LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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CINE FINLANDÉS: Fallen Leaves (Hojas de otoño)

Por: Mónica Heinrich V.

Quiero hablarles sobre Aki. Y también sobre Fallen Leaves. Y, ya que estamos, sobre el cine. Sobre la guerra. Sobre el amor. Sobre la soledad. Sobre el tiempo. Sobre los perros. Quizás quisiera hablarles más sobre los perros, pero esta cálida noche nos invita a diversificar.

Si conocen la filmografía del señorito Aki Kaurismäki hay cosas que no los van a alejar de la pantalla: diálogos robóticos, vestuarios y elementos retro, chistes muy europeos (o sea, medio sin chiste), historias de amor como las de antes surgidas de la necesidad y el masoquismo, cinefilia exprés porque sí, porque amamos el cine y si podemos refer/reverenciarlo lo vamos a hacer.

Nunca he reseñado una película de Aki, quise hacerlo con El hombre sin pasado, quise hacerlo con Luces del atardecer, también me picó el bichito con Le Havre, y no pude. El tiempo, la vida, el amor, la soledad, mis perros, me separaron de esta conversación que tenemos pendiente.

Hace unos días vi Fallen Leaves. Y tiene todos los tropos kaurismäkianos. Esos que harán que espectadores que quieren ver a Julia Roberts gritándole a los ciervos huyan de la sala de cine. Los invito a quedarse. A comerse los planos estáticos. Los diálogos acartonados. Las canciones finlandesas. Los encuentros forzados. El comentario social. La crítica al sistema laboral. La comedia no comedia que te provoca ganas de llorar. Quédense.

Ansa (Alma Pöysti), es una cajera de supermercado que gana lo mínimo en condiciones laborales deprimentes. Una cosa tan sencilla como regalar la comida caducada (que luego va a ser echada a la basura) a un indigente o ella misma guardarse un sándwich vencido harán que la despidan de su trabajo. En algún otro lugar de Helsinki, Hollapa (Jussi Vatanen) trabaja como obrero y ahoga su tedio en el alcohol. Helsinki es otra gran protagonista. Esa ciudad costera que se vende como idílica, pero que el lente de Aki siempre ha dibujado como ófrica, con marcadas diferencias sociales y con gente muy sola.

Hablemos sobre la soledad. Ansa y Hollapa son personas comunes. No son particularmente brillantes ni tontos. Ansa se la pasa con su vieja radio, y Hollapa es un evidente alcohólico. Los trabajos de ambos son ordinarios, mal remunerados y las amistades carecen de profundidad, pero al menos brindan entretenimiento y un nivel sostenible de apoyo. Sus existencias transcurren grises, solitarias y casi silenciosas. Hasta que el destino hace lo suyo y los junta.

Hablemos sobre el amor. Fiel a los personajes, la película no nos cuenta un amor incendiario, emocional, sexual, arrebatado. Son dos personas solitarias que se unen porque sí. Porque parece una buena idea. Porque a veces las conexiones son un segundo, no una eternidad. Es un amor atípico, pero amor, al fin y al cabo. Y como espectadores nos alegramos de que se hayan encontrado.

Hablemos sobre el cine, la cinefilia exprés, la cinefagia. Aki ve películas constantemente, es un detractor del cine digital, aunque ya más o menos se reconcilió con él, una vez dijo que le gustaría que todas sus películas pudieran verse y entenderse sin necesidad de traducción o subtítulos, en Fallen Leaves esa cinefilia se derrama a cada segundo. Hay un poco de Ozu, de Bresson, de Jarmusch, de Chaplin. Hay una sala de cine en la que los personajes conectan de manera más profunda. Sí, estos personajes robóticos, que habitan una película pausada y sin grandes puntos de giro, se meten a ver una película de zombies. Ajá, en Kaurismäkilandia, el amor florece en circunstancias extrañas y a través de películas de muertos vivientes. Como en la vida misma. En otras escenas sellarán sus encuentros con posters de películas clásicas de fondo.

Hablemos sobre la guerra, quizás lo que ya me tenía con los ovarios al plato era la radio contándonos constantemente cuántos muertos llevaban en Ucrania. El recurso de la radio comentando cosas nunca me ha gustado, pero si ya lo ponen, ponelo solo una vez no diez. Más aún cuando tu visión de la guerra o de los muertos de la guerra está claramente parcializada. Sin embargo, mi corazón comprensivo sabe que Finlandia es frontera con Rusia, y que lo más probable es que Ansa represente al finlandés promedio que empieza y termina su día agobiado por lo que transmiten los medios sobre lo que pasa en esa y cualquier otra guerra fronteriza. Como dice nuestro personaje: ¡Maldita guerra!

Hablemos sobre perros. Una película de Aki no sería una película de Aki si en el tercer acto no irrumpiera un hermoso ser de cuatro patas (suelen ser los propios perros del director). En este caso, como una proyección más al sistema que le falla tanto a los humanos como a los animales, Ansa se encuentra un perrito abandonado y decide adoptarlo para compartir paseos, trenes y camas. Con la llegada del perrito me digo: Lárguenle todos los globos de oro a los que está nominada y los futuros cosos dorados (Oscar).

Si le metemos raciocinio al guion escrito por el mismo Aki, las situaciones pueden parecer ingenuas o hasta tontas, pero este agradable sujeto logra que cuando nos acercamos al final, a pesar de todo lo extraño/apático que es su mundo, a pesar de todo lo finito que parece en expresiones, te conmueve y te ahoga con algo muy cercano a la ternura.

No sé si Aki nos ha lanzado un Tiempos Modernos en esta era moderna, o si es incapaz de separarse de sus personajes laboralmente explotados, diametralmente opuestos que encuentran el amor y la compañía canina soñada, solo sé que con Fallen Leaves seguís queriendo a ese director excéntrico que solo hace películas para dar de comer a sus perros, que prefiere la palabra verdad a la palabra realismo, que dijo que Hollywood es el McDonalds del cine o que el cine es la única religión que respeta.

Tal vez, es solo que mi idea de un final feliz es la misma que él tiene: un atardecer, la persona correcta, y claro, un perro.

Lo mejor: Aki en todo su esplendor y, ajá, Chaplin Lo peor: no es un cine de amplio alcance y, ajá, que no aparezca más Chaplin Lo más falsete: los mensajes machacones de la radio, alguno de los encuentros El mensaje manifiesto: dos soledades se pueden unir El mensaje latente: vivimos en un mundo donde se está muy solo El personaje entrañable: ¿es necesario que lo diga? Chaplin El personaje emputante: el guardia chismoso, OBVIO El agradecimiento: por los perros, siempre por los perros.

CINE: Nunca llueve en California (Palms, trees and powerlines)

Por: Mónica Heinrich V.

En Argentina, un actor/comediante/presentador llamado Jey Mammon fue denunciado por violación. La denuncia la hizo Lucas Benvenuto, un joven que hace años había denunciado una red de pedofilia. Lucas acusó a Jey de haberlo violado a sus 14 años. Jey, según la denuncia, tenía 32 años cuando los hechos sucedieron. Jey salió indignado a aclarar que Lucas no tenía 14 años cuando iniciaron una relación de “pareja”, sino que tenía 16. A Jey no le gusta la etiqueta de pedófilo, violador o pederasta. Al hacer esa aclaración (eran 16 y no 14) legalmente queda fuera de lo que la justicia argentina considera violación. Ya que la relación de “pareja” no la puede negar por las pruebas, en las entrevistas que ha dado habla sobre el “vínculo” lleno de amor y respeto que había entre los dos. Jey aún no se da cuenta (o finge no darse cuenta) de lo creepy/anormal que es que él como un adulto de 32 haya tenido/buscado/aceptado una relación con un chico de 16 años.

En Nunca llueve en California, Lea (Lily McInerny) de 17 años inicia una relación con Tom (Jonathan Moss Tucker) de 34 años. En pantalla desfila el cliché del predador. Ese que se convierte en solaz del menor de edad. Lea proviene de un hogar disfuncional, con un padre ausente y una mamá que lleva parejas a su casa que a la adolescente no le gustan. Lea es una chica sola, sin hobbies, sin pasiones, ya tiene relaciones sexuales con otro chico de su edad, pero ni siquiera las disfruta. Lea vive una vida en la que ella no es protagonista y en la que nunca recibe atención real ni de familiares, ni amigos. Tampoco tiene planes a futuro, no hay una sola referencia a lo que sueña estudiar o en lo que sueña convertirse. Todo es un sinsentido. Entonces llega Tom, un tipo que le dice que es hermosa, que le asegura que adora pasar tiempo con ella, un tipo que le pregunta qué desea hacer, que trata de complacerla, de hacerla sentir especial. Este es un adulto (hago hincapié en lo de adulto) seduciendo a una menor de edad.

Jamie Dack ya hizo un cortometraje homónimo con la misma historia en el 2018 y decidió que daba para extenderlo a un largometraje. El tono de la película es íntimo. De hecho, una de sus virtudes sería esa. Lo cotidianas que se sienten las escenas. Lea sale con sus amigos. Se droga. Bebe. Conversa con su mejor amiga de secretos y chismes. Pasa más tiempo fuera que dentro de su casa. Este tiempo muerto o aburrido en la pantalla podrá alejar a algunos espectadores, pero en realidad es necesario para que se entienda cómo o por qué Lea se engancha con Tom.

Tom aparenta ser un hombre de mundo, le dice que vive libre como el viento, que hace lo que quiere y cuando quiere, que ella es diferente a las otras chicas. Cuando se descubre que Tom vive en un motel de mala muerte, en un cuartucho que podría ser el cuarto de despensa de la casa de Lea, la seducción ha avanzado tanto que Lea aún sintiéndose incómoda decide seguir con él. Hay un juego de co-dependencia que ha sido abierto por Tom y que le servirá para que Lea pase por alto todas las alarmas sobre la relación.

Lea...oh, Lea.

El guion de la película co escrito por la directora y Audrey Findlay, explora de manera sutil cómo Lea va siendo envuelta por Tom. La historia se basa en las vivencias de Jamie, que en su temprana juventud tuvo una relación con un hombre mucho mayor. Relación que en el contexto del #metoo se obligó a revisar.

Los primeros dos actos de Nunca llueve en California nos hacen pensar en Jey Mammon o en el productor de Timbiriche Luis de Llano, acusado por la cantante Sasha Sokol de abuso sexual al haber sido su “pareja” cuando ella tenía 14 años y él 39. A Luis de Llano tampoco le gusta la etiqueta de pedófilo, violador o pederasta y defiende su pasado como una relación “llena de amor y respeto”.

La película, en esos dos primeros actos, es algo rutinaria y cliché. No hay nada que suceda en pantalla que no hayamos visto hasta en un telefilm de baja calidad sobre abusadores de menores. Quizás porque el modus operandi de estos sujetos siempre el mismo. Sin embargo, Jamie Dack está acompañada de la poderosa fotografía de Chananun Chotrungroj que imprime belleza en las soleadas tardes que Lea pasa con Tom. En las noches en las que la chica no quiere estar en su casa. En las conversaciones manipuladoras que son vivenciadas por ella como charlas románticas. Hay nostalgia en la visión de Jamie. Nostalgia por esa niña que se aferra a un adulto enfermo.

El tercer acto viene con sorpresas. El daño que uno piensa que Tom le hará a Lea es más que el de una relación inapropiada entre un menor de edad y un adulto. Es más que las ganas de un pedófilo de enredarse con una niña. En ese momento, la cosa tranquila y rutinaria que Jamie venía exhibiendo en pantalla se convierte en algo oscuro y cruel. Jamie pone toda la carne en el asador. Lea, que no es tonta, tendrá que tomar ¿decisiones?

En ese signo de interrogación es donde puede descansar el debate que la película sugiere ¿Hasta dónde la vulnerabilidad y la manipulación permiten que esas decisiones sean realmente decisiones?

Jamie, que hasta el momento seguía el manual del abuso de menores, no tiene piedad con Lea y concluye la película con una escena triste que te llena de impotencia. Ciertos espectadores mirarán con incredulidad los minutos finales, pero si repasás la película en tu mente sabrás que ese final no está lejos de muchos finales.

Lo mejor: grandes actuaciones y un final alejado del final feliz La escena: el cuarto de hotel y, claro, la última llamada Lo más falsete:El mensaje manifiesto: los niños/adolescente no toman decisiones y ya El mensaje latente: el adulto es siempre responsable de actuar como un adulto El consejo: ni en adultos ni en gente de tu misma edad «no conozco a nadie como vos» El personaje entrañable: Lea El personaje emputante: Tom y el otro viejo perver El agradecimiento: porque no tiene un final masticado.

 

CINE: Promising Young Woman (Una Joven Prometedora)

Por: Mónica Heinrich V.

Se acuerdan cuando nuestra Britney, vestida de azafata, allá por el 2003 le cantaba a su crispín:

I’m addicted to you

Don’t you know that you’re toxic?

And I love what you do

Don’t you know that you’re toxic?

Ajá, con esa ondita juguetona y kinky y siendo aún la GRAN Britney, la que la rompía murmurando It´s Britney, Bitch (#FreeBritney). Pues en Promising Young Woman, el señorito Anthony Willis toma ese ya clásico de clásicos y le mete un violín perturbador para climatizar las partes más densas, y así cuando está pasando algo hmmm sí, sí, perturbador, tu cerebro reconoce Toxic, y a la Britney bitch, y todo calza como un guante y te gusta pero te asusta. Y luego, cuando la película termina seguís con el violín y Toxic y lo perturbador y otras cosas más bitchys.

Tengo emociones encontradas con esta propuesta. A ratos me agarra la ofuscación, a ratos la empatía, a ratos el empute, a ratos quisiera sentarme en una piedra a la orilla del río y llorar, a ratos…

Y si algo se puede decir de Promising Young Woman es que no te va a dejar indiferente y eso siempre se agradece ahora que estamos tan bombardeados de películas propofol, que nos anestesian de toda emoción y pensamiento.

Así que para ordenarnos iremos primero con la sinopsis, luego con la fáctico y finalizaremos con lo abstractivo. Ojo, que como hay mucha tela para cortar esto será una diarrea de spoilers, así que el que quiera llegar sin preconceptos  al visionado del objeto de nuestra atención omita esta reseña ¡SHA!

Sinopsiemos: Todos los fines de semana, Cassie se va emperifollada a un boliche, finge que esta borracha hasta que apenas puede mantenerse en pie y espera pacientemente a que un sujeto, un “nice guy” (“buen tipo”), se le acerque y se ofrezca a llevarla a su casa. El ritual es una forma de descubrir a esos desgraciados que son violadores y que fingen no serlo, esos tipitos que porque una chica está borracha piensan que pueden hacerle cosas sin que esté lo suficientemente sobria para dar su consentimiento. Al principio, no se sabe qué cosita turbia hace Cassie con ellos, luego se descubre que es solo el show para según ella castigarlos o aleccionarlos.

El tema es que Cassie tiene sus razones para ejecutar esa singular cacería. Su mejor amiga de toda la vida sufrió una violación grupal, nunca obtuvo justicia por el crimen y se terminó suicidando,  por lo que no ha podido superarlo. La película traerá «insospechados» personajes del pasado a su vida y veremos “inesperadas” consecuencias.

Lo fáctico: Es una película dirigida con estilo, con una propuesta narrativa, que atrapa al espectador, con una hermosa dirección de arte, con una paleta de colores divertida, que tiene a una Carey Mulligan (Drive, Shame, El Gran Gatsby) en uno de sus mejores papeles después de estar un poco olvidada y que recupera a Mclovin (Christopher Mintz-Plasse) de quien no sabíamos nada. La elección de Mclovin no es gratuita,  todos los personajes masculinos predadores que aparecen en la película tienen cara de bonachones o han hecho papeles en el pasado de buen chico (Adam Brody). Sus buenas intenciones discursivas son obvias, es coyuntural y quiere/intenta ser atrevida.

Amigo que lee este blog ¿está usted seguro que es un buen tipo?

Lo abstractivo: Podemos dividirlo en dos partes (¡qué hace, señora!):

  • Discurso de empoderamiento femenino: Amigues. Hay muchos que están recibiendo esta película como una osada propuesta en la que la fémina protagonista está tan cabronamente empoderada que anda ejerciendo la justicia propia y moral sobre los sujetos que pone en evidencia. Pues no, mis cielas. Cassie no gana absolutamente nada más que exponerse a un peligro innecesario por “darle una lección” a personas que no aprenderán un carajo. ¿Quiere hacer sentir mal o encontrar con las manos en la masa a un tipo que jura que no está cometiendo delito alguno? En la vida real, el asqueroso tipejo pensará que está loca y nada más, en el peor de los casos capaz que le intente dar una patada en la cara. En la película, gracias a uno de los últimos predadores que intenta incomodar, sabemos que ya se había corrido el rumor de «la loca del boliche». O sea, pasan un mal rato y nada más. No cambiará nada, y lo más probable es que reincida, porque los violadores siempre reinciden. Es un aleccionamiento pajero y al pedo. #Amigadatecuenta, a estos sujetos les vale tres kilos de caca tu discurso. Ahora, pensando en que todo lo dicho en pantalla está dicho para que el público murmure: “Oh, sí, cuánta razón tiene” “Qué ácida, qué precisa”, pues por ahí no faltará el que sí disfruta el truco… lo que deja más en evidencia su vocación narrativa para «el afuera». Y, no nos mintamos, es muy poco creíble que siempre salga indemne de sus aventurillas justicieras. Luego, está el temita de a nivel de guion llevar a tu villano hasta lo último, es decir que el tipo que violó a Nina termine matando a Cassie y el mismo grupete encubra sus acciones descaradamente. Nuevamente: innecesario y poco efectivo, porque ella ya tenía los elementos necesarios para una denuncia (el video y testimonios varios) y termina asesinada. Sí, los tipos irán a la cárcel, pero ella ya está muerta. Ese sacrificio femenino me supo a salida de guionista onda “matá a la mujer para que el cojudo vaya a la cárcel”, el famoso happy ending un poco retorcido o ese tipo de escena acomodaticia que  satisface a nuestro ñoño interior como cuando en Bastardos sin Gloria liquidan a Hitler.  ¿La venganza es un éxito y hay dos mujeres muertas? La mayor parte de violadores se camufla hasta lo último en su estampa de “buen tipo” ante conocidos y familiares sin cometer ningún otro delito. Ya, no es la vida real, pero la película como que se toma a sí misma muy en serio en ese apartado, así que su trampita final de “me morí, pero te cagué” no la compro.
  • El trauma: Otra opción para vivenciar esta película es verla desde el trauma. Cassie actúa así no por empoderada ni perrísima, sino porque está  traumada, porque perdió a su hermana, a su alma gemela de una manera cojuda y grosera, porque nunca pudo hacer justicia, porque ha quedado tan golpeada que sus acciones son producto de eso. La azotea está achulupada. Sus idas a los boliches a cazar malos hombres disfrazados de buenos tipos son un síntoma. La decisión que toma de ir a la chota despedida de soltero es un síntoma. Su muerte es parte de ese círculo vicioso en el que termina una víctima directa o indirecta de abuso sexual. Ese sería un acercamiento más interesante, desgraciadamente el efectismo, el remarcado y el tono triunfalista del final, nos llevan por la primera opción. Y aún así, incluso si realmente lograra transmitir que es el trauma y la inestabilidad emocional de Cassie lo que conduce sus acciones, a nivel de guion no deja de existir un maltrato a tu víctima/protagonista para que con su muerte, su destrucción, se propicie el supuesto único camino al castigo de tu «villano».
Este boludo tampoco es un buen tipo aunque se sepa la canción Stars are Blind de Paris Hilton.

Emmerald Fennel es la directora/guionista que pretende dar una patada en los huevos a todos esos huevastianes que se reflejen en su película. Emmerald, no voy a negarlo, tiene lo suyo porque sí hay momentos en que te enganchás a esta venganza de feminismo barato. Pero luego pensás también en esas películas que ya viste y que tampoco lo lograron: desde El proyecto de Alexandra, I Spit in your grave, Ms. 45 o hasta el debut cinematográfico de Madonna con A certain sacrifice, todas terminan convirtiendo el trauma de la violación en espectáculo.

Y este espectáculo, el que monta Emmerald, viene condimentado por una misa constante que va a contramano de su pose de irreverencia. Es sermón tras sermón y personajes clichés, los hemos visto todos en muchas series y películas. Y lo peor, son personajes unidimensionales. 

La relación romántica de Cassie con el Ryan (Bo Burnham) es puesta con calzador, los padres de Cassie están desperdiciados y las acciones cuestionables como lo de la excompañera a la que emborracha y deja a merced de un sujeto y el semi-secuestro infantil, parecen apegarse al fin justifica los medios y mirá qué pendeja soy.

Así que Promising Young Woman explora temas o ideas prometedoras como el abuso sexual, la violación, el consentimiento, la indulgencia de los círculos sociales, la protección a ciertos círculos sociales, etc…lamentablemente, incluso desde su tráiler que pondera: A payback never look so Promising (Una venganza nunca lució tan prometedora), la película termina convirtiéndose en una de estas tantas películas que salen aprovechando el cabreo generalizado contra violadores y encubridores. Esas que lavan conciencias e indulgencias en temporadas de premios de industrias que hacen exactamente LO MISMO. Intenta parecer audaz pero su planteo es casi infantil. Con esto no quiero decir que descarte la venganza como un sentimiento posible o una acción posible, descarto el efectismo de la venganza. Si finalizás tu película con Angel of the Morning de Juicy mientras las cenizas del cadáver de Cassie forman una lomita, pues siento que Cassie, Nina y cualquier otra mujer del mundo, se merecían algo más.

Lo mejor: entretenida, y bien actuada por Carey Mulligan Lo peor: contradictora y mucho más políticamente correcta de lo que parece Lo más falsete: su cacería noctura sin consecuencias, la burrera de ir a la fiesta de soltero, el «me morí, pero te cagué» que pretende se reivindicativo El mensaje manifiesto: tenemos derecho a cabrearnos y querer venganza El mensaje latente: amiga, sacrificarte por obtener castigo para un pendejo HDP no es venganza es ser víctima del pendejo HDP nomás La escena: me dejó muy mal sabor de boca cuando emborracha a la ex compañera y se la deja al tipo y cuando se lleva a la pelada en el auto El personaje entrañable: Nina, que no tenía la culpa de nada El personaje emputante: creo que todos El agradecimiento: por las ganas que quedan de debatirla y analizarla. 

CURIOSIDADES

  • Se filmó en 23 días
  • Fennel es una declarada súper fan de Britney
  • El título hace referencia a Brock Turner, un estudiante de Stanford que fue acusado de abuso sexual en el 2016, que era a veces descrito como un Promising Young Man.
  • Carey Mulligan y Alfred Molina (que sale del abogado arrepentido) compartieron pantalla en An Education.
  • Fennel tiene un cameo en el videotutorial de maquillaje de labios.
  • Margot Robbie es una de las productoras de la película.

CINE: Never Rarely Sometimes Always

Por: Mónica Heinrich V.

A simple vista, Never Rarely Sometimes Always (Nunca Rara vez Algunas veces Siempre) puede parecer la crónica sosa de un aborto. Pero hay que darle crédito a Eliza Hittman, la directora y guionista de esta película. Eliza toma una historia que ya hemos visto muchas, muchas veces y la convierte en algo más.

Si analizamos su filmografía veremos que existe un genuino interés por retratar vidas jóvenes, tanto en It Felt Like love (2014. la adolescente Lily quiere emular la vida sexual de una de sus mejores amigas y se pone en peligro) y en Beach Rats (2017. Un problemático y veinteañero Frankie se reúne con hombres desconocidos para obtener sexo y drogas) ponía el foco en atribulados personajes que buscaban un sentido a la existencia ¿Usa un excesivo sentimentalismo para victimizar a sus personajes? Sí, tal vez, pero capaz que en la vida real no todos están preparados para soportar las presiones del entorno y algunos terminan convirtiéndose en víctimas de él.

En el caso de Never Rarely Sometimes Always, Autumn (Sidney Flannigan) es una adolescente introvertida que descubre estar embarazada en un pequeño pueblito de Pennsylvania. Mientras una amable doctora le hace una ecografía y le dice: “Y ahora vas a escuchar el sonido más mágico que escucharás en tu vida”, vemos la cara de Autumm y sabemos que no, no hay magia para ella.

Autumn y la falta de magia

SPOILER

Cuando Autumn quiere interrumpir su embarazo, se topa con una traba dentro de la legislación de la ciudad donde vive: si quiere hacerse un aborto y es menor de edad, tiene que contar con la autorización de sus padres. Para una persona que ya dejó de creer en la magia, esa no es una opción. Por eso, decide viajar hasta New York a realizarse el procedimiento. Obviamente, a escondidas de su familia, sin ningún apoyo aparte del que le da su prima, también adolescente, Skyler (Talia Rider).

La cámara de la experimentada francesa Héléne Louvart (Happy as Lazaro, Pina, The Wonders) describe con un clima certero el viaje de Autumn. Miradas, vacíos, inseguridad, dolor. La pantalla es un mosaico de las emociones por las que atraviesa el personaje sin magia.

En la forma que la directora encontró para contarnos el rechazo al embarazo de Autumn, y toda la subsecuente escena con la doctora que le pone el video sobre la maravilla de la vida, hay un deja vu. Tanto fílmico como de la vida real. ¿Quién no ha visto los famosos videos sobre la vida embrionaria como parte de alguna clase en el colegio o universidad, que son exhibidos como un temprano adoctrinamiento anti-aborto? la narrativa de educación sexual para las féminas del mundo siempre ha sido la misma. 

Vidas sin magia

Hay mucha economía de recursos en cómo se muestra el vínculo entre Autumn y Skyler. Hay sutileza en el trayecto, en las idas y venidas, en las dificultades que simplemente intentan poner en evidencia todo lo que tiene que pasar una persona que toma la decisión de abortar. Porque sí, no es fácil, no es bonito.  Y aunque no hay un juicio de valor, ni tampoco una exaltación de la decisión de Autumn, es clara la postura de la directora. Hasta ahí, uno como espectador encontrará suficientes motivos para empatizar o no con el personaje. Hasta ahí, esta película ganadora en Sundace y en Berlín, tiene un comentario social en una estructura fílmica que sigue una fórmula casi documental.

Pero llega una gran escena en la que nos olvidamos del comentario social en sí, y entramos de lleno en lo cinematográfico. La escena que da el título a la película es suficiente para que valga la pena verla. En esos poderosos minutos en los que la cámara está fija en Autumn, en cómo se compuso la toma, en el clima, en la actuación, lo que sucede en lo que en teatro se llama extra-escena (lo que está fuera de lo que vemos) en el texto, en el ensamblaje narrativo, en su significancia. Esa sola secuencia, paga cualquier entrada. Aún estoy en la duda si le juega a favor o en contra la sospecha que deja sobre el origen del embarazo. Por un lado, siento que abre la puerta a ese mundo de secretos de entre-casa en los que la sexualidad está más allá de los videitos escolares y el discurso pro-vida, por otro lado, puede sonar a una especie de justificación: «Ah, por eso quiere hacérselo», cuando en la práctica no debería ser necesario explicar el porqué. 

FIN DEL SPOILER

Sin embargo, donde Eliza falla más es que en su afán de subrayar la sororidad de Skyler y básicamente de cualquier mujer en la película, la figura masculina es dibujada con un trazo negativo. Puedo creer que uno de los posibles padres del niño sea un pelotudo, o que el propio padre de Autumn se comporte como un imbécil, pero que todos, todos los hombres que aparecen en la película sean o acosadores, o maltratadores, o manipuladores, o pervertidos, me pareció demasiado. Tampoco me gustó el subrayado con la canción que refuerza un mensajito a la conciencia anti-poder heteropatriarcal. “Él tiene el poder” dice sin ninguna sutileza la letra que es cantada por Autumn como parte de un acto escolar.

Eliza dijo que tuvo como referencia al filme rumano 4 meses, 3 semanas y 2 días, reseñada ACÁ. Lo que hizo su director Cristian Mungiu fue tan tenebroso como desolador. Aún cargo esa herida en mi corazón. Never Rarely Sometimes Always, no tiene la estatura narrativa ni cinematográfica de su referencia rumana, pero alcanza una densidad similar en contadas escenas: En la del interrogatorio, en lo que hace Skyler por los pasajes, en algunos diálogos concretos, en ese mundo de secretos duros y tristes que esconde una adolescente.

“¿Duele?” se pregunta uno de los personajes. Y el título de la película podría servir para que muchas mujeres del mundo tengan la libertad de responder.

Never 

Rarely

Sometimes

Always

Lo mejor: gran actriz principal, muy buena construcción de climas Lo peor: el exagerado trazo negativo sobre los hombres que la hacen ver maniqueísta con un tema que tiene un montón de matices Lo más falsete: nuevamente, el exagerado trazo negativa hacia lo masculino El mensaje manifiesto: La vida es un test de opciones múltiples El mensaje latente: vos tenés derecho a marcar la opción que más te acomode La escena: el cuestionario El personaje entrañable: Skyler #yoacompaño El personaje emputante: por como los presentan, todos los hombres que aparecen, sobre todo el chico de la escuela y el padre, un par de cabroncitos El agradecimiento: por la escena del cuestionario.

CINE: Green Book

Por: Mónica Heinrich V.

Me encanta Hollywood. Ellos se las ingenian para repartir cosos dorados al trochi mochi de la manera más políticamente correcta posible. Y encima, dando el espaldarazo a mensajes contradictorios para white innocent people.

Desde hace años que una industria oscura como pozo de noria quiere verse menos racista, menos homofóbica, menos pedófila, menos violadora y menos misógina. La clave de esta afirmación está en la palabra “VERSE”.

Imagínense ustedes la probabilidad de cachetear a Donald Trump con el triunfo de una película mexicana. Donaldsito no podría creer que “pinches indios” (Hola, Sergio Goyri) reinen en la gala pomposa y aburrida que vimos anoche. Para mí, eso ya cantaba que Roma iba a tener su gran noche. Que la tuvo. Se llevó el coso dorado a Mejor Director, Mejor Fotografía (!!) y a Mejor Película Extranjera, habiendo gente con mejores trabajos en los tres apartados. La agenda de Hollywood hasta ese momento seguía sin decepcionar, llenando los huequitos necesarios y suficientes para obtener una estrellita dorada en sus estrelladas frentes.

Me pregunté si el cinismo llegaría a tanto como para darle un Oscar a Mejor Película a esa biopic de mediopelo que hicieron de Freddy Mercury, solo por verse pro figura emblemática gay, olvidándose completamente que la dirigió un acusado de pedofilia. También ahí cumplieron con darle unos cuantos premios. Tan innecesarios como los que le dieron a Pantera Negra que hasta la fecha nos andamos preguntando contacto o lobby de quién hizo posible tantos cosos dorados para esa película.

Pero nada, nada me preparó para ver ganar el coso dorado a Mejor Película del año a Green Book. O sea, podés estar en contra de Roma, pero hay cosas que se le pueden reconocer como una película cuando menos superior a la media o con más logros o más personalidad. Podés pensar que la biopic de Freddy Mercury es una caca, pero por lo menos hay cierta cosa grandilocuente hollywoodosa a la que uno podría achacar su coso dorado.

La equidad racial en una sola imagen

Green Book,por su parte, es de la lista de las nominadas la más simplona, la menos inspirada, la más cómoda, la más ñoña, la más…menos. Eso sí, con ella la Academia puede VERSE solidaria, buena onda, y a favor de las minorías afroamericanas y homosexuales.

Oh, white innocent people.

Peter Farrelly, el director, anduvo por los noventas complotado con su hermano Bobby para emboscar a parte del equipo del set de sus películas (Something about Mary, Dumb and Dumbber,entre otras joyas) y mostrarles su pene de vez en cuando. Hasta la pobre Cameron Diaz le vio su pirulín al señor Farrelly. Este mismo Peter que hoy se declara asqueado de su yo noventero, es el director de la supuesta Mejor Película del año pasado.

Farrelly, casi bíblico

Green Book hace alusión al famoso Libro Verde que existió entre 1936 y 1966, una especie de guía para que los negros supieran dónde alojarse, donde entretenerse y dónde comer en los viajes, ya que el racismo estaba tan enquistado que no eran bienvenidos así nomás. La gente puede ser muy hija de puta.

La historia nos cuenta que Don Shirley (Ali Mahershala), un pianista virtuoso, decide emprender un tour con su banda por un circuito abiertamente racista, su idea es sentar un precedente. Para eso contrata a Tony Lip (Viggo Mortensen) un italoamericano que será encargado de su seguridad.

El guion lo escribe Farrelly y el novato Bryan Hasse, con la asesoría del hijo de Tony Lip, Nick Vallelonga. Ninguna consulta se hizo a la familia del Dr. Don Shirley. No es pues necesario.

Green Book se cuenta en blanco y negro, figurativamente hablando. Tony Lip es todo aquello que el cine y las series americanas han posicionado como el perfil del italiano-americano. Una suerte de Tony Maseli (recién descubrí que se escribía Micelli). Un bocón histriónico, que en el fondo de su racista corazón es un buen hombre. Rodeado de un familión, casado con una mujer que no sale de la cocina y que espera sus cartas, rodeada, a su vez, de otras mujeres que también exigen cartas de amor. Así es chicos, nos encantan las cartas de amor.

Este Tony Lip es el que guiará a Don Shirley en el descubrimiento de sus costumbres negras (probá el pollo frito Don Shirley), de la necesidad de la familia (Tenés que hablar con tu familia, Don Shirley), de la necesidad de la amistad (Pasemos navidad juntos, Don Shirley), y él, nuestro blancoamericano Tony Lip, se dará cuenta de lo mucho que sufre su negro y gay jefe devenido en amigo. Porque sí, el mundo de los sesenta era muy hostil con los negros (la audiencia se sorprende y asquea), sin embargo, no debemos preocuparnos porque Tony Lip estará presente para ayudar al suyo cuando las cosas se compliquen (la audiencia se siente bien), porque ¿qué es un mundo sin amigos, mis queridos amigos?

Te das cuenta Tony, ¿esta bella imagen que damos? Un blanco y un negro juntos conversando de la vida y el mundo.

Mentiría si no dijera que este cuento de amor al prójimo, esta road buddy feel good movie no se ve con regocijo por las aventuras de este par de amigos que aparentemente es una dupla inusual. El corazón se entibia como si el sol tropical de Santa Cruz nos bañara el pecho.

Sí hace un poco de ruido que después la familia de Shirley haya desmentido el supuesto aislamiento del personaje, o muchas de las anécdotas ahí relatadas, pero hey, es una ficción. No importa que use a una personalidad negra para contar una historia bastante blanquita. ¿O sí?

Este cuestionamiento de contenido a la película lo hago porque si ella misma se vende como reivindicadora de la comunidad afroamericana o del amor al prójimo a pesar de sus «diferencias», es pues necesario resaltar la contradicción en la que la película cae cual chancho en piscina de barro.

Cinematográficamente hablando, Green Book es una película que parece hecha por Lifetime o Hallmark, con un poco más de presupuesto e inflada por las actuaciones verdaderamente notables de Mortensen y Marheshala. No hay inspiración en su simplicidad. La fotografía de Sean Porter (Green Room) es convencional y poco memorable. Quizás lo mejor sea el apartado musical. Pero incluso en esa área en la que supuestamente el filme debería brillar más que el vestido de JLo en la ceremonia de este año, no supera expectativas. Interesante que la película sea sobre la vida e iniquidades  del NEGRO (lo quiero poner con mayúscula pa que se note bien grandote) y al final sea el BLANCO el nominado a coso dorado como PROTAGONISTA y el NEGRO resulte ACTOR DE REPARTO.

Oh, white innocent people.

¿Es la mejor película del año pasado? No. ¿Es acaso la mejor película de su categoría? Tampoco.

El director Peter Farrelly tiene un prontuario de películas cómicas-estúpidas para el gringo promedio que fueron muy populares en su tiempo. Siempre me imaginé qué pasaría cuando el tipo evolucione y deje de mostrar penes fuera y dentro del set. Pues eso. De mostrar penes trabados con la cremallera del pantalón o cabellos tiesos de semen confundido con gel, Farrelly ha dado su salto de seriedad. Lo hace con una película como Green Book, un pequeño drama que le hace honor a su filmografía previa, entretiene, está hecha para el gringo promedio y tiene menos profundidad que platillo chino.

Marche un coso dorado por Mejor Película del Año.

Lo mejor: es para que te sintás bien, menos racista y más evolucionado Lo peor: bienintencionismo simplón y de tarjeta de Hallmark La escena: cuando Shirley toca en el bar Lo más falsete: el discursito y el tratamiento al tema racial y sexual de Shirley El mensaje manifiesto: cosos dorados cada vez más de papel regalo El mensaje latente: los Oscar aguantan todo en cuanto a doble moral y dobles mensajes El consejo: para verla y sentirte bien, menos racista y más evolucionado El personaje entrañable: el verdadero Dr. Shirley El personaje emputante: cada votante cojudo de la Academia El agradecimiento: porque siempre podés ver películas no nominadas ni ganadoras del coso dorado.

CURIOSIDADES

El verdadero Tony Lip interpretó a Carmine Lupertazzi en The Sopranos y tuvo algunos papeles en películas de Martin Scorsese.

En las escenas del familión de Tony Lip aparecen familiares reales del personaje.

Por sugerencia de Viggo la película no abre con ninguna referencia o cartel de contexto.

El compositor de la banda sonora de Green Book, Kris Bowers, es el doble de Mahershala Ali como pianista.

Viggo Mortensen solía ver episodios de Los Soprano con la participación de Tony Lip antes de ir al set cada mañana, para entrar en ritmo con los diálogos y su acento.

En noviembre, Viggo Mortensen la lió en una rueda de prensa cuando comentó: «Nadie dice ya la palabra ‘nigger'». La cuestión es que no quiso ofender a nadie y lo dijo dentro de un contexto, pero tuvo miles de críticas y tuvo que acabar disculpándose: «No tengo derecho a ni siquiera imaginar el daño que puede causar escuchar esa palabra en cualquir contexto, especialmente dicha por un hombre blanco».

Hubieron quejas de Maurice Shirley, el hermano en la vida real de Don Shirley, que dijo que la película era un hatajo de mentiras y que protestó porque nadie se había puesto en contacto con él para contrastar el guión, en el que curiosamente participa otro familiar, el hijo del protagonista al que da vida Mortensen, Nick Vallelonga. Mahershala Ali tuvo que acabar llamando a los familiares de Shirley para pedirles perdón por no haber hablado con ellos para trabajar el personaje.

El propio Nick Vallelonga tuvo que retractarse de un tuit racista que alguien recuperó de su cuenta, del año 2015, en el que dijo que los musulmanes estaban celebrando en Jersey City después de los ataques terroristas del 11 de septiembre. «Quiero disculparme. He pasado toda mi vida tratando de llevar a la pantalla esta película sobre superación de diferencias y búsqueda de un terreno común, y estoy terriblemente apenado con todos los vinculados a Green Book», explicó en un comunicado. Se disculpó con Mahershala Ali, musulmán, y concluyó: «‘Green Book’ es una historia sobre amor, aceptación y superación de barreras, y yo voy a mejorar».

Antes de rodar la película, y para preparar el personaje de Tony Lip, Viggo Mortensen se reunión con la familia de Nick Vallelonga en una cena que duró nada menos que ¡seis horas! El festín, a tenor de lo que cuenta Mortensen, debió de ser brutal.»Casi me destruyó porque aún no había aumentado de peso; no había expandido mi estómago. Era casi letal», señala. Pero cuando la familia pensó que estaba rechazando las raciones porque no le gustaba la comida, se vio obligado a terminar los platos. Y cada vez que acababa uno, traían otro.

El actor neoyorquino tuvo que ganar 20 kilos para su papel de Tony. Y lo hizo de varias maneras: comió antes y durante la película. Antes de rodar, ya había ganado más de 11 kilos; los 9 restantes los subió con escenas como aquella en la que su personaje participa en un concurso de comer perritos calientes: «Se comió 15 perritos aquel día», explicaba Peter Farrelly a Yahoo!. «Se come dos o tres a la vez».

OSCAR 2018: 3 anuncios en las afueras (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri)

Por: Mónica Heinrich V.

“La ira puede ser una forma de entender el mundo” decía el director Martin McDonagh en una entrevista reciente.

No necesitás saber nada más. Ahí están los cimientos de su multi-premiada película Three Billboards Outside Ebbing, Missouri.

El filme ha ganado cuatro Globos de Oro a Mejor Película Drama, Mejor Actriz (Frances McDormand), Mejor Actor Secundario (Sam Rockwell) y Mejor Guión perfilándose, también, como favorito en la carrera del Oscar.

Hay crueldad en la historia que guioniza el mismo McDonagh: Una madre que sufre el asesinato de su hija se cabrea. Decide pagar tres gigantografías de una carretera y cuestionar al jefe de policía su ineficacia para encontrar al asesino.

“Violada mientras moría”, “¿Y aún no hay arrestos?”, “Cómo es posible, Jefe Willoughby”, son los tres certeros mensajes que cualquiera leerá al pasar por el lugar.

Así arranca su película el director galo-irlandés, acompañado de un casting de lujo con una Frances McDormand en su mejor forma interpretando a la indignada y dolida madre y un Sam Rockwell en la piel del obtuso Dixon. También está por ahí nuestro amigo Woody Harrelson como el cuestionado policía Willoughby y el siempre admirado Peter Dinklage (AKA Tyrion en Juego de Tronos) haciendo las veces de pretendiente y cómplice del personaje principal.

Déjenme contarles algo de McDonagh. McDonagh viene del teatro. Tiene alrededor de nueve obras realizadas. Dejó la escuela a los 16 años para dedicarse de lleno a la escritura y a los 26 estrenó la obra La reina de belleza de Leeanane, que lo pondría en el mapa y le valdría el mote del autor/director “más prometedor del momento”. Fue el primer dramaturgo después de Shakespeare en tener cuatro obras en la cartelera de Londres al mismo tiempo. Es una especie de geniecito, devorador de libros, escritor compulsivo, que tiene su propia visión del teatro, el cine, y la escritura.

Su traspaso a la pantalla gigante fue con esa fantástica película llamada In Bruges (Escondidos en Brujas, 2008 reseñada ACÁ) que protagonizó Colin Farrell y que logró que yo misma viera a Farrell con nuevos ojos. Una especie de reencuentro en slow motion con un actor que me parecía bastante mediocre y al que descubrí con mayor talento del que imaginaba. Luego vino Siete Sicópatas (2012) osada comedia negra que contenía muchos elementos admirables pero que en su conjunto no terminó de funcionar. Aún así, la firma de McDonagh estaba ahí, clarita cual rocío de la mañana.

El 2017, Three Billboards Outside Ebbing, Missouri se convierte en su tercer largometraje y esta vez, la película es pequeña. Una historia chiquita que desentraña un mundo que no es blanco o negro, sino lleno de matices. Y he ahí su mayor logro, mostrar un collage de personajes que no son buenos o malos a secas.

Ben Davis, el director de foto de Kick Ass, Guardianes de la Galaxia, Dr. Strange, también se sube al carro de lo minimalista y nos entrega su trabajo más intimista hasta la fecha.

Es su cámara la que nos lleva a través de ese pueblito imaginario llamado Ebbing (el director no quiso darle un nombre real al lugar). En ese paisaje rural, en ese cliché de pueblo chico infierno grande, hay mucha ira derrapando por las calles.

Y no es extraño que McDonagh que ya eligió un sitio turístico, casi de cuentos de hadas como Brujas (Bélgica) para contar en su primer largo una sucesión de escabrosos hechos, ahora nos cuente un crimen horrible dentro de una sencilla comunidad.

Muchas lecturas surgen de este filme, hay los que quieren interpretarlo como una mirada política hacia la era Trump. Una especie de vulnerabilidad del ciudadano americano ante una política de Estado que asumen será siempre adversa a sus necesidades. Una sensación de indefensión ante los horrores del mundo. Las ganas de gritar: ¿Y ahora quién podrá defendernos?

McDonagh se desmarca y aduce que el filme lo escribió antes que Trump gane las elecciones americanas e ironiza que él no es tan inteligente como para metaforizar de esa manera. Es solo una película, una historia que le pareció interesante contar. Una historia que fue inspirada por gigantografías reales que pedían efectividad a la policía local de una carretera en Alabama.

Lo cierto es que Three Billboards outside Ebbing, Missouri, fiel al estilo de su director, tiene introspección, sutileza, violencia, desparpajo y humor negro por partes iguales. Quizás algo de su desparpajo se pase de rosca y termine haciéndole baches al guion o creando escenas tan irreales como boludas. Quizás llegue un momento en que te preguntarás: “¿Es en serio?”. Eso no importa, McDonagh es de los que se desayuna lo inverosímil sin que se le mueva un cabello, él hace su película y punto. Tan es así que los personajes de Frances McDormand y de Sam Rockwell fueron escritos pensando en ambos actores como únicas opciones. McDormand tiene más de 60 años y le parecía que era imposible que una mujer rural espere hasta los 40 para tener hijos. El público no creerá eso, eran sus advertencias, por ahí si fuera la abuela de la chica, pedía. McDonagh dijo que no. Que el personaje era madre y punto. Finalmente, el esposo de McDormand, Joel Coen (uno de los hermanos Coen), le dijo que no se preocupe por nimiedades y que tome el papel. Así, Mcdormand se convirtió en la fuerte protagonista de este cuento sobre la América profunda y sus conflictos del día a día.

La película se filmó en 33 días. Casi un año después está paseándose por el mundo, duplicando su inversión, y tiene a McDonagh hablando en las entrevistas sobre la ira y la forma de entender el mundo. No, no es su mejor trabajo y no supera a la fantástica (segunda vez que lo digo, pero es cierto) In Bruges, sin embargo es una más que correcta película con unos actores que vale la pena ver interpretando estos personajes tan McDonagh.

A pesar de haber ganado el Globo de Oro a Mejor Película en la categoría drama, los que la vimos no nos quedaremos con un dramón, de esos de lágrima fácil y moco suelto. Nos quedaremos con la ira, la ira desmedida y algo muy cercano al perdón.

Lo mejor: un tema interesante contado con gran ritmo y grandes actuaciones Lo peor: sus huevaditas medias discursivas y pasadas de rosca La escena: las de Dixon y su malá, y cuando Dixon va y le pega a Red Lo más falsete: lo del dentista y la visita del veterano a la tienda de Mildred El mensaje manifiesto: la  ira moviliza El mensaje latente: la ira moviliza no siempre para bien El consejo: vean IN BRUGES! El personaje entrañable: el hijo de Mildred El personaje emputante: el veterano El agradecimiento: por diálogos divertidos y agudos.

CURIOSIDADES

    • Sam Rockwell subió de peso para que su personaje se viera más rellenito
    • Woody Harrelson se tomaba fotos y firmaba autógrafos a los fans locales que se acercaban a la filmación. Una noche improvisó un miniconcierto con su guitarra, al lado del set de la estación de policía.
    • El pueblo real en el que se filmó la película, es un pequeño pueblo llamado Sylva, situado en Carolina del Norte.
    • Es la primera película de McDonagh en la que no está Colin Farrell.
  • Abbie Cornish, Sam Rockwell, Zeljko Ivanek y Woody Harrelson trabajaron en Siete Sicópatas.
  • Es la película con menos muertos en pantalla de McDonagh.

CINE: Train to Busan/ Tren a Busan y Passengers / Pasajeros

Por: Mónica Heinrich V.

Señores, estoy que deshojo margaritas esperando la gran batalla entre el grupo de Rick y el malévolo/sexy/sensual Negan. Muero por ver a Lucille chorreando sangre. Necesito que sus púas se lleven consigo a Morgan, lo necesito.

Mientras esos gloriosos momentos llegan, estos coreanos irrumpen a lo grande para decirnos que ya está bueno de los zombies boludos, lentos y fofos. Ya está bueno. Los de The Walking Dead han vivido bien, y no lo saben. No lo sabíamos.

Acá no hay walkers, acá hay runners y estamos ante una de las películas de zombies más divertidas y mejor hechas que he visto dentro del género.

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Soo Ann vive con su papá, pero su papá es trabajólico, tiene otras prioridades. La niña está de cumpleaños y el tipo ni siquiera le compró un regalo personalmente o tuvo un gesto paternal real. Conciente que se fue al chancho decide concederle a su hija lo que hace tiempo le pide: ir a visitar a la mamá en Busan.

Hacia allá se van. ¿Cómo? Por tren, el tren a Busan, claro. Coincidentemente, un terrible virus que convierte en zombies a las personas se está extendiendo a la velocidad de la luz. A los pasajeros del tren los pescará desprevenidos y tendrán que luchar para sobrevivir. La vieja lucha del débil, el fuerte, el ñoño, el egoísta.

La película dirigida por Sang Ho Yeon es emocionante. Los 10.000.000 de coreanos que la han visto no pueden equivocarse. No.

Sang Ho Yeon, que también escribe el guión, maneja su historia a la perfección, crea los personajes entrañables que deseamos no se lleven el mordisco mortal: Las hermanitas ancianas, la pareja embarazada, los chicos atletas, el mendigo y la niña cumpleañera.

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No dejen sola a Soo Ann!

El director coreano tiene una conciencia del ritmo y de los puntos de giro que hacen que sea imposible apartar los ojos de la pantalla. Además, su dirección de arte y vestuario son impecables, muy muy cuidadas.

SPOILER

En medio de todo el despelote, en medio de la sangre, de los sacrificios, del heroísmo, llega el momento culminante, ese en el que te descubrís soltando lágrimas por una película de zombies, ese en el que te muestran una muerte poética (el sol, la sombra que cae) mientras atrás se escuchan los gritos desgarradores de alguien que ha perdido a un ser querido.

Sí, Train to Busan tiene muchos aspectos elogiables. Desde su fotografía hasta las truculentas escenas de acción. Notable que se haya condensado tan bien la historia en el tren y que la emoción no decaiga hasta llegar al final después de casi dos horas de espectáculo.

Es verdad que tiene unas cuantas secuencias estúpidas, sobre todo la referente a la puesta fuera del vagón del grupo que piensan está «infectado», pero a pesar de cualquier bache o falla argumental existe un resultado global bastante parejo que hace la experiencia más que satisfactoria.

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Este es el compañero de Apocalipsis que todos deseamos tener

SPOILER FINAL

No por nada los gringos, que siempre andan colgándose de donde pueden, ya están planeando el remake. Apuesto lo que quieran que será mucho menos efectivo que esta joyita coreana. A mí me mantuvo hincándole las uñas, literalmente, a compañero de butaca y emitiendo los típicos gritos de ¡NO! a la pantalla cuando la emoción te supera.

Sang Ho Yeon, estrenó al mismo tiempo (2016) un anime llamado Seoul Station, también con temática zombie. Esta semana planeo verlo. Así como el resto de su filmografía: The fake y The King of Pigs. Todas anime.

Porque, aunque no lo parezca, Train to Busan es el debut de este director con actores en pantalla y QUÉ debut. Si estás buscando algo interesante/entretenido para ver en la cartelera local, elegí cien veces esta película cuya trama es harto ya vista, pero que con el director correcto entrega grandes, grandes momentos.

Lo mejor: trepidante y muy bien narrada Lo peor: … La escena: cuando los bichos se cuelgan del tren y la muerte de los dos que sabemos  Lo más falsete: … El mensaje manifiesto: las desgracias sacan lo peor de la gente El mensaje latente: también sacan lo mejor El consejo: Vela en pantalla gigante y subtitulada, lo vale! El personaje entrañable: Soo Ann y los embarazados El personaje emputante: el pendejo que provoca todo el caos El agradecimiento: por la pericia, por la emoción.

Si ya la viste, puntúa la película!

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Passenger/Pasajeros

No sé qué más tiene que hacer el guionista Jon Spaihts para convencernos que lo suyo no es hilar bien las historias de ciencia ficción.

Veamos: The Darkest Hour, Prometheus, Doctor Strange, y ahora Passengers.

Curiosamente, todas tienen en común que se parte de una muy buena base. Luego, las historias se descalabran hasta acabar en el sinsentido o en las ganas de poner a hibernar al señorito Spaihts.

Lo de Passengers incluso tiene otros problemitas, más serios. Sí.

Lo siguiente está lleno de spoilers, lo aclaro porque después hay quienes lloran sobre la leche derramada.

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Resulta que el ser humano ha evolucionado lo suficiente para construir cruceros espaciales donde, además, los crispines que desean  perpetuarse en el tiempo y vivir “mejores días” pagan por un sueño artificial en el que pasan cientos de años hasta llegar a su nuevo hogar, un planeta modelo onda urbanización del Urubó.

En la nave todos están botando baba sobre la almohada, hasta la tripulación. La cosa se ha mecanizado tanto que las computadoras se encargan de cualquier inconveniente, si hay alguna colisión el coso se autorepara.

Negligencia everywhere, si vas a hacer algo así que los pendejos se duerman por turnos, digo yo. No le vas a dejar al azar un negocio de millones de dólares (insertar sonido de caja de supermercado)

El caso es que el aparato choca contra algo y ese algo daña los sistemas al punto que ¡OH! Desgracia. De las quichicientas cápsulas que hay de pasajeros se daña UNA, la de Jim, la de Chris Pratt.

Jim se despierta 90 años antes de la llegada al planeta prometido. Ok, Jim, tranquilo.

La película, dirigida por el noruego Morten Tyldum (The Imitation Game, Buddy, Fallen Angels) entra en una brecha existencial. Jim está solo, le faltan 90 años de viaje, hay cosas que amainan su triste vida dentro de la nave, pero está y estará solo.

Cojudamente solo.

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Estoy solito, muy solito

La premisa es, como ya dije al principio, simpática, atractiva. Plantea cuestionamientos válidos, uno se pone a reflexionar sobre su propio accionar y las posibilidades narrativas se despliegan ante nuestros ojos con entusiasmo. People need People, podría ser su slogan.

Si fueran mis calzones estaría chocha, no despertaba a «nadies», pero Jim se deprime ante la ausencia de más bípedos humanos.

No vamos a culpar a Morty (el director) de lo que sucede después, porque ya está establecido que el culpable, el responsable de cómo se tuercen las cosas es Spaihts.

Sí, vos Spaihts.

De esa primera parte linda e interesante, saltamos a la introducción de Aurora, el personaje de Jennifer Lawrence.

Jim decide que ya no puede seguir así, solito con su alma, y que tiene que despertar a alguien, y ¿a quién despierta? No, no es a la gorda que en la vida real limpiaba baños o a un viejo que coleccionaba estampillas, él elige despertar a Aurora, la linda, joven, y escritora Aurora.

Luego, sirviéndose de sus accesos a la nave, la stalkea (lee su archivo, ve sus grabaciones antes de embarcar) hasta que dice estar enamorado de ella.

Stalkers everywhere.

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Dejá que te toque el piano, para compensarte que te cagué el viaje y la vida.

La película plantea la decisión desde un punto de vista ético, que lo tiene, pero se olvida de lo perturbador que resulta todo, más allá de lo básico que es despertar o no despertar a algún compañero de viaje.

Passengers, entonces, cambia la premisa existencial o filosófica del ser ante la nada y adopta un tono edulcorado, romántico para que veamos con buenos ojos a ese prospecto de forzada “pareja”, esa donde el sujeto la eligió a ella como cuando se escoge un cachorro en una tienda de mascotas.

Y ahí están, dos de los actores más lindos de Hollywood viviendo una situación conflictiva en una súpernave, pero que gracias a Dios se tienen el uno al otro. Es pues casi bíblico.

Aurora manifiesta que es la primera vez en su vida que no se siente sola.

Muere Spaihts, muere.

Después de despelotes varios, el guionista concluye su aventura espacial con nuestra heroína “enamorada” del “abusador” (fue un abuso, mis queridos lectores), dejando sus sueños de vida (incluso abandonó a su familia y seres queridos en la Tierra por perseguirlos) y quedándose a mirarle la jetota a Jim para siempre. Por amor.

Qué triste historia, carajo.

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Cada vez que te enojés conmigo te voy a hablar por los altoparlantes. Sabelo.

Este bochorno nos lo venden como lo más romántico del mundo, y la doña se llama Aurora en honor a La Bella Durmiente, esa tipa que se queda botada durmiendo hasta que viene un imbécil a besuquearla.

Pues no, no salí muy satisfecha de la sala de cine.

Estuvo muy entretenida al principio, y luego se degeneró en esta suerte de película sin personalidad, donde la idea de la felicidad es encontrar tu alma gemela o a un stalker que te manipule lo suficiente como para desarrollar el síndrome de Estocolmo.

Si no se la toma en serio, pasa por una película relativamente entretenida, sin mayores sorpresas que concluye torpemente.

El mexicano Rodrigo Prieto es el ojo detrás del lente. A un currículum compuesto por películas como Argo, Brokeback Mountain, The Wolf of Wall Street, Babel, se le suma este trabajo. Prieto hace lo suyo con maestría entregándonos escenas lindísimas en las que se combinan los efectos especiales y una buena composición del plano. Lo colaboran una dirección de arte de lujo. Una banda sonora disfrutable, algunos personajes pintorescos como el androide sin pantalones y esito sería.

Como dije antes, la culpa no es de Morty, el director noruego, ya que Passengers es una película por encargo, con un muy feo guión que está en espera desde el 2007 y que pasó por varias opciones de dirección y casting.

Hay quienes gustan de comparar películas del mismo género, y en este caso se podrían preguntar si el filme es igual o superior a Arrival o Gravity. No. No le llega ni a los talones a ninguna, porque se conforma con ser una boba película “romántica” sin mucho que ofrecer aparte de la cara de espanto que generará en algunos espectadores que se sentirán asqueados por su final.

Lo mejor: Estéticamente linda como sus protagonistas Lo peor: si se la toma en serio es groseramente machista La escena: cuando la desconecta, evidentemente la cosa se pone turbia ahí Lo más falsete: que en el fondo no es un mal tipo y es material romántico El mensaje manifiesto: está bien abandonar las cosas con las que siempre soñaste por «AMOR» El mensaje latente: hace falta una edición de guiones en Hollywood El consejo: no esperes gran cosa El personaje entrañable: Arthur, el androide, el ser más sincero y sano del lugar El personaje emputante: el pendejo de Jim, por stalker y la pendeja de Aurora, por sometida El agradecimiento: porque Andy García solo sale medio segundo en esa huevada.

EN CARTELERA: Norte estrecho y Boquerón

Les voy a ahorrar la lectura de ambas reseñas con esto nomás:

El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.

Y bajo esa máxima es que ver cine nacional en los últimos tiempos se ha convertido en un picahielos que se hunde una y otra vez en el corazón, al mejor estilo del uso que le daba Sharon Stone en Bajos Instintos.

Luego, cobijados por la practicidad budista, el hecho traumático tiende a olvidarse para pensar en mejores días. Días en que los new faces (póngase el nombre de cualquier cineasta que ande sonando) o las reliquias que alguna vez sorprendieron (póngase el nombre de cualquier cineasta que alguna vez sonó) sacarán la tan añorada gran película boliviana.

Hmmmm…A estas alturas ya ni siquiera esperamos la gran, sino solo la buena película boliviana.

El problema puede que sea matemático o ecuacional: si se suman los años que han pasado desde una buena buena (así, doble) película boliviana se pensará que ya toca, por obviedad, algo decente. La otra sería que algunos géneros como el cortometraje y el documental han conseguido algunas sorpresas así que, por obviedad, tocaría que el largometraje/ficción llegue a la misma meta.

Y no. No. Nuevamente somos ese personaje de Roy Anderson congelado en una maravillosa composición fotográfica que ve pasar el absurdo de la vida sin que se pueda hacer nada al respecto.

Y en ese paisaje surrealista, en esa versión criolla de Anderson nos metemos a la sala de cine y vemos Norte Estrecho.

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Como casi todas las veces que entramos a ver una película boliviana, sabemos que las buenas intenciones abundan por todas partes, que ese camino de baldosas amarillas a Oz fue recorrido con la misma esperanza que Dorothy, que un director, un guionista y sus actores no trabajan pensando que están haciendo una huevada.

Sabemos eso, y miramos con incomodidad la pantalla por lo mismo, porque el resultado suele ser lo opuesto a las buenas intenciones.

En Norte Estrecho, los co-guionistas Juan Cristóbal de los Ríos y  Omar Villarroel (también director del filme), exploran la temática de la migración. Una sala de videoconferencia en Estados Unidos administrada por Jorge (Luis Bredow) es el punto de unión entre todas las historias que la película propone. La sala de videoconferencias rompe la película en cuatro puntas: 1) la doñita Charo (Carmencita Salinas) que va para hablar con su hijo (Jorge Jimenez) que se encuentra en el DF, el tipo ya es viejango y ella lo sigue manteniendo, en parte por la culpa que le provoca el haberlo dejado y en parte porque piensa que con la plata que le manda él estudiará y tendrá un vida mejor. 2) la parejita en conflicto: Mauricio (Federico Saslavsky) que dejó a su novia Alejandra (Adriana Asturzzi) en Buenos Aires persiguiendo sueños de grandeza como actor. 3) El boliviano Julio (Pablo Fernández) que trabaja de albañil y que viudo dejó a su única hija al cuidado de su hermana y 4) la historia del mismo Jorge (Luis Bredow) indocumentado con su familia en Bolivia.

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La idea es tan buena como las intenciones, el juego con las pantallas o las cámaras del boliche, las recreación de situaciones comunes y corrientes como cenar, celebrar un cumpleaños o tener una noche romántica a través del internet para paliar la ausencia física, como idea, como concepto, funciona.

Donde Norte Estrecho pierde es en su forma y en su técnica.

En un conjunto global, la narrativa no supera la barrera de esa buena idea y las situaciones apenas se sostienen, la sensación de estar viendo una telenovela o una película para televisión te empieza a sopapear fuerte.

La fotografía de Sergio Bastani no parece encontrar una unidad, tiene algunos momentos cinematográficos pero rápidamente se diluyen para dar pie a composiciones televisas, con luz plana y sin nada que pueda interesar.

La película avanza, y no encuentra su propio Norte. Las historias están ahí, pero cada una más predecible que la otra, y con algunas escenas como el discurso de Bredow en el juzgado que no sé si rotular de naif o qué.

Aún así, hay partes en las que decís: eso funciona o eso está bien porque no, no estamos ante la peor película nacional, ni siquiera la pondría entre las peores de las últimas que he visto, de hecho un comentario casi resignado entre compañeros de butaca con los que fuimos a verla fue: No está tan mala como Boquerón, que ya es decir mucho.

Da un poco de tristeza, ¿no? Que estemos tan acostumbrados a ver malas producciones y que el listón esté tan bajo que el barómetro para decidir si está bien o no es comparándola con lo peor que hemos visto en lugar de mirar hacia arriba, hacia las altas esferas cinematográficas.

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Acá podemos hacer una salvedad: definir algo como peor o malo es absolutamente personal, una vez un docente de cine dijo que no habían malas películas sino visualidades diferentes. Y muchas veces el que te guste o no una película depende de factores personales, experiencias y cualquier otro colgandijo. Me pareció una apreciación muy justa.

Así que desde mi experiencia, factores personales y otros colgandijos puedo decir que Norte Estrecho no está en ese punto que querés arrancarte los ojos o demandar a la boletería, pero nada más. Es plana, con problemas de montaje, de guión, y claro, de factura más televisiva que cinematográfica.

Rescato lo siguiente: la idea de la que partieron es un tema que puede tocar a la platea, que puede generar empatía no solo en Bolivia sino en otras partes del mundo, que bien manejado o mejor ejecutado pudo dar una película más que aceptable.

Las actuaciones estaban, a grandes rasgos, correctas, hicieron lo posible con un guión que no daba para mucho más. Me encantaría ver a Luis Bredow, a Soledad Ardaya, a Alejandro Molina en una gran gran (así, doble también) película boliviana, se lo merecen al igual que muchos actores bolivianos.

Quisiera ser ñoña y decir que también rescato el esfuerzo, el tiempo dedicado de 7 años a la historia, el compromiso que le pusieron al filmarla en varios países, los desvelos e ilusiones que habrá supuesto y bla bla bla bla, pero a la hora de la verdad, el cine en ese punto es despiadado: al público de a pie poco o nada le importan esos detalles, a la hora de la verdad, el público solo ve el resultado en pantalla.

Ese tiempo en pantalla es lo único que tenés para que el público desde su butaca disfrute o no la película, desgraciadamente Villarroel ha perdido esa oportunidad de revelarse como una opción a lo que acostumbramos ver.

Al inicio de Norte Estrecho dicen Bolivia No Funciona. Mientras salís de la sala de cine, la frase se queda levitando en tu mente cual niebla de cerro paceño.

Lo mejor: una buena idea
 Lo peor: una buena idea que no cuajó
 La escena: la del destino de la niña: Innecesario
 Lo más falsete: el discurso de Bredow en el juzgado, el altercado del personaje de Alejandra Lanza cuando cuestiona al hijo de doña Charo en la presentación y el destino de la niña El mensaje manifiesto: falta mucho camino por andar  El mensaje latente: el camino es estrecho 
El consejo: Vela, por ahí tu experiencia, historia personal y colgandijos hacen que te guste
 El personaje entrañable: Jorge El personaje emputante: el paco que detiene a Jorge El agradecimiento: las he visto peores.

Si ya la viste, puntúa a Norte Estrecho!

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Mucho más grave es el caso de Boquerón, cuyo mayor pecado es no ser consciente de sus propias limitaciones.

Cuando no te das cuenta hasta dónde podés llegar con algo, estás cagado.

Tonchy Antezana a ojos vista no tenía el presupuesto ni los recursos personales para permitirse una épica, o para hacer efectos especiales hollywoodenses, y sin embargo decidió lanzarse a buscar ambas cosas.

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Él mismo podrá pensar que es signo de arrojo y valentía, pero si tu resultado no está por encima de la aspiración, es nomás una decisión desacertada.

En Boquerón todo quiere ser grande: el guión, el diseño de producción, el toque histórico, las actuaciones. La palabra clave es: quiere.

Una cosa es querer otra poder.

El guión, escrito por el mismo Antezana, agarra un pedazo de la historia boliviana que es por demás de interesante y significativo.

Esa batalla entre bolivianos y paraguayos durante la Guerra del Chaco, el fortín que resistió estoicamente el asedio, da para explotarlo de muchas maneras.

Antezana se decanta por abordarlo desde 4 personajes que a través de flashbacks nos llevan hasta la aridez del Chaco.

En la primera escena ya es un suplicio, un camino cuesta arriba tratar de mirar con simpatía esta producción que echa agua por todos lados.

No la acompaña nada, ni el guión plagado de personajes tópicos que lanzan textos demasiado armados como para tomárselos en serio, ni las actuaciones, ni la fotografía también televisiva, ni la música incidental.

Cuando llegué al flashback dentro del flashback, me quedé sin palabras.

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Las escenas de guerra pierden verosimilitud con sus planos torpes y sus fogonazos hechos en post producción, el doblaje de los diálogos solo acrecentó esa sensación de estar viendo un collage de elementos puestos en pantalla de manera caótica.

Las cualidades cinematográficas son casi inexistentes y aunque se haya exhibido en el cine y el público asistió masivamente a las salas con ansias de revivir un hecho histórico sensible, Boquerón es ese pequeño fortín donde falta todo y todo está perdido.

Si algo hay para rescatar es el olfato de Antezana a la hora de elegir un tema que jala público.

En un país ya decepcionado de su propio cine, el que Boquerón consiga estar en cartelera tantas semanas, amén de lo que se piense o no de su calidad, o mejor dicho a pesar de su calidad, solo puede ser visto con admiración.

Boquerón, comparativamente, tampoco está en ese subsuelo del bochorno ese en el que solo preferimos guardar silencio, porque sí, lo triste de nuestro cine es que la escalera hacia arriba es muy corta, pero hacia abajo parece no tener fondo.

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Hace no muchos años, la juventud y la distancia con respecto a las producciones nacionales me hacían ver con humor los intentos de película. Iba al cine, me divertía con algunas escenas chotas,  y eso era todo.

Ahora me cuesta un poco verlas con humor, ahora es el dolorcito del que hablo al principio, después de todo comprar una entrada siempre es una entrega de confianza, y pagar por una película para ver algo que apenas cumple con los requisitos de exhibición da como resultado cierta desazón.

El tiempo dirá si los new faces o las reliquias consiguen reavivar una llama que parece extinguida, mientras tanto, de acuerdo a tu experiencia, factores personales y colgandijos toca dar la ya popular palmadita chauvinista o filial (de amigos y conocidos) en la espalda o esperar mejores días.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: un tema interesante, apasionante que jala público por la memoria colectiva
 Lo peor: demasiada aspiración para tan pocos recursos
  y encima muy larga La escena: toda la secuencia de la prostituta, terrible
 Lo más falsete: Los efectos especiales, las escenas de guerra, toda la secuencia de la prostituta, ya dije que fue terrible? 
El mensaje manifiesto: Boquerón es su propio Boquerón El mensaje latente: y además es estrecho 
El consejo: Vela, por ahí tu experiencia, historia personal y colgandijos hacen que te guste
 El personaje entrañable: El personaje emputante: …El agradecimiento: porque tenés la opción de quedarte o salirte de la sala.

Si ya la viste, puntúa Boquerón!

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