ALEXANDER

By: Mónica Heinrich V.

Esperé con ansias el nuevo trabajo de Oliver Stone. Yo era de las que veían el poster y se quedaba embobada pensando en los maravillosos tiempos venideros. Era de esas que soñaba con depositar mi humanidad en la butaca y ver ante mis ojitos las grandes letras de A L E X A N D E R en la pantalla. Sí, uno siempre se ata al delgadísimo hilo de la ilusión. Luego, llega la calma. A veces la esperanza se cumple, otras salís pensando que el mundo es cruel y malvado.

Primer acto: La ignorancia

¿Quién fue Alejandro Magno? La tenía bastante clara. Uno de los líderes más importantes que ha conocido el hombre y cuyo empuje llevó a su pueblo a muchas victorias. ¿Qué más? Que era un poco afeminado y pansexual. ¿Sabía suficiente? No sé (wow, sí o no que me quedó filosófico?) Bueno, mi pobre persona se detuvo ante la disyuntiva de: Averiguar o no averiguar.
O sea, ¿sería conveniente ir al cine con un bosquejo levemente edificado sobre quién era el susodicho en cuestión y así poder emitir un juicio más objetivo? Decidí que no por aquello del factor sorpresa. No es lo mismo ver El Señor de los Anillos sabiendo que Gollum va a terminar muerto en su último intento de adjudicarse el anillo, que imaginar la feliz idea de que su parte buena triunfa y puede reincorporarse a la sociedad.
Entonces era yo una hoja en blanco, un paño limpio y perfecto sobre el cual se verterían nuevas informaciones. No era Troya donde de historia no podíamos esperar nada, no. Esto era un trabajo de Stone en el cual había invertido muchos años. Valía la pena concederle el beneficio de la duda.
Segundo acto: Asumir la eternidad sin salidas de emergencia visibles
Empezó. Vemos a Hopkins repetirse una vez más, luciendo cansado y viejo. Interpreta a Tolomeo, recurso utilizado para que nos enteremos de las viejas glorias de Alexander. De ahí en más, el relato se intercalará con la figura redonda y blanquecina de Hopkins y los flash backs pertinentes que nos muestren cómo acabó el entuerto. En un inicio veremos la bestialidad del padre de Alexander representado por un irreconocible Val Kilmer, conoceremos a Olimpia interpretada por una sobreactuada Angelina Jolie y claro, mientras, el bebé crece para luego presentar a un teñido Collin Farell dizque de 17 años. Así transcurren tres horas largas con pocos aciertos y mayores desaciertos. Lo llamativo es que la historia en sí daba como para lograr un filme más redondo.
Pero vayamos por partes. Actores: Yo tenía mis dudas con Farrell. En algunos momentos de la película alcanza cierta credibilidad, pero la mayor parte del tiempo lucía forzado, artificial y poco convincente (para mí, obvio). Podemos preguntarnos quién interpretaría mejor a Alexander pero lo cierto es que no lanzaré ningún nombre, sin que esto signifique que con una adecuada producción otro actor no haya conseguido transmitir más eficazmente la fuerza de este personaje. Recordemos que a Colin nadie lo veía adecuado tampoco y, aunque con muchos altibajos, consiguió interpretarlo. El caso de Angelina es más grave, a mi parecer. Aunque Olimpia era de origen austriaco y era evidente que tenía otro acento diferente al de los demás, nadie explica eso al público. En ningún momento hay una alusión al origen de Olimpia que nos eche una luz sobre por qué la Jolie habla tan raro, recordemos que la mayoría del público no conoce bien la historia de Alexander. Independientemente del molesto acento, la actuación de la individua deja mucho que desear, llegando por momentos a la cumbre de la sobreactuación: por ejemplo, cuando le grita a Val Kilmer que en sus entrañas tiene a su vengador. Hefestión es tan anodino que no vale la pena que le dedique ni siquiera un par de líneas. Y el resto de los personajes transcurren sin pena ni gloria por la pantalla mientras los minutos y las horas pasan. Con respecto al manejo de la historia en sí misma, poco importa la exactitud de los hechos. Lo cierto es que a la película parece faltarle alma, te deja la sensación de que viste algo muy bien armado desde el punto de vista estético pero que no llega a trascender más allá de eso.
No es un filme que terminado te impulse a tratar de averiguar la verdadera historia o te anime a querer conocer más al personaje. Es más, ya cerca del final sólo esperás que termine. El aspecto controversial del filme, dizque la homosexualidad de Alexander y sus relaciones con Hefestión me pareció de lo más sosito de la cinta. Durante las tres horas se miran, se hacen ojitos, se traen ganas, se desarrolla un jueguito ambiguo donde a las claras se ve que ese par se adoraba y sin embargo todo queda en amagues. Dizque para mostrar que el amor que se tenían era de otro nivel mucho más profundo que el sexual, cuando todos sabemos que aunque el pansexualismo era visto de esa manera le daban a la matraca que daba gusto…Ni siquiera un beso de lengua que dé tela para cortar entre todos los puritanos norteamericanos jejeje.
En fin, tan es así que llegó un punto en que el público se mataba de risa cada vez que aparecían estos dos en sus escenas románticas… Como ya dije la historia se deja ver, pero nunca alcanza un clímax y deja una leve sensación de sopor.
Acto Final: La vida es un sueño
La crítica americana la destruyó totalmente. Sus actores fueron nominados a los premios Razzie como lo peor del año pasado. A pesar de que no me gustó demasiado, me parece que fue un exceso. Se vieron películas mucho peores y con actores más deficientes que en Alexander como para que sea la película más nominada a esos premios. Sin embargo, algo reconozco. Este ha sido un tropiezo en la carrera de Stone, donde su habitual profundidad para exhibir a personajes históricos quedó a medio camino. Alexander sin duda tiene sus buenos momentos, tanto en escenas como en guión, como en actuaciones. Pero desgraciadamente, en un filme de estas características no es suficiente. Más aún si dura tres horas y se supone que estás exhibiendo a un personaje como Alejandro Magno. Alguien podrá decir: “pucha pero es que mostró su lado humano”. Será verdad aunque a mí lo de Magno no me quedó claro nunca. Ese es mi mayor reclamo, que como ya dije es un filme sin alma. La recomiendo sólo para que puedan debatir sobre ella, y porque, como ya dije, tiene uno que otro buen momento.
Escrita el 18 de febrero del 2005
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