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CINE IRANÍ: A Hero (Un héroe)

Por: Mónica Heinrich V.

¿Qué harían si se encontraran un fajo de dinero en el piso y, encima, estuvieran necesitando plata para cubrir algún tipo de deuda o gasto personal muy importante?

No piensen más. El cine siempre tiene la repuesta para cualquier situación que la vida nos presente.

Después del resbalón que supuso la fallida Everybody Knows (tremendo resbalón, con fracturas incluidas), Asghar Farhadi volvió a sus inicios. Sí, con A Hero, regresa a sus raíces, a su tono narrativo, a esa trama ausente de estrellas hollywoodenses que tanto nos gusta.

La película comienza cuando Rahim Soltani (Amir Jadidi) sale de la cárcel gracias a un permiso de dos días. Rahim está preso por una deuda. Su enamorada le cuenta que encontró una cartera de mujer en la calle que contiene varias monedas de oro. Con esas monedas podrían pagar la mitad de la deuda y conseguir que su acreedor retire su denuncia para sacarlo de la cárcel. Rahim, después de eventualidades varias, decide buscar a la dueña de la cartera y devolverle los quintos. Lo logra.

Se corre la voz de su noble gesto y, pronto, el preso que a pesar de su situación decide devolver el dinero encontrado se convierte en héroe. Un héroe mediático, además.

El cineasta iraní hace eso que siempre hace en sus historias: exhibir un complejo realismo social que desnuda a la Irán contemporánea.

Los personajes son variados: Está el hijo tartamudo, el cuñado generoso, la hermana abnegada, los administradores de la cárcel oportunistas, la gente buena que es buena cuando parece que Rahim es bueno y que se vuelve menos buena cuando parece que Rahim no es tan bueno.

El conflicto moral de la devolución o no devolución de las monedas es trabajado en el guion con mucho cuidado, de tal manera que cuando eso se convierte en ornamento y la trama revela otras capas narrativas, el espectador ya está interesado en lo que sucede en pantalla y en el destino de su protagonista.

No cabe duda que la expertise de Asghar como guionista se confirma una vez más. Por un lado, tenemos al sufrido Rahim, el tipo que por una “mala suerte”, “burrera”, está en una mala situación y solo necesita una oportunidad para salir adelante, pero Rahim en todo su “buen actuar”, nunca es capaz de pedirle disculpas a su acreedor, ni ofrecerle un sincero mea culpa, ni hacer un poco de autocrítica, ni siquiera agradecerle el préstamo inicial. Por otra parte, lo que dice el acreedor es cierto: ¿por qué celebrar algo que debería ser la norma y no la excepción? ¿por qué, él, que prestó el dinero como un acto de bondad, que perdió la dote de su hija, que a su vez tuvo que vender sus cosas para recuperar lo prestado, termina siendo el cobrador bastardo?

Hay toda una escala de valores que se cuestiona en el argumento. Lo mejor, es que la película deja que el espectador saque sus propias conclusiones. Son dos horas de una trama que necesita silencios, pausas y respiros para hacerla crecer. En un par de ocasiones, el atormentado Rahim insiste que no le importa la plata ni el trabajo ni salir de la casa, lo único que desea es salvar su honor. Un tema muy arraigado en la cultura iraní.

Donde A Hero pierde es cuando se enrosca tanto que la fuerza de la trama inicial se dilata, los puntos de giro, a ratos forzados, terminan de marear la perdiz, aunque recupere lo perdido en su final, que es un final como el que esperaríamos encontrar en una buena película de Asghar Farhadi.

A hero ganó el Gran Premio del Festival de Cannes el 2021, y fue pre seleccionada entre las candidatas a Mejor Película Extranjera en los Oscar de este año, quizás no pasó la selección debido a la batalla legal en la que se encuentra envuelta.

Al parecer, Farhadi impartía cursos de cine en Irán y la temática de A Hero fue presentada por Azadeh Masihzadeh, una de sus alumnas, en el 2014 y exhibida en un documental llamado All Winners, All Losers, en el 2018. Farhadi decidió hacer A Hero y, a través de su equipo, hizo firmar un documento a Azadeh en el que aceptaba que el cineasta fue quien le dio la idea a ella en el curso.

Pruebas van, pruebas vienen, la chica se arriesgaba a dos años de cárcel y a 74 latigazos (el castigo corporal en Irán sigue vigente), las últimas noticias arrojan que el cineasta perderá el caso.

Esta historia detrás de la historia de A Hero, parece digna de un guion de Asghar Farhadi. Hay el dilema moral, los personajes que claman por su honor manchado, y un resultado incierto, que incluso con la sentencia del juez, dejará a ambos alegando su inocencia.

El ser humano siendo el ser humano.

CINE IRANÍ: El Cliente/The Salesman/ Forushande

Por: Mónica Heinrich V.

Esta es una historia que se cocina a fuego lento, como casi todas las historias que Asghar Farhadi lleva a la pantalla.

Recordemos la desaparición de Elly en About Elly, o la conflictiva separación de Nader y Simín en la maravillosa A Separation.

El cineasta iraní no decepciona. No.

The salesman o El Cliente ya se puede ver en las salas de cine bolivianas y, además, hoy acaban de postularla a Mejor Película Extranjera en los premios Oscar de este año.

¿Vale la pena verla? Háganse un favor y vayan, no la dejen pasar. the-salesman_poster_goldposter_com_1.jpg@0o_0l_800w_80qUn matrimonio sólido que usa su tiempo libre para dedicarse al teatro, ve cómo su hasta ahora apacible vida se trastoca.

La película comienza con el edificio en el que viven resquebrajándose, obligándolos a buscar un nuevo hogar.

Un buen amigo dice presente y les ayuda a alquilar otro departamento.

El primer conflicto (mudanza) es sobrellevado y se presenta un nuevo conflicto: la inquilina anterior dejó una habitación llena de sus cosas con la promesa de volver a recogerlas.

Esta ex inquilina será una sombra constante a lo largo del filme, por eso cuando sucede lo que sucede, Farhadi hace lo que mejor sabe hacer: sembrar la duda.

El relato desarrolla un paralelismo entre el edificio resquebrajado, la obra de teatro La muerte de un viajante de Arthur Miller  y la traumática experiencia que vive Rana.

Via1La maestría de Farhadi consiste en nunca decirte realmente lo que sucede, en plantear escenas o situaciones que dan pie a muchas interpretaciones, en dotar a sus personajes de matices suficientes para hacerlos humanos y en cerrar sus historias de una manera inesperada y demoledora.

SPOILERS

El cliente, ofrece varias subtramas, A) la que se desarrolla en el aula de clases de Emad que subrepticiamente acaricia la censura iraní y los problemas de género, además que sirve para pintarnos la altura moral de Emad B) Cuando Rana es atacada, el ataque nunca se ve, y se abre, además de la violencia ejercida contra ella, una veta relacionada con la prostitución de la ex inquilina a quien el resto juzga con dureza y a la que nunca denominan prostituta o puta, aunque todo el tiempo se lo insinúa C) La incapacidad de Rana de sobreponerse al ataque aunque su postura oficial es dejarlo ir, y Emad que no puede dejarlo ir por lo que emprende una suerte de búsqueda con el fin de quitarse algo de culpa y vengarse D) la autoría del hecho que recae en una persona mayor, aparentemente inofensiva, familiar E) Ejecutar un castigo ejemplificador o tratar de seguir adelante F) La postura patriarcal de la sociedad iraní, el temor a la denuncia, el tener que explicar ¿Por qué lo dejó entrar?, el tener que revivir todo y ser cuestionada por su condición de mujer G) La metáfora de la obra de Miller que acompaña en escenas cumbres las tribulaciones de los personajes de Farhadi que tienen que continuar su rutina, como cuando los actores se suben al escenario una y otra vez sin importar qué suceda en la realidad H) El final, ese en el que la pareja es la misma pero ya no lo es. Ese en el que la pareja es maquillada, avejentada, ese en el que la vida pasó e hizo lo suyo.

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Me gustó el manejo de todas esas subtramas, aunque se tenga que meter con calzador al alumnito cuyo padre trabajaba en tránsito para que facilite la placa del abusador. Me gustó mucho la escena de la comida, cuando todo parece volver a la normalidad y se va al carajo, dejando claro que no, no se puede volver a la normalidad. Me gustó la escena del viejo, cuando se descubre que fue él, cuando se plantea ante Emad y el espectador la disyuntiva de perdonar o no.

FIN DEL SPOILER

Reconozco que no es la mejor película de Farhadi. No llega a la sutileza, a la perfecta y redonda trama que planteaba A separation, pero en definitiva es una película para ver, de esas que te dejan pensando que las desgracias siempre muestran lo peor y lo mejor de la gente, de esas que se te quedan en tu cabeza dando vueltas.

No cabe duda que Farhadi es un gran guionista, lo que lo hace “grande” es, me parece, ese manejo casi artesano de su trama, y una austeridad en lo formal que demuestra una vez más que para hacer buen cine no se necesitan grandes presupuestos sino una buena historia y esa rara e invaluable capacidad de saber contarla.

Lo mejor: Interesante historia, con unos protagonistas que te llevan de la mano y un buen pulso del director/guionista Lo peor: en lo personal, no me gustaron mucho las escenas con los alumnos, los textos, las actuaciones, quizás lo más flojo de todo La escena: la de la comida con el niño, y la de los zapatos, cuando se los quita Lo más falsete: el alumnito que tenía el papá que trabajaba en tránsito y podía hacerle un favor al maestro El mensaje manifiesto: Hasta lo más sólido se puede derrumbar El mensaje latente: a veces, el castigo que merecen quienes nos dañaron es un castigo más para uno mismo El consejo: Para ver en pantalla gigante, subtitulada El personaje entrañable: Rana El personaje emputante: el viejo de mierda manipulador y mentiroso El agradecimiento: por regalarnos, una vez más, una buena película.

CURIOSIDADES

Asghar Farhadi estudió Teatro como carrera universitaria y obtuvo una licenciatura.

Filmó dos cortos en 16mm y en 8mm cuando era apenas un adolescente.

Durante sus primeras etapas de producción, Farhadi posteo en una red social una invitación para que le mandaran videos cortos para el casting de esta película, miles de iraníes enviaron sus pruebas deseando ser elegidos.

Esta es la cuarta película de Farhadi con Taraneh Alidoosti (Rana) y la tercera con Shahab Hosseini (Emad).

La filmación se detuvo por la repentina muerte de Yadollah Najafi, que era el sonidista de este proyecto.

La película rompió record de taquilla en Irán.

Farhadi estaba tan metido en esta película que interrumpió un proyecto que tenía en España con Penélope Cruz como actriz principal para volver a Irán y filmar El Cliente.

Farhadi ya ganó un Oscar por A Separation.

Jafar Panahi

Este post donde copio una opinión sobre La Manzana que escribí en el 2003, está dedicado a Jafar Panahi. Panahi es un cineasta iraní conocido por inmensas películas como El Globo Blanco y El Círculo que tuve la fortuna de ver.
Se cumplen ya 3 meses desde que el reconocido director fue puesto en prisión junto a su hija, otros amigos y otro cineasta. ¿Su crimen? Respaldó al dirigente opositor Mir Hosein Musaví en las presidenciales del año pasado, y en marzo fue acusado de estar preparando un filme sobre la polémica reelección de Ahmadineyad.
El sábado comenzó una huelga de hambre porque desde que fue puesto en prisión no le han brindado la asistencia de un abogado, y sufre maltratos y abusos. En el Festival de Cannes, que se está realizando en estos momentos, se ha elaborado una carta donde se clama por la liberación de Panahi, firmada por numerosas personalidades del cine.
Por su lado Kiarostami (gran gran director iraní) en la rueda de prensa de Copie conforme, su más reciente filme, tuvo palabras para su colega y compatriota, haciendo una airada reflexión sobre el régimen y sobre cómo el cine está siendo agredido por este tipo de situaciones.
Panahi había sido invitado como jurado a Cannes, al estar privado de su libertad no pudo asistir, pero una silla vacía se encuentra como símbolo de rechazo hacia su encarcelamiento.
Como es de esperar, la prensa o los medios no le han dado mucha bola al tema, que es jodido, y que nuevamente pone sobre el tapete la dura realidad que vive el pueblo iraní, menos mal que las lágrimas de Juliette Binoche en Cannes al saber que Panahi había comenzado una huelga de hambre, hizo que unos cuantos periódicos y revistas mencionaran el tema debajo de la foto llorosa de la actriz.

Un nuevo mundo

Si a mis 18 años pudiera filmar una película como ésta, me podría dar por bien servida. La directora Samira Makhmalbaf lo hizo, creó un film que puede servir como un testimonio, no sólo de la realidad iraní, sino de la realidad humana donde el relacionamiento social (con todas sus «normas» o «reglas») es parte de nuestra libertad.

Samira nos cuenta una historia de delicada belleza y armonía, de una exquisita simplicidad, dos hermanas que ya han alcanzado casi la adolescencia, han sido mantenidas en cautiverio en su propia casa, sin poder pasar más allá del portón que da a la calle, su padre aduce que como la madre es ciega, él deja encerradas a las tres mujeres para que no se pierdan ni les hagan daño.

Además, como parte de la cultura iraní, dice que si alguien llega a tocar a las niñas estas quedarían deshonradas y que ha sido por el bien de ellas que no les permitía salir. Como resultado, las niñas presentan un déficit en sus habilidades sociales y un atraso en su desarrollo de todos sus procesos, cognitivos, motores, etc..
Los vecinos cansados de ver a las niñas sin comer y en condiciones higiénicas precarias desde hace años, denuncian al hombre y la película arranca a partir de ese punto, cuando la asistente social se presenta en la casa para permitirles a las niña que salgan a la calle a enfrentarse con el mundo.
Es desde aquí, cuando la película encuentra ritmo, momentos de dulzura, de simpatía, de tristeza. La cámara sigue fielmente a ambas niñas en su descubrimiento del mundo, en esa aventura que el ser humano común y corriente desarrolla gradualmente de acuerdo a las necesidades de su evolución. En el caso de estas hermanitas, este descubrimiento se realiza tardíamente, en una etapa en que esas aptitudes sociales ya deberían estar sino pulidas, por lo menos manejables. Y somos partícipes, de lo nuevo, de lo cotidiano para nosotros pero de lo exhuberante para ellas, y el contenido del film, no se centra en el abuso del que eran objeto, sino en una visión positiva del mundo donde todo es posible y todo es superable, además de perdonable.
El final no se los cuento, pero déjenme decirles que llega con suavidad, cierra una historia que pudo ser tratada dramáticamente, con tintes de pornomiseria, pero la joven directora lo hace de una manera poética y dentro de esa poesía, real.
Las actuaciones son pasables, quizás da la sensación de que es más un documental que una película propiamente dicha, pero la sensación termina casi a la mitad del film, donde encontrás mucho más.
La dirección está muy bien lograda, en general, dicen que si bien Samira es la directora del filme, su padre (Mohsen Makhmalbaff: Kadanhar entre otras), un reconocido cineasta, quizás la pudo haber colaborado en algunos detalles.
La historia está basada en un hecho real, que no es el único, desgraciadamente son muchos los niños que se han visto privados de un desarrollo normal, ya sea por padres negligentes o ignorantes, o por padres que los encerraban por abuso.
Irán un país pobre, casi olvidado, cobra vida en la pantalla para mostrarnos la situación social, política de la mujer, de los niños, de las personas que en algunos casos ni siquiera han podido asistir a la escuela para recibir educación. Una sociedad sujeta por alfileres.
Una película que junto con Los Niños del cielo, El silencio, y otros nos muestran que filmes de lugares tan lejanos y quizás tan diferentes como Irán, encuentran un común de denominador en espectadores como nosotros: el ser humano y su libertad.

La vida detrás del burka

Por: Mónica Heinrich V.

Kandahar suena muy lejos, incluso fantasioso, como si perteneciera a una realidad totalmente ajena a la nuestra. Pero Kandahar existe, y también existen su extrañísima forma de vida, sus prohibiciones, sus talibanes, sus mujeres relegadas a una vida casi surrealista.

Y es que surrealista es el mejor adjetivo que cabe para la vida de esa gente, personas sumidas totalmente en la miseria. Kandahar sitúa su historia antes del conflicto con USA, antes de que los gringos fueran a llenar de terror esas tierras en una misión que califican de salvadora o en el mejor de los casos de liberadora, pero lo cierto es que ahora además de las bombas o minas talibanas los afganos tienen que temer las armas americanas…

El «burka» es esa especie de manta que cubre la cara de las mujeres y que sólo deja ver los ojos, con unos pequeños huequitos para que respiren en la parte que cubre la boca y la nariz. Fue impuesto por el régimen talibán.

Nafas es la protagonista de esta historia, historia basada en un hecho real. Nafas emigró a Canadá donde estudió periodismo, sin embargo ha recibido una carta de su hermana que le dice que ya no aguanta más, que para ella la vida es un calvario y que se suicidará cuando se geste el último eclipse del siglo.

Nafas, desesperada, intenta por todos los medios entrar a Afganistán y concretamente llegar a Kandahar. La historia parte de ese hecho, de la búsqueda de Nafas, del retorno a sus tierras, de los obstáculos, de la impotencia de pasearse por un país minado por la violencia y el extremismo más recalcitrante.

Nafas, al ser mujer, tiene una serie de restricciones que debe cumplir si quiere seguir viaje, debe cubrir su rostro todo el tiempo ya que está prohibido que la mujer muestre su belleza a menos que tenga permiso del marido, debe fingir que está casada porque es mucho más peligroso que lo haga sola, si se enferma el médico no la podrá tocar, las mujeres afganas no pueden mostrar su cara o cuerpo a nadie que no sea el esposo por mucho que estén al borde de la muerte…

La vida de una mujer afgana está tan registringida que ni siquiera tiene derecho a ser vistas. Nafas recorre los caminos para llegar a su hermana, caminos donde hay que tener cuidado porque como dejan minas botadas por todas partes corres el peligro de que pises mal y te quedes sin piernas…o mueras.

Las virtudes de la película se centran en su simpleza, en las imágenes, en el sentido de semi-documental que el director teje alrededor de la historia de Nafas. Sin embargo creo, que al igual que cualquier película Hollywoodense lacrimógena, Kandahar intenta forzar al espectador con escenas gratuitas a que realmente «sienta» o «sufra» lo que es la vida en Afganistán.

Kandahar se vuelve repetitiva en escenas y en recursos con el sólo afán de buscar la lágrima, la compasión o el entendimiento de la tragedia de ese pueblo. Kandahar abusa de recursos del guión para transmitir algo que no necesita ser forzado, porque consigue en escenas mucho más espontáneas lo que busca en escenas «hechas para conmover»… Es ahí donde Kandahar pierde su hilo, y pierde algo de la magia que pudo tener completamente de no ser tan reiterativa.

El director Makhmalbaf ha hecho películas que siempre tocan una fibra sensible del espectador, la otra que he visto suya es «El Silencio» donde casi sin diálogo y sí bellas imágenes, consigue recrear una historia muy bonita, simbólica y que no cae en abusos narrativos.

En este caso, el filme no cuenta con actores excelentes, pero recordemos, los protagonistas viven esa realidad día a día, así que sus dotes actorales se ven superados por la absoluta comprensión de los papeles que han representado. El guión está bien construido, aunque como ya dije, abusa de las reiteraciones y transcurre como la mayoría de las películas iraníes de manera lenta…y pausada.

Kandahar es una película que cuenta la vida debajo del burca, la asfixia de esas miles de mujeres que viven en las sombras de una cultura que se quedó varada hace siglos…Kandahar es la historia de la miseria, la pobreza, la desesperación afgana… Y es la historia de los ojos, como aquellos de la niña del National Geographic, ojos que a los 11 o 13 años ya han visto más de lo que nos imaginamos, ojos que piden ayuda y que expresan dolor, ojos que pasados los años, a los 20 o 25, serán los ojos de ancianos, porque en Afganistán…se envejece rápido.

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