quad_AW_29617-Sicario-smallSí, el filme está siendo celebrado en circuitos festivaleros pero en definitiva es una, por demás, simplista aproximación al mundo del narcotráfico, al cruce o no de límites para “combatir el mal” y la ya archiconocida muletilla “sos lobo o sos cordero”.

Después de un operativo antisecuestro, la agente del FBI Kate (Emily Blunt) es reclutada por un grupo, digámosle alternativo, del gobierno en una misión que más tarde se revela es para descabezar el cartel de Juárez. El personaje de Kate es exasperante, es como si fuera una Winnie Pooh que nunca abrió un periódico en su vida o nunca se informó de nada del mundo exterior, se pasa la mitad de la película sin saber qué carajos sucede y la otra mitad conflictuada por lo que descubre.

¿2 más 2 son 4?
¿2 más 2 son 4?

A mí, en la butaca, me ocurrió exactamente lo mismo.

Como parte del triángulo de fuerzas clichés que quiere vendernos el debutante guionista Taylor Sheridan está la ya mencionada Inocencia/Ética (Kate), lo Político/InstitucionalAlternativo a través del enchinelado Matt Graver (Josh Brolin), que chicle en la boca tampoco se entiende muy bien porqué se toma la molestia de reclutar a alguien tan inoperante como Kate-WinniePooh, además de no darle lineamientos básicos de lo que se espera de ella y finalmente el Mal/Siniestro en Alejandro (Benicio del Toro) que está ahí con cara de circunstancia aunque a la legua se ve que debe tener el ADN de Pablo Escobar.

La famosa operación se lleva a cabo sin ningún asidero legal de parte de los americanos y es chapucera de principio a fin lo que hace que como espectador bordeés el análisis serio del filme o acusés recibo de una boba película americana más.

Bajo el paraguas de la constante sospecha/tensión puede suceder de todo, desde que nuestra Winnie Pooh se ligue a un desconocido en plena misión, hasta que nos muestren a un personaje marginal toda la película para que casi al final quieran dar su golpe bajo, autocomplaciente con él.

¿Y si vamos a Juárez, a poner ese rancho en orden?
¿Y si vamos a Juárez, a poner ese rancho en orden?

Villeneuve apuesta por climas y solemnidades que pretenden darle seriedad a las situaciones y revestir de profundidad un mensaje que está muy masticado a pesar de que se intente vender cierta ambigüedad y repartija de culpas grises entre ambos bandos.

Lo que le da cierta verosimilitud es la más que buena interpretación del casting encabezado por un Benicio del Toro que no tiene desperdicio, otro punto a favor es la espectacular fotografía del experimentado Roger Deakins (No es país para viejos, Skyfall, Shawshank Redemption). Deakins recrea con maestría cuerpos colgados de los puentes, enfrentamientos en túneles ocultos, y una muy suculenta escena casi al final en la que Medellín/Alejandro invade la casa del capo de Juárez.

Lo de Deakins, empero, no alcanza para que el evidente paternalismo del filme no acabe por vencer cualquier simpatía estética que tengás y salgás del cine con la sensación de que has visto una fallida y genérica puesta en escena sobre el narcotráfico.

Fallida hasta el punto que podría servir como apoyo de campaña de Donald Trump.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: poderoso envoltorio

Lo peor: guión tonto y condescendiente

La escena: la de los túneles, la de la invasión de Medellín a la casa de su enemigo

Lo más falsete: lo de la carretera y el embotellamiento, el discurso ñoño de Medellín al enfrentarse con el capo, el cuasi encame de Kate, la escena de Kate al salir del túnel y la escena entre Kate y Medellín al final

El mensaje manifiesto: A esos mexicanos hay que ponerlos en vereda como sea

El mensaje latente: todos somos la misma cochinera

El consejo: para verla como un simple thriller

El personaje entrañable: ciudad Juárez.

El personaje emputante: Kate, Matt

El agradecimiento: por Deakins.

CURIOSIDADES

La pobrecita Emily Blunt sufrió de diarrea en México por lo que la escena en la que viajan en auto hacia la frontera se puede apreciar a Blunt sudorosa y pálida por la enfermedad.

Tuvo un presupuesto de 30.000.000 $us..

Denis Villeneuve describe su película como un poema oscuro.

Blunt acababa de dar a luz cuatro meses antes de empezar a filmar.

El alcalde de Ciudad de Juárez llamó a boicotear la película: «La película presenta como actuales una época de violencia que ya fue superada».

El guionista Taylor Sheridan llevó a cabo una exhaustiva tarea de investigación, que incluyó trabajar en el área en la que transcurre la película junto periodistas y junto a un agente del FBI, en el que está basado el personaje que interpreta Emily Blunt.

CINE CHILENO: El Club (Pablo Larraín)

El Club no puede ser más actual.

Desde el 2010 que Chile se ha visto sacudida por el escándalo del sacerdote Karadima acusado de numerosos abusos sexuales y suspendido de por vida por la Iglesia después de décadas de socaparlo.

Con él se ha arrastrado a otros sacerdotes como cómplices o encubridores incluido el obispo Juan Barros, recientemente defendido (a pesar de las pruebas) por el Papa Francisco. Así es queridos, Pancho no escapa a esos deslices.

Desgraciadamente, el asunto no involucra solo a la Iglesia, el círculo de responsabilidades llega a todos los estratos de la sociedad generando una impunidad que hace que las víctimas continúen sin justicia.

Mientras la Iglesia se da sus golpes de pecho con temas muy “inmorales” como el matrimonio gay, el aborto, y otros, la pedofilia en el clero sigue siendo el elefante en la habitación. Un elefante gordo y enorme.

Pablo Larraín decide jugársela y hacer una película que toca a profundidad el tema y lo presenta como una especie de vómito que todo lo impregna.

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Cuatro sacerdotes viven en un pueblito costero de Chile. Viven en una casa donde la Hermana Mónica (gran Antonia Zegers) supervisa sus actividades. Al principio, la vida de estos personajes luce apacible, sin mácula, rutinaria.

Cada uno tiene una actividad, rezan, comen y juntos han criado un galgo llamado Rayo para competir en carreras caninas y juntar un dinerito. En parte por el dinero, en parte por la adrenalina de la competencia, en parte por el soñado viaje a las nacionales.

Eso hasta que llega el cura Matías Lazcano (José Soza). Con Lazcano nos damos cuenta que esos señores mayores no son tan inocentes. Lazcano llega descompuesto, sin ganas de quedarse en la retirada casa, sin creerse lo suficientemente culpable para estar ahí.

La pericia de Larraín y sus coguionistas, hace que se introduzca un nuevo personaje, un personaje que será como una bomba a punto de estallar y que de hecho estalla groseramente, ese enorme personaje es Sandokan (Roberto Farías).

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La casa es una casa de purga, ahí envían a los sacerdotes con problemas de pedofilia y alguna otra cosa oscura más, son los sacerdotes que la Iglesia no quiere entregar a las autoridades, pero de los cuales tampoco se deshace realmente. Sandokan fue víctima de uno de ellos y no está dispuesto a dejar tranquilo a su agresor, no.

Los primeros minutos de El Club son arrebatadores, brillantes.

SPOILER

Cuando el sacerdote Lazcano se suicida frente a Sandokan se abre una veta nueva en el guión, una veta que hace que a uno se le revuelva el estómago.

FIN DEL SPOILER

Gracias al giro inicial, llega el Padre García (Marcelo Alonso) que indagará acerca de lo que sucedió con Lazcano y de paso repasará el historial de los otros curas. Así sabremos porqué están en la casa y escarbaremos en los pozos sépticos que cada uno esconde detrás de la humana fachada de: hombre mayor retirado en casa de playa.

La falta de autocrítica, o de conciencia de los crímenes cometidos serán una constante. Ni el padre Vidal (Alfredo Castro), ni el padre Ortega (Alejandro Goic), ni el padre Ramírez (Alejandro Sieveking) o el Padre Silva (Jaime Vadell) se hacen cargo de su culpa, de su desvío de ese camino que supuestamente traza la Biblia y la Iglesia y cualquier condición mínima de ser humano.

En ellos se reflejan los Karadima, los Maciel, los O´rourke, los Murphy, los Grassi, los Smyth, del mundo.

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Quiero decir que sufrí El Club, porque solo se puede sufrirla.

Pablo Larraín dirige con maestría una historia compleja, de personajes complejos. Larraín ya había demostrado su buen hacer en películas como Tony Manero, No y, sobre todo, mi admirada Postmorten.

Los guionistas Guillermo Calderon, Daniel Villalobos y el mismo Larraín saben contar una historia aprovechando de manera envidiable hechos sociales de su país y convirtiéndolos en algo de interés universal.

Porque El Club se lee desde esa óptica de un mundo aparentemente puro donde subyace el horror y eso es universal, abarca cualquier país, cualquier geografía.

La construcción de sus personajes está muy bien estructurada, tan bien estructurada, que a pesar del horror, de la desgracia, de lo terrible que ves en pantalla, se te salen risas, risas culpables, risas llenas de vergüenza.

El director de cabecera de Larraín, el señor Sergio Armstrong (No, La Nana, Postmorten, Tony Manero, Joven y alocada) crea climas desdibujados, como con una neblina oscura sobre la casa, los personajes. La estética es azulada, fría, como corresponde a una historia de este tipo.

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Lindas escenas con el perro a la orilla del mar, espectaculares planos de la gente con antorchas yendo a buscar a Sandokan. Toda la secuencia final está en el punto preciso y con los tiempos justos.

Quizás el único pero que le pongo es lo que sucede con los chicos surfistas liderados por el actor Valenzuela. No sé muy bien qué hacen en la historia ni creo que sean necesarios, lo que se les solicita es tan tirado de los pelos, de hecho todo lo relacionado con ellos no tiene pies ni cabeza.

Sí, también hay algunos diálogos que pueden sonar algo rimbombantes sobre todo lo que habla Sandokan, pero creo que las actuaciones y las situaciones acompañan tanto a la trama que no importa, lo compro.

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Hay un personaje omnipresente, que no se ve, pero es el que está jalando los hilos de los que sí vemos: la Iglesia. Es la Iglesia la que pone la casa de retiro, es la Iglesia la que manda a los curas allá, es la Iglesia la que le da poder al Padre García para tomar decisiones, es la Iglesia la que calla sobre las víctimas, es la Iglesia.

La hermana Mónica defiende como una leona su casa y a sus prisioneros, el Padre García toma un decisión que produce estupor pero, a la vez, es la única solución posible. Casi casi como esa frase de manual sobre los buenos finales: el lector no se lo tiene que ver venir, pero tiene que ser el único final posible.

Salen los créditos y el título de la película El Club resuena en tu mente con asquito.

Larraín nos ha dado una película monumental.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: Jugada e intensa

Lo peor: que se basa en casas de retiro con curas similares

La escena: cuando aparece Sandokan, y la de los perros.

Lo más falsete: todo lo relacionado a los chicos surfistas, y algunos diálogos

El mensaje manifiesto: «El cine es un grito necesario»

El mensaje latente: La Iglesia vive de silencios

El consejo: Para verla YA!!!

El personaje entrañable: Sandokan y Rayo.

El personaje emputante: La Iglesia.

El agradecimiento: porque es necesaria.

CURIOSIDADES

El Sandokan es un personaje basado en la obra “Acceso”, que a su vez se basó en un personaje de la vida real, actualmente se presenta en el Teatro La Memoria de Santiago de Chile.

Ganó el Oso de plata en el Festival de Berlín, siendo superado por el iraní Jafar Panahi y su Taxi Teherán.

Es la apuesta chilena a los Oscar 2015.

La hermana Mónica está interpretada por la ex esposa del director Pablo Larraín: Antonia Zegers, con quien estuvo casado hasta el año pasado.

Dura apenas 98 minutos.

Hace 5 años, el cineasta ve una foto de una casa idílica alemana, con su impecable jardín, vistas armoniosas y un halo de paz y felicidad a su alrededor, y descubre con enorme sorpresa que su propietario es un antiguo cura chileno con un pasado de inculpaciones pedófilas que, a pesar de ella, la disfruta en total impunidad. Y hace dos años Larraín se lanzó a un proyecto teatral, un monólogo de una hora, sobre los diferentes tipos de abusos sexuales. La mezcla de ambas ideas, la imagen de la casa y el texto dramático es el embrión de El Club.

POLEMICA: Después de ganar el Oso de Plata en Berlín, Larraín se topó casualmente en el vuelo de regreso a Chile con  el cardenal Errázuriz , y en ese contexto el cineasta le pidió una fotografía con el premio. Tras tomar la foto, Larraín la subió a su cuenta de Instagram y la tituló «Con orgullo, el líder e inspirador de EL CLUB, abraza su premio». Las redes sociales se volcaron a favor y en contra de la instantánea.

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EN CARTELERA: Marte / The Martian (Ridley Scott)

Ridley Scott se sacudió todos los hijueputazos que le llovieron por Prometheus (2012), decidió reintentar con el género que lo hizo famoso: Ciencia Ficción y hacer una versión ligera del espacio, ligera como nube de algodón. Sacó su cabeza por un huequito y, a sus casi 80 años, dijo: Ola, k asen?

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Está bien. La nueva película de Ridley, Marte (The Martian), es, sin duda, muy entretenida.

De qué va? Un grupo de seis astronautas está en una misión en Marte. De pronto surge una tormenta, y la Comandante Lewis (Jessica Chastain) decide que es tiempo de agarrar los chécheres y salir tostando del planeta. No se olviden del dicho: Mejor aquí corrió que aquí murió.

Empiezan a caminar en fila india hacia la nave y pim pum pam, un pedazo de antena se lleva con todo a Mark Watney (Matt Damon). Los trajes de astronautas están diseñados para emitir las señales vitales, y el equipo no recibe señal alguna del traje de Mark, entonces piensan que ha muerto y con la tormenta ya encima no les queda otra que partir.

Mientras ellos están de regreso a la Tierra resulta que nuestro Mark estaba vivito y coleando en ese desolado y rojo planeta llamado Marte.

La película agarra un tono survival, donde el personaje principal tiene que luchar por sobrevivir, porque sí, porque la vida es un camino cuesta arriba. Lo hemos visto mucho y de todas las maneras posibles, esto sería una mezcla entre GravityEl Naúfrago, Robinson Crusoe y Kathy, la oruga.

Mark, que es un astronauta con una maestría en Botánica, dará muestras de ingenio en esa lucha por llegar con signos vitales hasta el final de la aventura. Ajá, McGyver un piojo tuerto, Sheldon Cooper un mero aprendiz. Ni Harry Potter con su varita se las podría haber ingeniado mejor que Mark Watney.

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El tipo vuelca las adversidades a su favor, y todo con una predisposición y un buen estado de ánimo envidiable que es acompañado de clásicos de la música disco. Turn the beat around, Hot Stuff, Rock the boat, Don´t live me this way y hasta I Will Survive se campean por ahí.

Sí, Marte es una píldora contra la depresión y los deseos suicidas. Todo en ella es superación y ver el vaso tan llenito que ya se está derramando.

Paralelo a la situación del animado Mark, vemos lo que la NASA hace para manejar primero: la supuesta muerte de Mark ante la opinión pública y luego: el supuesto rescate. Hay que recordar que ir a Marte no es como agarrar un micro que te lleve a Warnes, no. Toma años llegar o salir de ahí, sin contar el gasto de millones de dólares que exige mandar una misión.

El montaje de Pietro Scalia (Gladiator, Prometheus, Good Will Hunting) colabora para que la historia sea accesible y veamos ambas puntas de manera efectiva.

El guión es de Drew Goddar, conocido por La Cabaña del Bosque y Guerra Mundial Z, créditos que nos permiten constatar que el público objetivo es el masivo, y que la idea es hacer una película taquillera con un esquema argumental más bien clásico.

Claro que se apegaron bastante al libro homónimo en el que se basa, tanto que su autor, Andy Weir, dijo que las lágrimas se le escaparon al ver el primer corte del filme.

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Lágrimas que esperan sean compartidas por un público que sí, que aún sabiendo que todo pinta a final feliz, sufre con los obstáculos por los que atraviesa Mark y se ríe bobamente con los chistes americanos del abandonado personaje.

Dariusz Wolski (Prometheus, Exodus, Piratas del Caribe) pone su impronta detrás de la cámara y a través de su hermosa fotografía transforma los paisajes de Jordania en un espectacular planeta marciano.

Mención aparte merece Matt Damon, que al igual que Sandra Bullock por Gravity y Tom Hanks por El Naúfrago, seguro recibirá un reconocimiento por su papel del chabacano y animoso Mark Watney. Estos papeles que sirven de humanos paradigmas siempre son bien recibidos por la Academia, y si encima el actor/actriz perdió algunos kilos en el proceso, pues es casi seguro que lo tendremos en los Oscar 2016.

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El resto de los actores que interpretan tanto a los compañeros de Mark como a la gente que trabaja en la NASA, también demuestran su solvencia: Chastain, Daniels, Chiwetel, Kristen Wigg, Sean Bean están en la medida correcta y con personajes igual de luminosos que Mark. No hay muchas mezquindades, ni siquiera un odioso antagónico, porque como decía El PUMA: Juntos podemos llegar, Unan sus manos conmigo.

Ridley, por su parte, se mete a la piscina del conformismo y nos entrega una película común y corriente, bien hechita, bien filmada, bien contada, bien actuada, pero con la que no pasa más nada. Sus detractores dicen que nuestro Ridley se ha convertido en un vulgar Ron Howard.

(insertar emoticón del monito con los ojos tapados)

No sé si llegaremos a tanto. Marte no será la apuesta más innovadora o lo más jugado de Ridley Scott pero es su mejor y más entretenida película desde Gladiator, es la menos accidentada, la menos bizarra, la menos ceremoniosa, la menos petulante.

Conseguir un buen blockbuster tampoco es tan sencillo, todas las semanas estrenan huevadas que son infumables a pesar de ser solo productos destinados a escapar del mundanal ruido un rato, en el caso de Marte están todos los elementos que hablan de un buen director y un buen equipo, aunque sí, sí, hay que reconocer que poco o nada se ve del director de Blade Runner.

En esa metáfora que son las inclemencias por las que atraviesa Mark Watney supongo que Ridley ha bajado los brazos y ha decidido entregarse a una industria donde repetir una historia de sobrevivencia con un mensaje global de superación personal que bien pudo ser escrito por Coelho o Dyer, aun funciona.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: Funciona.

Lo peor: bastante simplona.

La escena: todo lo relacionado a cómo Mark supera los imprevistos.

Lo más falsete: en general: demasiado buena onda, buen corazón y buen ánimo. y claro, lo de Iron Man.

El mensaje manifiesto: Vos podés.

El mensaje latente: Vos podés.

El consejo: Vela, está bonita. No sé si valga mucho el 3D, a excepción del inicio y el final, creo que no hay mucha necesidad de los lentes.

El personaje entrañable: las plantitas

El personaje emputante: Prometheus, ah no. Eso era en la otra…hmmm

El agradecimiento: porque es ligera y entretenida.

CURIOSIDADES

El libro en el que se basó: The martian (El Marciano), fue escrito primero por capítulos en un blog, en el que el autor tomaba los consejos que le daban los lectores para ir desarrollando la historia. El texto final fue rechazado por varias editoriales hasta que Weir decidió subirlo a Amazon para comercializarlo por su cuenta. De ahí, la alta venta de su versión virtual hizo que una editorial lo contactara y lo llevara a papel, el resto es historia.

La película fue filmada en Wadi Rum Jordania. Las escenas de set se filmaron en Budapest.

NASA y varios científicos fueron consultados para pulir los aspectos científicos del filme.

Aunque en la película Mark tiene que ver la manera de crear agua, 4 días antes de que la película fuera lanzada al mercado se supo que se había encontrado agua en Marte.

Cerca de 20 sets fueron construidos para filmar Marte.

Matt Damon filmó sus escenas en 5 semanas.

La escena en que el personaje de Donald Glover (Rich) se cae cuando está tratando de hacer cálculos para la sonda, fue una caída real en la primera toma, a Ridley le gustó como quedó y la dejó en el corte final.

Bastante material que se investigó y consiguió para hacer Prometheus fue usado/reciclado para The Martian.

El rodaje duró alrededor de 70 días y tuvo un presupuesto aproximado de 180.000.000 $us..

Mark es el equivalente inglés a Marcus que es el equivalente latino de Marte.

CINE FRANCÉS: Love – Amor (Gaspar Noé)

El Amor.

¿Qué es el amor?

Era una calurosa noche de principios de año, estábamos en una fiesta y un conocido, al calor del trago, contaba entretenidas anécdotas sobre estrellas de cine. De pronto, las estrellas de Hollywood pasaron a segundo plano y así, de la nada, empezó a divagar sobre el amor. Hay pocas cosas más incómodas que escuchar a alguien catarrear sobre el amor mientras de fondo se escuchan canciones de Agapornis.

Con mirada turbia y ademanes misteriosos, en plan “te voy a contar un secreto que nadie sabe”, le soltó a la noche y a nosotros: “el amor es un concepto. Algo aprendido. O sea, el amor no existe como tal en su idea romántica, sino como una excusa para aferrarse a alguien”.

Luego, confesó que él no estaba con su esposa por Amor, sino por lo que la unión le daba: estabilidad, sentido de hogar, sentido de familia. Fueron como 30 eternos minutos de introspección cobijada por el vino, cerveza, whisky, y vaya a saberse qué más.

Hago mención a esto porque Love parece el divagar etílico de Gaspar Noé.

Love

El director de Solo contra todos, Irreversible y Enter de Void, vuelve este 2015 con su incesante y poco disimulado afán de escandalizar.

Esta vez, quizás es su historia más fallida y la que genere más furiosos detractores porque cuando el borracho se sube a la mesa y empieza a bailar, deja de ser chistoso y se convierte en un invitado pesado.

Uno de los personajes, estudiante americano de cine en Paris, dice en una parte del filme:

Las películas deberían ser sobre sexo, amor y lágrimas!

y claro, Noé parece usar a Murphy como un catalizador de lo que él mismo piensa del cine.

En Love hay sexo, hay amor y hay lágrimas. Desgraciadamente, todo se ve bajo un prisma deformado. Las escenas explícitas, pornográficas, con planos frontales del acto sexual, o del miembro masculino eyaculando en 3D, son repetitivas y exageradas. El Amor es representado de una manera patética, que no digo que no sea real, sino que en la película está mezclado con muchas cosas y de ese trago cóctel hay poco o nada que rescatar, finalmente las lágrimas son más un adorno, un artificio como cuando te echás colirio a los ojos o cortás cebolla. Es un llanto a la fuerza.

Fiel a su estilo que saca al espectador de su zona de confort, Noé abre su película con un plano fijo frontal de Murphy (Karl Glusman) y Electra (Aomi Muyock), ambos desnudos en plena masturbación. La escena dura sus buenos minutos, y cierta parte de la platea comienza a revolverse incómoda en sus butacas.

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Luego, vemos a Murphy que se encuentra un poco más gordo, con bigote, haciendo vida familiar con OH, sorpresa! Otra chica que no es Electra sino la rubia Omi (Klara Kristin). Aparentemente, tiene un hijo con Omi, y su voz en off nos cuenta lo infeliz que es y lo mucho que lo emputa la mujer que ahora es la madre de su hijo.

Noé, entonces, fragmenta su historia, sus tiempos y sus espacios y va eficazmente de un lugar a otro sin que el relato se diluya o se vuelva confuso para el espectador.

Así sabremos cómo Murphy se quedó con Omi y que Electra, la que él considera el amor de su vida, ha desaparecido.

En dos horas y 15 minutos, Love va hacia los inicios de la relación entre Murphy y Electra y narra su caída.

Hermoso plano secuencia de ellos paseando por el parque, hablando sobre las cosas que extrañan el uno del otro, y sobre cómo el estar juntos los ha dejado más viejos, más tristes, menos productivos, menos capaces de perseguir sueños y hacerlos realidad. Hermoso plano secuencia cuando se conocen, cuando se ven jóvenes, felices, tranquilos, productivos, capaces de perseguir sueños y hacerlos realidad.

Hay buenos momentos en Love, esos en los que curiosamente no se dice mucho, cuando la emputante voz en off de Murphy deja de taladrarnos los oídos, cuando hay escenas que realmente nos trasladan a la melancolía de una pareja que se quiere o que no se quiere más.

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Noé parece no conformarse con una historia chiquita y trata de darnos algo más rimbombante repitiendo las escenas sexuales una y otra vez sin que haya un motivo real para mostrarlas, en tu butaca vos pensás con algo de hastío: “Otra más?”.

Los personajes se vuelven antipáticos, el tal Murphy es un patán en toda regla, Electra le dice que él no sabe amar, pero ella lanza frases cursis e infantiles sobre el amor. Hay instantes en que uno se pregunta si Noé lo hace a propósito, si ese divagar etílico es su forma perversa de decirnos que el Amor no existe o que siempre estará manchado.

No importa, nada importa. El final es un excelente final, pero para llegar a ese excelente final te comés dos horas y quince minutos en los que el enfant terrible del Festival de Cannes no se pone límites.

Murphy (personaje principal), es el apellido de su mamá, Nora (nombre de la mamá de Electra) es el nombre de su mamá, llama Noé a la Galería de Arte del ex novio de Electra, le pone Gaspar al hijo de Murphy y Omi. Love es una autoreferencia constante, e incluso repite escenas de sus anteriores películas (escena ginecológica similar a la de Enter the Void, túnel similar al de Irreversible, Orgía similar a la del bar Rectum), tampoco puede resistirse al cameo y como en sus anteriores películas aparece en una escena como el dueño de la galería de Arte Noé y de paso su pene es el que eyacula en 3D.

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El evidente narcisismo de Noé puede tomarse con humor o sembrar más dudas respecto a la valía de este su último trabajo.

Un trabajo que en su pretendida irreverencia, solo es una triste película de personajes chatos que nunca termina de dar el prometido shock o transmitir, siquiera, emociones duraderas.

Hasta el 3D parece elegido por capricho más que para brindar una experiencia sensorial fuera de lo común dejándonos con un porno cursi a secas.

Más efectivos han sido sus anteriores filmes, aunque ya desde Irreversible acusábamos el abuso del cine de Noé, porque mostrar un pingüino boca abajo sobre una pelota de tenis una vez puede ser novedoso e interesante, pero si lo mostrás 100 veces perdés la capacidad de sorprender.

Algunos críticos han comparado a Love con 50 sombras de Grey, lo que me parece excesivo. Puede que en el armado inconsistente de su argumento sea prescindible, pero cinematográficamente nadie puede negar el talento de Gaspar Noé para filmar. Un talento que pone a su película lejos de 50 sombras de grey, muy lejos.

Love con todas sus carencias y fallas tiene un sólido envoltorio con hermosas escenas, y una aproximación estética a la pornografía.

Lástima que no alcance, y que parezca que Noé anda tambaleante en una fiesta, desinhibido y narcisista como solo un borracho puede serlo hablando del Amor, mientras de fondo se escucha algo similar a Agapornis.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: estéticamente es muy linda (a pesar de su exceso de penes y tetas)

Lo peor: la actriz que interpreta a Electra, la autoreferencia constante, el exceso.

La escena: los planos secuencia del parque y el callejón.

Lo más falsete: el exceso de escenas sexuales, la del café con el policía, la mayor parte de las voces en off y alguna de las discusiones entre Murphy y Electra.

El mensaje manifiesto: Gaspar Noé se ama a sí mismo

El mensaje latente: Ese amor no siempre será compartido con el público

El consejo: igual es una película que no dejará indiferente a quien la vea, así que si la pillás por ahí adelante…

El personaje entrañable: Gaspar, el hijo de Murphy…porque uno dice, qué vidita le espera a ese niño

El personaje emputante: Murphy, Electra, Omi, el director de la galería, la mamá de Electra, Julio, el paco, sí…

El agradecimiento: porque a pesar de todo tiene sus buenos momentos.

CURIOSIDADES

La película planeaba filmarse antes de Irreversible y la idea era que Belucci y Cassiel sean los personajes principales, sin embargo al leer el guión ambos actores lo encontraron demasiado y se declararon en contra de exhibir su vida sexual de esa manera, así que declinaron el proyecto. Noé, entonces, decidió filmar primero Irreversible.

Las primeras escenas en filmarse fueron las sexuales. La primera escena de todo el rodaje fue el primer plano del pene Murphy y el actor que lo interpreta se sintió súper incómodo con ganas de agarrar un avión y volver a Estados Unidos, sin embargo, conforme la filmación fue avanzando las siguientes escenas se hicieron más fáciles de rodar.

Fue filmada con la Red Epic Dragon y tuvo un presupuesto aproximado de 3.000.000 $us.

Karl Glusman ya era actor, pero a Aomi Muyock y Klara Kristin el director las conoció en salidas nocturnas a antros y fiestas, y las invitó a participar de la película.

Noé dijo que el guión solo tenía siete páginas.

Se filmó desde octubre del 2014 a febrero del 2015. La postproducción se hizo en 3 meses para poder llegar al Festival de Cannes.

Se presentó fuera de la competencia oficial, porque no llegaron a tiempo para eso, pero Noé quería que la película esté dentro del festival y que se presente como sea.

El Hotel Love que se ve en Enter the Void, se muestra en diferentes escenas de Love.

EN CARTELERA: Norte estrecho y Boquerón

Les voy a ahorrar la lectura de ambas reseñas con esto nomás:

El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.

Y bajo esa máxima es que ver cine nacional en los últimos tiempos se ha convertido en un picahielos que se hunde una y otra vez en el corazón, al mejor estilo del uso que le daba Sharon Stone en Bajos Instintos.

Luego, cobijados por la practicidad budista, el hecho traumático tiende a olvidarse para pensar en mejores días. Días en que los new faces (póngase el nombre de cualquier cineasta que ande sonando) o las reliquias que alguna vez sorprendieron (póngase el nombre de cualquier cineasta que alguna vez sonó) sacarán la tan añorada gran película boliviana.

Hmmmm…A estas alturas ya ni siquiera esperamos la gran, sino solo la buena película boliviana.

El problema puede que sea matemático o ecuacional: si se suman los años que han pasado desde una buena buena (así, doble) película boliviana se pensará que ya toca, por obviedad, algo decente. La otra sería que algunos géneros como el cortometraje y el documental han conseguido algunas sorpresas así que, por obviedad, tocaría que el largometraje/ficción llegue a la misma meta.

Y no. No. Nuevamente somos ese personaje de Roy Anderson congelado en una maravillosa composición fotográfica que ve pasar el absurdo de la vida sin que se pueda hacer nada al respecto.

Y en ese paisaje surrealista, en esa versión criolla de Anderson nos metemos a la sala de cine y vemos Norte Estrecho.

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Como casi todas las veces que entramos a ver una película boliviana, sabemos que las buenas intenciones abundan por todas partes, que ese camino de baldosas amarillas a Oz fue recorrido con la misma esperanza que Dorothy, que un director, un guionista y sus actores no trabajan pensando que están haciendo una huevada.

Sabemos eso, y miramos con incomodidad la pantalla por lo mismo, porque el resultado suele ser lo opuesto a las buenas intenciones.

En Norte Estrecho, los co-guionistas Juan Cristóbal de los Ríos y  Omar Villarroel (también director del filme), exploran la temática de la migración. Una sala de videoconferencia en Estados Unidos administrada por Jorge (Luis Bredow) es el punto de unión entre todas las historias que la película propone. La sala de videoconferencias rompe la película en cuatro puntas: 1) la doñita Charo (Carmencita Salinas) que va para hablar con su hijo (Jorge Jimenez) que se encuentra en el DF, el tipo ya es viejango y ella lo sigue manteniendo, en parte por la culpa que le provoca el haberlo dejado y en parte porque piensa que con la plata que le manda él estudiará y tendrá un vida mejor. 2) la parejita en conflicto: Mauricio (Federico Saslavsky) que dejó a su novia Alejandra (Adriana Asturzzi) en Buenos Aires persiguiendo sueños de grandeza como actor. 3) El boliviano Julio (Pablo Fernández) que trabaja de albañil y que viudo dejó a su única hija al cuidado de su hermana y 4) la historia del mismo Jorge (Luis Bredow) indocumentado con su familia en Bolivia.

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La idea es tan buena como las intenciones, el juego con las pantallas o las cámaras del boliche, las recreación de situaciones comunes y corrientes como cenar, celebrar un cumpleaños o tener una noche romántica a través del internet para paliar la ausencia física, como idea, como concepto, funciona.

Donde Norte Estrecho pierde es en su forma y en su técnica.

En un conjunto global, la narrativa no supera la barrera de esa buena idea y las situaciones apenas se sostienen, la sensación de estar viendo una telenovela o una película para televisión te empieza a sopapear fuerte.

La fotografía de Sergio Bastani no parece encontrar una unidad, tiene algunos momentos cinematográficos pero rápidamente se diluyen para dar pie a composiciones televisas, con luz plana y sin nada que pueda interesar.

La película avanza, y no encuentra su propio Norte. Las historias están ahí, pero cada una más predecible que la otra, y con algunas escenas como el discurso de Bredow en el juzgado que no sé si rotular de naif o qué.

Aún así, hay partes en las que decís: eso funciona o eso está bien porque no, no estamos ante la peor película nacional, ni siquiera la pondría entre las peores de las últimas que he visto, de hecho un comentario casi resignado entre compañeros de butaca con los que fuimos a verla fue: No está tan mala como Boquerón, que ya es decir mucho.

Da un poco de tristeza, ¿no? Que estemos tan acostumbrados a ver malas producciones y que el listón esté tan bajo que el barómetro para decidir si está bien o no es comparándola con lo peor que hemos visto en lugar de mirar hacia arriba, hacia las altas esferas cinematográficas.

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Acá podemos hacer una salvedad: definir algo como peor o malo es absolutamente personal, una vez un docente de cine dijo que no habían malas películas sino visualidades diferentes. Y muchas veces el que te guste o no una película depende de factores personales, experiencias y cualquier otro colgandijo. Me pareció una apreciación muy justa.

Así que desde mi experiencia, factores personales y otros colgandijos puedo decir que Norte Estrecho no está en ese punto que querés arrancarte los ojos o demandar a la boletería, pero nada más. Es plana, con problemas de montaje, de guión, y claro, de factura más televisiva que cinematográfica.

Rescato lo siguiente: la idea de la que partieron es un tema que puede tocar a la platea, que puede generar empatía no solo en Bolivia sino en otras partes del mundo, que bien manejado o mejor ejecutado pudo dar una película más que aceptable.

Las actuaciones estaban, a grandes rasgos, correctas, hicieron lo posible con un guión que no daba para mucho más. Me encantaría ver a Luis Bredow, a Soledad Ardaya, a Alejandro Molina en una gran gran (así, doble también) película boliviana, se lo merecen al igual que muchos actores bolivianos.

Quisiera ser ñoña y decir que también rescato el esfuerzo, el tiempo dedicado de 7 años a la historia, el compromiso que le pusieron al filmarla en varios países, los desvelos e ilusiones que habrá supuesto y bla bla bla bla, pero a la hora de la verdad, el cine en ese punto es despiadado: al público de a pie poco o nada le importan esos detalles, a la hora de la verdad, el público solo ve el resultado en pantalla.

Ese tiempo en pantalla es lo único que tenés para que el público desde su butaca disfrute o no la película, desgraciadamente Villarroel ha perdido esa oportunidad de revelarse como una opción a lo que acostumbramos ver.

Al inicio de Norte Estrecho dicen Bolivia No Funciona. Mientras salís de la sala de cine, la frase se queda levitando en tu mente cual niebla de cerro paceño.

Lo mejor: una buena idea
 Lo peor: una buena idea que no cuajó
 La escena: la del destino de la niña: Innecesario
 Lo más falsete: el discurso de Bredow en el juzgado, el altercado del personaje de Alejandra Lanza cuando cuestiona al hijo de doña Charo en la presentación y el destino de la niña El mensaje manifiesto: falta mucho camino por andar  El mensaje latente: el camino es estrecho 
El consejo: Vela, por ahí tu experiencia, historia personal y colgandijos hacen que te guste
 El personaje entrañable: Jorge El personaje emputante: el paco que detiene a Jorge El agradecimiento: las he visto peores.

Si ya la viste, puntúa a Norte Estrecho!

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Mucho más grave es el caso de Boquerón, cuyo mayor pecado es no ser consciente de sus propias limitaciones.

Cuando no te das cuenta hasta dónde podés llegar con algo, estás cagado.

Tonchy Antezana a ojos vista no tenía el presupuesto ni los recursos personales para permitirse una épica, o para hacer efectos especiales hollywoodenses, y sin embargo decidió lanzarse a buscar ambas cosas.

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Él mismo podrá pensar que es signo de arrojo y valentía, pero si tu resultado no está por encima de la aspiración, es nomás una decisión desacertada.

En Boquerón todo quiere ser grande: el guión, el diseño de producción, el toque histórico, las actuaciones. La palabra clave es: quiere.

Una cosa es querer otra poder.

El guión, escrito por el mismo Antezana, agarra un pedazo de la historia boliviana que es por demás de interesante y significativo.

Esa batalla entre bolivianos y paraguayos durante la Guerra del Chaco, el fortín que resistió estoicamente el asedio, da para explotarlo de muchas maneras.

Antezana se decanta por abordarlo desde 4 personajes que a través de flashbacks nos llevan hasta la aridez del Chaco.

En la primera escena ya es un suplicio, un camino cuesta arriba tratar de mirar con simpatía esta producción que echa agua por todos lados.

No la acompaña nada, ni el guión plagado de personajes tópicos que lanzan textos demasiado armados como para tomárselos en serio, ni las actuaciones, ni la fotografía también televisiva, ni la música incidental.

Cuando llegué al flashback dentro del flashback, me quedé sin palabras.

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Las escenas de guerra pierden verosimilitud con sus planos torpes y sus fogonazos hechos en post producción, el doblaje de los diálogos solo acrecentó esa sensación de estar viendo un collage de elementos puestos en pantalla de manera caótica.

Las cualidades cinematográficas son casi inexistentes y aunque se haya exhibido en el cine y el público asistió masivamente a las salas con ansias de revivir un hecho histórico sensible, Boquerón es ese pequeño fortín donde falta todo y todo está perdido.

Si algo hay para rescatar es el olfato de Antezana a la hora de elegir un tema que jala público.

En un país ya decepcionado de su propio cine, el que Boquerón consiga estar en cartelera tantas semanas, amén de lo que se piense o no de su calidad, o mejor dicho a pesar de su calidad, solo puede ser visto con admiración.

Boquerón, comparativamente, tampoco está en ese subsuelo del bochorno ese en el que solo preferimos guardar silencio, porque sí, lo triste de nuestro cine es que la escalera hacia arriba es muy corta, pero hacia abajo parece no tener fondo.

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Hace no muchos años, la juventud y la distancia con respecto a las producciones nacionales me hacían ver con humor los intentos de película. Iba al cine, me divertía con algunas escenas chotas,  y eso era todo.

Ahora me cuesta un poco verlas con humor, ahora es el dolorcito del que hablo al principio, después de todo comprar una entrada siempre es una entrega de confianza, y pagar por una película para ver algo que apenas cumple con los requisitos de exhibición da como resultado cierta desazón.

El tiempo dirá si los new faces o las reliquias consiguen reavivar una llama que parece extinguida, mientras tanto, de acuerdo a tu experiencia, factores personales y colgandijos toca dar la ya popular palmadita chauvinista o filial (de amigos y conocidos) en la espalda o esperar mejores días.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: un tema interesante, apasionante que jala público por la memoria colectiva
 Lo peor: demasiada aspiración para tan pocos recursos
  y encima muy larga La escena: toda la secuencia de la prostituta, terrible
 Lo más falsete: Los efectos especiales, las escenas de guerra, toda la secuencia de la prostituta, ya dije que fue terrible? 
El mensaje manifiesto: Boquerón es su propio Boquerón El mensaje latente: y además es estrecho 
El consejo: Vela, por ahí tu experiencia, historia personal y colgandijos hacen que te guste
 El personaje entrañable: El personaje emputante: …El agradecimiento: porque tenés la opción de quedarte o salirte de la sala.

Si ya la viste, puntúa Boquerón!

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