EN CARTELERA: La vida secreta de las mascotas, The Boy , Miedo profundo, La última ola
Por: Mónica Heinrich V.
La vida secreta de las mascotas
El gran Diógenes que murió abandonado por el prójimo, enfermo y andrajoso, escupió al viento esta verdad:
Mientras más conozco a la gente, más quiero a mi perro.
Así es Diógenes, así es.
Universal Pictures sabe que a pesar de tantos años pasados desde la muerte de Diogenito, este es mundo solitario, hóstil y lleno de personitas cuya única alegría en la vida es llegar a su casa, abrir la puerta y encontrarse con él/ella: …………………Insertar el nombre cursi y ñoño que le has puesto a tu hijo putativo.
Por eso es que cuando La vida secreta de las mascotas comienza, te dan ganas de meterte dentro de la pantalla y convertirte en una versión criolla de Elmyra Duff: querés abrazarlos a todos y apretarlos fuerte, fuerte, MUY fuerte y no dejarlos ir. Nunca.
Esta es la historia de Max, un terrier que vive con su dueña Katie en Manhattan y es el adulado del boliche. Max fue recogido de la calle cuando era cachorro, bueno, en realidad lo daban en adopción y ella pasó por ahí y…sí, así comienzan muchas historias de amor. El caso es que luego de años de dicha maternal, Katie aparece con otro perro rescatado: Duke. Más grande, más gordo, y, hay que decirlo, más hijo de puta que Max.
Evidentemente, los celos causan los estragos que han destruido relaciones, familias e imperios y nuestros protagonistas se ven viviendo aventuras lejos de la seguridad de su hogar. Sí, también contribuye la negligencia del pendejo que pasea a los perros. Shame on you, paseador de perros, shame on you.
Curiosamente, lo más gracioso de La vida secreta de las mascotas resulta ser el conejo Snowball, líder de los desechados, un personaje que podríamos decir está “ligeramente” perturbado. Un villano con altura. Con nivel. Con los cambios de humor necesarios para que sea el único personaje del cual comprarías el muñeco. La secuencia de la víbora y la iniciación es tan hilarante que da para reírse salpicando de pipoca algunas nucas.
Chris Renaud cuyo currículum tiene cositas como Robots, Despicable Me 1 y 2, la fallida Minions, dirige el filme junto al debutante Yarrow Cheney. Si echamos una mirada a los guionistas, descubrimos a Bryan Lynch, guionista de El Gato con Botas y de Minions, un fulano llamado Cinco Paul que escribió Lorax y Despicable Me 2, entre otras, y para cierre Ken Daurio con Despciable Me 2 y Lorax. No hay mucho qué decir de ese anti-team dream.
Porque no, La vida secreta de las mascotas no es la animación más inolvidable del año. Su problema está en que a mitad de una simpática aunque ya vista premisa (animales quedan a merced del cruel mundo exterior y traban una entrañable amistad) la historia se desarrolla con muchos tropiezos. Como que pierde empuje y todo se va yendo en picada a un final previsible y sin mayores emociones.
Aún así, resulta ser una experiencia amena, que deja el corazón liviano, y hace que volvás a tu casa, abrás la puerta, abracés a ……….. (insertar el nombre cursi y ñoño que le has puesto a tu hijo putativo), lo apretés fuerte, fuerte, MUY fuerte y no lo dejés ir.
Diógenes sabe.
Lo mejor: los animalitos Lo peor: pudo ser mejor La escena: Snowball y la muerte de la víbora Lo más falsete: casi todo no tenía sentido alguno El mensaje manifiesto: la familia también se puede escoger El mensaje latente: hay una vida afuera aparte de sentarse detrás de la puerta a esperar que sucedan cosas El consejo: vela, está divertida El personaje entrañable: Snowball y Gidget El personaje emputante: los HDPs de la perrera El agradecimiento: por Snowball y por tener en nuestras vidas a……………….(insertar el nombre cursi y ñoño que le has puesto a tu hijo putativo).
The Boy
Hijos.
El gran Stendhal que murió con sífilis y sin hijos conocidos dijo:
Un hijo es un acreedor dado por la naturaleza
Así es Stendhal, así es.
La debutante Stacy Menear escribe el guión de esta película cuya trama inicial es muy interesante, triste y oscura al mismo tiempo. Pareja mayor solicita niñera (Lauren Cohan AKA Maggie en The Walking Dead). La chica va de Estados Unidos a Inglaterra huyendo de un ex novio manita ligera. Un tipo más perturbado que el conejo Snowball.
El trabajo es en una casona de esas antiguas, lo suficientemente alejada de la ciudad/pueblo como para que la protagonista sufra en serio. Nuestra Maggie llega al lugar y le presentan al niño que tiene que cuidar mientras sus jefes se van de vacaciones. El niño resulta ser un muñeco de porcelana. Tal cual.
Los viejos perdieron un hijo hace 20 años, como no superaron la muerte fingen que el muñeco es el niño muerto y, evidentemente, lo tratan como a un ser de carne y hueso. Un Pinocho Millennial.
El muñeco/hijo tiene sus horarios y actividades específicas y a Maggie se le da una lista de lo que tiene que hacer. Que si come el huevo cocido a los 3 minutos, que si hay que taparlo hasta el coto, que si hay que peinarlo con la raya al medio, etc..
En el momento que le dan la lista, la película se va al carajo.
William Brent Bell no es nuevo dirigiendo películas del género terror. He visto casi toda su filmografía: Stay Alive, The Devil Inside y Wer, y no entiendo cómo puede seguir haciendo las mismas huevadas. O sea, Brent Bell no es nuevo en el género, pero no ha aprendido nada de sus anteriores películas.
Queridos: Cuando no hay, no hay nomás.
The Boy se descalabra tanto en guión como en dirección y Maggie sostiene sola la película con el encanto heredado de The Walking dead. El final es previsible, y es de esos finales que son el peor final que podés poner, esos finales que insultan al espectador.
Lo mejor: ver a nuestra Maggie sin que la persigan zombies o Negan Lo peor: ver a nuestra Maggie perseguida por un muñeco de porcelana La escena: cuando nuestra Maggie empieza a encariñarse con Brahms Lo más falsete: la resolución al conflicto del muñeco El mensaje manifiesto: Lo que no es, NO ES El mensaje latente: lo que es, ES El consejo: para ver si es que no hay absolutamente nada mejor El personaje entrañable: paso El personaje emputante: no me decido entre el ex, el que le llevaba las viandas, los viejos o Brahms El agradecimiento: porque dura poco.
Miedo profundo
El gran Stephen Hawking, un monumento al arte de sobrevivir dijo:
No está claro que la inteligencia tenga algún valor para la supervivencia a largo plazo
Así es Hawking, así es.
A veces, por las noches me pregunto (entre muchas cosas) cómo puede ser posible que tengás millones de dólares para invertir en una película, contratés un director relativamente decente, y busqués a un guionista clase B, C o D. No se explica.
Miremos The Shallows (Miedo en lo profundo) con un director que quizás no nos ha dado una obra cumbre, pero que es cumplidor. El español Jaume Collet Serra es artífice de La Huérfana, La casa de cera, Non Stop, Run All Night, casi todas con guiones de mierda pero que por lo menos resultan algo entretenidas y con imágenes muy bien filmadas.
En The Shallows, el guión corre a cargo de Anthony Jaswinski, con un prontuario autoral de películas clase B, absolutamente desconocidas. Cuando ya tenés un guionista muy malo, decidís contratar a una actriz que pueda jalar taquilla más por sus encantos que por sus dotes histriónicas, voilá la chica Blake Lively ex Gossip Girl. Blake no es tan mala actriz, sino que está encasillada en papeles así, como este.
La susodicha decide ir a una playa “secreta”. Su madre murió recientemente de cáncer y ella está decepcionada del mundo y del niño Jesús. Hasta la playa la lleva Carlos (Oscar Jaenada AKA Cantinflas) quien deja a la gringa bonita-embikinada ahí.
Muchas cosas malas podrían pasarle a una gringa bonita, sola y embikinada en una playa desierta, pero nos decidimos por el tiburón.
Así se va la hora y media de película (parece más): la gringa tratando de no ser devorada por Tiburcio (el tiburón). Llega un punto en el que vos, desde el anonimato de la butaca, empezás a tararear: No pare, sigue, sigue. No pare, sigue, sigue. Se la llevó el tiburón, tiburón.
A destacar la fastuosa fotografía de Flavio Labiano. Impresionante, aunque a fuerza de ser casi publicitaria le daba un aire plástico a la historia. Esta sensación se acrecentaba con las actuaciones secundarias, que para una película de esta envergadura dejaban mucho que desear.
Mentiría si dijera que me aburrí, la película está diseñada para que sigás esa lucha por la supervivencia de cerca y deseés el triunfo ya sea de la gringa embikinada o de Tiburcio.
Lo mejor: una fotografía muy buena, y algunos momentos del montaje son para destacar Lo peor: Jaume Collet Serra está para mejores brinques La escena: el gordo borracho Lo más falsete: la playa secreta, la muerte de Tiburcio, la sobrevivencia de Blake comiendo bichitos cuando no había pasado ni un día El mensaje manifiesto: no es buena idea ir a lugares desiertos, que ni siquiera conocés y donde no hablás el idioma El mensaje latente: puede que la sobrevivencia no esté ligada a la inteligencia, pero la estupidez sí está ligada a la muerte prematura El consejo: para ver por su buena foto El personaje entrañable: Tiburcio El personaje emputante: el de Jaenada. Sale dos segundos y lo hace muy mal El agradecimiento: porque dura poco.
La última ola
La naturaleza.
El gran Simón Bolívar que murió de una natural tuberculosis dijo:
Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca
Así es, Simón. Así es.
Tenía muchas ganas de ver el filme noruego The wave (La última ola), grande fue mi sorpresa al acudir al cine, pagar por la versión subtitulada, y descubrirme viendo la versión DOBLADA al inglés y subtitulada al español.
No hay palabras para describir lo estafada que me sentí en ese momento. Ignoro si el cine se ha dado cuenta, o no, pero la película debería estar con audio noruego.
Nada chicos, Diógenes siempre tuvo razón, siempre.
Dejando ese gol en contra de lado, puedo decir que el largometraje de Roar Uthaug no tiene nada de especial. Copia fielmente la fórmula americana y la replica en todo su abanico: Familia unida, hijos en peligro, decisiones discutibles, negligencia y sálvese quien pueda.
Kristian (Kristoffer Joner) es un geólogo que está dejando su pueblito natal Geiranger. Desde que empieza la película nos muestran que Kristian es un poco hinchapelotas y caduco con el tema laboral, es así que cuando las máquinas comienzan a arrojar datos preocupantes acerca de la montaña que rodea al pueblo, él no se queda tranquilo.
Sí, se está mudando pero se huele que algo va mal. Su preocupación no sirve ni para papel higiénico ya que el desastre es inminente y lo único que consigue es quedar en medio del despelote con su mujer y sus dos hijos.
Sí hay momentos tensos y bien resueltos, pero en definitiva nada que los gringos no hayan hecho mil veces y, encima, mejor. Los efectos especiales de La última ola, más que despertar admiración despiertan ternura, por el esfuerzo evidente con recursos no tan profesionales.
Es entretenida, aunque después de que se desata la hecatombe, no hay mucho más que decir de ella, es como el tiburón tratando de agarrar a Blake o el muñeco asustando a Maggie, más de lo mismo.
Buen intento, amigos noruegos. Buen intento.
Lo mejor: es un blockbuster noruego que se ve sin problemas Lo peor: no poder verla en idioma original, y que no aporta nada al género La escena: la del auto y la de la madre cuando hace lo que hace con el viejo histérico Lo más falsete: el hijo con los audífonos, puede que no haya escuchado el despelote pero el terremoto sí debió sentirlo y la pareja ñoña que se queda a «ayudar» El mensaje manifiesto: hacé caso del sexto sentido El mensaje latente: con la madre naturaleza no se juega El consejo: el cine noruego tiene mejores exponentes El personaje entrañable: la montaña El personaje emputante: el colega negligente de Kristian, la pareja ñoña que se queda a «ayudar» El agradecimiento: porque se deja ver.