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CINE: Women Talking (Ellas Hablan)

Por: Mónica Heinrich V. 

Los primeros minutos de Women Talking conmocionan. Creo que pocas veces he usado ese adjetivo para describir una película. En este caso, es la palabra más adecuada. Porque mientras ves/escuchás esos primeros minutos no hay otra descripción posible. Te sacude, te impacta, te con-mo-cio-na.

La voz en off de una niña narra cómo las mujeres de una colonia menonita se despertaron con sangre y moretones durante mucho tiempo sin saber qué había pasado.

Satanás, un castigo del Señor, fantasmas, imaginaciones, intentos de llamar la atención, fueron durante años parte de las explicaciones. La realidad era más terrible que cualquiera de esas opciones. Las mujeres (niñas, jóvenes y ancianas) eran violadas sistemáticamente por hombres de su comunidad.

“Era como si desapareciéramos, como si ya no tuviéramos invitación para ser parte de lo real”, dice la niña.

Women Talking se basa en el libro homónimo de Miriam Toews. Miriam fue criada en una comunidad menonita ultrareligiosa. Ya ha escrito nueve libros y ha sido protagonista de Luz Silenciosa (2007) ¿recuerdan esa película de Carlos Reygadas? Quizás su libro más duro es el de Pequeñas desgracias sin importancia (2022, para bajar y leer ACÁ) que narra el dolor del suicidio de su hermana. Miriam perdió a su hermana y a su padre por problemas de salud mental. Ambos, en diferentes años, decidieron acabar con sus vidas de exacta manera: arrojándose a las vías de un tren.

En Women Talking (publicado el 2020 y que se puede bajar para leer ACÁ), Miriam se basa en los hechos sucedidos en la colonia menonita de Manitoba, Bolivia. Para nosotros, los bolivianos/as que supimos del tema, no hay todavía palabra que describa lo sucedido. Crimen le queda chico, pecado (suponiendo que nos apeguemos a lo religioso) es casi ofensivo, maldad parece un eufemismo. En la vida real, las víctimas de estos sujetos se quedaron en su colonia y aunque algunos de los criminales continúan purgando su pena en la cárcel, un grupo de hombres de la colonia anda gestionando su salida. ¿La excusa? el perdón que les enseña Dios y que ya pagaron sus penas.

La ficción de Miriam (me gusta llamarla Miriam) recrea una posibilidad que tal vez las menonitas reales no consideraron: irse de la colonia. Dentro del imaginario y de las reglas en las que esas mujeres viven parece inaudito, pero Miriam lo plantea como un acto revolucionario, necesario, incluso siendo una alternativa ficticia.

El libro es narrado desde la perspectiva de August, personaje que al ser varón sabe leer y escribir y puede llevar nota o hacer actas de las reuniones de las víctimas que tratan de definir su destino con tres opciones: 1) Quedarse y pelear, 2) Perdonar o 3) Abandonar la colonia. En el libro, Miriam asume la presencia de August como una muletilla, para que quede justificado el lenguaje más elaborado y para que August se convierta también en la anomalía a la machirulidad y a ese peligro que representa la figura masculina dentro del relato. Sí, hay hombres enfermos y malos. Pero, no, no todos son así.

Para traspasar el texto a la imagen, convertirlo en película, contamos con Sarah Polley. Esta directora, actriz y cantante ya ha dirigido películas cuya temática central es la mujer. Debutó con Away from her (2006), donde Fiona (Julie Christie) sufría de Alzheimer, luego siguió con Take this Waltz (2011) en la que una confundida Michelle Williams decidía entre su esposo y una relación extramatrimonial y pasó al documental con Stories We Tell (2012) en donde la directora canadiense cuenta que es producto de una relación extramatrimonial. Casi una década después Sarah (me gusta llamarla Sarah) se embarca en este desafío. Women Talking.

¿Ya dije que los primeros minutos conmocionan? Sí, conmocionan. Se conecta muy rápido con la historia de estas mujeres que hacen una reunión para definir sus destinos. Y es fácil conectar porque tiene actrices de lujo: Frances McDormand interpretando a Janz, Jesse Buckley como la fatigada Mariche, Clare Foyle como la combativa Salomé, Roonie Mara como la dulce Ona, entre otras. En el papel de August está Ben Whishaw a quien (por esas ironías de la vida) tenemos situado en la mente como el asesino de mujeres en El Perfume.

Mientras la voz infantil de Aujte (Katie Hallet) nos cuenta desde su visión, inocencia y soltura lo que pasa, se nos forma un nudo en la garganta. Cuando Greta (hermosa Sheila McCarthy) hace paralelismos con historias cotidianas de sus caballos, estamos con ellas. Cuando intentan votar marcando imágenes que representen lo que votan, nuestro corazón las empieza a amar. La cosa comienza a ponerse súper discursiva y casi panfletaria y lo aceptamos, porque a veces esa cosa discursiva y panfletaria es necesaria. Luego, Women Talking comienza a dar vueltas sobre sí misma y cansa. Y los discursos se repiten otra vez con los mismos conceptos. En el caso del libro la oralidad está a cargo de August, y por eso es más creíble que los textos tengan cierta filosofía o rebuscamiento, en el caso de la película, las mujeres que discursean se alejan del personaje que representan: esas menonitas tan tímidas que apenas podían declarar que fueron violadas, o que no encontraban la manera de contarlo hasta a su propia familia. Esas menonitas que no saben leer, ni escribir. 

En el libro SPOILER deciden irse, pero la marcha es más intuida que mostrada. August relata un poco de cómo las ve partir a lo lejos. En la película Sarah nos muestra la partida con primeros planos, niñas y mujeres acarreando cosas en una larga caravana a plena luz del día. Ninguna de esas mujeres que abandonan la colonia (único lugar que conocen en el mundo), que abandonan sus campos (en su concepto: único motivo de vida y de progreso), que abandonan familiares y amigos (únicos círculos de relacionamiento que conocen) están lo suficientemente rotas o quebradas por ese forzado éxodo. Puede ser un mensaje de fortaleza, sí, pero alguien que deja su casa sin tanta incertidumbre también parte roto y tomando en cuenta los motivos que las obligan a dejar sus casas, debe ser desolador si ocurriera en la vida real. El final de Sarah es condescendiente y simplón FIN DEL SPOILER

Y ese es uno de los puntos flojos de la película, a ratos hay algo muy coreografiado en la charla en el granero, en cómo se van, en los textos y le da un aire de teatralidad a algo que ya tiene su subtexto de manera natural y no necesita mucho más. Ellas sin adornos son más ellas que ellas tratando de mostrar más.

Sarah tiene hermosos momentos cuando deja lo coreografiado, cuando es Autje la que narra lo que ve sin muchas florituras. Sus partes más conmovedoras están con el mapa de los Cielos, con la mano brújula, cuando ellas hablan de cosas cotidianas o relacionan su tragedia con conceptos menos elaborados. Una gran decisión de dirección es omitir el acto de las violaciones de manera gráfica, porque la violencia y lo terrible del hecho sobrevuelan la película sin necesidad de ver a los violadores en acción. Y se agradece esa sutileza, esa delicadeza. La perdemos un poco cuando hay flashbacks que no aportan y que repiten imágenes o situaciones que ya vimos en lo primeros minutos.

De manera personal no comparto mucho que la corrección de color de la película esté con baja saturación y que la imagen tenga más tonos grisáceos para hacernos sentir lo que les pasó. Para mí es más duro que un hermoso campo de girasoles, un hermoso día soleado, con el cielo azul, el olor de la hierba, los animales pastando, toda esa magia que ocurre en el campo incube la violencia y la desgracia que sufrieron estas mujeres. Y más desgarrador aún que la vida, el mundo, y su belleza continúen a pesar de eso.

La película deja esa tristeza propia de las historias tristes basadas en tristes hechos reales.  El año pasado en otras dos colonias se arrestaron a tres menonitas que violaron alrededor de cincuenta mujeres con el mismo método: el spray de uso veterinario que adormecía a las víctimas. Además, en la introducción del libro se dice que el 2013 se reportaron más violaciones en Manitoba. Hay testimonios que arrojan que no solo las mujeres fueron violadas, que algunos hombres y niños corrieron la misma suerte. Y no solo es Manitoba o el mundo menonita, esa parálisis para alejarse de los abusadores se traslada al mundo supuestamente más desarrollado, más moderno. En Bolivia, ¿cuántos abusos sexuales son silenciados, cuántas víctimas no consiguen alejarse o cuántos de los agresores nunca son castigados?

En el libro una de las últimas preguntas que se leen es: ¿Y de qué sirve estar vivo si no estás en el mundo?

En la película lo último que se escucha de ellas es: ¿Estamos todas?

Lo mejor: Conmovedora y grandes actuaciones Lo peor: A ratos tiene un aire televisivo y se pone súper machacona La escena: la secuencia inicial, la de la brújula del cielo  Lo más falsete: algunos textos muy elaborados, y las llantinas de August que en el libro existen, pero están más matizadas. Además, en el libro hay otras escenas que condimentan la acción aparte de las charlas en el granero  El mensaje manifiesto: No es huir es alejarte de lo que te daña El mensaje latente: Se puede reconstruir desde el dolor El consejo: vela con empatía más por lo que cuenta que cómo lo cuenta El personaje entrañable: todas, ellas,  El personaje emputante: los hijos de puta malditos que se atrevieron a tanto El agradecimiento: por ellas, por todas.

DOCUMENTAL: Allen v. Farrow

Por: Mónica Heinrich V.

¿Cuál es tu película favorita de Woody Allen? Con esa pregunta, Dylan Farrow (hija adoptiva de Mia Farrow y Woody Allen) daba inicio a una carta abierta publicada el 2014 en el blog del columnista Nicholas Kristof. La carta se publicó en el New York Times. Por primera vez, en público y en su fase adulta, relataba los supuestos abusos sexuales cometidos por el cineasta cuando ella era apenas una niña.

HBO estrenó hace poco el documental Allen v. Farrow, en el que se retoma esta acusación. El documental cuenta con 4 episodios, y es codirigido por Kirby Dick y Amy Ziering. Ambos realizadores se han especializado en trabajos sobre abuso sexual. Por ejemplo, The Invisible War (2012, reseñado ACÁ) que narraba los abusos sexuales dentro del ejército americano, The Hunting Ground (2015) enfocado en el abuso sexual dentro de las universidades y On the record (2017) sobre los abusos sexuales en la industria musical.

Dick y Ziering suelen posicionarse sin medias tintas sobre el tema que tocan, desde esa posición desarrollan el relato y arman la estructura del documental. En Allen v. Farrow, es obvio que creen que Woody Allen es culpable y, por lo tanto, su misión parece ser desenmascarar al cineasta, mostrar las evidencias que apuntan hacia él y, claro, cuestionar (al igual que en sus anteriores documentales sobre abuso sexual) el sistema social, político y jurídico que ha permitido que Woody Allen se salga con la suya.

El documental, entonces, inserta la letra escarlata en el pecho de Allen. Grandota y remarcada. Pero ¿realmente logra probar su punto? ¿este documental que apunta una verdad, la verdad de Dylan, se maneja desde la verdad en todo momento?

En estos casos públicos, los espectadores solemos también tener una opinión formada al respecto. Dicha opinión se sostiene por un montón de elementos subjetivos que hacen que se crea o no en la acusación de la que es objeto la celebridad. Antes de proseguir con esta reseña, diré que para mí Dylan dice la verdad. Así es, le/te creo Dylan.

Woody ya dijo en una entrevista reciente que si una persona sentada en el sofá de su casa cree que es pedófilo o no, lo tiene sin cuidado, «con eso y 15 centavos me compro un pasaje de metro». Y tiene razón, las opiniones son lo de menos, pero influyen a la hora de ver, por ejemplo, Allen v. Farrow.

Se podría decir que este documental es el material perfecto para los que creemos que Woody Allen es culpable. Sin embargo, hay mucho ruido en el material de Dick y Ziering, un ruido que nace de una manipulación excesiva de la verdad en pro de Mia Farrow, no de Dylan, de Mia.

El Allen v. Farrow como título nos remite a un enfrentamiento, al enfrentamiento jurídico y mediático que aún continúa entre ambos personajes, pero en la pantalla lo que vemos es un Farrow v. Allen. Porque Allen, o el lado de Allen, no está presente más que en suposiciones, extractos de su audiolibro, llamadas telefónicas cortadas e imágenes de librería. 

Si bien tanto Woody, como Soon Yi, como Moses (el otro hijo que apoya a Woody) declinaron la posibilidad de dar sus testimonios, sí se echa en falta un equilibrio a la hora de contar las vicisitudes de la vida familiar de Farrow o del juicio. Tanto los extractos del audiolibro de Woody como las manipuladas charlas telefónicas o la ausencia de la versión de Soon Yi vertida en una entrevista del 2018, pudieron ser la voz de los involucrados ausentes. Pero lo que se usa, recalco, siempre está en función de probar la culpabilidad de Woody.

El entramado familiar de Mia no es tan idílico como lo pintan, ni tampoco fue solo la niña luchadora que venció la polio, de hecho uno de sus hermanos está en la cárcel por abuso sexual infantil con una condena de 25 años y otro de sus hermanos Patrick, se suicidó en el 2009. El inicio de su matrimonio con Previn o el inicio de su relación con Woody, no fue para nada como lo relatan en el documental.

A eso se suman, manipulaciones como lo dicho sobre la destrucción de las  entrevistas hechas a Dylan por los especialistas, se deja en el aire la idea conspiradora cuando en realidad era un protocolo llevado a cabo con todas las entrevistas infantiles para proteger la privacidad de los menores de edad.

Ya hablando de las constantes adopciones, en el documental no se menciona que tres de sus hijos adoptivos ya están muertos. Uno por suicidio, otro en circunstancias aún no aclaradas y una tercera murió en la pobreza a raíz de una neumonía producto del SIDA que padecía. Tampoco investiga las informaciones vertidas por Woody de los hijos «devueltos» a los orfanatos. 

¿Cambia el supuesto abuso conocer esos hechos? No, claro que no. Destruir la reputación de los denunciantes/víctimas suele ser la táctica distractiva de los abusadores. Pero al tratarse de un caso tan público, con tantas aristas y dudas, conviene apegarse un poco más a lo fáctico. Si el documental apunta a dar un contexto de dónde y cómo sucedió el abuso, presentar un escenario familia Ingals-Benetton está lejos de la realidad. Si el documental se sube al peldaño de la verdad y el virtuosismo, espero más rigor.

En lo que sí es muy hábil es en la disección que hace del caso a nivel de desmontaje. Es decir, tratando de desvirtuar todas las defensas o argumentaciones que ha tenido Woody para asumir su inocencia. Ejemplo: El famoso estudio de  Yale–New Haven Hospital team y los motivos reales por los que el fiscal no siguió con el caso. También, cómo el juez Elliot Wilk falló a favor de Mia, en relación a la custodia de los tres niños más pequeños, con una dura sentencia que buscaba proteger a Dylan del comportamiento inadecuado del cineasta.

Es horrible escuchar las charlas telefónicas entre Woody y Mia, luego de lo de Soon Yi o lo de Dylan. Tóxicos los dos. Ella por siquiera darle lugar a «charlar» o a ver cómo podían manejar la parte mediática o tener intenciones de continuar la relación, y él porque en ningún momento se lo percibe consciente o contrito por nada. Es como un ser vacío de empatía. También, más allá del supuesto despecho o resentimiento de Mia (que tiene TODO el derecho del mundo de sentirlo) queda claro que algo raro había en el comportamiento de Woody con Dylan. Hay antecedentes sobre eso, como también hay antecedentes de otras relaciones con menores de edad. Consensuado o no, fallido o no, los antecedentes existen. Hola, Soon Yi.

Allen v. Farrow tiene tan solo cuatro episodios y a pesar de ser un caso muy denso y extenso, ya en el episodio cuatro los realizadores parecen estar sin material. Hay una especie de estiramiento, el tono es más sensiblero, se acerca el final y quieren buscar la lágrima.

Y vos, que siempre creíste que Woody es, fue y será culpable, te quedás con la sensación de que faltó más investigación, más profundidad, aunque te alegrás por Dylan y la posibilidad de finalmente decirle a los adoradores de Woody que no hay mucho que adorar fuera de algunas de sus películas.

Asumiendo que el documental ha tomado el lado correcto, Dylan es una víctima que merece justicia.

Asumiendo que el documental está errado y que Woody es inocente, Dylan sigue siendo la víctima. Víctima de una situación disfuncional muy mal gestionada por dos adultos tóxicos.

A nivel de repercusión, nunca está de más poner una luz gigante o un HMI 12000 sobre los abusos sexuales silenciados. Es interesante escuchar una vez más el debate de separar o no al artista de la obra. Reabrir la mirada a los alcances del linchamiento mediático en la era #metoo. Hablar sobre la famosa cultura de la cancelación. Sobre las narrativas mediáticas acerca de un abusador o una despechada. Sobre la narrativa de no tener derecho al cabreo si tu pareja seduce a tu hija casi adolescente. Sobre las verdades a medias y lo mucho que influyen trabajos, entrevistas u opiniones (sí, Woody…esas que con 15 centavos te pagan el pasaje del metro) a la hora de juzgar a una persona o situación.

Quizás a nivel oficial, nunca quede resuelto el entuerto de lo que pasó o no pasó en el famoso ático. Algunos creeremos en Dylan, y esperaremos que encuentre paz y justicia. Otros creerán en Woody, en su versión de la mujer vengativa y despechada.

En el mundo, los demás casos de abuso sexual seguirán también en tela de juicio. Habrá la duda, porque sí, siempre hay duda. Y aunque la frase de “todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario” es muy linda, a veces aún «demostrando lo contrario» no pasa nada.

Lo mejor: es una denuncia Lo peor: manipula algunos hechos en favor de probar su punto y en el episodio final parece no tener más material Lo más falsete: la imagen idílica de Mia y su familia adoptiva El mensaje manifiesto: hay situaciones en las que la verdad puede no ser una sola El mensaje latente: podés ser muy hijo de puta pero si tenés el equipo de relaciones públicas ideal, zafás La escena: Dylan contando cómo se siente El personaje entrañable: Dylan y los otros niños El personaje emputante: Woody y Mia El agradecimiento: por lo que sí está investigado y respaldado.

DOCUMENTAL: An open secret (Un secreto a voces)

Por: Mónica Heinrich V.

Cuando surgió el escándalo del productor Harvey Weinstein y el centenar de denuncias en su contra por abuso sexual, lo primero que pensé fue en cuánto tiempo iba a tardar en caer Bryan Singer, el director de X-Men. Fue así que me puse a googlear su nombre. Para mi sorpresa, y a pesar del agitamiento de esa tapa de petos que  tiene a Hollywood en jaque desde hace meses, nuestro amigo Singer seguía pasando casi inadvertido.

Claro, el señor estaba inmerso en lo que será la biopic de Freddy Mercury y a nadie parece importarle que haya sido acusado de abuso sexual a menores durante toda su carrera. Para ver el timeline de abusos que este mes se ha engrosado con dos denuncias más, les dejo este link: Troubled films to Rape Claims

Escarbando más en la red me encontré con el testimonio de la documentalista Amy Berg que decía haber asistido a una de las famosas fiestas de Singer y que gracias a eso decidió comenzar un documental para destapar la mafia de pedófilos detrás de cadenas como Nickelodeon, Disney y Hollywood en general.

El documental en cuestión se llama An Open Secret (Un secreto a voces) y aunque vio la luz el mismo 2014 en el que Singer fue acusado de violación a dos menores , ha sido prácticamente marginado de las plataformas de torrents y de descargas. Tampoco tuvo estudios que respalden su distribución y fue relegado al olvido o al desconocimiento. Lo que no deja de ser una sorpresa, tomando en cuenta que su realizadora ha sido nominada al Oscar por el documental Líbranos del mal (reseñado AQUÍ) sobre el sacerdote irlandés Oliver O´Grady que abusó a decenas de niños.

¿Por qué un documental sobre un tema tan delicado realizado por una persona seria y profesional, con prestigio, no ha tenido eco en ningún lado? Porque Singer está protegido por la industria, la misma industria que durante años calló lo de Harvey Weinstein y lo de Kevin Spacey.

Los sospechosos habituales: Bryan Singer, Matt Lauer, Harvey Weinstein, Garrison Keillor and Kevin Spacey. Famosos acusados de abuso sexual. Composite: Rex/Shutterstock/Guardian Design Team

An open secret comienza con un mensaje a las víctimas: Sé valiente, denuncia. La vida se pone mejor.

Luego vemos una secuencia de un episodio de la famosa serie Blanco y Negro (Different Strokes). En ella, Arnold (Gary Coleman) es manipulado por un carismático adulto que luego se sabe era pedófilo. Willis (Todd Bridges) y Kim (Dana Plato) comentan junto al Papá de la serie sobre lo terrible que había sido descubrir que el señor estaba enfermo y que había que cuidarse de él. En paralelo el actor Todd Bridges, ya en la actualidad, declara cómo no puede ver episodios de la serie que lo hizo famoso. Bridges era abusado por su publicista, y su padre lo supo pero prefirió seguir recibiendo las ganancias que los contactos del violador le reportaban.

Todd Bridges abrazado por Arnold (su hermano menor en la ficción)

De ahí, el documental desenrolla una madeja de relaciones, conexiones y víctimas que solo puede producir escalofríos.

Para muestra un botón: los niños actores suelen sacarse una foto que se llama headshot y que generalmente va adjunta al currículum que presentan en los castings. Desde hace años estas fotos que tendrían que ser de uso exclusivo de Agentes o Directores de Castings se ofertan en Ebay. Algunas fotos muestran a niños o adolescentes sin polera, en actitudes “sexys”. ¿Quién las vende? ¿Quién y por qué alguien las compraría? Cuando se hizo una investigación sobre quién estaba detrás de estas ventas, se llegó hasta Bob Villard conocido Agente de estrellas infantiles. Tan conocido que sus clientes fueron Leonardo Di Caprio y Tobey McGuire, entre otros. Villard ya tiene dos condenas encima: 1) por distribución de pornografía infantil y 2) por abuso sexual a un menor.

Otro caso similar es el de Martin Weiss, un agente infantil que ha sido condenado por abuso sexual y aún tiene clientes a su cargo. Este sujeto era muy querido en la industria, y también un hombre adulto, soltero, que vivía solo y que invitaba a sus clientes (menores de edad) a dormir a su casa. Pijamadas que eran consentidas por los padres de las víctimas sin imaginar que se trataba de un pedófilo.

Martin Weiss con algunos de sus clientes

Lo del abuso sexual dentro de la industria no es una cosa aleatoria, quizás lo más estremecedor que revela An Open Secret es el sistema montado alrededor de los abusos que protege a agentes, directores, productores y actores. Corrijo, no solo se protegen unos a otros, sino que alimentan su enfermedad entre ellos.

Uno de los casos más emblemáticos es el de DEN una especie de proyecto de streaming de los 90s previo al auge de youtube o netflix, que llevaron a cabo tres socios: Marc Collin Rector, Chad Sackley (novio adolescente del primero, 15 años menor) y Brock Pierce (actor infantil adolescente que Bryan Singer les presentó a la parejita y que pasó por las manos de Bob Villard). Los tres vivían en una mansión en la costa este de Estados Unidos desde la que creaban contenido para redes sociales.

En esa mansión se hacían fiestas hedonistas a las que asistían productores, actores, directores, agentes y sí, niños. En las fiestas no había nunca una mujer presente, ni siquiera entre las personas que servían la comida o la bebida, duraban hasta muy tarde y los niños corrían por el jardín o chapuceaban en la piscina desnudos.

El ex presidente de DEN es David Neuman, actual ejecutivo de Disney y con acusaciones de abuso sexual encima. Bryan Singer, cuando no, era uno de los inversores más fuertes del proyecto. Otro de los asiduos asistentes a las fiestas y parte del grupete, era Brian Peck, gran amigo de Singer. Un actor menor actualmente condenado por abuso sexual y que en Hollywood trabaja como coach infantil de niños actores de la cadena Nickelodeon. Así es, toda esta gente a pesar de su prontuario, sigue trabajando y teniendo acceso y relación con niños.

Cuando pensás que has visto lo peor, tenés a un anciano Michael Harrah, una especie de leyenda en cuanto al manejo/casting/coaching de niños actores y que además es uno de los fundadores del SAG (Sindicato de actores) que cuenta que él mismo fue abusado de niño pero que es “algo común”. Harrah a lo largo de su vida ha llevado a niños a dormir a su casa y aunque no tiene prontuario alguno, Amy Berg consigue un audio de una conversación teléfonica en la que Harrah acepta haber tocado indebidamente a un niño en el pasado.

Dejo otro link que cuenta cómo el casting infantil de la famosa película con Jack Black, Escuela del Rock, fue hecho por un pedófilo convicto, entre otros detalles macabros de lo que la industria permite: 10 perturbadoras historias acerca del problema de la pedofilia en Hollywood. 

Esto es solo la punta del iceberg. Las denuncias de abuso sexual en Hollywood tanto en personas menores de edad como adultos son miles y al tratarse de un sistema en el que se mueve mucho dinero hay personajes como Bryan Singer que estarán protegidos hasta que dicha protección no caiga por algun motivo.

Singer ha sido despedido recientemente de la biopic de Freddy Mercury, pero todo apunta a que además de su oscuro pasado, su comportamiento en el set dista de lo profesional (problemas con los actores principales, malos tratos, llegadas tarde, desapariciones inexplicables) y el estudio al fin se ha cansado.

Eso no quita que siga impune de las acusaciones de abuso sexual, pero quizás sea el puntapie inicial de algo más grande.

El documental, por su parte, aborda el relato de cinco personas que se animaron a denunciar, que fueron niños víctimas de esos depredadores y que llevan años exigiendo justicia y viendo cómo esta justicia les es negada.

Evan Henzi, una víctima de Martin Weiss con Amy Berg, la directora.

Esto no es una sorpresa, ni un descubrimiento para el mundillo de Hollywood, esto es un secreto a voces. De algo que todos saben y callan.

En An Open Secret escuchamos a las víctimas (como tiene que ser) y se intercalan los detalles de los abusos y abusadores con las consecuencias para las vidas de los afectados. Drogas, alcohol, confusión de identidad sexual, culpa, depresión, suicidio. En una industria despiadada donde sin contar el abuso sexual, las exigencias del sistema, las ansias de fama, de reconocimiento, el poder, el dinero o la falta de él, se convierten en un grave problema, el abuso sexual se mezcla a ese cocktail de manera explosiva.

Quizás lo que se le puede criticar al documental es que termina convirtiéndose en un anecdotario, y el análisis que amerita cada caso se resume en el hecho (abuso) y en cómo lidió la víctima con dicho abuso, sin darle mayor profundidad.

La directora, Amy Berg, decide no finalizar su trabajo bajo la pesada sombra del abuso, sino con el testimonio de estos chicos-hombres que se liberaron al denunciar y aún no teniendo la justicia o el castigo de su parte, la denuncia, dice una de las víctimas de Martin Weiss, vale la pena.

Lo mejor: necesario y revelador Lo peor: su escasa distribución y la falta de consecuencias o castigos para la gente expuestas  La escena: la de Michael Harrah y la entereza al final de Evan Henzi Lo más falsete: … El mensaje manifiesto: creo que no es un tema solo de la industria sino de poder en general… El mensaje latente: denunciar vale la pena El consejo: denunciar vale la pena El personaje entrañable: los niños El personaje emputante: los abusadores y quienes los encubren El agradecimiento: por las valientes denuncias.

EXTRAS

Acá An open secret para ver online, aunque solo hay su versión en inglés.

AN OPEN SECRET. Official PG-13 version. Copyright Esponda Productions LLC #AnOpenSecret from Matt Valentinas on Vimeo.

DOCUMENTAL: Malditos bastardos

La semana pasada surgieron unas imágenes en las que se puede apreciar un abuso sexual en el hemiciclo legislativo. No voy a decir supuesto, porque al ver las imágenes se distingue claramente que la víctima es trasladada a la sala del hecho en calidad de bulto (semi-inconciente por ingerir bebidas alcohólicas), y en medio de esa  semi-inconciencia puesta en el piso mientras un hombre (legislador) se desabrocha el pantalón y se le bota encima. Abuso sexual y punto. Por lo demás, la víctima no ha sido encontrada, ni hizo denuncia alguna. ¿Deja de ser víctima por ese detalle? No.

En Bolivia, la violencia sexual está destruyendo generaciones de mujeres y niños. Según datos arrojados por la Policía Nacional, el abuso sexual es el crimen más frecuente luego de los relacionados a la Ley 1008. Ojo, estamos hablando de un crimen que el 80% de las veces no se denuncia. Imaginar la cifra real da escalofríos.  Solo en Santa Cruz, cada día hay una o dos noticias públicas de abuso sexual que, por lo general, involucran menores de edad.

Sí, estamos cagados. Las leyes no protegen ni benefician a la víctima, el sistema no funciona para prevenir los ataques, y tampoco se ha concientizado a la sociedad para que las víctimas comprendan lo importante que es la denuncia.

La impunidad está servida.

Lo de Sucre es solo un pincelazo de una amarga verdad: Vivimos en un país donde las tasas de violación crecen año a año sin que se haga nada al respecto. Es ya epidemia.  Lo peor es que no se ha establecido una respuesta efectiva al problema. Se usan parches, parches como la detención del abusador por uso indebido de bienes y servicios del Estado (!), qué carajos es eso. El poder siempre encuentra la forma de evadir la justicia.

Desgraciadamente, no somos los únicos. En USA, que ya tiene muchos asuntos que resolver (mass murders, serial killers, negligencia en la administración de psicofármacos, etc.) el documental nominado al Oscar este año: La guerra invisible, aborda el tema del abuso sexual desde un lugar pocas veces explorado. El documentalista Kirby Dick investiga y analiza lo que siempre ha sido un tabú: Las violaciones ocurridas dentro del ejército americano.

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Hombre y mujeres que entran a la Fuerza Aérea, a la Marina, a los Guardacostas,  han sido violados durante su servicio por colegas, camaradas, hermanos de comando dentro de una institución símbolo de los americanos.

El documental arranca con imágenes que invitan a las personas a que se enlisten, comerciales publicitarios que resaltan el privilegio que supone servir al país, el honor que conlleva, lo felices que serán cumpliendo su deber cívico y cualquier otra expresión patriótica que se les ocurra.

Acto seguido conocemos a las víctimas: soldados (hombres y mujeres) que cuentan cómo se enlistaron, lo que significó para ellos hacerlo, el idealismo con que tomaron su trabajo, algunos viniendo de generaciones de familias involucradas en el ejército, todo un preámbulo que prepara al espectador para lo que vendrá.

El ejército inculca disciplina, y un sentimiento de equipo que hace que los reclutas tengan la idea de que los comandos son su familia. Lo terrible es constatar que cuando las desgracias pasan no hay familia, simplemente intereses que terminan culpando a la víctima.

La Guerra Invisible arroja datos terribles, como que más del 20% de mujeres veteranas han sido asaltadas sexualmente durante su servicio. Solo en las Fuerzas Armadas más de 200.000 mujeres habían sido violadas hasta 1991 sin contar las que se quedan calladas y no denuncian el hecho. Se estima que el número actual debe rondar el medio millón de víctimas.

Hanna  se enlistó ni bien tuvo edad para hacerlo, era virgen y fue violada a los 20 años por un superior, cuando llamó a su familia para contarle el hecho, su padre (militar también), rompió en llanto y le dijo:

Hanna, sigues siendo virgen. Él tomó algo tuyo que no le entregaste

Durante el proceso que siguió a su denuncia, el equipo de investigadores perdió el kit de violación (examen forense) que le practicaron así como las otras evidencias de lo ocurrido. Nunca pudieron condenar al culpable.

Kori, fue violada y golpeada salvajemente. Como consecuencia de la golpiza tuvo un problema óseo en la cara que requiere intervención quirúrgica, muestra a la cámara la cantidad de medicamentos que le han recetado entre antidepresivos, analgésicos, pastillas para dormir, todo para combatir el Estrés Post Traumático y las secuelas de los golpes que le propinaron. Ella cuenta que ha tenido suerte, la mezcla de varios de esos medicamentos han provocado la muerte en otros veteranos.

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Los representantes legales del ejército son entrevistados y dan su versión, dicen que tienen jueces, investigadores entrenados para lidiar con los ataques sexuales.  Que el sistema funciona. Que en el ejército son conscientes del problema y que se cuida a la víctima. Esta versión contrasta con la de una mujer policía que afirma que si había casos de violación trataban de dárselos a colegas hombres porque las mujeres policías empatizaban demasiado con las víctimas.

Una táctica recurrente dentro del ejército es acusar a la víctima de adulterio, incluso cuando ella no está casada y el violador sí. (¡!)

Otra víctima narra entre lágrimas lo que le dijo su superior cuando reportó que había sido violada:

¿Es esto un juego para ti? Eres la tercera chica que reporta una violación esta semana. ¿Están confabuladas? ¿Piensan que es gracioso?

Los especialistas que no pertenecen al ejército aclaran que un ambiente tan cerrado como el militar se convierte en un lugar ideal con abundantes objetivos para el depredador. Lo peor es que como no se hace nada, el abusador sexual es generalmente reiterativo, y llega a tener 300 víctimas a lo largo de su vida.

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Eso es posible porque luego del servicio militar estos depredadores vuelven a sus ciudades natales y continúan buscando victimas en el ámbito civil.

El problema se convierte en una bola de nieve.

La guerra invisible saca a la luz a víctimas de ese sinsentido. Hace visible lo invisible. Amén de las estúpidas, inhumanas e innecesarias guerras que nuestros amigos del Norte han iniciado, financiado y ejecutado, sus soldados no solo tienen la tasa más alta de suicidio hasta ahora, sino que encima tienen que lidiar con la posibilidad de ser violados en servicio por sus propios compañeros.  El documental cuenta con datos y testimonios que tienen un respaldo sólido y que no se queda solo en el DVD al que le das play y luego no pasa nada. Invita a la reflexión, y su exhibición ha llevado a políticos y gente relacionada al ejército a modificar leyes y a revisar casos de violación.

Estéticamente no tiene nada fuera de lo común, de hecho es un documental contado muy a la vieja usanza, sin grandes sorpresas o méritos estilísticos, pero su valor es otro, su valor es decir lo que nadie dice públicamente y que merece ser dicho fuerte y claro: se están violando personas dentro del ejército y algo tiene que estar muy mal si las probabilidades de esas mujeres de ser violadas por un compañero son mayores que las de morir en combate.

Lo mejor: La información Lo peor: que no haya trabajos así en nuestro país  La escena: cuando Kori lee su carta de su suicidio Lo más falsete: la doña que hablaba sobre lo bien que manejaban el tema de los asaltos sexuales El mensaje manifiesto: Las víctimas son invisibles El mensaje latente: Las víctimas DEBEN ser visibles El consejo: Un documental para ver El personaje entrañable: los sobrevivientes El personaje emputante: los malditos bastardos El agradecimiento:Que se haya realizado.

 

Mónica Heinrich V.

DOCUMENTAL: Deliver us from evil (Líbranos del mal)

…Y LÌBRANOS DEL MAL…
Por: Mónica Heinrich V.
Una investigación de la BBC (Abusos sexuales y Vaticano) daba cuenta de Crimen Sollicitationis, un documento promulgado por el actual Papa, Joseph Ratzinger, en el que se brinda protección a los sacerdotes que son acusados de abuso sexual y en el que se impone una política de secreto absoluto para que los casos de pedofilia perpetrados por el clero permanezcan en la oscuridad. El texto fue redactado en los años 60s y uno de sus puntos más perturbadores es que el abusado no puede hablar sobre el delito, por considerar que los actos sucedidos ocurren dentro de un contexto similar al secreto de confesión. En el 2001 se hizo un cambio, teniendo el Vaticano única autoridad para juzgar un caso de pedofilia en sus filas.
De esta manera, Ratzinger (en su calidad de Prefecto de Congregación para la Doctrina de la Fe) manejó durante años cientos y cientos de denuncias, que fueron silenciadas y que consiguieron que el prontuario de los sacerdotes abusadores aumentara, gracias a la ausencia de castigo severo y a la NO remoción de tales sujetos enfermos del sacerdocio.
Durante el gobierno de Bush, el actual Papa pidió inmunidad en Estados Unidos para no ser sometido a ningún tipo de juicio que manchara su reputación, teniendo un caso abierto en Texas, por encubrimiento. Bush accedió, a pesar de que como Papa, Ratzinger ya tenía inmunidad…pero al parecer, el clero no quería dejar abierta la más mínima posibilidad.
Es así que llega hasta mí, un terrible (por lo duro) documental llamado: Deliver Us from Evil (Líbranos del mal). Lanzado en el 2006 y nominado a los premios Oscar como Mejor Documental, sacude hasta el último rincón del alma gracias al primer testimonio filmado en este tipo de reportaje de un sacerdote pedófilo.

Oliver O´Grady fue hallado culpable de decenas de casos de niños abusados. Desde principios de los 70s hasta principios de los 90s, el padre Oliver O´Grady destruyó familias enteras al violar, molestar o abusar sexualmente a diferentes niños. Como él mismo relata en el documental “Esto no debió ocurrir”, pero ocurrió.
Lo chocante es que desde sus primeros incidentes, el obispo de Los Ángeles y su superior inmediato, siempre estuvieron al corriente (se asume, entonces, que el Vaticano también lo sabía). Cuando surgieron las primeras denuncias oficiales, la postura de la iglesia fue asegurarles a las familias que enviarían a O´Grady a un monasterio, donde nunca tendría contacto con otros niños. La realidad era que simplemente lo cambiaban de Parroquia y  O´Grady estaba, otra vez, en posición privilegiada para encontrar nuevas víctimas.
Con tono totalmente carente de emoción, como si estuviera relatando un pasaje cotidiano de su vida, O´Grady cuenta a la cámara el “inmenso amor” que tiene por los niños. La entrevista la hace desde Irlanda, porque luego de ser condenado a 14 años de cárcel, salió en libertad al cumplir la mitad de su condena (7 años) lo deportaron a Irlanda, y hoy en día camina por las calles como cualquier mortal.
Mientras relata su experiencia, a su alrededor pasan ocasionalmente niños, ya que buena parte de la entrevista se hace con un parque infantil de fondo. En ese mismo contexto es que O´Grady dice que si alguien le pregunta: “¿Te excita ver a una mujer pasar?”, él diría: “No”, si le preguntaran: “¿Y un hombre?”: “No”, si la pregunta fuera: “Qué tal un niño”…La respuesta sería: “Sí, tal vez”…si le agregaran: “¿Y si ese niño estuviera en bañador?”…Él diría: “”…y “¿Si estuviera en ropa interior?”…no dudaría en contestar: “Claro que sí”. Todo esto lo cuenta con una risa “traviesa” al final.

A este relato propio de un sociópata, donde en ningún momento hay una cabal comprensión de la magnitud de sus actos, se intercalan testimonios de sus víctimas. El más desgarrador es el testimonio de la familia Jyono. Mary y Bob Jyono conocieron a O´Grady casi cuando este recién llegaba a USA desde Irlanda. Mary, la madre de su futura víctima, al ser irlandesa también, automáticamente le abrió las puertas de su casa al abusador, sin sospechar siquiera que su pequeña hija de entonces 5 años sería sistemáticamente violada por el sujeto hasta sus 13 años. “Ollie” como la familia cariñosamente llamaba al pedófilo, no fue descubierto hasta el juicio que se le hizo en los 90s. Cuando la pareja supo de las acusaciones, incluso lo apoyaron hasta que su hija Ann relató que mientras el sacerdote se quedaba a dormir, se metía a su cuarto y la sometía a continuas violaciones. El padre de la chica (hoy mujer de casi 40 años), llora compungido frente a la cámara, diciendo entre sollozos: “Dios no existe”…y desde el amargo descubrimiento no puede pisar una iglesia.

Además de este duro testimonio, se suman los de otros niños, ahora adultos que no han podido cerrar ese negro capítulo de sus vidas, que no han encontrado justicia…y que cuentan su historia para que “sirva de algo”. Del otro lado de la verdad, muestran declaraciones sacadas durante el proceso civil a O`Grady (La Iglesia Católica se negó a hacer declaraciones para el documental) donde el hoy Cardenal Mahony (obispo que socapó a O´Grady, y que sin embargo fue ascendido) y Monseñor Cain bajo juramento alegaron no conocer, “recordar” o estar al “tanto” de la grave conducta que llevaba arrastrando el padre O`grady durante casi 20 años. Aunque ambos manifiestan haber conocido algunas denuncias de abuso sexual, pensaron que eran “casos aislados”, que no “relacionaron entre sí” (¿?) El actual cardenal de Los Ángeles incluso minimiza el tono confidente y fraternal en que O`Grady le escribe agradeciéndole su apoyo, también niega descaradamente el tenor incriminatorio de otra carta que el mismo cardenal escribe a O`Grady, expresándole su afecto, comprensión y apoyo…

¡Comprensión y apoyo para O´Grady! que entre sus víctimas tiene a un bebé de apenas 9 meses. El mismo O´Grady en una de sus declaraciones durante el juicio contó que él a su vez fue abusado por otro sacerdote cuando tenía 10 0 12 años, y que su hermano mayor también lo abusaba sexualmente. Una historia tan oscura, que a veces suena hasta irreal.

Paralelamente, hay testimonios de abogados, teólogos, psicólogos que dan su opinión sobre esa compleja mafia que es la Iglesia Católica, donde, en este caso particular, el entonces Obispo Mahony, privilegió sus aspiraciones a convertirse en cardenal (no quería escándalos) antes que la vida de cientos de niños que quedaron marcados para siempre. Si Mahony o Cain no cayeron con O´Grady fue simplemente porque este no los incriminó y un día antes de su declaración fue visitado por abogados del clero, ofreciéndole una pensión vitalicia de 800$us mensuales si no acusaba directamente a dichos personajes.

Otros datos macabros que el documental arroja, es que en USA hay casi 100.000 denuncias de niños o adultos que en su infancia, fueron abusados por sacerdotes. Teniendo en cuenta que según estudios, sólo el 20% de casos de violaciones termina en una denuncia, eso quiere decir que deben existir 80% abusados que viven su pena en silencio. Más datos: un reportaje del L.A. Times afirmó que el 10% de los sacerdotes egresados del seminario St. John (de donde salen la mayor parte de los sacerdotes que ejercen en la zona oeste del país) eran seguros pedófilos.

Actualmente hay más de 500 sacerdotes en Los Ángeles acusados de abuso sexual. Y eso es lo que se conoce, los archivos de la Iglesia son clasificados y a menos que una denuncia se haga pública, los sacerdotes que tengan problemas de conducta sexual quedan protegidos por su institución. La misma institución que todos los días hace declaraciones públicas dando consejos morales sobre cualquier tema.

El documental es dirigido por Amy Berg, que debuta de manera sorprendente. Este trabajo es el resultado de 4 años de investigación. El contacto con el padre O`Grady y su posterior acuerdo para dar su testimonio en cámara fue un proceso que duró semanas, antes que Berg tuviera que viajar a Irlanda a entrevistarse personalmente con él. Cuestionada sobre si fue difícil hacer un documental de estas características, ella declaró: “Sería difícil no hacerlo”.

Deliver us from evil, se convierte en un documento importante y sin precedentes por su batalla contra una institución que en lugar de proteger a sus ovejas, protege a sus lobos. Causó mucha polémica entre los dogmáticos que se rehúsan a ver la basura que se esconde en el patio de sus propias casas. Vale la pena verlo y abrir una mirada crítica hacia un organismo que se alimenta de la fe de las personas, y que traiciona esa fe gastando millones de dólares en abogados que ocultan los escándalos, en lugar de resarcir a sus víctimas.

Aprovecho esta reseña para ligarla con el estreno de la película La duda, que trata un tema similar, de una manera muy sobria y elegante.

LA DUDA

Basada en una obra de teatro, La Duda colmó todas mis expectativas. Con un argumento oscuro, y haciendo gala (paradójicamente) de una simpleza que se agradece, la película aborda el tema del abuso sexual dentro de la Iglesia.

Ambientada en el Bronx de los años 60s, Philip Seymour Hoffman interpreta al padre Flynn. Este sacerdote goza de una personalidad atrayente, jovial y seductora. Los niños de su parroquia fácilmente lo toman como a un amigo, alguien en quien pueden confiar. En el extremo opuesto está la directora del colegio, Meryl Streep (GENIAL) interpretando a la hermana Aloysius. La directora tiene una personalidad opuesta a Flynn, es estricta, poco afectiva, tiende a dar severos castigos y es natural que surja una animadversión instantánea.

En medio de ambos se encuentra la hermana James (Amy Adams), una profesora que por su juventud posee un carácter dulce, inocente y bondadoso. En una época en que se vivía mucha segregación racial, la escuela católica accede a tener como alumno a su primer estudiante negro, Donald Miller. El chico tiene los problemas que podría tener cualquiera estando en su situación, el padre Flynn comienza a dispensarle un trato especial, que resulta sospechoso a la hermana James. Confundida, y sin saber qué hacer, acude a la hermana Aloysius en busca de consejo.

En ese momento la película comienza a caminar por los derroteros que bien señala el título: Dudas. Con un guión sólido, que es casi imposible no identificar a un dramaturgo teatral en el armado, el público se contagia de las sospechas, de las dudas de los personajes que desfilan en la pantalla.

El niño negro parece estar siendo abusado sexualmente, pero ¿realmente el padre Flynn se está aprovechando de su investidura? O ¿son las antipatías personales de la hermana Aloysius las que la hacen ver un monstruo donde no lo hay? ¿Es preferible acusar injustamente al padre Flynn, pero no correr el riesgo de que sea verdad? O ¿es mejor, ante la duda, callar?

Magistralmente actuada, tanto por los principales como por los secundarios, la película a pesar de ser muy sencilla, te atrapa desde la primera toma. John Patrick Shanley es el autor y director de esta pequeña joyita, que supo adaptar de una manera impresionante a la pantalla gigante.

Con diálogos precisos y silencios que dicen mucho, Patrick Shanley maneja una historia que no dejará indiferente a nadie y que está filmada de una manera inmejorable. Es ese tipo de filme austero, pero que está tan bien logrado que crece ante los ojos del público.

Nominada a varios Oscar, La Duda cuenta con una excelente fotografía, una insuperable ambientación y un manejo del ritmo narrativo que podría ser una gran lección para algunos que andan perdidos por la vida gastando un montón de plata en películas prescindibles.

Lo mejor: Buen guión, buen director, buenos actores…

Lo peor: no tiene absolutamente nada malo

La escena: el finalLo más falsete: nada

El mensaje manifiesto: Ante la duda, haz lo que consideres correcto

El mensaje latente: La duda lastima el espíritu

El consejo: Mirala, no te vas a arrepentir

La pregunta: ¿Hasta cuándo se protegerán a los sacerdotes pedófilos?

CURIOSIDADES
– La obra de Shanley, que se estrenó en el off-Broadway en el otoño de 2004, llegó a los teatros de Broadway gracias a la avalancha de buenas críticas. Se estrenó en el Walter Kerr Theater en 2005 y se mantuvo en cartel durante 25 preestrenos y 525 representaciones, a las que siguió una prolongada gira nacional y numerosas producciones internacionales.
– Para estudiar su personaje, Streep trabajó con las monjas de la universidad de Mount St. Vincent, lo que fue un gran placer para ella. «La disciplina, pureza e inteligencia de aquellas mujeres me resultó fascinante y de gran ayuda para mí», cuenta.
– Para preparar el papel, Hoffman pasó algún tiempo en una iglesia católica aprendiendo las tareas de un párroco.
– Durante el rodaje, Adams sintió una gran ansiedad al tener que compartir rodaje con Streep y Hoffman.
– La mayor parte de los interiores se rodaron en el College of Mount St. Vincent en el Bronx, fundado por las Hermanas de la Caridad y que fue el primer instituto femenino de Nueva York. Para el exterior de la escuela se utilizó la escuela de St. Anthony, el colegio de Shanley en el barrio de Parkchester, mientras que para el exterior de la iglesia se utilizó la de St. Augustine, también en el Bronx.

Tanto el documental como la película, ilustran hechos importantes. El primero es que a pesar que la Iglesia Católica presume de un origen divino, está conformada por seres humanos con defectos, virtudes y enfermedades. A la Iglesia no se le critica el hecho de tener en su seno pedófilos (que los hay en cualquier parte) sino que tenga una política tan cerrada en torno a la denuncia pública y al castigo inmediato a los que padezcan de esta enfermedad.

El proteger sus propios intereses ocasiona que los pedófilos sigan actuando con un agravante: al ser pastores, hombres de fe, gente ligada a la moral y a las buenas costumbres, se convierten en doblemente peligrosos y efectivos, porque de esa manera tienen un acceso casi garantizado a la vida de sus víctimas.

En segundo lugar, no todos los sacerdotes son malos o pedófilos, pero es conveniente no tapar el sol con un dedo y ver dónde está la génesis de dicha estela de abusos. La Iglesia como ente que dice hablar por Dios (si es que creen que existe)
…además de mantener frente a uno de los barrios pobres de Roma, un pequeño estado llamada el Vaticano, lleno de lujos y high class…debe tener como prioridad que no existan más víctimas. Que los decretos o políticas de secreto absoluto se eliminen y todo aquel que tenga que pagar sus pecados, los pague.

El documento Crimen Sollicitations ya tiene una canción, creada por el grupo madrileño Ska-P…con una letra súper dura, los españoles no se andan con vueltas, y plasman en música el resentimiento que deben albergar en su alma muchas familias. Lo más suave que dicen en esta canción es: “Miembros de la Curia, párrocos del sufrimiento, Crueles violaciones que al final se lleva el viento, Babosos violadores, carecéis de sentimientos, Los llantos de los niños que el pontífice ha encubierto”

Acompañada de un genial video, que seguro sacó roncha, este grupo alza su voz…casi a grito pelado, a través de un medio tan masivo como la música.

Alguien tiene que hacerlo…ya que los “siervos de Dios” guardan un pudoroso y conveniente silencio.

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