Vi Canciones del Segundo piso hace un par de años, y quedé convencida (una vez más) que existen filmes a los que se pueden AMAR. Esta es la segunda película que recomiendo en esta columna, por la cual declaro un amor sin peros, absolutamente incondicional. Es más, si pudiera casarme con una película, me casaría con ésta…así de enamorada me dejó.
No me equivocaba. Canciones del Segundo Piso es eso y más. De la tierra de Ingmar Bergman nos llega esta crítica a la sociedad contemporánea, crítica que se sustenta en el lenguaje sobre todo visual y casi coreográfico de sus escenas.
Nunca han visto, ni verán una película como esta. Una película impresionante, que es una mordida al sistema en el que el ser humano se ve inmerso todos los días, un sistema que no lo satisface, más bien lo consume.
La película abre con un tipo metido en la cama solar, mientras otro vestido de terno y con maletín le dice que ya ha hecho lo que le pidió…el de la cama solar le dice que tienen que llegar a ¡1000! ¿Mil qué? se estarán preguntando ustedes, tal cual me lo pregunté yo. Pues 1000 despidos de una empresa. Entonces pasamos a otro personaje “LASSE”, lustrándose los zapatos, listo para otra jornada de trabajo, su mujer (cincuentona) semidesnuda lo incita a un “rapidito”, pero él alega que no ha faltado al trabajo un solo día en 14 años y que todo tiene su tiempo y su lugar. LASSE es uno de los trabajadores que será despedido en ese inusual día bajo el azul y estático cielo sueco.
En la calle, hay un embotellamiento que lleva 8 horas…sin causa, ni razón aparente. Los autos se encuentran parados, la gente camina en grupos hacia una misma dirección, un indigente busca comida entre la basura y exclama: “¿Hacia dónde van todos…?” “¿A dónde va la gente? Me gustaría saber…”
Un padre visita a su hijo en el manicomio, un hijo que de un momento a otro se volvió loco por escribir poesía. Durante la visita el padre habla con el doctor…gritando y lamentándose del estado ausente de su hijo, que se volvió loco por escribir poesía…luego viene otro tipo, le quita la bata al supuesto doctor y queda en evidencia que un paciente se hizo pasar por el doctor real.
En otro lado, una enfermera le pregunta al médico con el que trabaja “¿Cuándo vas a dejar a tu mujer?”, más allá durante el famoso acto de magia del serrucho que parte en dos a una persona, el voluntario termina realmente serruchado, y acude al hospital interrumpiendo la conversación que deja en claro un adulterio.
Paralelamente, un viejo militar que cumple 100 años es visitado por algunos colegas. En una especie de cuna con barrotes, atendido por enfermeras, siendo asistido para cagar y orinar, le rinden honores por los logros durante su carrera. En la noche, el viejo y quebrado militar, se aferra a los barrotes y susurra: Auxilio!
Un tipo va a la iglesia y pide hablar con el vicario, se pone a llorar contando que ha perdido su negocio en un incendio, que lo ha perdido todo y que su hijo está en el manicomio, porque se volvió loco por escribir poesía.
Ese mismo tipo es perseguido más adelante por el fantasma (sí, un ¡fantasma!) de un ruso al que colgaron durante la guerra, cuya hermana murió colgada también a su lado, a quien desde el más allá busca desesperadamente.
En el aire se respira el caos, la rutina rota por un inminente Apocalipsis moderno, un Apocalipsis en el cual todos se encuentran compungidos ante un mundo que no entienden y en el cual no encajan, un mundo donde se sienten miserables y terriblemente solos.
Canciones del Segundo Piso es una obra maestra, una película que te permite hundirte en planos y ángulos de cámara casi perfectos, en imágenes teatrales, en diálogos poéticos, sublimes, inconmensurables. Más de 45 personajes desfilan en una singular muestra donde el primer plano es uno de los grandes ausentes.
Una película casi desconocida, incluso en el circuito independiente, pero que el que tiene la dicha, la ventura de verla, lo agradecerá toda la vida. Esta portentosa obra pertenece al director sueco Roy Anderson, cuyo trabajo parte de la premisa de Tarkovski: poner al cine en el nivel de las artes plásticas.
Este director no trabaja con un guión predeterminado y generalmente no tiene un plan específico. La concepción del escenario comienza en una hoja de papel con dibujos muchas veces inspirados en otras artes: fotografía, pintura, etc…
“…Bienaventuradas las personas que se sientan,
Bienaventurado el desconocido y su señora,
el prójimo con mangas, cuello y ojos!
¡Bienaventurado sea aquel que tiene chinches,
el que lleva zapato roto bajo la lluvia,
el que vela el cadáver de un pan con dos cerillas,
el que se coge un dedo en una puerta,
el que no tiene cumpleaños,
el que perdió su sombra en un incendio, el animal,
el que parece un loro, el que parece un hombre,
el pobre rico, el puro miserable, el pobre pobre!…”
Generalmente Anderson trabaja sobre un set vacío, en el que el encuadre, los actores y los elementos que conforman la imagen se montan una y otra vez, luces, diálogos, todo se repite hasta que el director queda satisfecho. En la medida justa. Anderson es un maniaco del detalle, puede pasarse horas montando una escena, busca que la composición no sea perfecta sino “EXACTA”. Dice “Tú puedes sentir que una escena está lista, pero no puedes explicar cómo”.
Por algo este maravilloso cineasta logra en cada pequeña escena una pequeña gran obra maestra, que perdura en el recuerdo por la fuerza estética de su propuesta y el increíble impacto de sus diálogos.
Ajeno totalmente al Dogma 95 (corriente en que se embarcó la generación de esa parte del mundo), Anderson se caracterizó por buscar ese “algo” que lo impresionara, sabiendo que ese “algo” a veces depende de la creación, echándose sobre el hombro la tarea de llevarlo a cabo valiéndose de cualquier medio técnico que tuviera a mano.
Ha hecho varias películas más que no he tenido la oportunidad de ver, aunque vendería mi alma al diablo, por hacerlo…
Canciones del Segundo Piso tardó cuatro años en estar lista, y fue todo un éxito. Qu
izás no a nivel comercial, porque no es un filme que puede ser accesible a la masa, pero arrasó en los festivales, llevándose premios como el Gran Premio del Jurado en Cannes del año 2000.
De todas formas, estoy convencida a morir, que cualquiera que vea esta película será subyugado irremediablemente por su belleza, por su profundidad y su diáfana melancolía. Canciones del Segundo Piso parodia a los humanos, a esos que caminan en manada sin rumbo, solos pero acompañados, a esos cuyas grandes miserias son una excusa lamentable del remedo de ser al que se aspira alcanzar. Una mirada pesimista, oscura de esta especie maldita que ha aprendido a diferenciar raza, status social, creencia política, visión religiosa. Sí…Canciones del Segundo Piso nos exhibe desnudos, cómo duele…
LAS FRASES
“No es fácil ser un humano”
«Jesús no era hijo de Dios, sólo era un buen hombre…por eso lo crucificaron”.
“Todo lo que podemos hacer es intentar apelar al destino”
“Una hormiga no puede comerse un elefante”
“No es cierto que a nadie le importa la poesía…sólo fingen que no”
“¿Cómo puedes hacer dinero de un perdedor crucificado?”
CURIOSIDADES
– Roy Anderson primero estudió Literatura, luego se licenció en Cine
– Puede filmar hasta más de 50 veces una misma escena
– Los actores que utiliza son 95% amateurs.
Lo mejor: necesaria, brillante, hermosa, invalorable.
Lo peor: Que no todos puedan acceder a verla.
La escena: todas. No hay una sola que no sea poesía hecha imagen
Lo más falsete: Nada
El mensaje manifiesto: “No es fácil ser humano”
El mensaje latente: Bienaventurados todos porque sufrimos
El consejo: Es tiempo de que chantajeés a tu proveedor de películas para que la consiga.
La pregunta: ¿Cómo podés crear algo tan perfecto?
gracias!:D
de nada! 😀
excelente película!además hay que ver, You the living (la comedia de la vida, en castellano)