LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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Jake Gyllenhaal

EN CARTELERA: En la cuerda floja (The Walk) y Revancha (Southpaw)

The carrots are NOT cooked!

Hubo un tiempo en el que Robert Zemeckis fue un innovador. Santa Cruz no tenía tantas calles pavimentadas ni tantos edificios. Sus innovaciones generalmente se veían en el Cine Palace, en el René Moreno o en el cine El Arenal. No había 3D ni whatsapp, tampoco existía Justin Bieber y, claro, creíamos que el ser humano era puro y sincero. Hubo un tiempo.

Zemeckis nos lanzó existenciales preguntas como ¿Quién engañó a Roger Rabbit? o ¿Dónde carajos quedó Wilson?

Cuando la innovación cesó y dio paso a una actitud más conformista en su cine, este director que salió de los campamentos infantiles de Steven Spielberg, igual siguió dando películas que cumplen con aquello de «entretener”, como sea y con quien sea.

The Walk no es la excepción.

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Es difícil cagarla con un personaje como Philippe Petit a quien ya hemos espiado en ese grandioso documental que es Man on wire. Un tipo que a los 24 años consiguió la hazaña de tender un cable metálico entre las Torres Gemelas y caminar sobre él sin ningún tipo de protección, 8 veces! ida y vuelta.

Zemeckis opta por un relato edulcorado, carente de profundidad y algo plástico para narrar con un omnipresente Philippe (Joseph Gordon Levitt) cómo se gesta su amor por el funambulismo y se lleva a cabo el famoso scoop.

Veremos a sus cómplices, a una devota novia Annie (Charlotte Le Bon), a un didáctico Papa Rudy (Ben Kingsley) y a otros personajes cuya labor es magnificar o barnizar a los personajes reales. Porque sí, en la vida real ni Annie fue tan devota ni los cómplices tan condescendientes.

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El guión que corre a cargo del mismo director y de Christopher Brown (Beowulf) rápidamente muta de un homenaje a la hazaña de Philippe a un homenaje a las desaparecidas Torres Gemelas o a New York mismo. Ajá, los gringos hacen de cualquier hueco una trinchera.

Como diría Juan Gabriel: ¿Pero qué necesidaaad, para qué tanto problema…? ¿Qué necesidad hay de tener a Gordon Levitt trepado, obvios efectos de por medio, en la estatua de la libertad all the fucking time, y el relato yendo y viniendo a él, cuando hubiéramos agradecido más una prosaica y miserable voz en off?

Zemeckis se entretiene con el 3D y con truquitos tecnológicos en detrimento de la historia y su gran, gran crimen contra el arte, la vida, el dios Sol y nosotros es que transforma a Philippe en un odioso y altisonante payaso. Payaso que constantemente nos está explicando qué siente y de qué color es el uñero del pie.

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Da un poco de ternura ver el empeño que le puso Gordon Levitt para interpretar al famoso francés, y en ese apartado podemos decir que zafa, aunque por momentos el guión lleve a nuestro personaje a estridencias más altas que las Torres.

La fotografía de Dariusz Wolski ,que también tiene otro gran trabajo suyo en The Martian de Ridley Scott, deja claro porqué lo contratan Sancho, Pedro y Martín. El hombre es talentoso y hay unos cuantos momentos solucionados de una manera muy linda, incluido el momento clímax de la película.

Porque claro señora, señor, no se sorprenda si a pesar de todo lo dicho usté se descubre conteniendo el aliento ante la hazaña del cruce de torre a torre de Joseph Gordon y su peluquín. No se sorprenda. Todos sabemos que ni el fulano ni el peluquín caerán al vacío newyorquino, pero igual lo sufrimos.

Y quizás sea lo único que pague la entrada: la hazaña en sí misma.

El resto es brillo y lentejuela de un director que siempre fue pipoquero, y que a ojos vista está enamorado de las nuevas tecnologías y de New York. Ese amor desmedido hace que su película The Walk no logre dar un pasito más allá de la confortable azotea en la que se encuentra.

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Lo mejor: entretenida y la historia pelada es muy interesante Lo peor: artificial y magnificada en puntos pueriles La escena: el cruce de torre a torre Lo más falsete: lo de la gaviota: EL HORROR.  El mensaje manifiesto: Piensa en grande y se te concederá El mensaje latente: Un paso en falso y caés al vacío El consejo: mirate Man on Wire para emociones más duraderas El personaje entrañable: la cuerda El personaje emputante: el protagonismo de las Torres y la Estatua de la Libertad El agradecimiento: que si ves esto y no has visto Man on Wire, te llevarás una linda y emocionante sorpresa.

Si ya viste The Walk, puntúa la película!

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Jake, siempre Jake

He aquí una película simplona, convencional, bien filmada, sensiblera, que puede pasar sin pena ni gloria por la cartelera si no fuera por esa espectacular interpretación que hace Jake Gyllenhaal del boxeador caído en desgracia Billy Hope.southpaw-poster

Historias de boxeadores lamiendo el piso de la derrota las hemos visto muchas, desde la emblemática Rocky hasta El Luchador, de Aronofsky.

Revancha ya en su cursi título en español te dice de qué va la película y cómo termina.

Poca o ninguna sorpresa habrá en un filme que además, muy al estilo Hollywood, refuerza los lazos afectivos entre padres e hijos y que está dirigida por Antoine Fuqua, conocido por películas patrioteras, de simple acción, con personajes moralistas y finales relativamente felices.

Billy Hope es un boxeador con un pasado tumultuoso, criado en un orfanato donde conoció a su esposa, Maureen. Luego de algunos problemas con la ley se enfocó en el boxeo y se convirtió en campeón mundial de su categoría. Cuando al película arranca, Billy está mostrando menos resistencia en las peleas por lo que Maureen (Rachel McAdams) le pide que se retire y se dedique a la familia.

Desgraciadamente, su rivalidad con otro boxeador hará que pierda a la mujer de su vida en un confuso incidente, lo que será un detonador para que todo se venga abajo.

Hope, haciéndole honor al apellido, luchará por recuperarse con la ayuda de un nuevo entrenador interpretado por Forest Whitaker.

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Como ven, nada nuevo bajo el sol aparte del forzado giro de la esposa muerta.

Kurt Sutter se quedó con la autoría del guión, aunque dicha autoría fue peleada por Richard Wenk y finalmente la corte falló a favor de Sutter, cuya experiencia se limita a episodios de series como Hijos de la Anarquía, o The Shield. El guión le pone a Billy obstáculos que parecen insalvables para luego levantarlo de la cenizas como un ave fénix.

Lindo. Y ya visto ene veces.

Eso no es impedimento para que la historia de pobre chico huérfano sin formación, explotado por su entorno, abandonado en época de desgracia, sin muchos elementos con los que retomar su vida sea accesible o genere empatías.

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Jake Gyllenhaal reluce cual gema de 1 kilo en medio del desierto. Él es por lo que te enganchás a la película, por lo que sufrís con la muerte chota de la esposa, y por lo que te alegrás cuando el momento de la revancha llega. Entrañable actuación de Jake, que película a película nos muestra que es uno de los mejores actores de su generación.

La dirección de Fuqua, a pesar de un guión bastante austero, se luce en los momentos de pelea gracias también a la expertise de su director de fotografía: Mauro Fiore (Avatar, Training Day, La Isla).

La banda sonora fue creada por James Horner, que la hizo gratis ya que Fuqua dizque no contaba con presupuesto para pagarle y se trató del último trabajo que hizo porque moriría tiempito después en un accidente de avión. Música acorde a una película de este tipo. Incidental, limpia, funcional.

Esta película planeaba ser la secuela de 8 miles protagonizada por Eminem, y el mismo Eminem iba a actuarla. El rapero decidió dedicarse a su disco y la historia fue cambiando hasta ser independiente a 8 miles y tener a Jake Gyllenhaal como Billy.

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El resultado es una película lacrimosa, de fácil estructura y sin sorpresas, pero muy mirable. Un filme que si no fuera por Jake Gyllenhaal  podría pasar directo al DVD y  se vería en una tarde lluviosa de gripe y sueño.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: la actuación de Jake Gyllenhaal y que, gracias a eso, se deja ver Lo peor: nada nuevo bajo el sol La escena: la escena inicial y la pelea final Lo más falsete: la muerte de Maureen El mensaje manifiesto: Llora y llorarás solo El mensaje latente: Ríe y el mundo reirá contigo El consejo: vela por Jake Gyllenhaal El personaje entrañable: Billy El personaje emputante: el agente de Billy  El agradecimiento: por esa lindísima interpretación de Jake.

EN CARTELERA: Everest

Muchas veces, a lo largo de la vida, escuchás aquello de “Llegar a la cima”. Frase que se usa como metáfora para describir el triunfo, una suerte de mullida almohada color esperanza, un símbolo de realización.

También hemos escuchado lo de “Es mi Everest” para referirse a un asunto que representa un reto. Ejemplo: superar una ruptura, perder una amistad, comerte la hamburguesa más grande de la ciudad, levantarte para ir al gimnasio por las mañanas, bajar 20 kilos, olvidar un rencor, que una persona te caiga bien, conseguir hacer una receta que nunca te sale, vivir sin celular, tapar la tristeza para que deje de ser tristeza, leerte el Ulises de Joyce, mirarte la trilogía de 10 horas de La Condición Humana o llegar a sentir cariño por Michael Bay.

La idea se entiende, todos tenemos un Everest a alcanzar. Importancia más, importancia menos.

Pero existen personitas para las que la frase no es una metáfora, que efectivamente sueñan con alcanzar la cima de la famosa montaña y para ello están dispuestos a pagar la ridícula suma de 65,000 $us..

Everest, la película dirigida por el islandés Baltasar Kormákur, nos habla de eso y de un poquito más.

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Hubo un tiempo en que el Everest estaba reservado para los deportistas de más fina estampa. La cima era una codiciada presea que significaba prestigio, y que separaba la paja del heno en cuanto a alpinismo.

En Nepal la montaña es llamada La frente del cielo y en China: Madre del universo.

Nombres, quizás, más acordes a lo que en realidad representa.

El caso es que, como todo en la vida, el Everest se ha ido convirtiendo en un lugar turístico al que la gente con dinero y sueños de trascendencia, alpinistas o no, llega para alcanzar su punto más alto.

Cada uno quiere posar para la foto y ver su banderita ondeando ahí, banderita que luego se pudrirá.

La otrora sagrada montaña se ha llenado de heces humanas, cadáveres de los que no lo consiguieron, tanques de oxígenos vacíos y basura.

El año 1996 tuvo lugar un suceso que se conoció como El desastre del 96 y que se cobró la vida de 14 escaladores y que hasta el año pasado fue el año récord de muertes en esas altitudes.

El filme de Kormákur narra ese suceso centrándose en las condiciones y las situaciones por las que atravesó Rob Hall (guía jefe de expedición) y su equipo.

Los protagonistas reales
Los protagonistas reales

Para entender el contexto es conveniente decir que el Everest actualmente está loteado por empresas que prometen la llegada a la cima de la misma manera en que podés ofrecer un paseo en canoa en el lago Titicaca o la visita a las aguas danzantes del Parque Urbano.

Ya en mayo del 96 el escenario era lamentable, con cerca de 50 escaladores que conformaban distintos grupos de ascenso, de distintas empresas guías, tratando de llegar a la cima el mismo día.

Esto suponía un peligro y un manejo irresponsable del espacio teniendo en cuenta que en el Everest hay zonas de difícil acceso que no pueden ser abordadas a través de colas de gente cual si fuera un Starbucks. No. En el Everest hay dos cosas cruciales: el tiempo (timing) y el oxígeno.

El mismo Rob Hall (interpretado por Jason Clark) lo sabía y tenía como regla llegar a la cima hasta las 14:00 o sino emprender la retirada. Este protocolo de seguridad resguardaba a sus clientes de algo que se llama la zona de la muerte (7,500 metros), altitud en la que el cuerpo privado de oxígeno comienza a morir lentamente aunque tengás la mejor condición física del mundo.

Lo que quiere decir que la ventana para llegar a la cima del Everest (8,847 m.) es muy pequeña y se debe usar con la mayor prudencia posible.

Everest nos cuenta cómo Rob está a punto de ser papá por primera vez y con su esposa encinta decide encabezar una vez más la subida a la cima. Rob es el propietario de Adventure Consultants y con él subirán 8 clientes que han pagado los 65.000 $us. por el derecho a subir y la guía del experto Rob.

Rob fue un alpinista neozelandés que se cansó de buscar patrocinios y vio que la manera de ganar dinero era como líder de expediciones de gente acomodada que sueñe con escalar las cimas más altas del mundo.

Bajo su mando, 39 personas habían alcanzado la cima sin contratiempos, él mismo había trepado el Everest cinco veces y por eso la cifra de 65.000 $us no corría a potenciales soñadores teniendo opciones más baratas en otras agencias.

Entre los protagonistas tenemos a Doug Hansen (un siempre maravilloso John Hawkes) cartero americano que está intentado la subida después de un fracaso y que no cuenta con dinero suficiente para regresar por tercera vez; también está Beck (Josh Brolin) el testarudo texano que abandonó a su familia por esta aventura para escapar de una nube negra que solo se disipaba cuando escalaba; la japonesa Yazuko Namba (Naoko Mori) a la que solo le restaba escalar el Everest para completar las siete montañas más altas; está Scott Fischer (genial Jake Gyllenhall) el competidor hippie descontraído de Rob, con su empresa Mountain Madness y sus respectivos 8 clientes; tenemos a Michael Groom (Thomas Wright) el segundo al mando de Rob; Jan (Keira Knightley) la esposa embaraza de Rob; Helen (Emily Watson) como la persona de confianza en campamento que ayuda a Rob; el polémico guía Anatoli Boukreev (Ingvar Egger) y muchos otros personajes que componen el microcosmos propiciador del desastre del 96.

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El guión escrito por William Nicholson (Nell, Unbroken, Gladiador) y el ganador del Oscar Simon Beaufoy (124 horas, Quiero ser millonario, Los Juegos del Hambre, Full Monthy) funciona en su modesta aspiración: una efectista película de sobrevivencia y acción.

Uno como espectador ajeno a las motivaciones de esas personas, se pregunta por qué, ¿por qué esta gente decide pagar esa cantidad de plata por pasar inclemencias que pueden terminar en la muerte o la amputación de algunas extremidades?

El guión lo acaricia tibiamente cuando el periodista Jon Krakauer que forma parte de los clientes de Rob le pregunta al resto del equipo sobre el porqué escalar la montaña. “Porque está ahí!”, bromean parafraseando a George Mallory, montañista que se sospecha fue el primero que pisó el pico del Everest en 1924, pero que desapareció en el intento hasta que el 2001 encontraron su cuerpo.

Y sí, a uno el argumento le parece poca cosa, y te agarra la estupefacción ante ese prójimo que encuentra adrenalina estando a un resbalón de tumbas de hielo. En la sala se escucha un muy criollo comentario: “Son huevadas!” y sabés que no estás solo en esa desaprobación.

El 3D contribuye a ampliar tu espanto, un espanto que al llegar las escenas de la coronación se convierte en  mediano entendimiento y te imaginás que ahí en el techo del mundo, la sensación de llegada debe ser descomunal.

Sobrecogedora.

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Algo de esa adrenalina se te traspasa, porque claro, la fotografía de Salvatore Totino te vende la cima, los acantilados, el cielo, las banderas de los que llegaron y nuestros protagonistas que sí, que lo consiguieron.

El embeleso termina y volvés a la realidad, y te acordás que estás viendo un desastre, el desastre del 96 y tu mente grita: “Negligencia Everywhere”.

Rob dice al principio de la película: “A las 14:00 tenemos que bajar” y los pendejos siguen arriba a las 16:00.

«BAJATE ROB, BAJATE!» empezás a gritarle a la pantalla, como si tuvieras un poder divino de cambiar lo que ya está filmado.

El director nos da los indicios de lo que pasó pero no hace ningún juicio de valor, cosa que se agradece y que la separa de películas como Los 33.

La situación es tan terrible que solo podés pensar en la indefensión del ser humano ante la naturaleza.

En la vida real, los sherpas (nativos de las montañas) tienen una vida muy espiritual y creen que la montaña se enoja con los escaladores por algunos motivos. Ese 10 de mayo del 1996, los sherpas se preguntaban cuál era el enojo tan grande de la montaña, por qué dejó caer tanta desgracia.

Everest simplemente se vale de la anécdota para traspasarnos una más que correcta versión de los hechos, entretenida, bellamente filmada, muy bien actuada, y en líneas generales una película lo suficientemente interesante para que llegués a tu casa a googlear a todos y te intentés bajar los libros en los que se basaron para la historia.

Así encontrás Mal de altura, el libro con el que John Krakaure exorcizó sus culpas de ese fatídico día y también Everest, 1996 de Anatoli Boukreev. En el primero, el periodista de la revista Outside describe ese loteamiento de agencias del que hablé al principio de la reseña, hace una revisión al papel de los alpinistas, del gobierno y de los sherpas en la explotación del Everest, revisa la negligencia que derivó en la muerte de sus compañeros y además, la mala toma de decisiones de guías experimentados en momentos que son cruciales; en el segundo, Anatoli intenta lavar la mala imagen que deja el primer libro sobre él, a quien se critica por no llevar oxígeno y por no auxiliar a tiempo a los clientes. A los que les interese les dejo los links de ambos libros:

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Lo más cuestionable de la película, para mí, sería el desdibujado papel de Scott Fischer en relación a lo sucedido. Es decir, todos se preguntan qué es de Rob y qué pasará con Rob, pero otro líder de agencia, otro jefe, está en problemas y nadie parece estar al pendiente. Puede que tenga ver con tiempo de pantalla y la necesidad de comprimir la historia para que no resulte muy pesada, pero me pareció que la pérdida de Fischer debió generar igual movimiento que la de Hall.

También creo que el poco protagonismo de los sherpas, reales héroes y elementos imprescindibles a la hora de encarar la montaña, le resta algo de veracidad, pero lo mismo, son tiempos de pantalla. Leyendo los libros mencionados: las batallas entre agencias, los roces entre grupos y otros, los detalles son tantos que no se pueden condensar en una película así nomás.

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En la ética real de la montaña, los escaladores/clientes solo anhelan llegar a a la cumbre sin importar cuántos cadáveres se encuentren en el camino o cuántos escaladores aún vivos se topen en malas condiciones, ellos pagaron una alta cifra de dinero y su recompensa es la nevada punta.

Hoy, mientras escribo estas líneas, el japonés Nobukazu Kuriki intentará por SEXTA vez alcanzar su Everest. Ya ha perdido 9 dedos de las manos y lo intenta en una época no muy propicia para hacerlo, encima es el primero en intentarlo después del terremoto ocurrido en Nepal. Todo está en contra, pero Nobukazu a sus 33 años tiene la montaña en la cabeza, como muchos de los que perdieron la vida en mayo de 1996.

Mañana, domingo, se sabrá si la Madre del Universo, la Frente del Cielo, lo devuelve con vida.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: muy bien filmada, bien actuada y entretenidísima.

Lo peor: es solo una película que se vale de la anécdota para vendernos dos horas de adrenalina y acción.

La escena: hay un plano cenital donde uno de los tipos está bordeando un muro con el precipicio de fondo. Otra escena es la de la escalera.

Lo más falsete: el flashback de Beck me hizo algo de ruido. Y como dije la absoluta desaparición de Fischer como personaje casi desde la mitad de la película.

El mensaje manifiesto: los protocolos de seguridad son para cumplirse, no podemos ponernos ñoños y sentimentales

El mensaje latente: si te comportás como un crispín te van a pasar huevadas


El consejo: Vela, está muy bien

El personaje entrañable: la prostituida montaña

El personaje emputante: me emputó Rob…y un poquito me emputaron los cojudos que estaban ahí con familia que sufrirá por ellos si algo les pasa.

El agradecimiento: Bastante ligera a pesar de la temática.

CURIOSIDADES

Keira Knightley filmó sus escenas en seis días.

Anatoli, el rudo guía que no usó oxígeno, moriría un año después escalando el Annapurna.

Lopsang, uno de los sherpas guías que sobrevivió a la tragedia, moriría meses después, en septiembre, en el mismo Everest haciendo de guía de una expedición de japoneses y sepultado por una avalancha.

Christian Bale fue el elegido para hacer el papel de Rob Hall, pero tuvo que declinar para comprometerse a pleno con Exodus.

Beck, sobrevivió pero tuvieron que amputarle uno de los brazos a la altura del codo, los dedos de la otra mano y ambos pies.

Mientras la película se filmaba, sucedió el terremoto en Nepal y el Desastre del 96 perdió el título del suceso más trágico sucedido en el Everest ya que el 2014 perdieron la vida 16 personas, la mayoría sherpas.

Una gran parte de la película fue filmada en las faldas del Everest y en el campamento base verdadero. “Al principio, creo que todos teníamos un poco de miedo de ir a la montaña. Pero cuando fue momento de irnos y regresar al estudio, nos dimos cuenta de lo maravilloso que fue esta experiencia”, platica Josh Brolin. Para el director Baltasar Kormákur, ir al Everest, sentir el frio y estar en la nieve era parte fundamental de su visión y el realismo que quería darle al filme.

El australiano Jason Clarke fue el único actor del reparto que había tenido experiencia en alpinismo previamente, al haber escalado el conocido glaciar Tasman de Nueva Zelanda.

Después de filmar en locación, la película tuvo otras dos grandes sedes: Val Senales un resort de ski en las Dolomitas italianas, y los icónicos estudios Pinewood en Londres. En las Dolomitas, los actores filmaron en condiciones extremas, a 3,300 metros de altura y en temperaturas bajo cero donde “durante 18 horas no podías sentir tus pies ”. En los Pinewood Studios, el cambio fue radical. De estar a merced de los elementos, la nieve fue reemplazada por sal y enormes ventiladores para recrear los vientos de 100km por hora.

Todos los actores tuvieron la oportunidad de hablar con los sobrevivientes o los familiares de los que lamentablemente perdieron la vida.

Jake Gyllenhall casi pierde una oreja durante la filmación. «El único día que decidí no llevar nada para cubrir mi cabeza y casi me congelo la oreja. Fue la cosa más estúpida que he hecho en mi vida», comentó el actor en una entrevista.

A pesar de ser una producción de Hollywood, las estrellas tuvieron no solo que aclimatarse a la altura y a las caminatas, también a la falta de comodidades. El agua se helaba, no había calefacción y usaban mantas eléctricas para dormir. Tampoco había asistentes y cada actor tenía que llevar su propio equipo.Las temperaturas en rodaje llegaron a caer hasta los menos 30 grados centígrados.

EN CARTELERA: Prisoners (Intriga)

¿Where is my daughter?

No tengo hijos, pero el tiempo y la madurez me permiten imaginar la pesadilla de que te arrebaten a uno. Supongo que es la pesadilla de cualquier padre: que tu hijo desaparezca o le pase algo muy malo. Y cuando sucede, supongo, también, que nunca se supera. O más que superarse, se aprende a vivir con ello. Supongo.

El canadiense Dennis Villeneuve es un experto en esto de hacerte vivir los dramas que plantea. Ya lo hizo con la gran Incendios (Incendies, ya reseñada en este blog) donde nos dejó con el corazón apretado como una uva pasa y con imágenes que hasta el día de hoy nos persiguen.

Porque hay películas así, porque hay recuerdos así.

Prisoners es así. Por lo menos la primera mitad de su metraje.

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Keller Dover (Hugh Jackman) es un abnegado padre de familia. Ex-alcohólico, vive una vida tranquila junto su esposa Grace (María Bello) y sus dos hijos Anna y Ralph, que le dan razón a su existencia. Además, su perfil de personalidad nos lo muestra como alguien muy creyente en Dios y sus poderes divinos, así como una actitud de protector con las personas que le rodean. Al tiro sabemos que en caso de crisis, Keller tomará las riendas y se hará cargo.

Esta sosegada felicidad es rota cuando la familia entera va a visitar a unos vecinos para la cena de Acción de Gracias, y Anna más Joy (la hija de los vecinos) se escabullen de la casa sin que nadie se percate. Las niñas desaparecen y la desesperación comienza a crecer a pasos agigantados.

Entra en escena el Detective Loki (Jake Gyllenhaal) que siempre ha resuelto sus casos pero que ahora se encuentra ante uno muy complicado.

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La película irá y vendrá desde Keller a Loki y desde Loki a Keller, constantemente. Un vaivén de emociones y de posturas ante el caso.

La desaparición de las niñas es retratada magistralmente gracias a la gran fotografía de Robin Deakins que ya mostró su valía con grandes trabajos como No es país para viejos, The Big Lewoski, Fargo, True Gift, A Serious Man, entre otros.

Vidrios empañados por la lluvia, frío, climas oscuros y cargados de tensión, el peso psicológico de los silencios, de lo que no vemos, todo llevado en la justa medida con precisión y gusto.

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Y la historia sigue su curso, envolviéndote en el drama de la desaparición, de la impotencia, porque nosotros tampoco sabemos qué carajos pasó con las niñas. Nosotros solo veremos el sufrimiento de las familias, del amigo de Keller y su esposa, de Grace que incapaz de soportar la pérdida recurre a los somníferos, del hijo adolescente que no sabe qué hacer, de Loki que se siente comprometido a resolver el caso pero que no lo tiene muy fácil, SPOILER conoceremos a Alex Jones (Paul Dano) con su coeficiente de 10 años de edad, que tiene toda la pinta de pedófilo o perver, y que mientras la película avanza sabés en tu corazón que algo tiene que ver con el entuerto. Sí, y ya cuando Keller sucumbe a la tentación de buscar respuestas por mano propia, te quedás con las ganas de cubrirte los ojos porque no, no querés que el personaje llegue a eso.

De alguna manera me recordó a la película francesa 7 días (Le 7 jours de talión), durísima,  que tiene una escena que se clava en la memoria (la del calzoncito abajo) y cuyo final condice más con su desarrollo que el final de Prisoners. 7 días no salva a sus personajes, sino todo lo contrario. Te muestra lo desgarrador de un asalto sexual hacia un niño, de un asesinato infantil, de la posición de un padre ante esa pérdida que no solo es pérdida sino es traumática pérdida, insoportable e incomprensible pérdida y además, en la empatía que llegás a sentir por ese padre golpeado por la enormidad de su tragedia, tampoco lo llega a salvar. Porque sí, porque hay cosas tan duras que no las podés digerir. Y no digo que el extremo planteo de 7 días (mal situado como filme simplemente gore) sea el adecuado, o que 7 días sea superior a Prisoners, sino que en su conjunto, como película quedó mejor construida.

En Prisoners, siento que Villenueve se dejó llevar por el convencionalismo, sí, intenta dar la sorpresa con el giro final (sospechadísimo desde 50 minutos antes), pero las niñas están bien, Keller se salva con su silbato, y a pesar de las tres muertes (la doña loca, el del medallón, y el que se suicida), el resultado global es que los involucrados estarán bien, la vida que es tan jodida les da una nueva oportunidad, todavía hay recomposición posible. FIN DEL SPOILER

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Para eso alarga la trama más de lo necesario, el guión del novato Aaron Guzilkowski lleva a lugares que marean la perdiz, pero que dramáticamente pierden fuerza desde mi punto de vista. Demasiadas vueltas terminan por deshilachar ese hilo emotivo que tan firmemente se construye en la primera mitad de la película. La explicación al rapto es tan pusilánime que tuve ganas de cachetear al personaje que lo dice en la pantalla. No, no, no. Tanto tiempo de visionado para que me salgan con esa huevada.

Igual, Villenueve es un director talentoso y dotado de una capacidad intrínseca para construir climas opresivos y atmósferas que te transmitan lo que su película debe transmitir. El gran trabajo de un reparto de lujo que incluye a Viola Davis y a Terrence Howard, son motivos suficientes para perdonarle su exagerada extensión y la benevolencia con sus personajes principales y platea.

Prisoners es una historia que te atrapa y te seduce desde el principio y que te adentra en la pesadilla que supone perder a un hijo y tratar de recuperarlo. En ese proceso desarrolla personajes que son prisioneros de sus propias pasiones y fantasmas.

Corrosiva en gran parte de su metraje, con una factura notable que recuerda a Zodiac y a Seven, es sin duda un thriller que se apoya en todos los clichés hollywoodenses, pero que consigue destacar. Para verla.

Lo mejor: impecable, sobria y notable en su dirección y factura

Lo peor: muchas vueltas al pedo

La escena: la del auto y Loki, gran trabajo de Jackman y Gyllenhaal

Lo más falsete: la explicación

El mensaje manifiesto: La desesperación es mala consejera

El mensaje latente: Un padre siempre sabe

El consejo: Hay que verla, en su género es de lo más logrado del año

El personaje entrañable: el perro que zarandean

El personaje emputante: el guionista de la segunda mitad de la película

El agradecimiento: Porque a pesar de la duración y la vueltas al fósforo, no aburre y te mantiene interesado en la trama

CURIOSIDADES

– El guión estuvo rodando en Hollywood durante años, pasó por las manos de varios directores (Brian Singer, Antoine Fucqua),  actores como Mark Walhberg, Christian Bale y finalmente, Villeneuve aceptó llevarlo a la pantalla gigante.

 – Aaron Guzikowski escribió el guión durante dos años

– El guionista de esta película es el guionista principal de una nueva serie llamada The Red Road.

– Melisa Leo interpreta a Holly Jones, y tuvo que ser caracterizada como de mayor edad, Leo ha ganado el Globo de Oro y el Oscar a Mejor Actriz de Reparto por su papel en The Fighter.

– Leonardo Dicaprio estuvo atado al proyecto durante bastante tiempo y finalmente lo abandonó

– El director tuvo en su mesa más de 50 CDs de compositores que estaban interesados en musicalizar el proyecto, finalmente se decantó por Johan Johansson

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