LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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Terrorismo

CINE ALEMÁN: Aus dem Nichts (In the fade) (En las sombras)

Por: Mónica Heinrich V.

El cine de Faith Akin siempre me ha parecido excesivamente discursivo. Una especie de cine al estilo Ken Loach un poco más modernón, pero igual de sensiblero.

En la sombra (In the fade), su última película, ganó el Globo de Oro a mejor película extranjera este año y alcanzó un premio por Mejor Actriz en el Festival de Cannes.

El filme presenta a Katja (Diane Kruger recordada Helena de Troya) una ciudadana alemana que pierde a su esposo turco y a su hijo producto de un atentado.

La historia escrita por el mismo Akin y por Hark Bohm, conocido por ser uno de los coguionistas de GoodBye, Berlin, se divide en tres capítulos: La Familia, Justicia y El Mar.

Los momentos destinados a La Familia buscan el enganche emocional, vemos una filmación casera del enlace matrimonial de nuestros protagonistas que ya nos cuenta qué tipo de personas son: poco convencionales, seres simpáticos, alegres. Es con ese nexo emocional que podremos sentir empatía por la terrible situación que vive Katja y preguntarnos: “¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena?”.

La sutileza es una de las grandes ausentes en el argumento. Justicia evidentemente estará enfocada en el juicio que se lleva a cabo contra los supuestos perpetradores del atentado y en cómo el foco policial se vuelca hacia la víctima basado en prejuicios. Y finalmente El Mar, que tiene todas las connotaciones metafóricas, poéticas que el título sugiere.

Akin no escatima los recursos emotivos a la hora de asestar el golpe a su personaje femenino y a nosotros que lo sufrimos desde la butaca. Los flashbacks que marcan la ausencia de las víctimas, la vida reformada tanto de Katja como de su esposo que en el pasado era dealer pero que al momento de su muerte estaba “haciendo las cosas bien”, la ausencia de arrepentimiento de los victimarios, el sistema judicial que no funciona, y la incapacidad de sobreponerse al duelo, son solo algunas de las aristas de En la sombra.

Si bien la película es dura o eso quiere ser, la forma que elige Akin para contarla termina convirtiéndola en un melodrama con muchos baches de guion y que llega al final sin sorpresas.

Hay una duda moral que puede surgir sobre ese final, pero más que duda debería dejar cierta devastación. Ojo, nos han preparado para llegar a las lágrimas, casi como con un misil teledirigido. Pero algo del enganche emocional se perdió en la sala judicial, entre tanto hueco narrativo y vueltas sin sentido. En ese estado llegás al capítulo final, a la fábula revanchista,  que no deja de ser una lectura o solución facilista a la problemática que el cineasta plantea.

Y claro, hay una parte tuya que  sí piensa en la injusta suerte de Katja, en la jodida sociedad, en Alemania, en Europa, en los inmigrantes, en el mundo y en vos mismo rodeado de tanta miseria, pero esa parte tuya va perdiendo interés conforme todo se desbarata.

Con tanta moralina alrededor de una temática coyuntural, In the Fade no consigue ir más allá de sus buenas intenciones y de su afán de ser crisol de lo que Akin piensa que es importante remarcar.

Sin duda, una pena por el esfuerzo actoral de Kruger que interpretó uno de sus mejores personajes hasta la fecha.

Lo mejor: a ratos conmueve Lo peor: va de más a menos La escena: la de la tina y el final Lo más falsete: algunas partes de cómo se maneja el juicio El mensaje manifiesto: ojo por ojo El mensaje latente: hay dolores que solo los aplaca la muerte El consejo: para verla sin mayores expectativas El personaje entrañable: el niño El personaje emputante: casi todos los deásm El agradecimiento:por algunos momentos y por Diane.

CINE MARROQUÍ: Les Chevaux de Dieu – Los caballos de dios

Por: Mónica Heinrich V.

Hace unas semanas el mundo se conmovía por el atentado terrorista en Barcelona. Como suele suceder, las redes sociales se  llenaron de mensajes de odio hacia los musulmanes y los jóvenes involucrados. Días después una profesora española decía estar con el corazón roto por sus «niños». Ella fue maestra de siete de los chicos que participaron en el atentado.  Ella los conoció, supo qué querían ser de grandes, cuáles eran sus condiciones de vida, «¿Cómo puede ser Younes …? Me tiemblan los dedos, no he visto a nadie tan responsable como tú», se lamentaba en referencia al conductor del vehículo que arrolló a decenas de personas en Las Ramblas.

La película marroquí Los Caballos de Dios hace referencia a personas como Younes. A las bombas humanas.

El director franco-marroquí Nabil Ayouch ofrece una mirada descarnada a la génesis de la radicalización de jóvenes musulmanes. Narra desde la infancia la vida de un grupo de niños que nacen y crecen en las afueras de Casablanca, en las barriadas marginales de Sidi Moumen.

Alrededor de 200 mil personas viven amontonadas en chabolas y rodeadas de un vertedero donde no hay otra opción que la de tratar de huir a países europeos en busca de una mejor vida o sumergirse en la delincuencia.

El guion se basa en el libro de Mahi Binebine llamado Las estrellas de Sidi Moumen. En el 2003 cinco atentados terroristas golpearon a Casablanca y causaron 45 muertos contando los 12 hombres bomba que se inmolaron en puntos estratégicos de la ciudad. Las investigaciones arrojarían que los 12 chicos de entre 18 a 23 años provenían de Sidi Moumen. Binebine quiso saber qué había pasado para que este grupo de amigos-conocidos terminen como «caballos de Dios» (término con el que los yihadistas designan a los elegidos para ser mártires).

La película respeta a los personajes del libro (lo leí, no son más de 150 páginas) pero se reviste de solemnidad mientras que la obra de Binebine relata un mundo en el que hay mucha miseria pero en el que también hay risas, juegos, esperanza, humor.

Ambos (película y libro) muestran en concreto la vida de Hamid y su hermano Yashin. En un principio Hamid es la oveja negra de la familia, siempre metido en líos y contrabandeando droga, su hermano Yashin es el débil, al que los demás abusan o pasan por alto. A Hamid lo meten a la cárcel por dos años y es ahí donde alguien «lo capta». Sale de la cárcel radicalizado y termina influyendo en su hermano y amigos para que sigan sus pasos.

La historia parte en 1994 y termina en el 2003. El proceso de radicalización de los chicos abarca un periodo de dos años, tiempo más que suficiente para que oscuros personajes les hablen del paraíso que les aguarda siempre y cuando defiendan a los verdaderos musulmanes de los excesos, persecuciones, abusos y crímenes a los que son sometidos día a día.

Binebine escribió su novela durante cinco años en los que visitó muchas veces Sidi Moumen y habló con los familiares de los terroristas. El libro es desgarrador, como lo son las conclusiones del escritor: «El Estado es terrorista, en cierto modo. También es responsable esa mafia (yihadista), que nada tiene que ver con la religión y que se instala en Sidi Moumen sobre la miseria, financiados por dinero de Arabia Saudí. También lo es la burguesía, que da 150 euros para vivir a una familia de 10 hijos”, afirma en las entrevistas.

La película, por su parte, consigue recrear la miseria de Sidi Moumen y a sus jóvenes «estrellas», un mérito del director Ayouch que deja a la pupila momentos muy poéticos. Habrá quien diga que bordea la «humanización» de personas que no deberían ser humanizadas, pero el resultado es más que eso.

Estos chicos de barrios pobrísimos viven una existencia que nosotros desde nuestra comodidad occidental jamás nos imaginaríamos vivir. Esa misma comodidad nos permite verlos solo como monstruos que representan a toda una religión.

Ok. Esos son barrios marginales donde la «excusa» de una vida miserable puede servir para explicar lo inexplicable ¿qué sucede con los musulmanes que están insertados en sociedades occidentales, que como Younes llevan una vida alejada del Corán y que de un día para otro dejan de ser los niños de una profesora que los vio crecer y se convierten en asesinos?

Es difícil saberlo. Siempre hay un emir, un imán, un alguien (financiado por intereses más grandes) que los captó de alguna manera y que de sus debilidades construyó un caballo de Dios.

Sufrí mucho esta historia tanto en el libro como en la película. El libro es hermoso.

La película, sin embargo, no es perfecta: peca de excesivas aéreas, algunas actuaciones están regulares, el último tramo se vuelve un poco redundante y posee cierta cosa naif.

A pesar de sus imperfecciones Los caballos de Dios es poderosa, movilizadora.

Aunque sabía el final no me di cuenta en qué momento me envolví tanto en la historia que cuando finalizó me sentí abatida. Solo podía pensar en eso que en el libro es una de las frases más lindas que dice Yashin: Me voy a rondar por el cielo de mi infancia.

Lo mejor: Movilizadora, y trata de entender una terrible situación Lo peor: al final se alarga mucho y redunda en el discurso yihadista sin darle otra mirada La escena: la violación del niño contra el niño me pareció algo gratuita, otra escena es la llegada de los chicos a la ciudad, esa mirada que descubre por primera vez un mundo ajeno a ellos y bueno, toda la secuencia del final es jodida Lo más falsete: hay muchas alusiones homesexuales o referencias a violaciones homosexuales, puede que sea parte de la cultura pero cinematográficamente se podría matizar mejor El mensaje manifiesto: un caballo de Dios no nace se hace El mensaje latente: no todos los musulmanes son caballos de Dios El consejo: para verla y debatirla El personaje entrañable: todos los que consiguen sobreponerse a la tentación de radicalizarse y un día hacerse estallar  El personaje emputante: los emires e imanes del mundo que manipulan a estos chicos para que hagan el trabajo sucio El agradecimiento: por una película conmovedora y con muchas capas.

CURIOSIDADES

Tuvo un presupuesto estimado de 3.000.000 de dólares. Hasta el 2015 solo ha recaudado 150.000 $us.

Se filmó con la Arri Alexa y la Red One.

Fue seleccionada en el Festival de Cannes.

Binebine y Ayouch creen que la única solución para el terrorismo es la educación y juntos han creado grupos de apoyo en  Sidi Moumen. Hacen ciclos de cine, talleres de escritura, de pintura, de arte, cualquier cosa que logre que estos chicos se den cuenta que pueden tener un futuro, una vida lejos de los extremistas.

El director Ayouch nació en París , el padre marroquí musulmán y madre judía tunecina , paso la mayor parte de su infancia en la localidad de Sarcelles . Estudió teatro en París durante tres años (1987-1990).

El escritor Binebine estudió Matemáticas en París pero más tarde decidió dedicarse a la pintura, la escultura y la literatura. Algunas de sus obras forman parte de la colección permanente del Museo Guggenheim de Nueva York, ciudad en la que residió durante varios años. La detención de su hermano Aziz por su participación junto a un grupo de jóvenes oficiales en el fallido golpe de Estado contra el rey Hasán II y su brutal encarcelamiento le marcaron profundamente.

Sobre el casting, Ayouch dijo: Fue un proceso bastante largo, pasé dos años y medio en los barrios populares de los alrededores de Casablanca; me reunía con asociaciones y con jóvenes para intentar entender lo que estaba ocurriendo y cómo algunos de ellos podían alcanzar tal nivel de desesperanza. Durante este periodo, digamos que sobre el terreno, conocí a ciertos jóvenes que me parecieron interesantes y en los que me basé para rodar esta película.

En total se detuvieron a 3.000 personas, de las que unos 1.000 fueron inculpados y 17 condenados a penas de muerte y un número no determinado a penas de cárcel. El principal acusado de coordinar los atentados, Abdalhak Mul Sebbat, fue detenido el 25 de mayo y murió al día siguiente cuando iba a ser trasladado a un hospital desde las dependencias policiales. En abril de 2008 se fugaron de la prisión de Ketira nueve de los terroristas condenados: uno a pena de muerte, cuatro a cadena perpetua y el resto a diferentes años de prisión.

El libro se puede comprar en físico o en ebook en Amazon. Vale mucho la pena leerlo. Alfaguara en su promoción dice: Antes de opinar sobre terrorismo, lee la novela que ha deslumbrado al premio Nobel Le Clézio, ha obtenido el Premio de Novela Árabe y ha sido llevada al cine. Muy linda novela, se lee rápido y se queda con vos un buen tiempo.

DOCUMENTAL: The Gatekeepers

LA BANALIDAD DEL MAL

Mientras los muertos siguen sumando en Gaza, los bombardeos se convierten en espectáculo y los motivos se debaten ferozmente entre bandos a favor de Palestina o Israel, se me vino a la mente este gran documental llamado The Gatekeepers.

Porque para hablar del conflicto palestino-israelí no bastan las fotos, los vídeos que llegan de las cadenas televisivas o esa idea triste y desoladora al ver tanta miseria humana que si Dios existe definitivamente no está en Gaza, no.

Quizás lo más sensato sería escuchar a quienes son parte del master-puppet, a quienes son los hilos que manejan un lado del conflicto: Los líderes del servicio de inteligencia israelí que se encargan de controlar Cisjordania o Gaza y hacerle frente al terrorismo. En este caso 6 jefes del Shabak (Shin Bet) ya retirados son entrevistados por primera vez para este documental del director (también israelí) Dror Moreh.

Voy a relatar muy detalladamente todo lo que el documental narra, aunque al final de la reseña pondré el link para ver el video online. Quien quiera, puede pasarse directo al video.

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En los primeros minutos del documental, Yuval Diskin (director del Shin Bet del 2005 al 2011) lanza frases que revelan un poco la posición que asume Israel ante el tema palestino:

«Como líder del Shin Bet aprendes que los políticos prefieren opciones binarias. No les gusta tener tres o cuatro opciones. Solo quieren que les digas 0 o 1. Hazlo o no lo hagas. Como el jefe, me encuentro en situaciones que no son blancas o negras, sino que tienen tonos de grises»

Y acto seguido habla sobre la capacidad de tomar decisiones que conllevan daños colaterales (muerte de inocentes) que a los ojos de sus jefes inmediatos son menores si se resuelve el objetivo principal (eliminar a un terrorista).

Tomar una decisión generalmente es actuar y Diskin sabe que es su trabajo, pero una vocecita interior le dice:

“Hay algo antinatural en todo esto. Lo antinatural es tener el poder para elegir a tres personas terroristas y quitarles la vida en un instante”

Eso es The Gatekeepers, las reflexiones de la élite de inteligencia israelí sobre hechos que marcan la historia de un conflicto cuya resolución se ve cada vez más lejana.

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Posterior a esa brillante introducción se hace un repaso a lo sucedido después de la Guerra de los seis días, y a cómo 1.000.000 de palestinos quedaron bajo el control militar de Israel.

Avraham Shalon dirá que después de ese “triunfo” se quedaron sin enemigo, la lucha antiterrorista estaba en pañales, los terroristas surgen de entre el territorio conquistado. No hay que olvidar que Hamas empieza a operar como tal en 1987 mientras se desarrollaba la primera Intifada que el Shin Bet no vio venir a pesar de tener desplegado un complejo sistema de información y espionaje.

Intifada en árabe significa levantamiento, y es el levantamiento que los palestinos espontáneamente llevaron a cabo contra Israel.

Volviendo a Hamas, aunque se hace visible como movimiento en 1987, se encontraba operando de manera amateur desde muchos años antes, de hecho el Shin Bet no los veía como amenaza ya que su mayor preocupación era Al-Fatah.

Cuando los terroristas comienzan a cobrar protagonismo Shalom declara:

“Diciéndolo cínicamente, por suerte para nosotros el terrorismo aumentó. Teníamos más trabajo»

Avraham Shalom es el líder del Shin Bet en los años 80s y además fue uno de los más temidos.

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Shalom pasó a los anaqueles de la historia por un indignante incidente: En 1984 un autobús fue secuestrado por palestinos en Tel Avi. El autobús tenía 41 pasajeros. Luego de la crisis de rehenes, existen fotos de dos de los secuestradores vivos siendo escoltados por la seguridad israelí. Ambos hombres morirían apaleados en un poco esclarecido suceso que Shalom dijo desconocer, según el líder del Shin Bet fueron soldados del Ejército quienes molieron a palos a los prisioneros y cuando él se vio con esos dos terroristas con los huesos rotos, dio la orden de que “terminen el trabajo”, así evitaba juicios y las repercusiones que traería apalear a los detenidos.

Shalom era conocido por ser un matón y por contar con carta blanca para tomar decisiones de ese tipo. El líder presentó su renuncia por el hecho conocido como el affair del Bus 300 y en el documental expresa su descontento con las altas esferas políticas israelíes que le dieron la espalda cuando las papas quemaron.

«Ya no me tomo en serio a los políticos, abandonan a los soldados heridos»

Al ser consultado sobre el conflicto moral que supone asesinar a dos prisioneros, Shalom no tiene sombra de duda:

«Al luchar contra el terrorismo, olvídese de la moral»

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Y sí, la moral es algo que se pierde en la guerra y en conflictos territoriales, étnicos o religiosos.

Después del incidente del Bus 300, el Shin bet tomó medidas para que supuestamente no se les vaya la mano y no se salgan del marco de la legalidad, pero en realidad el objetivo era sencillamente acallar el descontento de la opinión pública y la mala imagen proyectada.

Otro de los aspectos que se tocan es cómo el servicio de inteligencia tenía que controlar las comunidades de las zonas de conflicto. Para eso contactaban informantes, torturaban prisioneros y conseguían que palestinos cooperen con ellos de distintas formas. El trasfondo de lo que supone que un palestino traicione a su pueblo, a sus amigos y hasta a su familia es reflexionado más no ahondado.

En 1993 se iniciarían los acuerdos de Oslo, e Isaak Rabin se alzaría como uno de los interesados en consolidar la paz entre palestinos e israelitas. Yaakov Peri, líder del Shin bet de 1988 a  1994, relata que en ese momento se dieron cuenta de la honda fractura que años de conflicto dejó en Israel.

De pronto, agentes del Shin Bet tenían que sentarse a conversar con personas a las que habían encarcelado desde los 16 años, o con personajes a los que no hace mucho estaban dando caza. Lo mismo sucedía desde el lado palestino. A los ojos del palestino, los asesinos, los monstruos eran esos israelíes a los que ahora estrechaban las manos en reuniones pro cese al fuego.

La extrema derecha del país vio a Rabin como un traidor, el control de territorios palestinos fue cedido a las poblaciones civiles y las intervenciones de los agentes secretos se redujeron al mínimo, los atentados de Hamas y operaciones bandera falsa surgidas de los extremistas judíos montaron el escenario perfecto para el asesinato de Rabin.

El documental narra esos momentos en que el curso de la historia cambió.

Carmi Gilllon líder del Shin Bet desde 1994 hasta 1996 da detalles de cómo líderes de prestigiosas comunidades israelitas se opusieron al proceso de paz y a los Acuerdos de Oslo promovidos por Rabin. Lo peor era que esta gente tenía acceso al parlamento y a muchas esferas de poder para seguir actuando impunemente.

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El Shin bet desactivó un atentado que planeaba la muerte de 250 palestinos con bombas en buses específicos, los líderes del atentado fueron capturados y al ser importantes miembros de comunidades judías recibieron un juicio que luego quedó en nada, todos salieron libres y declarando a quien quisiera preguntarles que ellos continuarían su lucha contra los musulmanes. Los colonos tenían una sensación de poderío producto de años de asentamientos ilegales a los que se les hizo vista gorda.

Una de las obsesiones de los extremistas era destruir La Cúpula de la Roca, un lugar sagrado para el Islam y que está junto al Templo de Jerusalén. La destrucción de dicho santuario hubiera tenido repercusiones incalculables en la escalda de odio-terror entre ambos bandos. Gillon dice que consiguieron neutralizar el hecho, que las listas de los servicios de inteligencia con los nombres de los posibles terroristas crecían día a día, pero aún así no pudieron prever que el joven Yigal Amir dispararía sobre Isaak Rabin y lo asesinaría.

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La extrema derecha consiguió lo que quería y sus letreros que colgaban en las manifestaciones : «La paz nos está matando», ya no fueron necesarios. Con Rabin muerto los ex-líderes del Shin Bet reconocen que no había otro interesado en mantener el diálogo ni el proceso de paz. Yaakov Peri lo definió muy bien:

«No había fe, ni en los palestinos, ni en Israel».

En el funeral de Rabin, el letrero que ahora se veía colgar en un simpatizante rezaba: «Estoy avergonzado”, una muestra más de la polarización que vive el pueblo de Israel al margen de sus conflictos con Palestina o cualquiera de sus vecinos.

Ami Ayalon entraría como líder del Shin Bet luego de que Gillon renunciara al fallar en la seguridad del Primer Ministro Rabin. Ayalon cuenta que su trabajo fue rehabilitar a la organización y conseguir la cooperación de los palestinos en la lucha contra los atentados de ambos lados. Coordinación de inteligencia, cuenta.

Al calor de la segunda Intifada, Ami se reuniría en Londres con Iyad Saraj, un reconocido psiquiatra palestino. La charla hizo que Ami después de 50 años entendiera lo que significaba el desangramiento de ambos bandos y, sobre todo, el fenómeno de los atentados suicidas. El palestino le dijo: “Nuestra victoria es verlos sufrir”

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Cuando las cosas estaban en una tensa calma, el Shin Bet toma la decisión de asesinar a Yahya Ayyash, el principal fabricante de bombas de Hamas conocido por su pericia como “el ingeniero”. Fue el hombre más buscado por Israel durante años, hasta que finalmente dieron con él, y además consiguieron convencer a una persona cercana a traicionarlo y darle un teléfono celular con explosivos que más tarde causaron su muerte.

100.000 palestinos asistieron a su funeral, y la escalada de violencia se intensificó. Los ex-líderes del Shin Bet ven esa muerte como una victoria y como algo necesario. “Una operación limpia y eficaz”. No importa la escala de violencia posterior, si no mataban a Ayyash este continuaría fabricando bombas que matarían a israelíes en el futuro. Esa es la línea de pensamiento. Es casi una muerte a control remoto por defensa propia, insinúan.

Finalmente, hablan sobre la bomba de una tonelada que dejaron caer en una casa del centro de Gaza y que mató a muchos inocentes. Los inocentes, nuevamente, son para ellos daños colaterales. No importa lo que diga el mundo, ellos intentaron que la operación sea “limpia y eficaz”, solo que les pasaron mal la información y tuvieran unas bajas no previstas. Gajes del oficio, asumen.

Shalom, que al principio del documental nos parece todo un Maquiavelo, acota que no, que en USA eso se llama overkill, matar de más sin necesidad, que lanzar una bomba de una tonelada en un barrio donde morirán niños por eliminar al terrorista más buscado por Israel es inmoral, militarmente ineficaz y claro que inhumano.

Es Ami Ayalon quien nos habla de “la banalidad del mal”, cuando 200 o 300 personas mueren por algo que se llama asesinato selectivo (quiero matar a un crispín pero ese crispín se refugia en una casa al lado de un hospital o de una escuela), ese proceso se convierte en una serie de pasos en cadena donde cada vez te preguntás menos dónde parar. Los límites se borran. No es malo porque desde tu perspectiva es necesario. No es malo porque desde tu perspectiva te defiendes. No es malo porque desde tu perspectiva estás preservando a lo que considerás tu gente, tus creencias, tu life style.

Avi Dichter, ex-líder del Shin Bet (2000-2005) ilustra bien este  concepto de la banalidad del mal cuando relata que el día más duro de su vida como jefe del servicio secreto fue el 6 de septiembre del 2003, ese día el Estado de Israel tuvo la oportunidad de deshacerse de un gran número de terroristas. Ese día pudieron matar a la creme de la creme de los supuestos terroristas palestinos. La cúpula del Hamas se reunió en un edificio como nunca lo ha hecho. Entre 10 a 12 de los hombres más perseguidos por Israel juntos, juntitos y el Shin Bet sabía cuándo, cómo y dónde.  En esa ocasión el Ejército se opuso por los daños colaterales, “solo” permitieron una pequeña bomba que consiguió dañar al edificio pero no dar muerte a ninguno de los objetivos. La decepción de Dichter es palpable, y califica la acción como una mala decisión y un error, esa bomba debió caer con toda su fuerza y asumir los daños colaterales (cientos de muertes de civiles inocentes).

Encima Dichter tiene la posición ingenua de que el terrorismo es algo que se puede eliminar descabezando a los líderes de las agrupaciones, como si detrás de cada fabricante de bombas no haya otro listo a suplantarlo, o detrás de un estratega de atentados o de un suicida no existan dos o tres más en la línea para tomar sus lugares, como si lo que sucede en el medio oriente no llevara décadas, generaciones de familias que siguen pasando con ese odio y resentimiento que la muerte no aplaca.

Captura de pantalla 2014-07-15 a la(s) 18.24.52Ayalon parece el más sensato al afirmar que la eliminación del Jeque Yassin no volvió más moderada a Hamas y que el acabar con distintos líderes palestinos no ha mejorado la seguridad en Israel tampoco. Matar al que aprieta el gatillo es ineficaz, afirma, y si quieren eliminar a quien implanta la ideología se toparán con el juicio internacional y las leyes del hombre. Ayalon retrocede a su infancia y a cómo pensaba que en Jerusalen había un hombre en un edificio, al fondo de un pasillo, detrás de una puerta que pensaba en su bienestar y que una vez creció y conoció el edificio, recorrió el pasillo no encontró ninguna puerta, ni al hombre que veneraba en su infancia, se dio cuenta que ese hombre no existía y no había nadie que piense en él.

The Gatekeepers dura apenas 96 minutos, pero en su comprimida duración relata eventos determinantes en el conflicto palestino-israelí en los últimos 50 años. Por si fuera poco, el director consigue condensar los relatos y armar los testimonios de manera efectiva con una estética notable a la hora de dramatizar eventos pasados.

Luego de toda la debacle y la vuelta a cero que supuso el asesinato de Rabin, Hamas siguió creciendo, los judíos extremistas también, y los mismos líderes de la agencia de inteligencia que comanda y dirige todas las operaciones de campo aceptan que hay una correlación de hechos entre uno y otro bando. Es un toma y dame, un ojo por ojo que no termina nunca.

Dichter al que no le temblaría el pulso para mandar una bomba de una tonelada a una zona civil con tal de liquidar a 12 personas, afirma que no se puede lograr la paz por medios militares, sino que todo se basará en confianza. Gillon también comparte que Israel no puede darse le lujo de no hablar con sus enemigos. Shalom afirma que no hay alternativa al diálogo. Solo se puede y se debe dialogar. Dice:

“Yo no te quiero ver comiendo cristal, ni tú quieres verme bebiendo gasolina»

Ya casi para cerrar el documental, el director le cita a Diskin al brillante filósofo Yeshayahou Leibowitz, un crítico de la ocupación, que luego de la Guerra de los Seis Días, escribió:

«»un estado que gobierna una población hostil de millones de extranjeros (la población palestina de la época) se convertirá inevitablemente un estado policial con todo lo que eso implica para la educación, la libertad de expresión y las instituciones democráticas. La administración tendrá que someter a la insurgencia árabe por un lado y pagar a colaboradores árabes por otro. Hay muchas razones para temer que el ejército israelí se transformará en un ejército de ocupación, degenerará y sus comandantes se convertirán en gobernadores militares como ocurre en otros países»

Yuval Diskin se muestra completamente de acuerdo con cada palabra.

Algo que rompe el corazón de alguna manera es cuando Gillon dice:

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Y habla sobre el papel que juegan los casi adolescentes soldados del ejército israelí, que llevan unos pocos meses de entrenamiento y que en sus manos tienen el poder de decidir si abusan o no de un palestino, si lo dejan tranquilo o no, si lo registran o no.

El mismo Shalom, ese que dio la orden de asesinar a dos prisioneros, cuestiona que el servicio militar cambia la mentalidad de todo un pueblo, y que por una parte este ejército que sirve a Israel, también es una fuerza de ocupación muy similar a la Alemana en la Segunda Guerra Mundial.

“Nos hemos vuelto…me duele mucho decirlo…nos hemos vuelto crueles»

 

Mónica Heinrich V. 

Para ver y descargar: http://www.teledocumentales.com/the-gatekeepers/

 Lo mejor: Informativo

Lo peor: algunas preguntas no se hicieron o se dejaron pasar, como la posibilidad de una conspiración del Shin Bet para asesinar a Rabin y otros eventos turbios en la organización que comandaron esos hombres.

La escena: Cuando Shalom dice que se han vuelto crueles y cuando Ami dice que han perdido la guerra

Lo más falsete:

El mensaje manifiesto: No hay victoria alguna

El mensaje latente: Ni siquiera hay victoria en el sufrimiento

El consejo: un documental necesario

El personaje entrañable: la paz, tan esquiva y abusada

El personaje emputante: lo cruel

El agradecimiento: que un director israelí consiga estos testimonios y los haga públicos

 

EN CARTELERA: Iron Man 3

Los héroes nunca lloran

Y luego de una cacareada y larga espera, llegó Iron Man 3. Encima, llegó con el fardo de ser la mejor de la saga y la primera que no era dirigida por Happy (John Favreau).

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Para ser honestos, mi affair con Iron Man duró hasta su debut, que disfruté como perro en camioneta. La secuela y todas las Sherlock Holmes hicieron que crea que Stark es un pobre pelotudo, con poco que admirar y mucho que rechazar.

A pesar de esos resquemores, el gancho de esta nueva entrega era la posibilidad de ver como villanos a un casi desaparecido Guy Pearce y al gran gran Ben Kingsley. Gloria a Ben Kingsley.

A los que les da flojera leer toda la chorizada de cosas que vendrán, ahorro el tiempo y esfuerzo con una línea: NO es la mejor de las 3, es larga, tonta y por ratos aburrida.

Esito sería, gracias.

Ya. Desarrollaremos.

Tony Stark (Robert Downey Jr.) quedó traumadito luego de los sucesos vividos en Avengers, ¿se acuerdan? Cuando Loki se nos alocó y sin dos dedos de frente atacó la tierra y todos los súperhéroesfashionslindos se juntaron para salvar al mundo en nombre de la bandera con franjas y estrellitas. Bueno, ahí lo que más destacaba era el cabello de Thor ondeando al viento y las ganas de cachetear hasta la muerte a Capitán América. Pues Tony Stark con su trajecito blindado de Iron Man casi casi se nos pasó al otro lado, estuvo con los dos pies en el cajón y nadie sabe cómo consiguió sobrevivir, pero sobrevivió. Y claro, se traumó, porque en el fondo de su egocéntrico, mercantilista, hedonista corazón hay espacio para el sufrimiento, y el estar tan cerca de la muerte hizo que ahora en Iron Man 3, lo asalten violentas pesadillas y casi casi moje los calzoncillos recordando tan truculentos eventos.

La pobre Pepper (Gwyneth Paltrow) le aguanta a Stark cosas que ninguna mujer con los ovarios bien puestos le aguantaría, ahí está Stark sumergido en la creación, perfeccionamiento de sus trajecitos y sus chécheres, atacado por el insomnio y las pesadillas, mientras Pepper pasa las noches sola, leyendo 50 sombras de Grey.

Entonces aparece Aldrich Killian (Guy Pearce) y también tiene su pasado oscuro. Parece que fue víctima del bullyng y Stark le hizo un desplante en otras épocas, en que era más egocéntrico, más mercantilista, más hedonista. Pero el tiempo pasa, y esos seres golpeados por la vida y la humanidad del ser humano se levantan de entre los escupitajos y quieren venganza.

Mientras eso sucede, USA está siendo asolada por un cruel y despiadado terrorista: El Mandarín (Ben Kingsley), que resume las fobias americanas en un personaje que parece venir del Medio Oriente, que tiene nombre asiático y al que nadie conoce pero todo el mundo teme. Poético.

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«los haré talco a toditos»

Ahora batan todo ese sancocho por dos horas y tenemos Iron Man 3.

El guión se lo encargaron a Drew Pearce un tipo que ha escrito series de televisión casi desconocidas como: Lip Service y No Heroics. Supongo que por eso Shane Black (el director) tuvo que meter sus manitos y colaborar en una historia flojita flojita.

Pero no seamos malos, ruines y exquisitos, igual tiene sus puntos a favor: Una linda fotografía de John Toll, responsable de La delgada línea roja, Vanilla Sky, El Atlas de las nubes, Casi famosos, Braveheart y muchísimas más.

También podríamos decir que la primera hora es bastante entretenida, y que en realidad el problema es que por la larga duración la cosa se va desinflando y termina sin mayores emociones.

A nivel argumental digamos que tiene sus cositas interesantes como ALERTA DE SPOILER (el que no la haya visto pase al siguiente párrafo) el concepto de un enemigo creado a medida desde adentro del sueño americano, un enemigo que no es tal y que es una manipulación mediática hábilmente ideada por intereses financieros y la sed de poder de Aldrich. Sí, eso en manos de otra gente sería oro en polvo. Desgraciadamente, ese punto a favor no es correctamente llevado por el resto de la trama. Por ejemplo: La tal Maya Hansen (Rebecca Hall) que después de años de estar gozando y usufructuando del proyecto de Aldrich, y de además ayudarlo a secuestrar a Pepper y a agarrar a Stark, de pronto tiene ataques de conciencia por dos cositas que le dijo Stark, un fulano con el que pasó una noche en toda su vida y al que no ve hace quichicientos años. Otra cosa bastante falsa es cuando Pepper supuestamente muere consumida por el fuego y Stark la ve caer, morir ante sus ojos, hace un gesto de “OH, se murió” y eso fue todo. Carajo, Stark!!! Se ha muerto tu pareja, tu concubina, tu sirwiñaquy y vos nada. Le comentaba a compañero de butaca lo eunuco emocionalmente que es el tal Stark, y lo único que provoqué fue risas. «¿Qué esperabas?” me dijo. “No sé, un poco de llanto histérico acorde con los temblores, sudores y ataques de sus fobias», dije.

FIN DEL SPOILER

Iron Man 3 dura casi dos horas que parecen un poquito más.

En este momento quiero pensar en ese algo wow o súper divertido que producto de su visionado se me haya implantado en la memoria y no lo encuentro.

Shane Black conocido guionista de Arma Letal, Una pandilla alucinante, El último gran héroe y director de Kiss Kiss, Bang Bang, dirige por segunda vez en su carrera al tomar la batuta en Iron Man 3. ¿El resultado? Una película predecible desde la escena 1, larga, entretenida por ratos, que no te va a pesar ver, que seguramente para el público promedio es una buena opción, pero que definitivamente no destaca en el género, ni en la saga.

“Apartate Tony. Yo me encargo"
“Apartate, Tony. Yo me encargo»

Robert Downey Jr. dota de vida y carisma a uno de los personajes más antipáticos de los cómic o, seamos justos, de las adaptaciones a la pantalla gigante de cómics. Un personaje que solo mira su ombligo. Downey Jr. intenta darle vulnerabilidad con el trauma vivido en Avengers, su pasado parrandero, su amor por Pepper, y consigue hacer que la platea pase por alto lo ya mencionado. Bien por él.

La película termina y luego de uno excelentes créditos de cierre,  y otros kilométricos créditos finales existe una yapita que clarifica lo expuesto en el párrafo anterior.

Mientras, mi mente dibujaba una pregunta en neón fosforescente: ¿Dónde está Watson? 

Lo mejor: Happy y que bajaron la duración de la peli de 3 horas y 15 minutos a casi dos. Ah, y los créditos.

Lo peor: que resulta bastante intrascendente

La escena: todas las de Ben Kingsley

El mensaje manifiesto: el enemigo existe

El mensaje latente: el enemigo sos vos mismo

El consejo: para verla mientras esperás que seque la ropa

El personaje entrañable: Happy

El personaje emputante: Stark, Pepper, Iron Patriot, el presidente, bue…varios

El agradecimiento: que Stark sea Downey Jr.

 CURIOSIDADES

–       Es la primera entrega que no dirige John Favreau

–       Favreau interpreta a Happy, fiel guardaespaldas de Stark.

–       Jessica Chastain iba a interpreta el papel de Maya, pero debido a conflictos de cronograma desistió y la tea encendida pasó a Rebecca Hall.

–       Jude Law fue considerado para el papel de Aldrich.

–       Es la primera película de Iron Man en la que no aparece el personaje de Samuel L. Jackson: Nick Fury.

–       De acuerdo al productor de Iron Man 3, Kevin Feige, el personaje de El Mandarín fue inspirado por el mítico Coronel Kurtz de Apocalipsis Now.

–       Robert Downey Jr. y Ben Kingsley se conocieron en el rodaje de Iron Man 3 y el primer día que se encontraron, se tomaron una foto para enviársela a Richard Attenborought, un amigo en común.

–       Fue idea de Robert Downey Jr. que Pepper se meta en el traje de Iron Man, él y el productor estaban algo aburridos del cuento de la dama en desgracia y quisieron ponerle más emoción.

–       El presupuesto inicial era de 140 millones de dólares y luego lo subieron a 200 para que Shane Black haga la mejor película que pueda hacer.

–       La película fue severamente recortada en China, especialmente las tomas en las que aparece el Dr. Wu.

–       La idea de que el show favorito de Happy sea Downton Abbey fue de John Favreau que es un fanático de las series inglesas.

–       Stan Lee hace un cameo como juez de concurso.

–       La escena de la gente cayendo del avión fue grabada con la ayuda del equipo de paracaidismo de Red Bull, y con una meticulosa planificación. Para rodar la escena se realizaron 630 saltos durante 10 días, sin un solo inconveniente.

–       Las tomas nocturnas en Rose Hill, California, donde se recreó la pequeña ciudad donde Iron Man termina tras la destrucción de su residencia, fueron agotadoras para el equipo.Durante cinco semanas corridas, el equipo de producción luchó con los veranos boreales y sus días más largos, trabajando a contrarreloj para terminar el trabajo antes del amanecer.

–       En Japón se podrá ver en cines con la tecnología 4DX.  Esta nueva tecnología permite otros efectos como oler! Los japoneses podrán, mientras ven Iron Man 3, disfrutar con efectos como los olores, vibraciones en las butacas, burbujas, luz estroboscópica, ráfagas de aire o niebla.

–       Las escenas del Mandarín se rodaron en Miami. El diseñador de producción Bill Brzeski creó el recinto del Mandarín rodando los exteriores en los jardines de 10 acres del Vizcaya Museum and Gardens, un edificio considerado monumento histórico construido en 1916. Los interiores se rodaron en una residencia privada al borde del mar en South Beach.

–       Se contrató a Bask (Bask Hostomsky), el artista pop art de Florida para que creara obras de arte originales para la oficina y el dormitorio de la residencia del Mandarín que encajaran con el personaje del malvado.

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